viernes, 29 de julio de 2011

Yvs Jacob se pone las botas de campaña (¡No votéis al Partido Popular, cojones!)

Antes que nada hay que afirmar que el adelanto de las elecciones no tranquilizará a "los mercados" ni les inquietará lo más mínimo. Quienes así lo piensan, o son gilipollas o son españoles, que viene a ser lo mismo. "Los mercados" son, por definición, insaciables; los partidos políticos y los gobernantes les importan una puta mierda; "los mercados" devoran tanto con certidumbre política como en el caos, se adaptan perfectamente a todos los estados de ánimo de la economía, y no mostrarán ninguna piedad ni calma con un paisecillo de tres al cuarto como España, se celebren sus elecciones legislativas cuando sea y salga quien salga elegido como presidente. Todo esto les preocupa menos que un pedo al aire.
Igual que se sabe que "los mercados" no respetarán a la democracia española, también se sabe lo que sucederá si los españoles se arrojan al suicidio colectivo y entregan su voto mayoritariamente al Partido Popular. Sólo hay que ver las fotografías del equipo de dirigentes que revolotea en torno a Mariano Rajoy tras la rueda de prensa del supuesto líder. Parecía que ya se hubiesen repartido el pastel. Qué caras de alegría, cómo irradiaban euforia... ¡Qué miedo daban!
Debo insistir, a pesar de que los españoles me parezcan cada día más tarugos y burros, en lo siguiente: el Partido Popular ya gobierna como si de una casa real se tratase en varias Comunidades Autónomas, algunas de las cuales -Murcia- se han planteado incluso devolver competencias. Es para mear y no echar gota. Cabría preguntarse cómo coño ha gestionado el presidente de la Comunidad de Murcia su presupuesto: ni ha sido capaz de estimular el empleo en una región tradicionalmente pobre ni consigue gestionar los recursos de los servicios básicos, la educación y la sanidad. Ni el dinero de la deuda ni el de los impuestos deberían emplearse en nada distinto. No obstante, el murciano común sigue votando al Partido Popular.
Qué decir de la Comunidad valenciana... O de Madrid, que pondrá en práctica para el siguiente curso escolar el último milagro: mejor educación con menos profesionales. ¡Ahí es nada!
Así las cosas, todavía se presenta el Partido Popular como "el cambio necesario"... Pero ¡qué coño van a cambiar! No se trata en ningún caso de un nuevo reparto o redistribución de la riqueza. Este tópico ya ha pasado de moda, especialmente en una economía globalizada. Las mentiras del Partido Popular no pueden ganar terreno a la realidad: ninguna legislación laboral creará empleo en España -esto debemos metérnoslo todos de una vez en la cabeza. Extremadura no creará el empleo que nunca ha tenido, ni tampoco Castilla-La Mancha, ambas ahora "de derechas". Seguir empeñados en que las reformas darán un fruto tan generoso es una patraña. Pero sí pueden las Comunidades mantenerse en límites corregidos de gasto: menos despilfarro en el fasto de que se acompaña la representación política, que gusta demasiado al Partido Popular y no vale absolutamente para nada; menos trenes, menos carreteras y autovías; menos urbanismo salvaje... Pero más sanidad y educación. Hay que explicar también de una vez que muy poco puede hacerse con el dinero de los impuestos. Esa cantidad irrisoria no serviría ni para pagar a la plantilla del Barça un año. La sociedad tiene que ser consciente de que ha sido el endeudamiento permanente lo que ha permitido la transformación socioeconómica en España, además de la generosa ayuda de los fondos europeos, y que la deuda es ahora el punto débil, un punto que será también de no retorno en manos de políticos irresponsables que se presentan a sí mismos como "el cambio".
El mundo ha estallado y se dirige hacia su agotamiento. El vicio que ha desarrollado la economía mundial -destrucción-transformación-consumo-destrucción- no llevará a la humanidad a ninguna parte. El planeta está superpoblado, el modo de vida es idéntico en todas las civilizaciones, la vulgaridad se ha extendido y colonizado todas las facetas de la experiencia humana, y todavía hay quien anuncia el resultado de las próximas elecciones como el remedio definitivo contra las manchas -Mariano Rajoy, el terror de los mercados. ¡Es que me descojono!
Despertad de una vez, idiotas. No votéis al Partido Popular.


