viernes, 28 de diciembre de 2012

España necesita que la rescaten... del Tercer Mundo

Esta mañana intentaba cruzar la Plaza Mayor cuando he recibido el impacto de un cuerpo blando y pequeño, al que han seguido una descarga de pompas de jabón y un momento de perplejidad. Al girarme para identificar al autor de tal osadía, he descubierto a una china lo bastante mayor como para decir de ella que era una anciana, y ha sido en ese momento cuando me he dado cuenta de lo que está sucediendo, ha sido quizá la primera vez en mucho tiempo que ha aflorado ante mis ojos la realidad, la auténtica realidad. Lo que está sucediendo no es que los españoles hayan elegido a un primer ministro incompetente que ha formado un equipo de iguales para acometer la destrucción del Estado de bienestar; y tampoco lo es que en Madrid gobierna otro incompetente con ínfulas de rey de la selva que se esfuerza por cumplir el recetario del autoritarismo que ha heredado de una diva provinciana; ni está sucediendo lo que algunos se empeñan en llamar crisis económica o recesión, en lugar de guerra abierta o estafa; ni está sucediendo que miles de personas pierden su empleo a diario o son expulsadas de una vivienda que ya no pueden pagar, ni sucede el triunfo de la pobreza y de la desigualdad. Lo que de verdad está sucediendo en España es que ha regresado a su lugar en el Tercer Mundo, y cuando aparecen en la información noticias referidas a la privatización de los servicios públicos y a las modificaciones legales que allanan el terreno donde se levantará un complejo para la delincuencia, no se trata en absoluto de amenazas cuyas consecuencias conoceremos en un futuro no muy lejano, sino de consumaciones y consecuencias de la gran fatalidad, habernos expulsado nosotros mismos del mundo avanzado y moderno para regresar a otro del cual se creyó en el pasado que no podríamos salir. Yo ya no me hago determinadas preguntas como una persona que se considera de izquierdas, me olvido en muchas ocasiones del espectro ideológico-político para alzarme sobre él y ver qué se oculta bajo tantas divisiones, los habituales frentes improductivos de la política española en los asuntos polémicos y en las supersticiones. Me pregunto, por ejemplo, qué sucede cuando puedo encontrarme a una anciana china que vende pistolas de pompas de jabón en la Plaza Mayor de Madrid de manera ilegal y con la más absoluta impunidad, y huyo intencionadamente de cualquier respuesta ideológica, de izquierdas o de derechas, huyo tanto del buen rollo como de la más enconada xenofobia. Yo me pregunto por la dignidad del Estado, por la eficacia de sus instituciones al servicio de la dignidad de los ciudadanos, por la existencia o no de valores en el pueblo español, me pregunto por el tipo de pueblo que los españoles han elegido ser y son, por el mundo que encontrarán las siguientes generaciones, me pregunto por las condiciones de posibilidad para la satisfacción de una vida digna en ese mundo, me pregunto, sin pensar en ningún momento en la posición que adoptaría una persona de derechas o de izquierdas, si soy el único a quien le parece que todo se está desmoronando, que las calles rebosan de vendedores ambulantes, gente viciosa y ociosa y pedigüeños, que la integración de la inmigración ha fracasado de manera rotunda, como no podía ser de otro modo cuando los pobres buscan acogida en un pueblo sin cultura, me pregunto, sin querer situarme a la derecha ni a la izquierda, si es digno encontrar a tanta gente tirada en cualquier parte por muchos que fuesen sus pecados, si es digno vivir unos y otros entre tanta suciedad, si es digno que los ancianos hurguen en las basuras, si lo es negarle a nuestros ojos la más mínima dosis de belleza. La regresión o involución al Tercer Mundo es una obra colectiva de la sociedad española que no me atrevo a adjudicar en su autoría a ningún gestor, si bien han sido los gestores de la cosa pública en España quienes han dirigido el desastre. Nada de lo que está sucediendo en esta involución social, desde la institución legal de la desigualdad hasta el desprecio de los derechos sociales, puede justificarse con la situación económica, la prima de riesgo, los objetivos del déficit o el sibilino discurso alemán sobre la austeridad -yo nunca lo he creído y pienso que hay que ser bastante tonto para creer que es de esa manera. Lo que está sucediendo ahora hubiese sucedido igual sin ninguna de las justificaciones anteriores, era una bomba de relojería cuyo tiempo lo marcaban los acontecimientos, y estallaría cuando tuviese que estallar. A esa hora precisa, el reloj marcaba: la jovialidad política del nuevo PSOE -todo vale si es útil y la intención es buena- y la miseria quintaesencial y endémica de la derecha española de siempre -la ruina como estrategia de oposición y el enfrentamiento y la provocación como forma de gobierno.
Poco después del encuentro con la anciana que se gana la vida en nuestro Tercer Mundo, me he topado con unos trabajadores de Telemadrid que recogían firmas para defender su puesto de trabajo, por mucho que en sus chalecos estuviese escrito que "Telemadrid es tuya". No, amigos de Telemadrid, esa televisión no es mía, es parte del aparato de propaganda y lavado de cerebro del PP, y mucho me alegraré si perdéis vuestro trabajo, porque han sido muchos los días en que Tertsch, Samboal, Sánchez-Dragó y otros mercenarios y desplazados de la palabra se asomaban a ella para dividir a los españoles, para insultarlos, para engañarlos, y nunca os fuisteis "a negro", y quién sabe si hasta votasteis a quienes os quitan ahora el empleo por temor precisamente a que algo así pudiese suceder. Justo será que os vayáis ahora a la mierda, como nos sucede a todos los demás.
He tomado una decisión inamovible: sólo votaré en las próximas elecciones a un partido cuya primera línea de su programa diga que tiene como único objetivo rescatar a España del Tercer Mundo, y lo quiero con todas las letras, esto es, Nuestro único objetivo es rescatar a España del Tercer Mundo... -abstenerse aventureros, estoy hasta los cojones de los aventureros.


Yvs Jacob

lunes, 24 de diciembre de 2012

En Madrid no podemos continuar con Ignacio González

En Madrid hemos pasado de la boba simplona -o del gobierno de la descacharrante ocurrencia- al simplón por convencimiento -el dogma de la beligerancia-, que es todavía más peligroso, y ya no sabemos por cuánto tiempo podremos soportar la gestión de individuos tan singulares. Esperanza Aguirre, quizá la más egregia representante del analfabetismo político español, se marchó y nos dejó entre su florida obra de destrucción al aventurero González, que como todos los delirantes dirigentes del PP cree en la doctrina de la predestinación, en la doctrina de la sanción divina mediante el proceso de la elección democrática y en la doctrina del gobierno único de los hombres necesarios, entre los que él se cuenta, claro, lo que a menudo se conoce como infalibilidad de la intuición, la superstición según la cual basta que alguien de derechas crea tener razón para que, en efecto, la tenga. A menudo he manifestado mi insatisfacción por la gran debilidad de la izquierda en España, su concepto jovial de la política, esto es, todo vale si la intención es buena, pero hay que ver la derecha española lo bruta y lo burra que es, lo ingenua e infantil que es, lo ridícula y patética que es. Puesto que España es un país sin ninguna tradición democrática -se dice de España que fue la primera en llegar a América, pero la última a todo lo demás-, no extraña en absoluto que en el PP se tenga de la democracia una idea pueril e indocumentada, democracia como el modo de gobernar según el cual una parte somete a las demás con el respeto de la legalidad o con la ley improvisada. Algo así no se halla en ninguna fuente de la teoría política, y ni se llama política ni confiere legitimidad para gobernar. España es también el país donde los analfabetos de toda suerte y condición, ya se dediquen al juego de la gestión pública o simplemente se regocijen en su cultura de taberneros, encuentran mayor placer en el emponzoñamiento -sólo hay que pasear por nuestras calles hediondas e infectas para advertir que se confunde con un problema económico lo que no es sino costumbre o vicio en la historia. Yo he perdido toda la fe que alguna vez tuviera en el pueblo de España y soy un testigo pasivo de su consunción, en la que, por otra parte, aprecio una tímida felicidad, algo muy parecido a la exterioridad y al reconocimiento. No consigo comprender por qué el PP es una opción política mayoritaria en España, pero es obvio que si los miserables continúan votando a quienes tienen más que ellos y gobiernan en su contra por su bien, a esta Edad Media no le seguirá ningún Renacimiento.
Cuando alguien llega por accidente a uno de los más altos puestos de la gestión pública, nadie entre quienes sufren esa gestión puede salir ileso -éste sí que es un principio auténtico de la infalibilidad en política. Hay otro principio en política que afirma que tanto más a la derecha debe situarse a un político cuanto mayor es su ambición por un cargo, que complementa a este otro: tanto más se ambiciona un cargo cuanta mayor incompetencia se muestra en su ejercicio. Tales principios se resumen en el concepto exhibicionista de la ostensibilidad del cargo: ¡es la hostia que a uno lo llamen alcalde -o alcaldesa-, ministro, presidente...! Según la doctrina de la predestinación política, igual que Don Pelayo puso las bases para expulsar al moro, Josemari fue aupado por el hado al gobierno de los españoles para expulsar al sevillano, y ninguno entre los mejores puede quedarse sin un cargo, y es así que han entrado en escena los Ruiz-Gallardón, las Esperanza, los Mariano, las Botella, las Fátima confiadas a un milagro de la virgen y un sinfín de maniacos menores, la honra de cuyo ego sólo produce lástima a los espectadores -demasiado brillo para tan poca realidad termina por deslumbrar a cualquiera. En Madrid es ahora el turno en este juego para Ignacio González, a quien han solicitado unos folcloristas del periodismo que actúe como si fuese muy de derechas, que es así como se expresa la acción del gobierno, y eso es lo malo cuando opera una simplificación tan feroz a la medida de los simples, que por todas partes creen ver sindicalistas y antisistema; en todos los descontentos, vagos y maleantes. Ignacio González, presidente por defecto y por accidente, y antidemócrata destacado, entiende que gobernar es una acción del elegido -o designado, como en su caso- por encima de cualquier voluntad, y entiende también que toda resistencia es un desacato a la autoridad, pues no en vano gobiernan los clarividentes, porque los demás viven en el error y se resisten al progreso. Esto sí que tiene gracia, que quienes más resistencia ofrecen al concepto orgánico de la sociedad sean sin embargo los más espabilados en un progreso económico en verdad ruinoso. Como tantos otros aventureros de la derecha española, Ignacio González está convencido de que la protesta es un vicio que se castiga con la indiferencia, luego tras el verdulerismo grotesco de la diva provinciana de la Comunidad de Madrid hemos pasado a soportar la manera chulesca del nuevo presidente, y ya no imagino qué podría suceder peor -el solo tono de su voz invita a introducir alguna enmienda en la Constitución, los españoles tenemos que empezar a ser un poco más precavidos. Ha sido un gravísimo error entregar el gobierno de la nación al PP en una situación como la actual. La crisis ha puesto de manifiesto una vez más la mediocridad de los españoles, y en todos los órdenes de esta sociedad se agudiza el envilecimiento. La incapacidad de nuestros gobernantes para pensar en términos de Estado, de pueblo y de nación, en términos de futuro viable nos ha convertido en la presa más fácil y predilecta de unos lobos siempre hambrientos. Gobernantes así sobran -tanto o más daño hace un enemigo interno como otro del exterior, creo que hasta se dice en los estatutos de la FAES. Que a uno lo elijan delegado de curso en 1.º de Derecho y gestionar los asuntos públicos no tienen nada que ver, lo primero es un simulacro, lo segundo obliga a considerar la realidad. Es imprescindible una reflexión severa acerca de la democracia en España, pero sobre todo es urgente no prorrogar el mandato del accidentado González ni el del su líder y espejo de desastres.


