domingo, 30 de junio de 2013

"Basuragurú" manifiesta su apoyo a la candidatura olímpica de Tokyo 2020

En Basuragurú creemos que los juegos olímpicos habrían de celebrarse siempre en el Primer Mundo, precisamente por tratarse de un acontecimiento donde el deporte es algo secundario o subsidiario, no obstante la denominación que recibe este evento, cuya dependencia de la economía es absoluta. Los juegos olímpicos son un adorno que sólo puede permitirse un país evolucionado, una sociedad avanzada que hubiese resuelto todas sus carencias más elementales. Por tanto, sólo en el Primer Mundo cabe encontrar a esos países que pueden permitirse mostrar a los demás su excelencia cultural. Para el Tercer Mundo, al que pertenece España, optar a la organización de un acontecimiento tal se asemeja al golpe de fortuna ansiado con una participación de lotería. Se aprecia inmediatamente la mediocridad del pueblo mediocre en su deseo de fortuna -mientras el Primer Mundo es obra de los grandes hombres, el Tercer Mundo lo es de dioses menores. Si en el Primer Mundo es la satisfacción por el trabajo la que impulsa y da energía a las gentes para alcanzar la obra realizada, el pueblo mediocre sólo sueña con cantidades enormes de dinero ajeno que le permitan realizar el sueño grotesco de la impostura, de manera que se sienta elevado y perteneciente a un mundo superior al que en realidad no merece entrada. Esto es así porque el progreso, concepto empleado para significar la evolución material de las sociedades humanas en su origen, expresa también una dimensión humanista de dicha evolución en la que coinciden marxistas y liberales documentados, que también los hay, o lo que es igual, una sociedad progresa no sólo en la medida en que sabe establecer las mejores condiciones de vida de sus miembros, sino sobre todo cuando sabe hacer de ellos seres humanos mucho mejores, y en el Tercer Mundo ni lo saben ni lo sospechan, luego sólo les cabe rogar a los dioses Fortuna y Dinero como si nada pudieran hacer los hombres sin el concurso de los cielos. El Tercer Mundo, donde cabe situar a España, insisto, es uno de delirios de grandeza, y contrasentido es vestir de seda a los chatarreros como regar a los cerdos con miel. Celebrar un acontecimiento como los juegos olímpicos supone abrir todavía más las puertas a los ciudadanos del resto del mundo, ¿pero qué tiene España que ofrecer más que calles sucias y pinchos enmohecidos y rancios? A mí se me encoge el corazón cada día cuando veo a los turistas del Primer Mundo recorrer Madrid. No es sólo que al menor descuido vayan a perder todas sus pertenencias más valiosas, no es sólo que la ciudad carezca de un conjunto monumental significativo que justifique un viaje de carácter más o menos cultural a las cloacas de Occidente, sino que el espectáculo humano que ofrecen sus habitantes es de un patetismo tal que la imagen de pueblo pobre y mendicante que se construye ante los extranjeros sirve para disuadir de cualquier inversión, en la materia y en el espíritu. El triunfo del liberalismo de los analfabetos trajo consigo la proliferación de estatuas humanas que reclaman su condición de instrumentos del arte (!), ejércitos de chatarreros venidos de las regiones más audaces de la UE, subsaharianos decorativos y toda suerte de buscafortunas al país de los taberneros -léase "emprendedores"-, el país del "sálvese quien pueda", del "pase y sírvase" y de la irresoluble anomia. Por todas partes hay gente mendigando, cabe preguntarse además si quedarán rumanos y búlgaros en Rumanía y en Bulgaria, igual que en algún momento Ecuador estuvo a punto de echar el cierre por falta de personal, porque había en España muchas viviendas sin vender ni alquilar. Por todas partes hay gente rebuscando en cubos y contenedores de basura uno ya no sabe el qué, porque cubos y contenedores son examinados cinco, seis, siete veces o más antes de que los camiones de recogida se cobren el resto absolutamente residual del botín de nuestra basura. Por todas partes se exhibe el carácter tercermundista de un pueblo pobre y delirante que vive con satisfacción el signo de su pobreza: España es sucia y hortera. Yo he recorrido esta ciudad -Madrid- por años sin fin hasta creer que vivo en ella desde hace una eternidad y nada de lo que veo hoy se parece a nada de lo que haya visto hace dos décadas. A mí me gustaría que quienes dirigen el COI viajasen a Madrid para ver la ciudad que realmente es, y no la que políticos alucinados e interinos quieren hacerles creer que es o será cuando tenga el dinero que permita realizar proyectos caducos. Descubrirían entonces lo que muchos hemos sabido desde hace demasiado tiempo: no es un problema económico, es un problema cultural también. Para abrirse al mundo hay que ofrecer algo deseable, algo que los demás perciban que les falta, algo que les oriente en una dirección humana, y eso España no se lo puede ofrecer a ningún país del Primer Mundo.
Desde Basuragurú solicitamos su apoyo a los miembros del COI para que sea Tokyo la ciudad que acoja los juegos olímpicos en 2020, una adhesión hecha con la conciencia de ciudadanos honestos y coherentes. Nosotros no creemos en otros milagros que los divinos, exclusión explícita de la superstición "leyes del mercado", no tenemos la menor confianza en los políticos que decoran sus despachos con obras de arte ni apoyaremos jamás a una delegación a cuyo frente se sitúa a una analfabeta política sin otro mérito que la compañía en el católico tálamo. La búsqueda de la fortuna por medios ajenos nos avergüenza, la orgía lobista de despilfarro nos aterra, y la mendicidad, ya privada, ya institucional, nos da ganas de vomitar. Basuragurú quiere decir al COI lo que nadie en España quiere oír: los juegos olímpicos no van a contribuir de ninguna manera a solucionar ningún problema de los que afectan al país, la principal transformación de que disfrutaríamos los habitantes de la ciudad de Madrid sería sólo de los precios de toda suerte de productos, artículos y servicios, y conocida es de todos la estúpida insaciabilidad de los españoles cuando se trata de sacar provecho de los demás. Nos gusta Japón, admiramos una cultura que presiona sobre sus miembros como si una grúa estuviese a punto de aplastarlos a la menor falta; nos produce la más irritante de las envidias que la violencia haya sido allí alejada del escaparate de la vida pública y que las colillas de cigarro se guarden en una bolsita dentro de la chaqueta. Pedimos pues el voto para la candidatura de Tokyo 2020.