Yvs Jacob

martes, 26 de julio de 2011

Un día de dieta saludable podría haber resultado fatal para Amy Winehouse

Oído en Londres...
No se habla de otra cosa: que si Amy lo estaba dejando, que si Amy ya no se ponía de na', que si Amy quería ingresar en un convento, que si ya tenía un hábito retro -adaptado para el tupé...
El día fatídico, testigos la habrían visto en un supermercado con un pack de yogures naturales y fruta en la cestita -"majísima, la verdad; que es que no te lo esperas. ¿Me entiendes? Tenía la tarjeta de crédito gastadísima...", ha declarado una de las cajeras. Jimmy, también del supermercado, no menos impactado, puesto que lo habitual para Amy era llenar, no una cestita con productos sanos, sino un par de carros de alcohol y soluciones para el cabello, se temía, sin embargo, lo peor: "me aseguró que toda aquella mierda no era para su perro... Yo nunca doy a mi perro yogures ni nada químico, ya tiene bastante con todo lo que se aspira por la calle. Ahora se ha enganchado a los tornillos y ya no lame culos... Bueno, a mí me va más la metadona..., aunque antes era gay".
No en vano previene la medicina contra los cambios drásticos, sobre todo en la alimentación y en la moda. No se puede atiborrar un cuerpo de calcio y vitaminas tras muchos años de abandono. El doctor Baxter fue muy claro: "Amy tenía que haberse puesto pedo aquella mañana... Pero los artistas son gente muy extravagante... Se lo digo a mi propio hijo: 'una vez empieces, haz deporte si quieres, pero tendrás que drogarte el resto de tu vida, chico'".
Los fans de Amy ya preparan un macrobotellón para homenajear a la diva del soul y una "fiesta de la laca". Se recogen firmas también para elevar una propuesta a la Cámara de los Comunes bajo el título: "No lo dejéis nunca. Vuestras drogas, nuestras ilusiones", una iniciativa a favor de la dogradicción tolerada tutelada por los servicios sociales. Se trataría de mantener al límite de la muerte a las personas más creativas, pero sin que la gallina reviente -la idea ya la puso en práctica Telecinco hace bastantes años con resultados cuestionables, y si bien España no ha dado ninguna diva del soul, ha producido unas cuantas reinas de la basura, que visten muy parecido y no son mucho más feas.
Portavoces oficiales de la policía han solicitado prudencia a los británicos -no se incluye a los medios de comunicación-: hasta que no se lleven a cabo las pruebas pertinentes, no se podrá asegurar que la causa de su fallecimiento ha sido esta o la otra. Pero en las casas de apuestas se puede arriesgar ya una cantidad, y se paga muy bien el rumor de las vitaminas.
Lo que hubiese dicho mi abuela: "si es que está el mundo lleno de gente... ¿Pero tú no te tocas, no?".


Yvs Jacob

jueves, 21 de julio de 2011

¿Habrá visto alguna vez Alejandro González Iñárritu cómo se desmantela un "top manta"?

Yo, sí. Quiero decir algo.
Me envía un amigo del CSIC un archivo en formato avi: "biutiful_frag". Me acojono.
"¿Es una película española?".
"Podría decirse...".
¡Hostia puta! Odio el cine para intelectuales... tristes.
"No temas, apenas unos minutos. Hay cosas todavía peores -Woody Allen hace una película al año...".
"Pero, ¿es legal? -lo digo por decir, el cine español está a salvo conmigo...".
"Absolutamente. Su finalidad es el estudio. Por otra parte, es cine social, nada que ver con Hollywood".
Abro el documento. Las escenas no son aptas para... observadores atentos de la realidad. Una moderna "lechera" cargada de policías a la caza del inmigrante subsahariano que se dedica a la venta de baratijas falsificadas por los orientales. Los policías a la carrera, porra en mano, consiguen atrapar a los africanos, algunos de los cuales chocan contra las mesas de los turistas en las terrazas de los bares, vuelan sobre ellas, y los agentes locales se aplican de lo lindo en el suministro de anestesiantes. Cine en estado puro. La película está ambientada en Barcelona, y todo el mundo sabe que son los catalanes los menos civilizados entre los españoles.
Yo soy un muchacho que pasea por las calles de Madrid... No exagero si digo que he visto casi cien veces el modo como aquí se desmantela un mercadillo de "top manta". Aparecen un par de coches de la policía local -tres o cuatro agentes-, que han sido convocados por algún policía de paisano a punto de atrapar a una presa. Los africanos echan a correr, pero nadie les persigue, al menos no más allá de unos metros. A la policía le basta con requisar la mercancía que no ha sido retirada a tiempo en la huida -un fardo, quizá dos. Eso es todo. Mucha gente mirando -y comentando envidiosa "se quedan con ello para sus novias, ¡hijos de puta!"-, pero nada más. No hay negros volando, no hay porras en la mano, no hay turistas histéricos ante el espectáculo de la injusticia mediterránea que se lamenten también porque se les haya derramado la cerveza.
En ocasiones, el coche de policía atraviesa la calle de Preciados... con los manteros en ella. El conductor, que debe de ser siempre el mismo, ha debido de entablar una buena relación con los subsaharianos, y les tranquiliza con la mano, un gesto que les informa de que hoy no les toca, de que la cosa no va con ellos, que será una ronda tranquila. ¡Señora, no suelte ese falso Louis Vuitton, le sienta de maravilla! ¡Está hecho para usted!
No he visto nunca nada más violento, nunca he temido tanto por la justicia como cuando el coche de la policía local madrileña recorre la calle central de la ciudad y todos allí hacemos como que no nos enteramos de lo que está pasando. Y lo que está pasando no es nada más que una ilegalidad necesaria cuando no se sabe qué hacer con los inmigrantes sin papeles y sin trabajo... y con un aparato genital de gran formato, porque todo hay que decirlo.
Obviamente, no se hace una gran película reproduciendo el paseo cordial de ese coche de policía, cuyo acto más violento pudiera ser el atropello de un dvd pirata en un descuido, puesto que la zona de Preciados es lugar de exhibición de muy ricas hembras, y un conductor distraído se arriesga demasiado. Esto da para un corto.
Hace un par de meses presencié también la detención de un delincuente y la retirada de su mercancía. Alonso Martínez. Junto a la salida de metro de la calle de Génova, un subsahariano monta su manta de bolsos. Dos policías nacionales se acercan. Uno toma la manta y otro, al negro por el brazo. Los tres ríen -el pobre vendedor a dicho algo divertido que nadie allí cerca consigue oír. Nos ponemos de muy mala hostia: pocas cosas hay tan violentas como no saber por qué se ríen los demás. No hay resistencia a la autoridad; no hay el menor uso de la violencia. Para mayor asombro, junto a los policías, el vendedor subsahariano saca su teléfono móvil y hace una llamada -los agentes no le prestan la menor atención... De nuevo, un hecho violentísimo -¿a quién llama ese hombre? ¿Están pidiendo una pizza?
Siempre he supuesto que el cine social, incluso construyendo una historia de ficción, pretende mostrar o llamar la atención acerca de la realidad, de alguno de sus aspectos más sórdidos. Se supone que es un cine fiel, que pone de manifiesto algunos valores.
Por cierto, nunca he visto a nadie que auxilie a los africanos cuando aparecen los coches de policía, me refiero a ningún blanco. Sí he visto que hay quien aprovecha la ocasión para llevarse lo que tiene en la mano, y hasta la venta apresurada, una mala venta, claro: algo que costase 5€ puede quedar rebajado por la circunstancia a 3€.
¡Cine social, cine social...!
Una última anécdota. Equipo de rodaje en el Rastro madrileño. Tres manteros corren calle abajo -dos mujeres y un anciano... ¡Hombre, esto ya es el colmo!


