domingo, 5 de julio de 2009

Pena de muerte, no; horca.

Joder. Estoy hasla la polla de los programas de pedorras que tanto abundan en la televisión. Cuando veo a tanto maricón pedorreando en ellos, cuando veo a tanta fulana descerebrada... Vaya por delante que no tengo nada en contra de ellos por que sean maricones o fulanas; sino por participar en calidad de pedorros. (Sé que algunos habéis tenido la tentación de unir 'por' y 'que', pero, joder, consultad la puta gramática...). Se me ha ocurrido lo siguiente: vamos a divertirnos todos, cojones. Ya no sólo los retrasados mentales que ven los programas de pedorras; todo telespectador posible podrá descojonarse de gusto. Voy a promover, como se dice ahora, una iniciativa a favor de la horca en rigurosa emisión no diferida. Yo soy persona progresista y disciplinada, y si en ocasiones me ha seducido la pena de muerte, quiero distanciarme aquí de quienes juzgan erróneamente. No soy partidario de la pena de muerte, sino de la sana diversión que es la muerte en directo mediante el ingenio de la horca (hay que mirar siempre a los antiguos). La diferencia es obvia: muerte por diversión. Lo mucho que nos reiríamos viendo a Giménez-Arnau mover las patillas en tensión vital antes de su último pensamiento obsceno...
¡Viva la democracia!


Pensadlo, cabrones, pensadlo bien.


Yvs Jacob