Yvs Jacob

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Las salas comerciales en España dan asco

Después de muchos meses, vuelvo a una sala de cine comercial en Madrid. Pago 9 € por la entrada, que no es demasiado si se atiende al gran número de beneficios que obtengo a cambio -se supone que he comprado un servicio. Las entradas de cine en España son como el recibo de la luz, que por alguna extraña razón tiene que subir al menos tres veces en un año sin que este encarecimiento se deba a ninguna mejoría en la calidad del servicio. Algunos de los beneficios que puedo disfrutar por 9 € en lo que se conoce como ir al cine. Por ejemplo, me pierdo el comienzo de la película porque, una vez se apagan las luces y se proyectan las obligadas promociones, todavía hay quien quiere ocupar su asiento en la fila donde se encuentra el mío -esto sucede dos veces-, y aunque hago toda suerte de movimientos y ruidos para mostrar mi malestar, parece que tampoco puedo negar a los demás el disfrute de sus propios beneficios. Por ejemplo, transcurren cinco minutos, diez minutos, quince minutos... y todavía sigue entrando gente en la sala. Por ejemplo, puedo escuchar perfectamente la música y hasta los diálogos de cuando en cuando de la sala de al lado. Por ejemplo, las dos personas que se sientan delante de mí son lo bastante altas como para garantizarme una pelea inagotable por la visión de la pantalla completa en todo momento. Por ejemplo, hay recipientes para las palomitas que ni dos horas y media de metraje pueden vaciar. Por ejemplo, la salida para ir al baño de cualquier espectador en una fila delantera o del medio se proyecta a modo de sombra sobre la pantalla y mientras avanza por el pasillo. Por ejemplo, suena un teléfono móvil. Por ejemplo, y sin tener la menor idea de ello, parece que hemos contratado un servicio de traducción simultánea de las imágenes a las palabras, porque existen narradores espontáneos dispersos y el susurro es continuo. Por ejemplo, como la sala es estrecha y alargada, la pantalla parece algo que está allí al fondo, ni siquiera una parte imprescindible para satisfacer el servicio por el que he pagado. Así que apenas empezó la película ya me acordé de los motivos de mi abandono de una diversión que en otro tiempo encontraba tan placentera, y que en la actualidad me provoca tanta ansiedad; no consigo relajarme en la butaca, me palpita el corazón con una intensidad tal entre las inagotables formas como se expresa la agresión que llego a la conclusión de que es de todo punto absurdo pagar por un malestar semejante. No debo de ser el único, yo me reconozco un espectador claudicado. Quiero decir todavía algo: en la fila de atrás se sientan con puntualidad cuatro centroeuropeos -alemanes-, y es tan alto el que corresponde a mi butaca que todos sus movimientos exigen de un roce o un golpe con el respaldo, y por si fuera poco, dos de ellos no paran de hablar durante toda la sesión. Tiene gracia, nosotros queremos ser como ellos y ellos se parecen tanto a nosotros...


Yvs Jacob

sábado, 15 de diciembre de 2012

Cuidado con el eje ciclista Alcalá-Mayor, ¡supervisa el Ayuntamiento de Madrid!


Madrid, la capital del Tercer Mundo, quiere incorporar la bicicleta como medio de transporte, todo un desafío para las autoridades locales y otros fotografiables. Un día de primavera, tres o cuatro años atrás, subía yo la cuesta de Moyano hacia El Retiro, y sin prestar mucha atención a los puestos de libros ni a las casetas, a cuyos curiosos, por cierto, acosan ahora los más variopintos pedigüeños que patrullan por la zona de Atocha, gané rápidamente la estatua de Pío Baroja, al lado de la cual había un camión aparcado, y frente al muro de las oficinas del Jardín Botánico, una estructura de las que se emplean en otras ciudades más avanzadas para aparcar bicicletas en una hilera. Esta hilera estaba tan bien dispuesta que parecía permanente, y recuerdo haber sentido una tímida emoción caminando por el parque, un vago optimismo, ¿sería posible un progreso tal en Madrid? Ya de regreso, quizá una hora más tarde, las bicicletas reposaban en la estructura antes desnuda y mi optimismo recibió lo que podría llamarse una religiosa confirmación: el tráfico sobre dos ruedas sin motor había llegado para quedarse. Ya no recuerdo si aquel mismo día o uno después vi por televisión unas imágenes del por entonces alcalde, y hoy filósofo costumbrista, Alberto Ruiz-Gallardón, que había acudido también a la cuesta de Moyano para hacerse unas fotografías sobre una bicicleta que acompañasen a lo que iba a ser un plan de movilidad que contaba entre sus ambiciones un carril ciclista desde la plaza de Cibeles hasta la Ciudad Universitaria. Ya se sabe que en política hay quienes se dedican a la solución de los problemas de los ciudadanos, los que se dedican a la creación e intensificación de problemas que nadie tiene ni necesita y quienes se dedican a la fotografía, y tras ver esas imágenes del alcalde, regresé yo a la cuesta de Moyano un día después, pero de la hilera con bicicletas ya no quedaba nada -¡ojo con los rumanos, que si hay bicicleta hay chatarra!, pero no habían sido ellos... El Ayuntamiento ya se encontraba en la ruina, las grandes obras del filósofo Ruiz-Gallardón lo habían dejado herido de muerte, y un carril ciclista exige una inversión mínima si no se quieren hacer las cosas a la española. Un carril bici a la española es aquel que resulta de pintar directamente sobre la calzada el espacio reservado para las bicicletas, es un carril bici con dos cojones -ejemplo de gestión a la española de espacios públicos destinados al ocio ha sido la sala Madrid Arena, donde la explicación al fallecimiento de cinco personas debe buscarse en la fatalidad, y en ningún caso en los gestores municipales, que son como deben ser y están donde deben estar, en Madrid y en Lisboa. Pero ha sido una sorpresa para los madrileños que el eje ciclista Alcalá-Mayor no se haya hecho mal, sino que se ha raspado el alquitrán y se ha preparado la superficie para evitar la muerte instantánea de quienes circulen en bicicleta en el mismo flujo que coches, autobuses y taxistas. El eje lo ha acometido el Ayuntamiento bajo la dirección de Ana Botella, célebre por ser la esposa de Josemari, renovador de las Españas, y en política, en particular, por necesitar tres vehículos oficiales para ir a la peluquería. Las obras comenzaron antes de que se produjese la tragedia de la sala Madrid Arena, por ello resulta más paradójico el mensaje informativo que puede leerse todavía hoy en las señales que advierten a los conductores de la existencia de trabajos en la calzada: Obra supervisada por el Ayuntamiento de Madrid -será que hay otras obras que, en efecto, nadie ni nada supervisan. Yo me pregunto si a la española es también caminar por el carril bici, como sucede en el de O'Donnell, aparcar el coche y la moto, como sucede en el de Serrano, y abandonar excrementos, animales y humanos, como sucede en general en cualquier calle de Madrid. De lo que no tengo la menor duda es de que la alcaldesa por defecto que ahora tenemos en la ciudad comparecerá ante los medios con el chaleco que tanto ha dejado ver en estas semanas para cargar contra los ciudadanos en los casos de accidente que se producirán a partir de enero. Aceptar la presencia de las bicicletas en la ciudad no será posible sin la corrección de los impulsos de instituciones y personas -en la Administración, apetito de sobrerreglamentación (ellos los liberales...); en los conductores, el agresivo poder cobarde del habitáculo, y entre los ciclistas la interpretación de la bicicleta como un vehículo irreductible a un espacio de circulación único. No obstante, el experimento será positivo a muy largo plazo (veinte o treinta años quizá), y los madrileños comprenderemos que en los países donde la bicicleta se usa con regularidad desde hace un siglo el gran éxito de la cultura ha consistido en alejar a los seres humanos de la vileza y de la ruindad, comprenderemos que el nuestro es un pueblo mediocre y miserable porque sólo ha puesto su atención en formas grotescas de la riqueza, y, sobre todo, por la fascinación que produce al pobre el desprecio de todo lo elevado -creo que esto tiene algo que ver con la educación...


Yvs Jacob

martes, 11 de diciembre de 2012

Vecinos de Madrid abandonan monedas de 1 y 2 euros en distintos monumentos de la ciudad para entretener a los cargos del PP (Secuelas del "caso Cervera")

La iniciativa ciudadana va dirigida a los altos cargos del PP y se inspira en el "caso Cervera". En efecto, el extraño caso de un miembro de la Mesa del Congreso que recibe un correo anónimo con indicaciones precisas para localizar un sobre con dinero en la muralla de Pamplona ha llamado la atención de un grupo de vecinos desempleados y pensionistas de Madrid. Siempre se ha tenido una idea de la política en España como actividad insípida y gris, y del político como ese tecnócrata frío, desapasionado, incapaz de confundir, ni siquiera imaginar que es posible la diversión, y la diversión en el trabajo. Pero ha llegado Santiago Cervera, número 6 en la lista del PP por Madrid, y ha revolucionado tales conceptos: por supuesto que también el diputado puede divertirse, ¡y cuánta diversión puede encontrar en formas tradicionales de recreo! El juego es harto conocido: ve a la muralla y coge el sobre. Estas son las reglas: elegir una víctima o dos -Cervera y el presidente de Caja Navarra reclaman este papel con exclusividad-; buscar un recurso en Internet para el envío de correos electrónicos desde el anonimato; redactar al menos dos correos, uno donde se expresan las instrucciones y una respuesta, ambos con un estilo formal similar, un estilo distante, educado, aunque deban atribuirse a redactores independientes; como el juego busca desafiar al ingenio, si es extorsión, que no lo parezca, se trata de conseguir un dinerito fácil -liquidez- para afrontar los compromisos navideños, no de buscarse problemas (hay que saber divertirse de manera sana); y una vez todo lo anterior, observar las instrucciones -propias o de terceros-, proveerse de guantes, gorro y chaqueta con amplias solapas y ¡ya está!, ¡a la muralla por el sobre! Como en Madrid quedan apenas unos restos de muralla -se ocultan a la vista de los madrileños-, los vecinos han situado sobre el plano otros monumentos menores, principalmente estatuas, valorando sobre todo relieves y oquedades donde pudiese camuflarse un sobre pequeño, pues aunque mucho les gustaría reunir 25.000 euros para entretener a un diputado y alto cargo del PP, el presupuesto con que cuentan es reducido -pero no se olvide que el juego es un fin en sí mismo, como eso que decía Immanuel Kant sobre el arte, su interés es desinteresado, y con apenas unos euros se pasa tan bien que parecen miles, millones. Los sobrecitos ya han sido distribuidos -los hay con un euro y los hay con dos-, y siempre se acompaña el premio testimonial con una nota en dos idiomas: Amigo turista o ciudadano: si acaso la fortuna pusiese en tus manos esta moneda, ten la bondad de ocultarla de nuevo, junto con el sobre, en el monumento donde la encontraste, es parte de un juego planteado por los vecinos de Madrid a sus gestores ("es posible que la versión en inglés contenga algunos errores", ha dicho uno de los ideólogos).
También se les ha ocurrido a estos vecinos llevar una propuesta popular al Parlamento con idéntico motivo, relajar la seriedad sublime de la Cámara, rescatar al diputado de la obsesión por el trabajo. Su presidente abriría las sesiones con esta introducción: Hay un diputado que quiere hacer una preguntita..., y todos los asistentes irían formulando distintas cuestiones hasta identificar al vocal, el cómplice -cuestiones válidas como ¿Es alto?, ¿lleva gafas?, ¿cobra un suplemento por desplazamiento aunque haya fijado su residencia en Madrid?, y no se admiten otras del tipo ¿Es del PSOE?, para que el juego tenga un cierto recorrido y no se agote en la obviedad. Ojalá sea del gusto de sus señorías y progrese esta propuesta -el canal de televisión del Congreso podría alcanzar un registro soberbio en los próximos estudios de medios de entretenimiento, información y comunicación, ¡menudo show!