Yvs Jacob

martes, 19 de julio de 2011

El elogio a la locura de Francisco Camps

Tantas veces he dicho que la política española está secuestrada en manos de los buscadores de fortuna del Partido Popular... Y qué burros son algunos de ellos...
Formidable ejemplo de burro nos lo ha venido ofreciendo Francisco Camps. Qué fácil hubiese sido en su momento admitir que se ha cometido un error, que se ha mostrado una incapacidad, una debilidad en el ejercicio de la gestión de los asuntos públicos, incluso si el beneficio de ese riesgo ha ido a parar a la comunidad. Qué fácil hubiese sido presentar una dimisión, con la cual hubiese quedado la sociedad tan satisfecha, una dimisión que dignificase a la política, y retirarse a zanganear, o a zanganear en la apariencia como director o ejecutivo de cualquier chiringuito donde no se paga a los altos empleados por su inteligencia, sino por los servicios prestados en tanto que chica de contactos. Lejos de tal actitud, Francisco Camps se ha empeñado en la tortuosa vía de convertir la mentira en verdad. Que un pobre irresponsable se conduzca así no debería preocupar, pero cuando recibe el apoyo de todo un partido político nacional, esto es, cuando los supuestos representantes de una parte importante de la sociedad deciden por qué surco discurre la realidad y qué es o no verdad, entonces la locura de muchos imbéciles deriva en un peligrosísimo problema.
Más allá del sentimiento corporativo, la sociedad apreciaría un giro estaliniano dentro de los partidos políticos: la purga. Quien ha cometido un error en política debe ser retirado y escarmentado por traicionar lo que representa la confianza en un sistema democrático. El burro popular suele pensar que es imprescindible. A mí me despierta la risa de la tristeza este pensamiento. Puede entenderse que el burro popular agarre la zanahoria y se resista a soltarla, pero no se entiende en absoluto por qué el resto de los burros populares no lo liquida. Yo había pensado que no se combate a Francisco Camps desde dentro del Partido Popular porque guarda secretos incómodos -no creo que sean muchos más que una financiación ilegal extendida y unos ahorrillos de difícil justificación en muchos de sus dirigentes-, pero mis dudas aumentan cada día. Habida cuenta de que entre los populares abunda el lobo casi tanto como el burro, fácil sería para algunos tirar de la manta y librarse de un buen número de aventureros competidores. No obstante, nada se aprecia más que la obstinación: negar que se ha hecho lo que se ha hecho y afirmar que nada se ha hecho mal si se mantiene la confianza del mayor número de votantes. El número de gilipollas puede ser mucho mayor que el de los responsables y honestos, los gilipollas pueden aspirar a un mundo a su medida -de hecho, es el que tenemos-, pero eso no les hará menos gilipollas: al burro le votan los burros, y un burro es un burro con 100 o 1 millón de votos.
Se ha probado también que al Partido Popular le importa una mierda todo aquello en nombre de lo cual arma tanto jaleo. La crisis social y económica le importa una mierda; la salud moral de la sociedad le importa una mierda, el desempleo también; le importan una mierda la imagen del país y el honor que todo pueblo se debe por ser parte de la historia en tanto que hazañas y continuidad de ese abstracto sujeto, la humanidad. Todo esto le importa una mierda. Los dirigentes populares confirman con su actitud y sus hechos que han optado por la política como forma de vida, y casi merecen admiración y envidia: han conseguido sin dar ni palo todo el fasto al que aspira la mediocridad humana. Lástima para ellos que no todos estemos locos.
Ya aguardo impaciente la imagen de Francisco Camps en el banquillo. Ojalá el poder judicial sepa conducir el asunto con la responsabilidad que se ha echado en falta en estados anteriores de este caso. Ojalá también que los miembros del jurado sepan construir su juicio en la honradez y no cedan ante la presión de los corruptos. Pero es más importante que sepa la sociedad española qué significaban los trajes de Camps, porque quienes no somos gilipollas no nos creemos que los regalos se reciben sin más, y esperamos que un poder judicial a la altura termine esclareciendo aquello por lo cual los trajes se ofrecieron y aceptaron, y con todas las consecuencias. Ya está bien de pudorosas ingenuidades: la sociedad española puede ser patética, pero en su grado de vileza no cabe ya la inocencia cuando el río, más que sonar, truena.
La democracia necesita una reforma, cierto, necesita sobre todo dotarse de medios para eliminar de manera preventiva a los burros: si no se puede impedir que el asno vote, sí al menos que salga elegido.
Muy emotiva la despedida de Camps. Tarde, sí, ha llegado tarde, una vez el daño se hizo largo y profundo. Tanto aferrarse a la fantasía de la inocencia para acabar así, arrodillado por el peso de la verdad. Quienes se adulan a sí mismos son a menudo traicionados por sus confesiones...
[¡Uy, el final me ha quedado un poquito Ramoneda! Sólo me ha faltado refrendar un pensamiento tan audaz con la autoridad de algún filósofo eslovaco de segunda fila o con uno de sus peligrosos situacionismos ("oído en Martorell", "me dice un amigo de Girona"...)].


