sábado, 15 de diciembre de 2012

Cuidado con el eje ciclista Alcalá-Mayor, ¡supervisa el Ayuntamiento de Madrid!


Madrid, la capital del Tercer Mundo, quiere incorporar la bicicleta como medio de transporte, todo un desafío para las autoridades locales y otros fotografiables. Un día de primavera, tres o cuatro años atrás, subía yo la cuesta de Moyano hacia El Retiro, y sin prestar mucha atención a los puestos de libros ni a las casetas, a cuyos curiosos, por cierto, acosan ahora los más variopintos pedigüeños que patrullan por la zona de Atocha, gané rápidamente la estatua de Pío Baroja, al lado de la cual había un camión aparcado, y frente al muro de las oficinas del Jardín Botánico, una estructura de las que se emplean en otras ciudades más avanzadas para aparcar bicicletas en una hilera. Esta hilera estaba tan bien dispuesta que parecía permanente, y recuerdo haber sentido una tímida emoción caminando por el parque, un vago optimismo, ¿sería posible un progreso tal en Madrid? Ya de regreso, quizá una hora más tarde, las bicicletas reposaban en la estructura antes desnuda y mi optimismo recibió lo que podría llamarse una religiosa confirmación: el tráfico sobre dos ruedas sin motor había llegado para quedarse. Ya no recuerdo si aquel mismo día o uno después vi por televisión unas imágenes del por entonces alcalde, y hoy filósofo costumbrista, Alberto Ruiz-Gallardón, que había acudido también a la cuesta de Moyano para hacerse unas fotografías sobre una bicicleta que acompañasen a lo que iba a ser un plan de movilidad que contaba entre sus ambiciones un carril ciclista desde la plaza de Cibeles hasta la Ciudad Universitaria. Ya se sabe que en política hay quienes se dedican a la solución de los problemas de los ciudadanos, los que se dedican a la creación e intensificación de problemas que nadie tiene ni necesita y quienes se dedican a la fotografía, y tras ver esas imágenes del alcalde, regresé yo a la cuesta de Moyano un día después, pero de la hilera con bicicletas ya no quedaba nada -¡ojo con los rumanos, que si hay bicicleta hay chatarra!, pero no habían sido ellos... El Ayuntamiento ya se encontraba en la ruina, las grandes obras del filósofo Ruiz-Gallardón lo habían dejado herido de muerte, y un carril ciclista exige una inversión mínima si no se quieren hacer las cosas a la española. Un carril bici a la española es aquel que resulta de pintar directamente sobre la calzada el espacio reservado para las bicicletas, es un carril bici con dos cojones -ejemplo de gestión a la española de espacios públicos destinados al ocio ha sido la sala Madrid Arena, donde la explicación al fallecimiento de cinco personas debe buscarse en la fatalidad, y en ningún caso en los gestores municipales, que son como deben ser y están donde deben estar, en Madrid y en Lisboa. Pero ha sido una sorpresa para los madrileños que el eje ciclista Alcalá-Mayor no se haya hecho mal, sino que se ha raspado el alquitrán y se ha preparado la superficie para evitar la muerte instantánea de quienes circulen en bicicleta en el mismo flujo que coches, autobuses y taxistas. El eje lo ha acometido el Ayuntamiento bajo la dirección de Ana Botella, célebre por ser la esposa de Josemari, renovador de las Españas, y en política, en particular, por necesitar tres vehículos oficiales para ir a la peluquería. Las obras comenzaron antes de que se produjese la tragedia de la sala Madrid Arena, por ello resulta más paradójico el mensaje informativo que puede leerse todavía hoy en las señales que advierten a los conductores de la existencia de trabajos en la calzada: Obra supervisada por el Ayuntamiento de Madrid -será que hay otras obras que, en efecto, nadie ni nada supervisan. Yo me pregunto si a la española es también caminar por el carril bici, como sucede en el de O'Donnell, aparcar el coche y la moto, como sucede en el de Serrano, y abandonar excrementos, animales y humanos, como sucede en general en cualquier calle de Madrid. De lo que no tengo la menor duda es de que la alcaldesa por defecto que ahora tenemos en la ciudad comparecerá ante los medios con el chaleco que tanto ha dejado ver en estas semanas para cargar contra los ciudadanos en los casos de accidente que se producirán a partir de enero. Aceptar la presencia de las bicicletas en la ciudad no será posible sin la corrección de los impulsos de instituciones y personas -en la Administración, apetito de sobrerreglamentación (ellos los liberales...); en los conductores, el agresivo poder cobarde del habitáculo, y entre los ciclistas la interpretación de la bicicleta como un vehículo irreductible a un espacio de circulación único. No obstante, el experimento será positivo a muy largo plazo (veinte o treinta años quizá), y los madrileños comprenderemos que en los países donde la bicicleta se usa con regularidad desde hace un siglo el gran éxito de la cultura ha consistido en alejar a los seres humanos de la vileza y de la ruindad, comprenderemos que el nuestro es un pueblo mediocre y miserable porque sólo ha puesto su atención en formas grotescas de la riqueza, y, sobre todo, por la fascinación que produce al pobre el desprecio de todo lo elevado -creo que esto tiene algo que ver con la educación...


Yvs Jacob