Informa María Malamenti

lunes, 10 de diciembre de 2012

El placer de la insolidaridad

Hoy es imposible dar un paseo por Madrid sin que se reclame del menos precavido una firma a favor cada tres pasos. Es tal la cantidad de apoyos, simpatías o adhesiones que le solicitan a uno que me he animado a echar cuentas, puesto que tanta gente descontenta no parece tener ningún sentido bajo el gobierno de un partido que no sólo ha obtenido una mayoría absolutísima en las urnas, sino más votos de los que nunca antes había logrado, y son datos que al cruzarse arrojan una contradicción a punto de convertirse en enigma, un problema sin solución. Si los pensionistas no votaron al PP, si tampoco lo hicieron los funcionarios; si ni los jóvenes estudiantes universitarios ni los profesionales docentes votaron al partido ahora en el gobierno, si tampoco lo hicieron los trabajadores de la sanidad, ni los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, ni los bomberos, ni los trabajadores de las empresas públicas de transportes, ni los familiares de ningún ciudadano que necesite un servicio social de dependencia; si tampoco votaron al PP quienes viven la demora de un desahucio, si no fue la opción resuelta por quienes limpian las calles, ni la de quienes conducen un taxi, ni la de quienes se ganan la vida con su pequeño negocio; si no existe, en definitiva, ni siquiera uno entre los que se conoce como colectivos, cualquier conjunto de individuos que se signifique por una cualidad compartida y esencial en sus reclamaciones, si ni uno ni ninguno de los colectivos sociales que acechan por las calles a la busca de la solidaridad -ya sea porque peligra su puesto de trabajo o por la amenaza que pueda derivarse para toda la sociedad que la labor que realizan se vea afectada por lo que desde los orígenes del capitalismo se llama racionalismo económico-, si nadie, pues, comparte las decisiones que los representantes legítimos del pueblo soberano -y a los que se ha encargado la gestión de los asuntos públicos- adoptan, ¿cómo coño ha llegado Mariano Rajoy a primer ministro? ¿Y por qué es tanta la sorpresa al descubrir que un partido de la derecha española -comprensión deficiente de la democracia, clasismo social y político, interpretación de la legitimidad desde la intolerancia, desprecio y exclusión de los humildes...- gobierna con un programa radical de derechas? ¿Acaso alguien esperaba de verdad que fuese de otra manera? ¿Acaso basta una campaña electoral para demostrar que los españoles son un pueblo menor de edad?
Yo quiero hacer otra colecta, pero a favor de la insolidaridad: quiero que cada cual sufra en sus propias carnes este racionalismo económico que nos ha puesto en guardia sobre los excesos de la gestión pública, quiero que quienes votaron al PP y ahora arman tanto revuelo conozcan todas las consecuencias, sin ahorrar ninguna, de su elección, y no me pienso sumar a nada, ya se privatice un hospital público en un barrio burgués o se convierta un parque de bomberos en un hotel de lujo. Es más, me gustaría decirlo con todas las palabras: que les den por el culo, que os den por el culo, ahora toca pechar, como reza el lema de los orteguianos, ahora no cabe confiar en que la algarabía enderezará las cosas, ahora no cabe la fraternidad social, no cabe la ingenuidad, admitir que al pobre votante lo engañaron con malas artes, ahora sólo cabe soportar el desastre, y me temo que lo peor no ha pasado todavía ni terminará en el año 2014, lo peor aguarda el momento oportuno, ya no hay manera de evitar el estallido social, no es nunca en vano que se pierden las generaciones. De algo me han convencido los neoliberales: ¡que viva la insolidaridad!


Yvs Jacob

miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿Habrá habido alguna vez una fotografía más miserable?

Mariano Rajoy es ya el campeón del mundo en desempleo, y por mucho que su Gobierno se esfuerce en preparar la todavía lejana campaña electoral con el anuncio de una recuperación milagrosa de la economía en 2014, algo que puede saberse ya hoy, en 2012, es que él no saldrá reelegido, y que su paso por la política en España se recordará en los libros de historia con dos datos: que no se enteraba de nada mientras fue ministro de Josemari y que como primer ministro el desempleo batió todos los registros. Se dirá que el problema del desempleo es estructural en España, con lo que estoy de acuerdo, primero porque el catolicismo es un ingrediente imprescindible para la inmoralidad como modelo de gestión, segundo porque la industrialización fue muy breve, y tercero porque el ingreso en el club de la UE convenció a los españoles de que el sector con más futuro para ellos era el turismo, que se ha probado el más envilecedor de todos, junto con la construcción, orgía del analfabetismo, y se llega a la conclusión de que la pobreza -y no la riqueza- resulta de la obsesión por el dinero. Se dirá que la España de los años ochenta vivió otro momento de desempleo feroz, pero tiene más delito el dato en el presente, tanto porque el número de parados es mayor como por el hecho de producirse en una sociedad avanzada y moderna, con mejores condiciones para combatirlo, lo que no puede afirmarse de ningún periodo anterior. En enero de 2010 el diario El Mundo publicó esta infame fotografía del ahora inefable primer ministro del Gobierno del Reino de España, una fotografía que no podrá pasar desapercibida en cualquier historia universal de la infamia en imágenes que se pretenda, sin duda, una de las fotografías más ruines que se hayan publicado jamás, y cada mes, cuando el dato del desempleo se actualiza, no deja sino de agudizarse su vileza. La fotografía se acompañaba de uno de esos titulares delirantes tan del gusto de la derecha española, un titular ridículo y determinante: "Cuando gobierne bajará el paro", y conviene tenerlo presente porque hoy, un año después del advenimiento de nuestro señor Mariano, el paro no sólo no baja, sino que aumenta desconsoladamente.

Todo en esta fotografía es puro disparate y mezquindad -el personaje que se retrata, el medio que la publica, la intención que los ha reunido y la escena seleccionada; el patetismo y el desacierto ahondan en el ridículo, y si no existe la divinidad, algo que yo tantas veces dudo, al menos existe la justicia poética, que quizá es el medio, junto con la casualidad, por donde asoman los dioses, o por donde a los dioses se les escapa el mundo. La imagen quiere mostrar la enfermedad, en efecto, su único acierto; la enfermedad del mal gobierno, la que padece una sociedad mal gobernada, pero fracasa. Como diría Aristóteles, es preferible lo falso verosímil a lo real inverosímil, y la pose del por entonces líder del mayor partido en la oposición es tan increíble que no hay manera de explicar cómo este individuo ha podido engañar a tantos millones de ciudadanos. Lo real inverosímil llama entonces la atención sobre otra enfermedad, la pura obscenidad: yo no dejo de preguntarme cómo pudo alguien llegar a imaginar esta fotografía y cómo pudo una persona decente prestarse a su realización. Para mi sorpresa, no se trata de una fotografía aislada -en la edición digital de El Mundo del día 9 de enero de 2010 puede verse el making-of del disparate, se ve al retratado llegar al lugar, situarse de manera que se aprecie el cartel de la oficina de desempleo y a quienes aguardan su apertura, los mismos que se encuentran a las puertas de un comedor social. El making-of convence al lector de que la imagen definitiva es real -Mariano Rajoy no es una figura de recortable, aunque lo parece, no es tampoco un truco de la tecnología digital, no es un montaje de los que La Razón encarga al nieto de alguno de sus articulistas nonagenarios; no, la fotografía es real.
Para dar una explicación a todo lo que está sucediendo en España, desde la persecución y caza de los líderes sindicales, uno de los cuales, al parecer, tenía un reloj muy valioso que no lo era tanto, hasta la detención del expresidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, una vez extinta la amnistía fiscal, va a ser necesaria mucha templanza, porque la verdad es que dan ganas de desatar un apocalipsis de mil demonios. Haber entregado una mayoría absoluta al PP en una situación de crisis económica, política y social como la presente debe contarse como uno de los errores más significativos del pueblo español en toda su historia, el error es de una magnitud tal que las consecuencias que vayan a derivarse de este periodo son del todo imprevisibles, y una sociedad que no pueda contenerse a sí misma con la previsión está condenada a precipitarse por el abismo.


Yvs Jacob

domingo, 2 de diciembre de 2012

Soy un idiota, soy votante del PP

Si le va bien a la banca, me irá bien a mí también; si le va bien a los empresarios, encontraré trabajo. Todo lo que gestiona el Estado fracasa; lo que se gestiona en el ámbito privado funciona mejor y obtiene beneficios. Los sindicatos son el freno mortal del desarrollo económico; los funcionarios son el sumidero de los fondos del Estado. Los pensionistas sólo quieren el dinero de quienes trabajan. Un desempleado es un sinvergüenza incapaz de devolver al Estado todo lo que éste le da. La mejor educación es necesariamente clasista; allí donde muchos acuden al reparto de cualquier cosa se toca siempre a menos -si mayor el número de docentes, más empleo público y peor calidad de la educación. La mejor educación es la de antes. La seguridad social es propia de la ideología liberticida, invade una competencia exclusiva del individuo y le obliga a participar en algo que debería ser opcional. Cualquier enfermedad de otra persona no es asunto mío. Quien quiera algo -un capricho, una necesidad, un servicio...-, que trabaje y se lo pague. Los ancianos deberían ser atendidos por sus familiares, el Estado no puede ni debe hacerse cargo de ellos -la discapacidad de una persona puede ser una desgracia o una bendición, pero nunca una responsabilidad de los contribuyentes. La familia es anterior al Estado en todos los aspectos; ninguna ley puede imponerse a la voluntad de la familia. La voluntad de la familia se expresa en la tradición. La familia es el único agente educador. El Estado no debe gestionar pensiones de ningún tipo; una pensión es un dinero que se regala y se pierde. Cualquier competencia del Estado que se encargue de realizar la solidaridad forzada entre los ciudadanos conduce a una pérdida y debe ser eliminada. El gobierno de la nación es tarea de los mejores. Los mejores son aquellos que más cerca han estado y están del dinero; sabe más de economía quien mejor ha sabido enriquecerse. El gobierno debe mirar siempre a la economía. Los pobres no saben gobernar. O hay despilfarro o hay ahorro; el gobierno de los pobres es despilfarrador. El gobierno de los pobres es improductivo, su único producto es la dependencia de los ciudadanos; los pobres no son sino inútiles. Dependiente es todo aquel incapaz de emanciparse del Estado; dependiente es quien vive bajo el paraguas del Estado para todo. Lo contrario al dependiente es el emprendedor. El gobierno de los pobres es una condena para el emprendedor. Emprendedor es quien de la nada hace mucho y vive de su esfuerzo. Los trabajadores ya no existen; obrero es un anacronismo. El Estado sólo existe para cumplir dos funciones: la defensa del territorio y la defensa del emprendedor. El Estado debe legislar para que el emprendedor sea libre. El emprendedor no puede soportar con su actividad ninguna responsabilidad que quiera derivarse de ella; un esfuerzo que quede sin recompensa sólo cabe concebirlo en un mundo gobernado por los pobres, el mundo de los dependientes, el mundo de los inútiles. El emprendedor es el único libre entre los hombres, los demás no conocen la libertad. La subida continua de los salarios acomoda a los empleados por cuenta ajena. La subida de los salarios debe desvincularse del precio de la vida; no se puede legislar contra la libre empresa y las fluctuaciones del mercado, no se puede obligar al empresario a realizar lo que no disponga el libre mercado -la mano invisible no es una metáfora. Un empleado por cuenta ajena es tanto más competitivo cuanto más consciente de que peligra su puesto de trabajo. Legislar para obligar a un empresario a mantener a un empleado por cuenta ajena es perjudicial para la libre empresa. Son los mejores quienes conducen la dirección de la realidad; manifestarse contra la realidad es absurdo. Quienes disienten del liderazgo de los mejores son los mediocres. El pobre que no acepta su condición es un mediocre; el gobierno del buenismo es el gobierno de los mediocres; la justicia social es la utopía de la mediocridad. El libre mercado no es una utopía; el premio de los mejores no puede ser expulsado de la realidad, es la realidad misma. Querer lo que no corresponde es una ilusión vana: un mediocre nunca podrá contarse entre los mejores. No existe ningún interés común a toda la sociedad, cuando algo semejante se pretende, los mediocres se alzan sobre los mejores, lo que no es sino un disparate.


[Extraído de la Guía del miserable. Una propuesta para la involución de las sociedades].