Yvs Jacob

miércoles, 13 de julio de 2011

María Dolores de Cospedal gana el premio "No soy más burro porque no puedo, pero me entreno"

Pero cuánto burro hay en el Partido Popular... -yo ya empiezo a pensar que se hace un examen a quienes quieren afiliarse, lo que supone también una explicación probable para comprender por qué cuenta esta formación con más militantes que cualquier otra similar en Europa, puesto que no es difícil reunir a casi 700.000 burros españoles; lo verdaderamente extraordinario en España sería encontrar a un ser humano en la vía pública... a plena luz del día y con una linterna.
Otra vez se demuestra que el Partido Popular no entiende por democracia más que la papeleta en la urna, y seguro que sólo si el votante ha metido en el sobre la suya -en caso contrario, ese votante es un sectario antidemócrata. Debemos empezar a distinguir los españoles entre aprobar unas oposicioncitas -y lo mucho que nos quiere mamá- y que alguien esté realmente capacitado para decidir acerca de los aspectos que hacen la vida en la ciudad; distinguir entre haber sido delegado de curso universitario en una carrerita de Derecho y asumir la dirección de la política. No podemos seguir creyendo que un supuesto representante político o gobernante es siempre algo más que un simple aventurero, y en el Partido Popular se observa a diario que en la derecha más vil descuellan los seres que más daño pueden hacer al país por el que tanto, según ellos, se esfuerzan. Que nos libren de ese gasto de energía, desde luego que no lo necesitamos.
Pero no creo que poner a la patria a merced de los especuladores extranjeros sea un servicio... político. Más bien es un acto que debería estar penado, una traición moral por irresponsabilidad. Mucho aleccionan en el Partido Popular acerca de lo bueno y lo malo, como viene sucediendo con el muy dudoso "caso Faisán", sobre el cual habría que preguntarse si el poder judicial está obrando con inteligencia, pero la irresponsabilidad insistente de cada uno de sus portavoces, la exhibición permanente de una forma específica de la estupidez, que tiene por objetivo ganar por anticipado todas las elecciones futuras mediante el vertido indiscriminado de mierda sobre los adversarios políticos, sin importar en absoluto que el país quede herido casi de muerte, no son sino ejemplos de todo lo que jamás debe hacerse, y más dolorosos para la sociedad que cualquier debilidad en la lucha contra el terrorismo. Acertadamente introdujo Ángel Acebes la categoría del miserable en política cuando quiso el Partido Popular darnos perca por bacalao. Pensaba Ángel Acebes lo que suele pensar cada cual, que los miserables son los demás, pero no se me ocurren mayores cotas de miseria que la gestión que hiciera el propio Acebes de la información tras los fatídicos atentados que castigaron a España por la soberbia de su mediocre Gobierno de entonces, o el día a día en boca de González Pons y De Cospedal. Entiendo que De Cospedal, autora del último atentado contra la moral, no tenga una preocupación real por el endeudamiento del país, puesto que la política la hizo millonaria, pero a nosotros, los muertos de hambre, sí nos tiene bastante inquietos. Que Castilla-La Mancha y Extremadura se hayan convertido en dos regiones de derechas supera mi sentido de lo grotesco. Quizá haya llegado la prematura hora del arrepentimiento. ¿Podrán soportar durante cuatro años los castellano-manchegos la estupidez de su presidenta regional? Nosotros, desde las demás Autonomías, que también sufrimos las fanfarronadas de esta aventurera, estamos ya exhaustos.
Desde Basuragurú, quiero desear a De Cospedal que el tinte le produzca una reacción alérgica que la aparte de la vida de las personas honradas y decentes. Está claro que la política le ha superado. Lo mejor que puede hacer por la sociedad española es comprarse una finca manchega con una tropa de esclavos, que el burro español se humilla fácilmente y muy barato, y librarnos así de su incompetencia. ¡Qué empeño en dedicarse a aquello para lo cual no se tiene ni puta idea!