Basuragurú


¡Todos con Tokyo 2020!

martes, 18 de junio de 2013

Truco para preparar 6 yogures tipo "griego" de Danone

Hola, amigos.
Cuántas veces no habremos tenido invitados sorpresa para una comida o una cena y no hemos sabido qué preparar -un plato principal, un segundo...-, ni mucho menos qué ofrecerles después, un postre económico y delicioso que nos haga quedar a la altura de un anfitrión ejemplar. Pues aquí os dejo esta idea, que no me atrevo a atribuirme en tanto que creadora porque la he copiado de Danone, ya sabéis, la mayor productora de lácteos elaborados para España, pero a la cual no interesan los trabajadores españoles, esos formidables consumidores de todas las cosas. Pues allá vamos, aquí tenéis un postre para rechupetearse los pezones.
En estos tiempos, cuando tan mal vista está la solidaridad, quién no tiene 4 yogures tipo "griego" de Danone en una bandeja de su frigorífico... El problema se plantea para 6 comensales. Supóngase que 4 amigos se presentan a traición a la puerta de casa. Sería una descortesía librarse de ellos con una excusa miserable, y como se dice en todas las crisis, "donde comen dos comen seis", o como se dice en las reuniones de la CEOE, "¡estos hijos de puta quieren que se les pague incluso porque se les muere la abuela!", luego, ¿cómo repartir 4 unidades entre 6? La solución nos la ofrece Danone con su paquete de yogures tipo "griego" en formato ahorro. Voy a ver si soy capaz de explicarlo. Para repartir 4 de estos yogures entre 6 comensales podéis hacer como Danone, a saber, o bien adquirís las 6 unidades del formato ahorro, o bien compráis sólo 4 yogures en un pack normal, que podéis servir en pequeños vasos al modo trendy, para lo cual bastará con repartir de manera equilibrada el contenido de los 4 envases en 6 nuevos recipientes. Danone lo hace exactamente así con su formato ahorro, el de 6 unidades, más caro, por supuesto, que el paquete de 4, si bien entre uno y otro, el de 4 y el de 6, no hay más diferencia que el precio y el número de envases. Pues nada, a disfrutarlo y a quedar como Dios manda.