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Una familia de suecos apadrina a Yvs Jacob

¡Y sin verme ni nada!
La verdad es que me han dado una sorpresa estos suecos... Alguien llama de manera insistente al telefonillo -mientras suena cualquier obra de Jean Sibelius, yo no contesto al teléfono ni al telefonillo, y ni le abro la puerta a mi vecino aunque se le esté quemando la casa. Y venga a llamar, venga a llamar... y el silencio. Entonces, suenan pisadas en la escalera, mamporros en mi puerta, y reacciono. "¡Pero se puede saber qué maneras son éstas!", y abro enfurecido. Una personita vestida de azul y amarillo y con cara de poca cocción en el útero materno  me mira con la indolencia de quienes saben poner la exigencia de la responsabilidad por encima de cualquier otro cometido, pregunta si soy quien soy, a lo que yo contesto que "en efecto", y me pone en las manos una caja lo bastante grande como para pasar desapercibida, y es que me había maravillado esa concentración sietemesina, creación caprichosa de la divina naturaleza. Ingenuo, se me escapa esta observación: "no esperaba ningún paquete", que es apenas un pensamiento en voz alta sin dirección, pero el personal de Correos, tan mal educado en las jóvenes generaciones, tan susceptible, interpreta como una queja lo que no es sino sorpresa, y de buenas a primeras, me arrea un mandoble liberaliforme, "¡y a mí qué me cuenta!". "¡A mí qué me cuenta!", ¡qué asco de gente!, ¡qué asco de país!
Ganada la privacidad a la impertinencia, estudio el paquete. ¿No resulta extraño que semejante volumen lo entregue el servicio ordinario de Correos, que si no abres de inmediato al cartero te deja en el buzón la notificación pertinente para la recogida en persona? Me acuerdo entonces de un cartero que prestaba servicio hace algún tiempo en mi distrito, y que siempre que me llegaba en el correo algún libro me pedía que nos encontrásemos hacia la mitad de la escalera con la misma excusa, "un paquete muy pesado para...". Examino el recién entregado y por medios tan extraordinarios, sobre todo cuando interviene un trabajador español del servicio público. ¡Malmö! ¡Coño, qué lejos! ¡Qué habrá pasado! Y no me decido a abrirlo, como haría cualquier personaje de un producto hollywoodiense. Dejo el paquete sobre la mesa. Lo miro. Enciendo un cigarro; lo miro sin cesar. Malmö... Todo lo que sé acerca de esta ciudad es que Adidas le dedicó unas zapatillas con los colores de la bandera de Suecia. Me pregunto entonces si una palabra como Madrid quedaría bien apenas debajo del tobillo. Adidas Madrid no suena en absoluto como Adidas Malmö, quizá tenga algo que ver el peso ontológico de las palabras, la realidad a la que hacen referencia, quizá tenga algo que ver eso que los filósofos llaman exterioridad, el problema de la mismidad, la imposibilidad de ver en lo conocido otra cosa que siempre lo mismo. Llamo a mi madre para preguntarle si tenemos familia en Suecia, y si la tenemos, para preguntarle por qué hemos vivido siempre aquí: "¿mamá, si tenemos familiares suecos, por qué hemos vidido en Madrid?". ¡La de cosas que hubiese podido hacer yo en Suecia...! Es posible que incluso fuese más alto... y que la barba me sentase mucho mejor. Mi madre ignora que las relaciones meditarráneo-escandinavas hayan llegado a nada en la familia, nada más allá de algún pariente de los que arrima cebolla en la playa a la vista de cualquier rubia, incluso teñida, y no me es de mayor ayuda. Por supuesto, no le digo que entre sellos y matasellos puede leerse Malmö por no saber cómo pronunciarlo, y no entender mi madre otra cosa que, por venir de Malmö, "el paquete está mal". "Ábrelo, hijo... ¡total!".  Esta es la actitud a la que hemos llegado los españoles con la crisis económica, política y social, esta resignación, y es probable que una madre le diga a su hijo, a la vista de un desperdicio callejero, algo parecido, "total...". Pues lo abro. ¡Hay que ver qué gusto por el detalle, por el diseño y por la disposición que tienen los suecos! El interior del paquete es de una sofisticación tal... Y voy sacando lo que contiene: latas de galletas, bolsas de gominolas y tabletas de chocolate negro -y es obvio, también un sobre. Me apresuro y me como, sin meditarlo siquiera, tres osos descomunales -tres osos suecos-, y ya estoy tentando al chocolate cuando me digo que tal vez debería abrir antes el sobre, ¡menuda descortesía! Dos páginas, una escrita en inglés y otra, que parece al principio en un castellano dubitativo, puedo confirmar que lo está en sueco, algo que tiene cierto sentido. No me cabe la menor duda: un sueco que quisiese decir lo mismo en inglés que en sueco lo lograría; un español con la misma intención que dijese una cosa en castellano y otra bien distinta en inglés, también es posible. La carta va firmada por la familia... y en ella me dicen que han visto por televisión imágenes terribles de la situación en España, que no imaginaban que fuese el nuestro un país tan pobre -se ve todo tan bonito desde una democracia en Malmö...-, y que, profundamente conmovidos, no se les ha ocurrido otra cosa que apadrinar a un español, pero como dudan de que algo así pueda hacerse por medios fiables fuera de Centroeuropa, han optado por contactar al azar con uno de nosotros, presentarle la solicitud de apadrinamiento y establecer un vínculo de humanidad en un mundo globalizado. ¡Joder con los suecos! Me piden una respuesta a la mayor brevedad, si quedo o no conforme con la propuesta. Tras analizar la fecha de caducidad de los productos, me pongo a redactarla - ¡me muestro lascivamente favorable!-, y ya les pido para el próximo envío un Scalextric y algo de dinero, aunque no sé si esto funciona así con exactitud. En cualquier caso, no me pienso separar de ellos, ¡estos suecos me vieron a mí primero!


Yvs Jacob

lunes, 26 de noviembre de 2012

La "Liga de los hombres extraordinarios" desestima la candidatura de Artur Mas

Quienes hemos curioseado de cuando en cuando los textos sagrados de la llamada ciencia política -y no escaso número de sus profanaciones- jamás habíamos encontrado en ellos expresiones tales que independencia clásica o mayoría excepcional, ni siquiera leyendo todas y cada una de las páginas, y ni en la novela parece que se hayan empleado, género tan generoso que ha dado a la civilización un Tolstoi, pero también un Juan Manuel de Prada. Pero parece claro que independencia clásica y mayoría excepcional, conceptos políticos no son. El hasta ayer mesías del pueblo catalán y hoy hombre a secas, Artur Mas, se valió sin embargo de ellos con alguna intención por el momento desconocida, porque toda acción política lleva una carga o contenido y tiende a un fin, y si tal fin no se realiza, sino todo lo contrario, o la acción estaba mal calculada o era el fin demasiado escurridizo. Yo creo que hay un poco de todo, que Artur Mas se ha revelado como un político mediocre y que entre los catalanes el vínculo sin necesidad que había querido unir la crisis económica con la estructura del Estado en España no ha alcanzado la profundidad de esa herida que otros se empeñan en abrir y hurgar. Mucho se había dicho meses atrás acerca del auge del soberanismo en Catalunya siempre que gobierna el PP; no obstante, hay otras manifestación de acción-reacción que cabe analizar. Por ejemplo, el PSC compite con CiU por el voto nacionalista pero pierde votantes, quizá porque el problema de la identidad no tenía para muchos de ellos tanta importancia. Por ejemplo, CiU compite con ERC por el voto soberanista y pierde, quizá porque el problema de la identidad sí tiene para los votantes de ERC la importancia no útil que Artur Mas buscaba con su expresión mayoría excepcional. Yo he investigado en profundidad acerca de este alarde de creatividad, que junto con independencia clásica ha supuesto la contribución de Artur Mas a la fraseología del fracaso electoral, y lo más parecido que he podido encontrar hasta el momento es una simetría invertida, la minoría excepcional que Ernst Jünger estudia en su obra El trabajador. Dice Jünger que todo régimen autoritario, cuando busca alguna legitimación en las urnas, sea cual sea la consulta, se cuida de que no todos los votos sean positivos, favorables, y presenta los contrarios, siempre en un porcentaje testimonial, como la posibilidad abierta de la crítica, del disentimiento, porque el disidente, ignorado, combatido, anulado por el régimen autoritario, si no se pasa por las armas, permite ganar al sistema la legitimidad que no tiene al decir que sólo unos pocos se oponen, que el gobierno no se ejerce de manera despótica ni la ley es arbitraria, que la voluntad del pueblo gobierna y que existe la libertad. Eso es una minoría excepcional. Pero una mayoría excepcional es la solicitud de un préstamo, pedir todos aquellos votos que en unas circunstancias no se obtendrían, pero que en otras bien distintas y de urgencia necesitan ser pervertidos y trasvasados. Es cierto que una mayoría excepcional semejante dejaría todavía lugar para una minoría excepcional, pero ya se había visto que esta minoría era despreciada por CiU, que sólo quería encontrar catalanes allí donde pusiese la mirada; y se ha encontrado a muchos catalanes, sí, pero de izquierdas, y por qué no decirlo, también con un buen montón de españoles. Artur Mas elevó su candidatura a la Liga de los hombres extraordinarios, quería pasar a la historia como un libertador, pero se ha quedado sin más en perdedor patético -la Liga, obviamente, ha desestimado su petición... Ecce homo!
A mí ahora me preocupa sobremanera qué va a suceder cuando la iniciativa por la independencia vuelve a recaer sobre ERC, la matriz en este negocio, no sé si hay que llevar otra vez el oro a Moscú o está previsto en los acuerdos con la OTAN qué hacer en caso de que el río Ebro tenga que llenarse otra vez de cadáveres. Tengo que decirte, Artur Mas, que hoy tiemblo más que ayer.


Yvs Jacob

sábado, 24 de noviembre de 2012

Inexplicable capote del grupo PRISA a Artur Mas en el caso del informe fantasma

Las elecciones en Catalunya no sólo han conocido la campaña más polémica de su historia, sino también quizá la más extraña. Para empezar, los catalanes acuden a las urnas no para elegir a quienes han de institucionalizar la solución de sus problemas y dar satisfacción a sus necesidades políticas, sino para aclarar ante el resto de los españoles que los catalanes son catalanes, o lo que es igual, que pertenece al pueblo catalán todo aquel que no quiere ser español, y con mayor precisión, que catalán en sentido propio será todo aquel que dé su voto a CiU. Se trata de unas elecciones muy extrañas además porque son muchos los partidos políticos que aspiran a entrar en la Cámara regional, y hay entre ellos toda suerte de combinaciones pseudoideológicas perversas: muy de derechas y soberanistas, de izquierdas e independentistas, imperturbable derecha española, izquierda moderada federalista, socialdemocracia hastiada por la socialdemocracia española e improductiva, izquierda ecologista seducida por el canto de otras sirenas y hasta un movimiento popular que ha pasado de negar las instituciones políticas a buscar en ellas algún sustento. Por si no estaba ya todo bastante revuelto, el diario El Mundo, publicación para los adictos al periodismo-ficción, a falta de mejores novelistas, ha puesto en marcha una de esas torticeras estrategias de la derecha en España consistentes en favorecer todo aquello que se busca perjudicar. Hay que decir que si algún catalán no tiene todavía hoy claro a quién votará mañana, y si no lo sabía hace una semana ni hace dos ni hace un mes, entonces, o bien el independentismo no es una causa tan común y desesperada como los medios de comunicación han dado a entender, o bien los catalanes son más tontos de lo que el espectáculo por la autodeterminación ha permitido entrever. Cuando abundan las pseudoideologías, lo más sensato es votar a ninguna, a nada, cero. Todavía en el cierre de su campaña ha insistido Artur Mas en la repugnancia intelectual que resulta de reclamar la libertad para el pueblo de Catalunya, pero cuidado, que libres sólo son quienes dicen a su partido, porque los demás, ya se sabe, no respetan la voluntad de los clarividentes. Por si acaso CiU no tenía todo ya de su lado, el informe fantasma con que El Mundo creía hundir a su líder ha producido un efecto contrario, y si acaso no flotaba y hasta volaba el mesías Artur Mas, la Cadena Ser y El País se han dedicado en los dos últimos días de campaña a combatir a quienes daban credibilidad a dicho informe, y al tiempo que retrataban al Gobierno, cuyo patetismo no podía producir más lástima, exoneraban al salvador del pueblo catalán con la misma alegría con la que antes se lo castigaba, sin pruebas, y así se apreciaba en los titulares para las versiones en la Red el alivio que para muchos era no encontrarlo culpable ni aludido, una defensa que ha debido dejar helados a los oyentes y lectores de ambos medios al no comprender semejante cálculo: desmontar la travesura de El Mundo en la apuesta del todo por el todo aunque cueste otra mayoría holgada para mayor gloria de Artur Mas. ¿Pero acaso vale ahora tanto una honorabilidad con toda la porquería que sale a la luz cada día en España? Y ¿tanto jaleo en nombre de la crisis, tanta batalla contra los recortes, tanto denunciar que CiU es la vanguardia en la estafa de la austeridad y se le entrega en el remate de la campaña la ofrenda de reforzar una mayoría que ya tenía ganada? Yo no doy crédito. ¿De quién habrá sido la brillante idea de dar esta ejemplar lección de periodismo apolítico?