Yvs Jacob

martes, 12 de julio de 2011

El pareo de Carmen Machi

He seguido con gran interés la evolución de Activia en Carmen Machi. Aunque el producto se anuncia como un eficaz remedio para combatir la sensación de hinchazón en el cuerpo, lo que viene a significar que hay quien pretende que le afecte lo mismo un buey que una zanahoria, estoy seguro de que muchos consumidores habrán buscado Activia en sus distribuidores habituales con la esperanza de que otra hinchazón, ya no gaseosa, por ejemplo, sino de más arraigo, desaparezca. Sospecho que tampoco Carmen Machi está como está por unos gasecillos, y no creo que un yogurcito tras las comidas fuese a hacer de ella una candidata a Miss Universo. Los publicistas de Activia han puesto sin duda a prueba el producto.
Pero, más allá de la disposición de los seres humanos a dejarse engañar, a canjear en su mente-imaginación unas propiedades por otras, cabe también observar que los anunciantes expresan su voluntad de dolo con la ambigüedad necesaria de toda publicidad que se precie en un mundo superpoblado de idiotas.
Los meses han ido pasando y llegó el verano. Ya deberíamos ser capaces de apreciar que Carmen Machi se encuentra mucho mejor, que ha perdido gases o peso, porque los anuncios de Activia permiten construir ambas fantasías adelgazantes. No obstante, vemos a Carmen Machi con un pareo en la piscina. Ojo con el pareo..., que todos sabemos lo que significa, y una mujer satisfecha por haberse librado de unos gasecillos no se lo pone, sino que enseña el jamón. Otra cosa es que se haya confiado de verdad en Activia como quitagrasas...
Estaba claro que para mostrar a Carmen Machi sin pareo los anuncios de Activia tendrían que exhibirse en horario nocturno. Y no parece que fuesen sólo gases los causantes de la sensación de hinchazón en esa croquetita. Es probable que una dieta estricta de Activia pudiese definir a Carmen Machi, reconducirla hacia las proporciones todavía humanas, en la frontera con el criterio clásico de belleza. Pero habría que concentrar la alimentación en un solo producto: Activia a todas horas, y que sea lo que Dios quiera. No obstante, quienes confían en los productos milagro caen siempre en la misma pereza: ¿se puede comer buey y adelgazar sin hacer ejercicio? ¿Me puedo poner to' cerdo y quedarme como estoy? No.
Leo en Internet que hay quien se plantea denunciar a Carmen Machi por estafa. Lo encuentro exagerado. A Machi le pagan por aparecer en el anuncio, pero no encuentro un vínculo necesario entre el papel que representa y la verdad que los consumidores depositan en sus palabras. No hay que ser demasiado inteligente para advertir que el único yogur adelgazante habría de estar compuesto de ácido sulfúrico. Y hasta es probable que un yogur abandonado en la nevera durante un tiempo considerable te resuelva algunos problemas de manera definitiva.
Desde luego, no entiendo cómo puede exigirse a la publicidad lo que se pasa por alto en el periodismo...


Yvs Jacob

domingo, 10 de julio de 2011

¿Carlos de Matesanz en Radio Clásica?