Informa María Malamenti

martes, 11 de junio de 2013

¡Que le den por el culo al FROB!

Cómo nos toma el pelo el Gobierno de España...
Dejo aquí testimonio de un caso real libre de derechos para uso de comunicadores, creadores de opinión y otros demagogos.
Dos jóvenes de treinta y tantos años montan una empresa, se convierten en capital activo dueño de sí mismo, en autónomos, ¿o habría que decir "emprendedores"?, lo que con satisfacción de tabernero antes decíamos "empresarios". Capital dueño de sí mismo... o no tanto. Cuando se trabaja por cuenta propia (¡autónomo!) todo es más difícil: no existen el salario ni el horario, que son sustituidos por la fatiga y las deudas, un trabajador por cuenta propia no alcanza beneficios hasta años, digo años, después de haber puesto en marcha su actividad y siempre existen las dudas acerca del grado de profesionalidad en la ejecución de los trabajos. Por supuesto, es una opción de alto riesgo y hay que tomar decisiones definitivas: si no se aceptan todos los encargos que van saliendo al paso, la actividad mengua y la empresa desaparece (ya lo decía Marx...), si se aceptan, hay que contar con más trabajadores, pero ¿cómo repartir algo, que es poco, entre muchos necesarios? El problema en realidad consiste en lo siguiente: dos no pueden asumir todo el trabajo que les permitiría cubrir el capital arriesgado, pero si hay que repartir entre cinco, entonces todos no pueden cobrar. Y, efectivamente, los jóvenes emprendedores sacrifican su parte para cubrir los salarios reducidos de sus trabajadores. Y alguien se preguntará cómo puede suceder algo así. Pues bien, los jóvenes acuden a varias oficinas bancarias en busca de apoyo -¿financiación?-, su caso no es el más desfavorable, porque no es que no tengan trabajo, sino que cobran con mucha demora por los trabajos realizados, luego las entidades no habrían de asumir un gran riesgo. No obstante, ni siquiera así consiguen un préstamo. Menos mal que existe el Gobierno de España y su bendito FROB, o como dice el anuncio miserable con que nos toman el pelo, menos mal que entre todos hemos saneado el sector financiero. Pero ni por ahí consiguen nada nuestros amigos: por extraño que parezca, no cumplen los requisitos para beneficiarse de los apoyos en la financiación de su empresa. Agotadas las vías oficiales, sólo resta pedir dinero a sus familiares, de donde resulta que el padre de uno de ellos, pensionista, firma un préstamo para que su hijo pueda pagar a sus empleados, préstamo que se reeditará indefinidamente. Hablamos de 9.000 € de mierda, algo que ni siquiera en el PP se dignarían a meter en un sobre. ¿Es de verdad tan difícil que dos trabajadores por cuenta propia, que dedican su vida de 8 de la mañana a 10 de la noche, sin descanso de fin de semana, a no morirse hambre, que tienen la capacidad de repartir sus miserables no-beneficios con otros, puedan obtener un pequeño apoyo financiero para que no cese su actividad? ¡Pero qué cojones estamos haciendo en este país de mierda!
Preguntados los jóvenes emprendedores por la situación política del país, una respuesta común: que les den por el culo a todos, a la UE, al Gobierno de España y a la madre que los parió. Tras conocer esta y otras historias reales, me declaro rendido ante la siguiente conclusión: lo que no pudo la riqueza -aniquilar el Estado-, lo ha conseguido la pobreza mediante el envilecimiento de los ciudadanos. Yo siempre he hecho una pequeña campaña entre familiares y allegados en defensa del procedimiento democrático, convencerles de la necesidad, de la responsabilidad de acudir a la urnas, pero he sido derrotado, lo confieso, me he convertido en un soñador de cadalsos, y ya sólo creo en la justicia que se realiza con violencia, y no precisamente por cuenta ajena -tanto leer a Kant para caer en la cuenta de que la cosa era la mar de simplona...
No lo llamemos abstención, el Estado en todas sus formas se ha convertido en una realidad paralela sin el menor interés para los ciudadanos.
¡Premio para el liberal del bigote! ¡Oootro perriiito piloooto!