Yvs Jacob

jueves, 22 de noviembre de 2012

La inagotable inspiración de Ernst Robert Curtius

Ahora que Arturo Pérez-Reverte vuelve con su matraca boba a las librerías, conviene tener a mano el buen juicio de los críticos de la literatura. Ya en otra ocasión he celebrado un breviario de Curtius, Diario de lecturas, obrita deliciosa, perfecta para la impostura, con la cual podría pasearse uno por las calles de Madrid con un ánimo decisionario muy fecundo, que si Benedicto XVI ha dejado al portal de Belén sin buey ni mula, con esta compilación concentrada cabría limpiar los estantes de todas las librerías sin haber llegado siquiera a la página 16. Pero es en la página 32 cuando Curtius se hace eco de las tribulaciones de un editor -"¿Falta espacio para los libros? ¿Por qué se escribe en demasía?-, cuestiones que hoy resultan hiperbólicas, intempestivas y de mal gusto, a la caza como están todos los profesionales de la edición de la última ocurrencia de algún recóndito autor lituano, que los escaparates elevarán a la condición de genio e imprescindible. Y por supuesto, los Pérez-Reverte, que dan lo mismo en un tango que en una milonga. He disfrutado lo indecible con este pequeño tesoro y me rindo ante su traductor, un desconocido para mí Jorge Deike Robles, que ha conseguido algo extraordinario cuando se traiciona un escrito desde su idioma original, a saber, que la voz del autor no se pierda. Siempre he creído que el gran mérito del traductor no es sino éste, avivar o mantener con vida una voz, la del autor. Me he llevado una sorpresa al encontrar cierta proximidad en Curtius, cuando dice sobre una publicación póstuma de André Gide que quienes conocieron al autor "se alegrarán de volver a oír su voz", lo que conduce a una reflexión de la crítica en absoluto menor: ¿qué pasa con esos autores que ni tienen alma ni tienen voz? No en vano existen hoy tantas y tan malas traducciones; un desalmado cae en manos de otro... Mucho más hubiese disfrutado del Büchertagebuch en su lengua original, aunque dudo de que la genialidad de Curtius, su fina ironía, se revelase tan fecunda en una lectura ruda como la que puedo afrontar en alemán, y por eso tengo que encomiar a su traductor, que ha logrado un texto muy verosímil, muy creíble. Pero yo tenía apenas una duda, porque en la página 24, cuando Curtius habla de Werner Bock, también absolutamente desconocido para mí, en la traducción española puede leerse que "encontrándose fuera de lugar en la Alemania hitleriana emigró en 1939 a la Argentina", y es este encontrarse fuera de lugar lo que me inquieta, si es una ironía con perífrasis del autor, o si se trata de una audacia no inferior del traductor. En cualquier caso, ¡qué maravillosa construcción, encontrarse fuera de lugar en la Alemania hitleriana...! Hoy que la crítica literaria, el "cuarto género", la conducen los mismos que comentan las recetas de cocina, le produce al lector de Curtius una satisfacción desbordante conocer que el requisito para ejercerla en el año 1951 era "una sólida formación literaria y filosófica", y ni una palabra añade acerca de la gastronomía ni de las estrellas Michelin. Pero si yo tuviese que seleccionar una enseñanza de suma importancia, una aportación específica de Curtius a mi impostura, sería la siguiente. Curtius observa el modo como unas palabras sustituyen a otras en el proceso de referenciar la realidad, y se pregunta por el origen de las mismas, por su fuente creadora y su intencionalidad. Dice Curtius: "una manera de penetrarse a conciencia de los ideales culturales de los tiempos modernos es la consistente en investigar sus realizaciones lingüísticas". Cierto, y no es menos útil la observación aplicada a los tiempos pasados. En el caso de la España contemporánea, alguien habría de estudiar por qué los rancios conservadores más clasistas han buscado cobijo en el término liberalismo, al que conceden la más sibilina modernidad; y en mi modesta aportación a la sociolingüística yo quisiera proponer una discusión acerca de dos soluciones en idiomas diferentes para señalar una misma realidad. En inglés, cuando algo no está permitido, prima la expresión against the law sobre cualquier otra, y, sin embargo, un español al que se le dice que algo está prohibido... pues como que no lo entiende. ¡Ay, qué pueblo seríamos si entendiésemos que lo prohibido es lo que va en contra de la ley!


Yvs jacob  

martes, 20 de noviembre de 2012

Nuevo comentario censurado en el videoblog de Iñaki (Gabilondo) el martes 20 de noviembre

No puedo estar más en desacuerdo, comparar un "muy probable" ejercicio de manipulación de masas como es el soberanismo en Catalunya con el movimiento ciudadano contra los desahucios lo encuentro obsceno, ni el impulso que los pone en marcha es el mismo ni cuentan con medios para nada parecidos; es más, atribuir el auge del soberanismo en Catalunya a la espontaneidad ciudadana es simplemente falso, no se ha producido fuera de las instituciones, como el movimiento contra los desahucios, sino con las instituciones, ya sean las políticas, por ejemplo, cuando el president Montilla se puso al frente de una manifestación para protestar y perjudicar así al Gobierno de Rodríguez Zapatero, o en la actualidad, cuando TV3 actúa como medio al servicio de la propaganda de CiU. No nos hagamos líos a estas alturas.
http://basurablog-ism.blogspot.com/


Yvs Jcob

lunes, 19 de noviembre de 2012

El mileurista que no quería más Estado

Me cuentan la historia de un mileurista que no quiere más Estado, un mileurista español convencido de que la ideología neoliberal es preferible a lo que se conoció durante la segunda mitad del siglo XX como solidaridad republicana, un mileurista de estos que ahora existen, mileuristas furibundos, que desprecian al poder en nombre del dinero que no tienen al grito de "¡Viva la austeridad!". Antes que nada, conviene aclarar qué es o a quién se le da el título de mileurista. Preguntado el mileurista, éste respondió que "clase media", lo que conduce directamente al problema de las clases sociales en España. En la página del ministerio de Empleo y Seguridad Social del Gobierno de España se dice que el salario mínimo interprofesional para cualquier actividad es de 641,40 euros/mes, cantidad cuyos perceptores son así llamados, pobres, distinción respecto de pobres de mierda, para perceptores de cantidades inferiores, pensiones o prestaciones por desempleo y similares. Pero ¿qué sucede por encima de 641,40 euros/mes? Preguntado el mileurista, como se dijo, la clase media española comienza a partir de los ya celebrados 1.000 euros/mes, muy lejos, ay, de los 250.000 dólares anuales de la auténtica clase media norteamericana, luego llamaremos a quien recibe cualquier cantidad entre 641,40 y 1.000 euros pobrecillo, y llegado el caso diremos del mileurista de clase media español que es un desgraciado o pobre diablo. Este mileurista, que jamás ha sentido la menor presión de los líquidos internos a favor de los trabajadores -obsérvese que, al modo de la sociología norteamericana, se puede construir el concepto de clase exclusivamente atendiendo a los salarios, sin necesidad de recurrir a las funciones sociales o roles-, se echa a la espalda a la patronal, a los medios de comunicación de la zafia y vil derecha española y al Gobierno del PP, que lo han vaciado de toda conciencia para depositar en su interior una sola idea: si empresario es quien genera riqueza y crea puestos de trabajo, ¡joder, dejémoslo actuar! Alguien echa cuentas con el mileurista e intenta explicarle qué es esa mierda de la clase media que maneja con su fraseología neoliberal espuria, si acaso no comprende que le están tomando el pelo, y que lo mejor que puede suceder frente a la amenaza de la desprotección social y laboral es no sólo Estado, sino mucho, expresado en una fiscalidad eficiente y eficaz. El mileurista se empecina en que a él se le dé todo su dinero, que ya se gestionará todos los gastos presentes y por venir, desde la sanidad hasta un plan privado de pensiones. Se intenta por todos los medios espabilar al mileurista español de clase media, despertarlo del sueño dogmático que lo devora, pero no hay manera. Se le explica que el dinero que el empresario paga por su contratación, pero que en realidad habría de percibir el empleado por cuenta ajena en un escenario diferente, 400 euros por cada 1.000, no le sería retribuido en ese caso que él considera tan favorable, porque preguntado cualquier empresario acerca de esa cantidad si el sistema cediera a la desprotección, la respuesta no varía: "yo no pago a un trabajador lo que me puedo ahorrar al Estado", y en ello están los empresarios. Pero el mileurista insiste en que a él se le dé todo su dinero, lo que no suma sino 80 euros como abono obligado a la Seguridad Social por un contrato legal. Como es fácil de ver, este caso no es único, y entre los estímulos a los emprendedores, la clonación de mileuristas enajenados y la multiplicación exponencial de los pobres de mierda, camina uno por la calle y no escucha más que maracas y cencerros, y cabe preguntarse si los partidos de la izquierda política no desaparecerán por completo si el síndrome de Estocolmo se extiende con tanta severidad, tanta que en la siguiente jornada por las pequeñas y medianas empresas ya acuda, además de Ágatha Ruiz de la Prada, el portavoz de los obispos y hasta algún represente de un sindicato vertical de reciente re-creación. ¡Atentos!


Yvs Jacob

viernes, 16 de noviembre de 2012

Comentario censurado en el videoblog de Iñaki (Gabilondo) el viernes 16 de noviembre

Pero es que no hay que comparar a unas instituciones con otras, a los sindicatos con las empresas o los medios que sostienen al Gobierno del PP, se aprecia todo mejor si se enfrenta a las respectivas ideologías. Por ejemplo, la derecha española quiere imponer su neoliberalismo, al que presentan como expresión de la más extraordinaria modernidad, mientras que los sindicatos representan lo que se conoce como ideología revolucionaria, o lo que es igual, una crítica y las acciones necesarias frente al orden establecido injusto. Y la pregunta es: ¿si por neoliberalismo se entiende la destrucción de lo público, su saqueo, su reparto entre los amigos de la derecha en España, si neoliberalismo es menos Estado, un sálvese quien pueda, cómo se atreve alguien con un mínimo de razón a cargar contra los sindicatos por su supuesto anacronismo, acaso no es la total desprotección de los pobres y de los trabajadores un estado ya conocido en la historia de Occidente? A quienes molesta la existencia de los sindicatos sólo buscan que los impuestos no les quiten su dinero, y lo más triste es que han convencido esos periolistos, a quienes de 100.000 euros al año les quitan 10.000 en impuestos, de que su situación es la misma en quienes cobran 1.000 euros al mes, y les convencen de que pagar 80 euros a la Seguridad Social es un atraco. Seamos honestos, quienes critican la existencia de los sindicatos no son sino analfabetos que buscan su desaparición para no tener que contribuir en los impuestos. Y más triste todavía es encontrar neoliberales mileuristas, eso sí que da que reír...
http://basurablog-ism.blogspot.com/