¿Música clásica sin opinión destructiva e intolerante?
Tenía yo un profesor que se expresaba en términos semejantes: "¿Música militar? O es música o es militar, pero no puede ser ambas a la vez". ¡Qué sabiduría!
No hay otro criterio para medir la cultura de un pueblo que el número de emisoras de música clásica que puede contarse en el espectro de su miseria audiovisual. Contemos: en España hay exactamente... una, ¡una!, ¡UNA emisora de música clásica!, y, ¡vaya por Dios!, ¡la mantiene papá Estado! Qué interesante... Un país que cuenta con un museo de Picasso por cada cien habitantes, un país que concede unos premios millonarios a la cultura y a la ciencia, como si fuésemos los españoles jueces de lo extraordinario por naturaleza, un país que cuenta con tantísimos centros, tantísimas fundaciones para todas las cosas, incluidas la investigación y la interpretación de todo cuanto dentro del arte pueda ser acogido, sea obra del más desconocidísimo y genial habitante de Lepe, un imprescindible nunca bien valorado pintor, compositor, lo que fuese, o se trate de un soberbio catalán que hubiera convertido en sensibilidad una aptitud hasta no hace demasiado apenas atendida. Además, un país tan entregado a la autosatisfacción provinciana como es España, convencido de ser admirado por el resto del mundo cuando no lo es más que por el ruido que hacen sus habitantes hasta altas horas de la madrugada; un país que protege y mima a sus delincuentes políticos, un país que se daña, se roba a sí mismo, un país que ha interpretado la economía como un sálvese quien pueda, un país así, donde la cultura sólo es valorada si consigue separar a asturianos de manchegos, un país tal necesita de un Estado central que no ceda sus obligatorias competencias educativas y cumpla con la auténtica función de instrucción espiritual, que nada tiene que ver con abrir un nuevo museo allí donde vaya uno a saber qué artistilla se tirase un pedo.
Todavía es más divertido lo mucho que hace el capital privado por la cultura en España. Es decir, nada de nada, en tanto que la cultura, si gratuita, es una ruina. Éste es nuestro país.
Hace años viajaba yo en un autobús de la EMT. Qué desgracia padecía el conductor no puedo saberlo, pero nos castigaba con algún medio de la ultraderecha antidemócrata, no sé si la Cope, Libertad Digital o Intereconomía, cualquiera de estos medios que contratan mercenarios con la intención de sembrar el odio mientras se desarrollan las legislaturas sin gobierno del Partido Popular. No me cabe la menor duda de que era el desquiciado Jiménez Losantos quien conducía el programa. Una de sus secciones requirió la participación de Carlos de Matesanz, a propósito de algún evento pseudocultural, propio de la patética vida española. Yo había escuchado antes la voz enlatada y casi mecánica, computerizada de De Matesanz en Intereconomía clásica, pero jamás hubiese imaginado que un locutor de música clásica tuviese que ofrecer sus opiniones acerca de nada, no sobre política o cultura -yo pido a estos locutores que informen sobre acontecimientos, anécdotas, aspectos históricos y si esta o la otra obra pertenecen al catálogo de Beethoven o Mozart, pero no tolero que construyan opiniones. No obstante, Jiménez Losantos, adiestrador de mercenarios, conseguía hacerle hablar, y allí estaba Carlos de Matesanz, despotricando, convertido, si acaso no lo ha sido siempre, en hooligan de ultraderecha, diciendo barbaridades en la línea habitual de las anteriores emisoras, sólo por exigencias corporativas.
Ayer sintonicé Radio Clásica al mediodía. De repente, como en las malas novelas, de repente oí la voz de Carlos de Matesanz. ¡Hostia puta! ¿Me habré equivocado? Pues no. Era en efecto Carlos de Matesanz al frente de un programita de verano en la radio pública. He manifestado en alguna ocasión mi apoyo a RTVE por su compromiso actual con la información, su responsabilidad en cuanto a que con el dinero de todos no se puede manipular a favor de las opiniones de unos imbéciles -tal es el caso de Telemadrid-, si bien no nos han contado sus periodistas detalles de la dimisión de Alberto Oliart -sobre el caso de nepotismo que al parecer ha terminado con el presidente de la corporación no se nos ha dicho nada. Me duele sin embargo el desembarco de un ultra en el medio público nacional, sobre todo si aspira a ser algo más que un pinchadiscos con una ventana abierta de la Wikipedia. No creo que exista ninguna posibilidad de reinserción cuando se ha colaborado estrechamente con los Jiménez Losantos, César Vidal... Es como en la delincuencia: no hay reinserción posible tras la victoria del mal sobre la conciencia, y soy partidario de las mayores penas.
Gran tristeza me produce el terrible descubrimiento que hice ayer, y hasta he comprobado que es el segundo año que De Matesanz lleva el programa. Espero que no sea un antecedente de alto riesgo, porque hay quienes celebran con demasiada anticipación que Mariano Rajoy va a ser el próximo presidente del Gobierno. ¡No lo quieran los españoles!


