martes, 28 de septiembre de 2010

Basuragurú dice "Sí" a la huelga general

Con honestidad, un día de huelga general en España no cambiará las cosas, ni aquí ni en el mundo, ni para bien ni para mal, y si los días de fiesta eran un privilegio religioso, en su mayoría, habrá que reconocer a los sindicatos la colonización laica del calendario. Por otra parte, a los sindicatos convocantes les viene bien la fantasía de una auténtica acción social, acostumbrada como tienen a la ciudadanía al sorteo de chubasqueros y cestas de Navidad. Es precisamente esa ciudadanía la que tiene la culpa de la inoperancia de los sindicatos, con su baja afiliciación, ciudadanía que piensa que ya es bastante que los sindicatos existan para que tengan éxito, sin necesidad de apoyar su labor con una mínima cuota que a nadie empobrece.
Al margen del Gobierno, que se esfuerza por no humillar a las centrales sindicales, tal y como hace toda la derecha política y mediática, la huelga perjudica a esos mismos sindicatos, y todo por un problema congénito de los españoles para la interpretación de la realidad: el desprecio. Buena prueba de la estupidez nacional es el triunfo de la derecha, pero hay que admitir que esta derecha española es eficacísima haciendo daño, y ha conseguido que los sindicatos aparezcan ante la ciudadanía como criminales, y a poco que se descuiden, serán también los culpables de la crisis económica -el proceso, no obstante, ya está en marcha, y, en Madrid, la televisión pública y manipuladora ya ha conseguido que muchos trabajadores condenen a sus compañeros liberados sindicales, en lugar de agradecerles la dedicación que otros no parecen tan decididos a ofrecer, si bien nada saben de la posible financiación ilegal del Partido Tontular de la Comunidad, por ejemplo.
Pero la paradoja es inagotable en la España tan divertida que hemos heredado, y la huelga, aunque perjudique más a unos sindicatos desinflados, también servirá para coger algo de aire, quién sabe si incluso bueno, limpio. Dado el enrabietamiento de la derecha, yo dirijo la huelga hacia ella. Si el Gobierno tiene culpa, en parte, por no haberse atrevido a atajar una situación desquiciada, son los principios de desgobierno económico dominantes, principios de un libre mercado confundido con la más absoluta barbarie destructiva, los que han triunfado. Cualquiera que entienda algo de la actualidad comprenderá que el PSOE no puede negarse al libre mercado, no en vano es un partido socialista -hay que leer a Émile Durkheim-, pero el terrorismo liberal no se encontrará jamás en su programa. Este terrorismo fue introducido por el insaciable Partido Tontular, y el PSOE hizo el tonto al no combatirlo de inmediato.
La huelga no cambiará nada, si acaso, algunos cristales rotos en el día que se avecina. La única huelga exitosa es una indefinida; lo que el mundo necesita no es mover de un lado a otro el capital, sino deternerse por completo, explotar y comenzar otra vez.
A Basuragurú le gusta la huelga, le gustan los días de fiesta.


Yvs Jacob