Yvs Jacob

La obsesión de El País con Sorayita

El pasado domingo podía leerse en El País una nueva loa de Sorayita, vicepresidenta del Gobierno de España. Al parecer, en El País se valora mucho la conjunción de maternidad y responsabilidad en la alta gestión, bien pública o mejor privada. Pero quizá dedicar un reportaje a una ejecutiva o directiva de la empresa privada pueda resultar obsceno incluso a su redacción en la situación actual, redacción que apiadada de los lectores aprobó el elogio a la vicepresidenta, aunque quienes hayan atendido a la evolución de este diario español durante los últimos años habrán podido observar un movimiento desde la preocupación por la libertad y los derechos de la sociedad hacia la fijación empresarial, y todo ello con el mérito de no faltar a la verdad. Con justicia hay que decir que en El País no se observa un problema respecto de la veracidad, no al menos en cuestiones de bulto, esto es, si tiene lugar una gran manifestación, la imagen se lleva en portada, incluso si hay que sacrificar el nuevo peinado y unas interesantísimas declaraciones de Sergio Ramos; sin embargo, desde hace algún tiempo domina en la evaluación de su información el peso empresarial de la noticia, el concepto del negocio, interesa mucho todo lo que crece y se expande, nada que ver el experiodista y consejero delegado Juan Luis Cebrián con aquel otro director de periódico cuando a su diario lo confundían con el BOE. Me ha llamado la atención lo mucho que se admira y cuida de Sorayita en El País, joven, madre y vicepresidenta, y creo que al homenaje que se le rinde todavía le falta un contrapunto, por así decir, social, imprescindible en otro tiempo, un contrapunto con, por ejemplo, la Loli, que tiene la misma edad, es de Vallecas y limpia portales, y que por desgracia no ha parido más que insultos y deformaciones. Me explicaré. Desconozco si participar en la gestión de esa cosa, España, exige mucho o poco de la vicepresidenta, todo lo que llego a percibir es que el país va bastante mal y que la vicepresidenta aparece de cuando en cuando ante los medios con ninguna eficacia más que mostrar que la solemnidad también puede ser muy naïf. No consigo imaginarme lo duro que debe de ser un día en la vida de Sorayita, ni como vicepresidenta ni como madre con todos los gastos pagados, y por ello tampoco consigo elevarla al modelo que El País reconoce como el ideal de la mujer moderna, la gestora que no renuncia a la maternidad, que es, como dijo Ruiz-Gallardón, filósofo costumbrista, lo que hace mujer a la mujer -simplemente me cabe reconocer en ella a una mujer de derechas a la cual las cosas le van bien, que para eso se es de derechas, coño. Por supuesto, me conmueve la Loli, que hubiese querido ser madre hace muchos años, pero ni tiene dinero para traer a otro pobre al mundo ni escribe nadie acerca de ella porque es una desgraciada más, y para referir al conjunto de miserables y desgraciados se emplea en un cierto periodismo el término crisis -a los brillantes triunfadores se les dan algunas páginas para ellos solos, con gabardina y mirada entretenida, lo que se llama tener genio. Decía Sartre en su estudio sobre el carácter emocional de la percepción que cuando algo no nos interesa lo aniquilamos, y no le faltaba razón. La prensa de derechas sólo homenajea a sus bestias; quizá El País está cometiendo una equivocación por exceso de buenismo al hacerse eco de un producto de la derecha: la brillante vicepresidenta de las declaraciones simplonas, cuyo éxito hace desaparecer la miseria de todas las demás mujeres fracasadas. Rodríguez Zapatero eligió a María Teresa Fernández de la Vega, de la que se mofaban los diarios de la caverna por su inquietud ante un armario; Mariano Rajoy, que practica una imitación también muy solemne y muy simplona, confió en Sorayita, que volvió al trabajo apenas el alumbramiento de su criaturita para mostrar a la izquierda que la baja por maternidad es una estafa socialista cuando se ha ido a la escuela con las monjas. Yo soy más de la Loli... la pobre. Por cierto, ahora que vuelve a penalizarse el aborto, que yo encuentro tan desagradable, pero cuya libertad en otros no me atrevo a limitar, ¿se legislará también para castigar a la mujer que cercana a la menopausia no ha sido madre todavía?, ¿podría ser acusada de abortista por retardo o latencia, abortista en tentativa flagrante? Y ¿cuándo empezaremos a apedrearlas?


Yvs Jacob

lunes, 12 de noviembre de 2012

Frank Peter Zimmermann, el violinista de las manoletinas acharoladas

El mes pasado estuvo en Madrid Frank Peter Zimmermann e interpretó el Concierto para violín nº 1 de Shostakovich junto a la Orquesta de RTVE. Como en España siempre hemos tenido un problema en relación con la cultura, al juzgar que pertenecen a ella experiencias bastante dudosas, y al despreciar otras que, ciertamente, sí son cultura, resulta de una gran dificultad desprender a la música culta y a sus intérpretes ese barniz ya añejo que atufa a prejuicio clasista, aunque quizá no ayuda el precio de las entradas en el patio de butacas un sábado por la noche en el pomposo y tan horrible edificio recubierto -¿o será todo?- de ladrillo del Auditorio Nacional, que todavía nos recuerda que se trata de una festividad burguesa a la que los pobres no estamos invitados -la Orquesta y Coro nacionales de España ofrecen precios económicos en domingo, pero ¿quién podría disfrutar una sinfonía de Mahler a las 11 de la mañana? Y también son baratas las butacas en la zona del coro cuando éste no participa, ¡ay, qué centroeuropeo eso de ver a un violonchelista por detrás...! Pero yo tenía la intención de ensalzar a la Orquesta de RTVE, y ello a pesar de la notable obstrucción que la llamada "marca España" antepone a todo lo español, porque tal vez no sea una de las orquestas mejor o más reconocidas en el mundo, el mundo que es el medio al que los españoles llegamos siempre tarde, y sin embargo, su versatilidad, la calidad de las ejecuciones, lo variado de su programación y el amplio espectro de la música que aborda hace de ella un conjunto sobresaliente y nos libra de envidiar, como siempre sucede, algo mejor, porque ya lo tenemos. Con esta orquesta pública hizo Zimmermann una interpretación soberbia, apasionadísima, y consiguió algo extraordinario estos días; a saber, que a los españoles les caiga bien un alemán. De Zimmermann llamaron mi atención dos aspectos: desde la perspectiva técnica, la potencia de su vibrato, que parecía accionado por un resorte maligno, apenas contenible, pero, sobre todo, sus zapatos. Jamás, y así lo digo, jamás, jamás, jamás, había visto a un solista con un calzado similar. Porque Zimmermann calzaba unos zapatos inspirados en un modelo de ballet, aunque más robustos, con una pequeña correa sobre el empeine, y, como es de rigor, de charol. Yo no sé si este modelo se comercializa o es un obsequio de alguna firma de moda a uno de los mejores violinistas actuales, pero debo atribuirle la propiedad de la hipnosis, no tanto al charol como al diseño, porque apenas pude apartar la vista de esas creaciones, y eso que Zimmermann no dejaba de vibrar. Recuerdo ahora una entrevista que hiciera José Luis Pépez de Arteaga, el penúltimo o quizá ya el último intelectual que pase por Radio Clásica, al gerente de la Orquesta y Coro nacionales de España al final de la temporada pasada, que coincidía con una visita de Zimmermann al Auditorio Nacional para interpretar A la memoria de un ángel, de Alban Berg, lo que a menudo se hace pasar por un concierto de violín -Zimmermann toca un Stradivarius, ¡por el amor de Bach! El mencionado gerente ponía como ejemplo de solista invitado al violinista alemán, una persona extraordinaria, además de extraordinario intérprete, porque ni creaba ni encontraba problemas, lo que debe de ser una excepción entre divinos y pretendientes. A mí Zimmermann me cayó estupendo desde el primer pisotón (segundo movimiento); disfrutaba muchísimo tocando, todos sus gestos eran de satisfacción en el esfuerzo (se podía oír su respiración), porque el concierto de Shostakovich tiene mucho de deportivo, y no sería hasta el quinto y último movimiento cuando comprendí por qué se había calzado las manoletinas acharoladas. Shostakovich desciende entonces a la música popular, parece casi el interior de una taberna rusa con violinista, aunque por suerte yo no he visitado ninguna, y exige del intérprete complicidad, teatro... y zapateado. Cierto es que Zimmermann tiene una cara que no resultaría rara en ninguna taberna; con la nariz de Papá Noel y una sonrisa carrilluda, de cabello rubio y coloretes, que supongo no serían maquillaje, aunque después de ver las manoletinas... Eso sí, Zimmermann tiene cara de bonachón. ¡Ah, pero qué bueno es que venga por nuestro país para fortalecer las relaciones hispano-germanas, y salir así del vicio que ahora las simplifica, tú te quedas con mi austeridad, yo me quedo con tus bancos! En el asiento inmediato al que yo ocupaba, un veterano asistente a los conciertos le dice a otro: "¡tiene un dominio tremendo este tío!", que es un modo castizo de compartir que sí, que algo nos ha gustado mucho. ¿No se dice lo mismo de Angela Merkel? Comparto yo con un amigo alemán, que conoce mi envidia por los logros de su cultura, el entusiasmo que despierta la política de la austeridad propugnada por la canciller entre los actuales -anteriormente, conservadores- liberales españoles: "dicen que si no hacemos nada de nada creceremos. ¿Cuánto tardaremos en ser alemanes, quiero decir, como vosotros?". Y me responde mi amigo: "todavía tendréis que legislar para que el ochenta por ciento de los trabajadores se afilie a un sindicato". Y yo reacciono violento: "ah, no, no, ni hablar, yo hago con mi dinero lo que quiero". De repente, me reconozco un ser pequeño y mezquino.


Yvs Jacob

viernes, 9 de noviembre de 2012

Basuragurú pone en marcha una campaña para evitar la mayoría absoluta de Artur Mas

Votante catalán: yo no sé si ser español o catalán es bueno o malo, mejor o peor, y mucho me alegro de no tener que decidir sobre ello en unas elecciones, algo que encuentro, por lo demás, extravagante, porque siempre había creído que unas elecciones democráticas se celebraban para aclarar de qué modo se organiza una comunidad, qué derechos o libertades puede darse, cómo se realizan los intereses razonables de sus miembros, qué modelo de producción le conviene más, quiénes deben ser los actores que lo lleven adelante, dentro de qué marco y bajo qué condiciones; pero votar a favor o en contra de la identidad de unos o de otros, eso no consigo conciliarlo con todo lo anterior, no consigo explicarme si de las urnas puede llegar a derivarse la libertad para ser o no ser, en todo caso, la libertad para o la libertad por, como dicen los filósofos. Tal vez lo veas con más claridad si ponemos como ejemplo a los de Logroño, para relajar así la tensión emocional con que se presenta siempre la cuestión catalana. Si los de Logroño tuviesen que decidir si efectivamente son o no de Logroño, es muy probable que triunfase el frente al No; quizá no se alcanzase un porcentaje absoluto, quizá no todo el mundo en Logroño comprendiese la pregunta que se le ha hecho, quizá hay en Logroño quienes, por sus cojones, votan en contra de ser de Logroño, pero es obvio que en su mayoría los de Logroño son de Logroño, si bien no tendría sentido, ni siquiera cuando la votación se propusiese en un país tan disparatado como España, votar para darse o negarse la libertad de serlo. De nuevo en Catalunya, votar a CiU para manifestar que, en efecto, un catalán es siempre catalán -en lógica, A=A, o también, todo catalán es indivisible- pone de manifiesto que no se ha comprendido el conflicto esencial de toda sociedad, a saber, quién ha de dirigirla, si los que más tienen, pero son pocos, o los muchos, que son quienes tienen menos. Tal vez sea conveniente, para arrojar luz sobre el problema, adelantar posiciones. Imagina que ya se han celebrado las elecciones, ha ganado CiU y, como era de esperar, queda claro que todos los catalanes son catalanes, menos los votantes del PSC, claro, que serán federalistas, y los del PP, españoles -ya es mala suerte que un catalán vote a CiU en tanto que catalán y salga catalán y a otro le impongan las urnas su condición de español o federalista, pero, en fin... Pero decía que, una vez CiU lograse su ansiado rodillo, ¿acaso su yugo sería más dulce cuando un catalán se lo pone a otro? ¿Acaso no sucede ya así con el gobierno regional? ¿Acaso no ha sido CiU siempre un partido de derechas? ¿Acaso lo que ahora está sucediendo, que unos llaman crisis pero es guerra, no tiene también en su origen la visión del mundo que corresponde a CiU, esto es, que los ricos han nacido para dirigir, ya desde la política y la empresa, y que los pobres lo son porque no se esfuerzan en salir de su pobreza? ¿Y acaso les importará el pobre más cuando es sólo catalán que cuando es un catalán español? ¡Ay, ingenuos...!
Yo no sé si ser catalán o español resuelve o conlleva más problemas, pero la historia muestra que las mayorías absolutas sí son nefastas, la historia nos informa de que nada hay peor para los malos gobernantes que un poder absoluto o casi absoluto, el poder que en democracia se obtiene cuando las fuerzas políticas se eximen de la obligación moral del pacto, porque la democracia no es ningún medio para legitimar la victoria de una parte de la sociedad, sino la institucionalización de sus acuerdos, y pervertirla, como sucede al contaminar el procedimiento de elección de gobernantes con el ingrediente identitario, sólo conduce a la perversión, y así no sólo no podrá salirse de la crisis económica, o guerra, actual, sino que jamás se podrá salir de la crisis abierta por un problema inventado. Si yo fuese catalán y me fuese dada la ocasión de elegir a mis gobernantes, que es eso y nada más lo que se vota en unas elecciones democráticas, me cuidaría mucho de entregar mi voto a quien me dice que a un catalán pero catalán le irá todo mejor que a un catalán español -si habla raro, entonces no puede tratarse sino del lobo.