Yvs Jacob


P. D.: Y para seguir leyendo, ¡Oh, no! ¡Carlos de Matesanz continúa en Radio Clásica!

viernes, 8 de julio de 2011

Habrá que suponer que el robo del códice gallego es culpa de Pérez Rubalcaba

Ya están tardando en comparecer ante los medios González Pons y De Cospedal para exigir responsabilidades a Pérez Rubalcaba, y quizá la ministra González-Sinde será también amonestada y requerida en la Cámara para dar las oportunas explicaciones. Es la consabida estrategia del Partido Popular: cualquier meteorito impacta siempre contra la tierra.
Observo desde hace tiempo que esta estrategia la refuerzan los populares con esa actitud, la amonestación, para cuyo ejemplo remito al lector a cualquiera de las intervenciones de Sorayita en el Congreso. Puesto que el Partido Popular no entiende ni respeta la democracia, sus portavoces en las Cámaras sólo saben amonestar, como si esa función les correspondiese en tanto jueces de todas las cosas. Lástima que los españoles sean tan mediocres, tan espiritualmente vulgares y zafios...
También forma parte de la estrategia del Partido Popular aprovecharse de los vientos favorables, de los sucesos felices, y reservar los males al Gobierno central. Así, hemos tenido la oportunidad de escuchar a la Espe en su numerito semanal. Yo no me creo eso de que los micrófonos se quedan abiertos, lo que sí creo es que la Espe se ha especializado en el modo hosco de la acción representativa. Existe entre los españoles cierta fascinación por lo barriobajero, de manera que desprecian los esfuerzos de la honradez y de las buenas formas, mientras que lo chusco opera en ellos la más efectiva de las seducciones. Un exceso del liberalismo de aguas español es el rechazo sistemático a cualquier intención educativa por parte de las instituciones. No sólo ha conducido a la Espe a torturarnos con sus gobiernos inútiles, sino, lo que es peor, también a hundirmos más si cabe en la inmundicia de la pobreza maniatada, y que ya ni siquiera aspira a huir de sí misma.
Pero yo quería expresar mi temor: seguramente, en breve tendremos la ocasión de escuchar a Núñez Feijóo, o a cualquiera de los que habitualmente salen a pasear con la caña de pescar idiotas, que el robo del Códice Calixtino se debe a una relajación de Pérez Rubalcaba, que anda ahora más ocupado en su promoción como candidato oficial que en sus funciones ministeriales, y no será de extrañar si entre los españoles esa asociación disparatada alcanza el grado de verdad incontestable.
Y éste es el mundo en que unos y otros estamos siempre atrapados...


(Y mañana en Basuragurú: "Pérez Rubalcaba: 'Quiero a Yvs Jacob en mi equipo'").


Yvs Jacob

lunes, 4 de julio de 2011

El diario "El País" se empeña en mostrarnos una imagen errónea de Mariano Rajoy

Debo contarme entre los pocos gilipollas que vieron realmente el último debate sobre el estado de la nación, y hasta es probable que seamos todavía menos quienes llegamos a formarnos una opinión honesta de lo que en el Congreso sucedió. Ningún cocinero de encuestas me consultó tras la gesta, pero encuentro con insistencia en El País que otros a quienes sí se ha pedido una valoración dan por vencedor a Mariano Rajoy -y victoria le dan en las próximas elecciones generales legislativas. Según El País, la mayoría de los encuestados juzga a Pérez Rubalcaba como un posible mejor presidente que Mariano Rajoy, pero confían más en éste para someter a los mercados. ¡Es-que-me-des-co-jo-no! Si Rajoy ganó el debate, entonces yo me llamo Catalina, pero si Rajoy es de verdad el arma que necesitamos los españoles contra los mercados, Mariano Rajoy, un supuesto líder político a quien en su propio partido hacen menos caso que a la Cipriana en los títeres, en el pueblo de José Bono, entonces soy Napoleón y tengo los huevos de oro.
Tampoco puedo decir que lo ganase el presidente Rodríguez Zapatero, al menos no a la manera como los medios de comunicación de la derecha española y el caprichoso El País quieren hacer vencedor a Rajoy, con rotundidad, por goleada. No aprecié sino que cada uno iba a lo suyo: el presidente se entregó a una extensa relación de obra, dificultades y milagros, y Mariano Rajoy apareció por allí como un día cualquiera, esto es, que si la cosa está muy mal, que España expira en agonía y que otros hay, en referencia a sí mismo, que deberían tomar la dirección porque, también dicho a sí mismo, lo harán mucho mejor -que sólo lo cree un tonto, ese mismo y otros que le corean. Con la mayor honestidad, Mariano Rajoy ganó en aburrimiento, eso no se lo niego.
Disfruté en los momentos en que el presidente no leía sus papeles. Qué mal lee en voz alta este hombre, joder... ¡un adulto con estudios, hostias! No obstante, cuando exponía sus datos y argumentos con libertad, sin la inspiradora cuadrícula, ganaba el presidente en la dialéctica, se valoraban sus esfuerzos con justicia y sería imposible negarle que supiera al detalle todo acerca de lo que hablaba. Pero Rajoy quedó siempre muy por debajo, quizá debido a su propia pereza. Al no ofrecer otra información que la ya conocida por todos -que la cosa está muy mal por culpa de los socialistas y qué felices fuimos desde el año 1996, cuando el Altísimo metió los pies en el barro de la Historia-, el presidente le pasó por encima, porque él sí se había preparado una defensa -es comprensible, el debate debería evaluar su acción. Rajoy, cuya llegada a La Moncloa habría de contarse como la más inmerecida en la historia de la democracia española, volvió a cometer el error de la euforia, y sólo porque entre los españoles están muy mal consideradas la razón y la honradez, porque los españoles hablan mucho y piensan poco y mal, así como más ignorantes son cuanto más aseveran en la exposición de sus opiniones, sólo por eso habrá sido reconocido como vencedor. Lástima de pueblo... Es incapaz de despertar la menor confianza.
Yo llevo bastante tiempo siguiendo los pasos de Mariano Rajoy y no he registrado en la memoria ninguna acción política por la cual merezca ser recordado. Rajoy deambuló por algunos ministerios y fue vicepresidente del gobierno del Altísimo, pero nada de nada. Otro ansioso y desesperado, Javier Arenas Bocanegra, habla de su jefe como de un profeta, o mejor, un mesías, un enviado, que conducirá a España hacia la recuperación en todos los ámbitos. Vamos a ver: que en España tenemos todos los días una fiestecita de interés turístico nacional ya lo sabemos, pero el carnaval en que viven los populares ha pasado de lo libertino a lo grotesco, y no se puede aguantá.


