miércoles, 8 de junio de 2011

Castilla-La Mancha no está en quiebra (prueba definitiva)

Yo ya no sé cuánto tiempo más podremos soportar los españoles de bien la presión a la que el Partido Popular nos está sometiendo sin que le sea devuelta, por nuestra parte, la sociedad democrática y responsable, una respuesta tan violenta como la que desde luego merece su provocación. Con el Partido Popular no es posible otro tipo de relación que la violencia. El Partido Popular es una agrupación sin carácter político, una agrupación enferma que pretende dinamitar la vida pública. No conoce ningún límite, ningún reparo, y en la deriva de su insaciabilidad, prefieren sus dirigentes el mayor de los desastres, que en su irracionalismo bárbaro se entiende como victoria.
Puesto que el Partido Popular renunció, prácticamente desde su fundación, a observar las reglas del sistema democrático español, quizá haya llegado la hora de tratar con él en los términos en que basa su participación como institución intermediaria entre una parte aborrecible de la ciudadanía y la gestión de los problemas comunes.
Con el Partido Popular hay que ir siempre con el látigo de siete puntas, y es posible que ni siquiera la sangre les haga aprender la lección.
Qué extraño este nuevo ariete con el que en Castilla-La Mancha se quiere atravesar, no ya el portón del gobierno, que fue torpemente desatendido por el provincianismo manchego, sino al PSOE. Llama mi atención que la quiebra de la Comunidad Autónoma no fuese un argumento esgrimido durante la campaña, sobre todo cuando, al ser utilizado por el Partido Popular, garantizase, igual que el terrorismo, la estampida, para terminar formándose un rebaño de ignorantes que adoran a un lobo como salvador. Es obvio que la Comunidad de Castilla-La Mancha no se encuentra en la situación que los -ya ansiosos- próximos consejeros se esfuerzan en construir. Hay que recordar que, por sorprendente que todavía parezca la victoria de la lista de María Dolores de Cospedal, cuyo mérito personal será sin duda haber logrado un nuevo sobresueldo, el vuelco electoral se produjo por un solo escaño. Quizá se arrepientan ahora en el Partido Popular de no haber empleado el argumento maestro de la quiebra económica, que por si solo hubiese hecho la campaña a De Cospedal, mientras se paseaba ésta por las tiendas y peluquerías de la capital con un portafolio, por eso de que debe aparentar que se dedica a algo serio.
Si la difamación de su propia tierra que han emprendido los bárbaros a quienes el pueblo castellano-manchego ha entregado el chiringuito es perjudicial para el conjunto de la nación, habida cuenta de que hemos vendido los españoles nuestra dignidad con el endeudamiento para que gran parte de quienes juegan a la política vivan el sueño de la representatividad como un fasto legítimo, más triste es incluso el maltrato que ese pueblo estúpido va a recibir ahora de sus gobernantes. En España, nada puede ser peor que una tierra pobre gobernada por quienes en su delirio quieren hacerla rica por medios inadecuados. Este empeño ya ha tenido consecuencias conocidas, y puede vaticinarse que la legislatura que ahora comienza con el Partido Popular conducirá en ocho o diez años a otro desastre.
Creo que en aquellos lugares donde ha gobernado y gobierna el Partido Popular debe imponerse el principio nacido en Muxía tras hundirse el petrolero Prestige. Habiendo acudido voluntarios de todas partes de España a colaborar en la limpieza del entorno, tan pronto hubo elecciones locales volvió a ganar, por mayoría, el Partido Popular. Muchos pensamos entonces cómo habría de actuarse en la próxima ocasión: les van a dar mucho por el culo.
La sociedad tiene que enterarse de una vez de los riesgos de la elección democrática, tiene que darse cuenta por fin de qué hace cada uno cuando dice o No.


Yvs Jacob