Yvs Jacob

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Terminarán por culpar al dj en la tragedia de la sala Madrid Arena

Esto es así nada más que porque vivimos en España y porque en casos como el que aquí se trata la justicia es sustituida por un proceso de eliminación y de repulsión de la culpa. Si el Ayuntamiento de Madrid no ha cometido una negligencia en cuanto al cumplimiento de su competencia supervisora y en tanto que propietaria pública de la sala, si tanto la Policía Municipal de Madrid como la Policía Nacional no han fallado, y es obvio, en el cumplimiento de su deber, puesto que el trágico suceso tuvo lugar en el interior de la sala, si la contratación de la sala a una tercera empresa no incurre en delito ni en falta, a pesar de que la organizadora del evento era conocida por su manera -dígase- alegre de gestionar el negocio de la diversión, si el aforo se respetó escrupulosamente -un celo, la verdad, insólito en España, país de la desmesura-, si la seguridad tanto de la sala como la contratada por la empresa organizadora que disfruta de su explotación bastaban para dominar lo previsto y lo que no podría suceder nunca, si todos los responsables políticos del Ayuntamiento de Madrid son personas eficientes y extraordinarias, si los explotadores de la sala, tanto en la contratación como en la subcontratación, son individuos de intachable conciencia moral, que jamás antepondrían el beneficio económico ni la beneficiosa ilegalidad a la vida de una sola persona, entonces la cosa no puede estar más clara: en España, al que hay que meter en la cárcel es al dj. Aoki, ¡te vas a cagar! Y eso sí, nada tiene que ver este triste suceso con otros acontecimientos para los cuales resulta imposible contener a tanto cargo público y a tanto espontáneo de los que sienten la obligación de estar presentes cuando planean las bandejas de canapés. Si el Real Madrid llega a la final en la Champions League, al PP le van a resucitar hasta algunos a quienes creíamos muertos; un gran poder entraña una gran responsabilidad... ¡sobre todo en el palco!
Si cuando todo el mundo hace lo que le da la gana algo sale mal, ¿es un problema de las ideas o de las personas? ¡No, no, al liberalismo ni me lo toquen!


Tocomocho para Basuragurú

martes, 6 de noviembre de 2012

El PP legislará para que todos los pensionistas sean de derechas

"Son, con diferencia, mucho mejores que los demás", habrían dicho fuentes cercanas a Moncloa. Y es que son muchas las ventajas de contar con un ejército de pensionistas de derechas, y no sólo porque la población española envejece y sea bajo el índice de renovación por nacimientos, ni porque la esperanza de vida esté alcanzando valores intolerablemente democráticos, cuando antes premiaba la naturaleza a unos pocos elegidos, que curiosamente seleccionaba de las clases acomodadas y rentistas; sino porque el pensionista de derechas, y sobre todo cuando su pensión es contributiva, comprende los esfuerzos que lleva a cabo el Gobierno de la nación para que pague por servicios que ojalá no tenga que disfrutar, a eso se lo llama responsabilidad con la cosa pública, eso sí que es un ciudadano, ¡coño! El pensionista de izquierdas, al contrario, es un saqueador insaciable, disfruta de los servicios de salud mucho más de lo que ha contribuido a su mantenimiento, nunca está satisfecho y por todo se queja el condenado. Pero el pensionista de derechas es todavía capaz, cuando su vida laboral se ha agotado, de suscribir una o más hipotecas, porque comprende que la economía no mejorará sin la construcción como su principal motor, ¿y qué hace el pensionista de izquierdas? Éste no sólo quiere que el Estado le regale dinero, dinero sustraído a los que sí son contribuyentes, y se echa a las calles, comunistoide, guerracivilista, para que le regalen si es posible también una vivienda, y hasta viajaría gratis en los medios de transporte públicos si los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no estuviesen siempre ahí para proteger los intereses de los buenos ciudadanos. El pensionista de derechas es además firme defensor de los valores tradicionales, las viejas y buenas costumbres de España, jamás ha pertenecido a un sindicato, y si sale a la calle, lo hace para defender a la familia cristiana, sale también a ver el desfile en el día de la fiesta nacional, consume responsablemente televisión de pago, porque el campeonato de fútbol en España necesita su ayuda, y si por alguna razón se viese implicado en un contencioso, por supuesto que afrontará el pago de tasas, porque la Justicia es como el fútbol, que siempre gana el que más tiene. Ya se ve que son muchas las ventajas. Si María Dolores de Cospedal ha podido asegurar para el Parlamento regional de Castilla-La Mancha la exclusividad de su signo político al legislar que sólo quienes cuenten con poderosos patrimonios podrán ser diputados, le llega ahora el turno al Congreso de la nación para legislar a favor de esa figura clave en el futuro, el pensionista de derechas, o responsable, como dicen algunos dirigentes del PP, un ciudadano ejemplar que bebe de las mismísimas fuentes de la nación española: su austeridad, su contención, su profunda renuncia cristiana... ¡Muera el rebelde yayoflauta! ¡Estos abuelos silenciosos sí que molan!


Yvs Jacob

sábado, 3 de noviembre de 2012

Tercera (y última) carta abierta a Amancio Ortega

Muy estimado Amancio, ¡pues no abro hoy el periódico y me encuentro con una noticia que dice que eres el tercer hombre más rico del mundo! ¿Y cómo lo has conseguido, macho? Y casi dan ganas de empezar la carta así: "Querido Amancio Ortega, como este año he sido un muchacho muy bueno, quiero que me traigas muchos regalos", pero por si acaso resuelves por la vía cómoda y prefieres darme el dinero, como hacen los padres cuando muere esa magnífica construcción mitológica según la cual la justicia es real y queda fuera del mundo de los hombres, ya te digo que lo gastaré en dos cosas, una bicicleta de carreras como las de antes, cuando tenían las palometas de los cambios en el cuadro, y un Scalextric, fíjate si soy sencillo, y si me sobra algo quizá me procure también Do Androids dream of electric Sheep?, de Philip K. Dick, porque creo haber prometido a Rosa Montero que lo iba a leer hace ya algún tiempo, y todavía no me he puesto con ello -como soy nihilista, soy también un poco nietzscheano, y para Nietzsche era muy importante cumplir las promesas. Pero te quería decir tantas cosas, Amancio. Yo ya sé que los Reyes Magos no existen y que tú has hecho tu fortuna no sólo en Oriente, sino en cualquier parte del mundo donde la mano de obra es barata -o como dicen los economistas literarios, no la mano de obra, sino "la vida, las condiciones de la vida"-, y un poquito también en España, claro, y si no creas aquí toda la riqueza que tu emporio podría darnos, por lo menos eres generoso y donas a la beneficencia cantidades nada despreciables -lo que no me queda claro es si puedo acudir a Cáritas y pedir que me repartan algo más que comida "de lo que ha dado Amancio", o si todo lo que donas se emplea en adquirir productos caducados o a punto de caducar.
Nunca te conté que mi traje... bueno, el tuyo, vamos, el traje de Zara, el que parece de lino, bueno, pues que el traje tuvo mucho éxito, aunque la camisa la compré en Benetton... Ya, ya sabía que dirías eso, pero, qué quieres, hombre, también allí trabajan dependientas y hay que repartir la riqueza, ya sé que soy un ser vil y mezquino. Por cierto, tampoco te conté que en una ocasión acudí a una entrevista con un departamento de recursos humanos de tu grupo, de Inditex. Fue una entrevista muy extraña, porque me inscribí como candidato en una oferta de esas cuyo perfil no existe en la realidad -ya sabes cómo son en los departamentos de recursos humanos-, y cuando la señorita me preguntó algo así como "¿y qué sabe hacer usted?", pues yo le contesté con la mayor honestidad algo así como "en realidad yo no sé hacer nada, lo que a mí me pasa es que soy intelectual?", ¿y quieres saber lo que me dijo tu empleada?, pues me dijo "¡ah, pero es que en Inditex no trabajamos con intelectuales!". ¡Jájaja, Amancio, "no trabajamos con intelectuales", es que todavía me parto! Y ahora, fíjate, el tercer hombre más rico del mundo y yo todavía sin poder comprarme una bicicleta ni un Scalextric. Pero he pensado que tal vez podíamos acordar algún reparto, si uno tiene mucho hasta el punto de tenerlo todo y otro tiene apenas nada, a lo mejor uno puede renunciar a algo sin que eso le perjudique y el otro puede salir de pobre, que está la cosa muy mal, Amancio. Pues aquí te dejo la solicitud, Amancio: si Inditex ha cambiado su política de contratación y necesitáis un intelectual en alguna oficina de Centroeuropa, se me avise, Amancio, se me avise, que me voy para allá. ¡Enhorabuena y... venga un abrazo!


Tocomocho para Basuragurú

miércoles, 31 de octubre de 2012

Artur Mas resulta ser un timador de tomo y lomo

Pues qué fastidio, yo que pensaba en desespañolizarme y hacerme catalán, tenía el proyecto de solicitar esa nacionalidad cuando sea algo más que una mera descripción cultural, y ahora me entero de que circula por ahí una carta de Viviane Reding, comisaria europea de Justicia, a propósito del falso mesianismo que estaba encarnando, casi a la perfección, Artur Mas, que había prometido a los catalanes salir de España para entrar de lleno en Europa, y parece que sin España no hay Europa para Catalunya, sorprendente, porque, con Catalunya o sin ella, tampoco parece que haya mucha Europa para la propia España. Qué cosas más extrañas están sucediendo... Barack Obama pone a España como ejemplo de lo que nunca se debe hacer en tiempo de crisis, aunque aquí muchos sabemos que España es ejemplo de lo que nunca se debe hacer en ninguna circunstancia y en ningún tiempo, y es por eso que estaba yo tan ilusionado con la palabra de Mas, "In-de-pen-dèn-cia" -creo que en catalán se dice siempre "cia-cia-in-de-pen-dèn-cia", o al menos es así cuando se canta en el Camp Nou. A mí los mesías me encantan, podrían convencerme casi de cualquier cosa, y es ver un mesías que ya me transformo, me convierto, y me da igual que se pronuncie por la bomba atómica o que sea guerracivilista, me basta con que sea esencialmente mesías y que prometa realizar -hacer realidad- grandes proyectos, que se me agarra en toda el alma, es como esa tos que sale de los bronquios, que todo te mueve y te destartala. "¡Que viene el mesías, que viene, que viene, se decía en las calles de Barcelona, que viene el mesías y esta vez es de verdad!", y aunque no pude estar allí para celebrarlo, me sumé, por así decir, en la intimidad con unas gruesas descargas de ketchup y mostaza, a modo de barras, sobre una hamburguesa, ¡que no todos los días se presenta un mesías, coño! Qué ilusionado estaba, por fin me libraría de esos españoles tan mediocres y bobos -la verdad es que hubiera preferido solicitar la nacionalidad en algún país escandinavo o en Alemania, pero no doy el tinte ni la talla, y temo que actúen algunos prejuicios de los que no se libran ni las democracias más divinas. Me ha pasado como a Artur Mas, me he quedado sin palabra al conocer el contenido de la carta; no quiero a España porque no es europea y Europa no me quiere porque quiero una Catalunya sin España, pero es que España no es Europa, y yo necesitaba entrar en Europa para salir de España, pero para salir de España necesito a Catalunya, pero Catalunya no existe sin España, que no es, ni puede ser, Europa, como le pasa a Catalunya. En esta hora te maldigo, Artur Mas, todo lo que me prometiste se ha desvanecido y vuelvo a ser nihilista, que significa que todo el mundo pasa de uno, pero a ese uno ni le importa. Te maldigo, ya nunca más querré ser catalán. ¡Ay, cómo no caí antes en la cuenta de que también tú eras un falso mesías, con ese pelazo y esas monturas de gafas...! ¿Y qué hay de cierto en la nueva ideíta que ahora se te atribuye, celebrar una Diada el último jueves de cada mes? Aquí en Madrid lo llamamos bicicrítica, tampoco se pasa muy mal y tiene mucho de pequeña república -a lo mejor te parecemos un poco ingenuos; juzga tú: "yo pedaleo y no me cabreo". Hay que reconocer, no obstante, que vivimos en tiempos de muy pocos mesías, a diferencia de lo que sucedía en la antigüedad, y, oye, tú por lo menos lo has intentando.