(Y mañana en Basuragurú: "Échate una meadita en Chueca, Pepe").


Yvs Jacob

sábado, 2 de julio de 2011

Alberto de Mónaco encuentra por fin algo que hacer un día de su vida

¡Quién se lo iba a decir!
Alberto de Mónaco se levantó está mañana y encontró una tarea que hacer. ¡La hostia puta! ¿Es que no había nadie para evitarlo? Es lo que sucede cuando se es jefe de una tribu tan escasa como la monegasca, que a la hora de la verdad lo dejan a uno solo ante el peligro. ¡Pobre hombre, debe de estar bien jodido! ¿Habrá montado a caballo por el bosquecillo? ¿Habrá podido conducir alguno de los magníficos autos que acumulan las calles de su complejo urbano con castillo? ¿Habrá desayunado bien? ¿Le habrán sonado los mocos?
Alberto de Mónaco forma parte del COI, Comité Olímpico Internacional. Ahora no tengo claro si deben cumplirse algunos requisitos más allá de ser un zángano adinerado. Tampoco recuerdo si fue la primera o la segunda vez que Ruiz-Gallardón quiso apostar a los Juegos Olímpicos que Alberto de Mónaco demostró que en la cabeza le queda tan poco pelo como cerebro, o que no es más que una picha con serrín. Ruiz-Gallardón necesitaba unos Juegos Olímpicos porque todos nos encaprichamos en la vida con algo. No importaba que en Madrid hiciese cada verano más calor, ni que las reacciones alérgicas se hayan multiplicado y agravado en cada primavera, quién sabe si porque la Naturaleza nos guarda por fin un rencor de muerte a los humanos o porque empezamos a padecer ese mal, esa situación de la cual dudaba san José María Aznar si llegaría a afectar a nuestros nietos -¡menudo sujeto que nos cayó encima cuando andábamos satisfechos con la democracia real!-; nada importaba más que el alcalde se homenajease por sus esfuerzos hacia los ciudadanos -por cierto, ya preparo un blog, como se dice tanto ahora, "social", Aquellas calles por las que nunca pasea Ana Botella, con fotografías de toda la mierda abandonada en vía urbana, y, que yo sepa, su recogida no la gestiona de momento la mafia napolitana.
Bien que nos libramos de los Juegos de los cojones, ¡qué alivio para la razón! Fue así porque España pinta muy poco en el mundo. No obstante, Alberto de Mónaco, como sucede cuando uno no se dedica a nada y lo impelen a que haga como que hace algo, formuló aquella pregunta tan terrible a propósito de la seguridad del evento ante un posible movimiento fatídico de los terroristas de ETA. ¡Claro, qué otra cosa podría preguntar! ¿Si habría duchas en los vestuarios? Hombre, somos espiritualmente tercermundistas, pero nunca se ha llevado en España el inmolador con cinturón explosivo, luego, con seguridad, ningún atentado de ETA podría compararnos a Afganistán. Que a lo mejor el principito había escuchado algo por ahí, puesto que existe una corriente de pensamiento nacional que sitúa a Pérez Rubalcaba en un sótano llenando mochilas con explosivos y coordinando a grupos de etarras y fundamentalistas islámicos, y hasta se le atribuye haber aparcado algunas furgonetas, pero, incluso así, la pregunta no era digna de ser dirigida a un país donde el terrorismo se combate con eficacia.
En fin, un principito ya tiene bastante con saber idiomas.
Me entero por la prensa de que la Casa Real española no envía representación al enlace de Alberto de Mónaco. ¡Qué bello gesto republicano el de nuestro monarca!


Yvs Jacob