Tocomocho para Basuragurú

lunes, 29 de octubre de 2012

Comentario sobre la xenofobia

Gracias por su comentario, Blasphemy. Menudo asunto el que me propone. Estoy de acuerdo con usted, el racismo es intelectualmente absurdo, que otras razas repugnaran a quien pertenece a una distinta no es en nada distinto a la repugnancia imposible que se pueda sentir porque los cuerpos se mantengan en el espacio gracias a la acción de la gravitación universal -las razas existen y los cuerpos celestes no se caen, y no parece que la razón tenga nada más que hacer que admitir tales hechos. Le pido disculpas por este alarde bibliográfico, pero le recomiendo vivamente la lectura de "We Europeans", de Julian Huxley, una obra de verdad honesta y enriquecedora, nada soberbia para tratarse de un autor británico -también Charles Darwin es un ejemplo de honestidad intelectual-, en la que se expone además lo inadecuado del concepto de raza aplicado al hombre, y se propone en su lugar, al no existir ya ninguna raza original, el de subraza o subgrupo dentro de una hipotética raza pura. Y esto nos lleva directamente al núcleo del problema, no la raza, sino la cultura, el problema de la xenofobia, la repugnancia hacia el extranjero, que llamamos a veces "inmigrante" y también "ciudadano comunitario". Yo manifiesto en gran número de ocasiones mi reacción contra los chinos, los búlgaros y los rumanos, y lo seguiré haciendo, no tengo por qué autocensurarme en esto, pero no puedo decir que me repugnen en tanto que individuos de ninguna raza, lo que yo no soporto es el modo de vida que nos imponen, su cultura, luego mi rechazo, o mi repugnancia, no se debe a un impulso irracional, sino al desorden del cual se sirven dentro de nuestra cultura, ya bastante desordenada, y a la pasividad con que nuestros políticos tratan el asunto. Dice usted algo muy interesante a propósito del modo como el extranjero debería comportarse en otra cultura que no es la suya, y que lo acoge, y emplea el concepto de renuncia -le sorprenderá saber que esto, que la derecha francesa quería plasmar en un examen, y que la derecha española abordará tarde o temprano, se debe a los sansimonianos, que eran republicanos muy progresistas. Estaría de acuerdo con usted si esa sociedad o cultura que acoge al extranjero tuviese de verdad un cuerpo moral reconocible en el cual insertar o integrar a quien viene de fuera. Por ejemplo, Francia exhibe sus valores republicanos, cuando alguien piensa en instalarse allí debe ser consciente de lo que se exigirá de él -el laicismo es un valor importantísimo, la guerra del pañuelo no es en vano. O Alemania, asociada a la severidad y al orden, si bien uno encuentra allí una vida mucho más placentera de la que creemos tienen los habitantes del Sur de Europa. Pero España, por ejemplo, se vanagloria de su carácter festivo, el español es un pueblo con una moral muy relajada, no se trata de que usted y yo como individuos particulares intentemos y sepamos exigirnos lo más alto en nuestras acciones, sino de apreciar que ese principio moral no existe en el conjunto de nuestra sociedad, no es algo que nos caracterice -yo tengo mi propia teoría al respecto: el turismo es envilecedor, la clase empresarial es analfabeta y el pueblo en general confunde la libertad y el bienestar con todo lo que se puede comprar, para satisfacción de sus productores. La xenofobia resulta del descaro con que una cultura extranjera ignora el orden que debería exigir aquella cultura que la acoge: vemos a los chinos criar a sus hijos dentro de unos comercios mugrientos, vemos a los rumanos robar y pasearse buscando chatarra, vemos a los marroquíes hurgando entre la basura y traficar... Lo que yo me pregunto es si me cabe, como ciudadano de mi país, alguna acción al respecto, porque es obvio que yo no puedo decirle al primer ministro de Pakistán lo que pueden hacer o no los pakistaníes allí, ¡pero cómo no voy a poder manifestar lo que pueden o no hacer los pakistaníes aquí! ¡Éste es mi derecho! Y una vez más nos encontramos con que es nuestra cultura la que falla, y no la del extranjero, porque él hace lo que le da la gana al no existir ningún reparo por parte de nuestra sociedad, de nuestras autoridades e instituciones a su manera de entender la libertad, o lo que es igual: los españoles no ejercen ninguna presión moral sobre su conjunto ni sobre los extranjeros. A todo esto lo llamo yo "desorden", y creo que se va imponiendo la necesidad de una izquierda reconciliada con el orden público, porque esto es de verdad muy importante; las libertades son siempre leyes, y las leyes ni son arbitrarias ni son opcionales, aunque en España cada vez estamos más convencidos de que en la lucha por la vida que nos impone el neoliberalismo encontramos la justificación para pervertir la libertad. Obviamente, no puedo decirle a mi vecino del 1º que baje el volumen de su música a la hora de la siesta porque él es colombiano y en España no se hace eso si mi vecino español del 2º hace obras en su casa a las 11 de la noche, por mucho que me fastidie el descaro de quien viene de fuera. Y en España todo es así: lo mismo que nos repugna en los extranjeros lo practican con impunidad los españoles, y eso convence a los primeros de lo que ya intuían, a saber, que en España todo el mundo hace y puede hacer lo que le da la gana. Es una pena, es un fallo de nuestra cultura el que hay que abordar, y le diré más, un país moralmente pobre, como el nuestro, no puede ser nunca un país de acogida, esto se cae por su propio peso, los pobres se amontonan con otros pobres y perpetúan así la pobreza de todos. No obstante, a propósito de la reincidencia en la delincuencia, sí soy partidario de suspender el espacio Schengen con aquellos Estados que no hacen los esfuerzos necesarios para civilizar a su población con el dinero de los europeos -Holanda no admite ciudadanos de Bulgaria y Rumanía y nadie se ha inquietado por ello, y si tratamos el asunto desde una perspectiva puramente económica, le diré que no necesitamos trabajadores extranjeros cuando hemos perdido ya dos generaciones de jóvenes españoles y lo peor, el futuro, está por llegar. Gracias de nuevo. Un saludo.


Yvs Jacob

viernes, 26 de octubre de 2012

Un estudio revela que los rumanos empezarán a levantar los adoquines tan pronto como terminen con la chatarra

Los que tenemos todavía la suerte de contar con una tahona en el barrio, una tahona, por cierto, que no es el lugar donde se descongela el pan industrial, sino donde el pan se hace, no debemos ir nunca a comprarlo a otro sitio, y así fue que entré yo el otro día en la mía, y me encontré al panadero tan furibundo, que aunque no acostumbro a fingir la simpatía que no tengo, accedí a preguntarle si iba todo bien. El panadero, que no es el que descongela el pan, insisto, sino el que lo fabrica, me contestó: "¿Usted se cree lo que me ha pasado? Estaba guardando el toldo, pero no sé cómo se me ha atascado la mierda esa. Me he metido para dentro a buscar la escalera, luego me he puesto a hurgar entre las herramientas y cuando he salido de nuevo, ¡zasca!, que se habían llevado la escalera". De repente, encuentro un sincero interés en el suceso. "A ver si es que alguien la necesitaba...". Y arremete el panadero: "¡Qué coño la van a necesitar! ¡Un rumano de esos que se pasean con un carro, el muy hijo de puta...!". ¡Coño, ahora sí que me pongo alerta! Pero añade el panadero antes de que yo pueda exponer ninguna reflexión: "¡Seis millones de parados y todo el mundo robando! ¡Pero qué país es éste!". Entonces hemos dado rienda suelta a las pasiones y a todo lo que se ha querido soltar, y puede que nos hayamos puesto deliciosamente xenófobos, porque no había ninguna intención de hacer el mal, la verdad, lo que pasa es que ya no toleramos tanto desorden. Y tan cómodo me he sentido, que he relatado mis experiencias alemanas, cómo he vivido situaciones en que a un español honrado como yo lo soy a punto está la tentación de aparecer, vencer y convencer, en el caso -tan frecuente- de una señora que en la pausa obligatoria de su segundo desayuno -ya se sabe que los alemanes no comen, con propiedad, sino que pasan el día entre desayunos y meriendas- se levanta para ir al baño y te ofrece, por así decir, su cartera, su bolso, su teléfono móvil y hasta su compra, todo lo cual permanece sobre la mesa a su regreso, para sorpresa de este que les narra, que no apartó ni un segundo el ojo de tantas propiedades. Y les digo también, cuando la panadería parece un templo, tan abarrotada por mi relato, que sólo he visto un rumano pidiendo en toda Alemania, una niña que tocaba el acordeón en Heidelberg -alguien complementa mi información con un grito: "¡claro, los tenemos a todos aquí!". Entonces les cuento que un día que tenía yo una cita cerca de la estación de Atocha vi al que parecía ser el coordinador de las rumanas que roban en Madrid. Aguardaba tranquilamente en la acera todavía en obras y vi pasar al pelotón de rumanas, que no sé cómo confían tanto en lo que ellas juzgan un disfraz, porque con los sombreros y el pelo teñido, cuando uno ve en Madrid a una rumana no piensa jamás que se trate de una turista belga, lo que ve, con disfraz o sin disfraz, es una rumana. El pelotón, porque eran en total ocho, cruzó el paso de cebra hacia el museo Reina Sofía, zona que patrullan más que la guardia urbana -museo donde no sólo le toman a uno el pelo, sino que hasta le roban-, y me dije "ahí van...". Pero al rato escucho una escandalera tal a mi espalda que nunca hubiese imaginado que podría producirla un ser humano. Y en efecto, que se trataba de un rumano, una pelotilla negra y tripona que hablaba con un teléfono móvil, pero apenas era necesario, porque una de las rumanas, en la otra acera, con quien, al parecer, se comunicaba, podía perfectamente prescindir de su aparato, y eso que pasaban coches sin cesar. Para mi sorpresa, medio pelotón cruzó de nuevo el paso de cebra y marchó camino abajo por el paseo de las Delicias, siempre detrás de la albondiguilla peleona -¡qué habrían visto por allí, madre, qué habrían visto!
Y no se entiende nada de lo que sucede en España. Seis millones de desempleados, generaciones perdidas, comercios chinos por todas partes, extranjeros apenas cualificados ocupados en trabajos que perfectamente podrían hacer nuestros jóvenes... y esa levedad tan nuestra que nos convence de que nada es lo bastante grave como para combatirlo con decisión y coraje -Amancio Ortega regala 20 millones de euros para la beneficencia, pero de lo que se trata no es de dar de comer, sino de implicar a todos en la preservación y desarrollo de lo nuestro, que la desidia lo está rifando (¡ay, por qué será que en los países protestantes está tan mal vista la limosna...!). En España, triste es decirlo con estas palabras, hace falta una nación.


Yvs Jacob


[Nota para Javier Marías: Estimado Javier, sé que eres lector fiel y puntual de Basuragurú y quiero felicitarte por el rechazo del Premio Nacional de Literatura 2012 -estoy de acuerdo, un Estado, mejor, ninguna institución pública debería otorgar premios, mucho menos de la manera desesperada como se hace en España-, pero tengo que decirte que a mí el dinero me hubiese venido la mar de bien, he caído desde hace meses en una dieta muy monótona, ya me entiendes -no sé cómo lo haces tú, pero a mí nunca me han sobrado 20.000 euros. En Basuragurú tampoco aceptamos premios, pero nos encantan las donaciones. Por favor, ponte en contacto con la redacción. Un saludo].