Yvs Jacob

martes, 4 de junio de 2013

La analfabeta derecha española arruina a Yvs Jacob un concierto de Hilary Hahn

Pero la gran noticia de la música clásica en España no es que Hilary Hahn interpretase por primera vez a Henri Vieuxtemps con la OCNE, sino que las entradas para la temporada 2013-2014 de dicha formación ya cuestan 36 €, y como la cosa siga así bastará con un solo asistente en calidad de público para cerrar todo el presupuesto, incluidos profesores, director y toda suerte de artistas invitados. Ya decía Josemari que somos una gran nación, y desde luego que no les faltan ínfulas a nuestros precios -hay que ver lo exquisitos que nos ponemos con el arte en el país de los camareros...
Un pobre de mierda tiene que hacer muchos sacrificios para reservar 29 € si quiere acudir al Auditorio Nacional a ver, escuchar y sentir a Hilary Hahn en un concierto de violín junto con la Orquesta Nacional de España. Cuando el solista es tan absolutamente destacado, un prodigio de la educación y el esfuerzo bien dirigidos, me resulta inadmisible buscar una butaca fuera del patio, ni siquiera en las alturas, por mucho que gane la perspectiva de apreciar al conjunto al completo sobre la escena -algo obligado al menos una vez en la vida-, y un capricho semejante supone comer arroz durante algunas semanas, mucho arroz, nada que ver con el desprecio que muestran quienes sacrifican para su placer el placer de los demás, un tipo de público que nunca he comprendido en la música culta, el que componen los hijos de puta que no paran de molestar ni un momento, que continuamente buscan en bolsos y bolsillos vaya uno a saber qué cojones, que no encuentran ninguna posición lo bastante cómoda como para morirse sentados ni caen en la cuenta de que el programa de mano, la recetilla apenas informativa que ofrece la gerencia (?) del Auditorio Nacional con notas de Jorge de Persia para que no se aplauda cuando no toca, no está hecho de seda, sino de recio papel cuyo contacto produce un sonido -cosas de la física que se enseñaba en los colegios públicos... Con mucho arroz dentro y no menos entusiasmo, tomo mi asiento en el patio de butacas -a un lado, María Malamenti, al otro, el vacío; debe de ser la felicidad... Pero ya va a empezar el concierto, con una obrita bastante tonta e intrascedente de Voříšek, respiro y me hincho de satisfacción, cuando de las cuatro butacas libres que tanto necesito para mi sereno recogimiento, tres las ocupan de inmediato unos ejemplares que no cabe juzgar sino de la infeliz derecha española, la cultura del impostor -a mí nunca me ha engañado el oropel: estos cabrones me van a fastidiar el concierto. Cuando hace frío, quizá convenga abrigarse, pero no son necesarias dos personas para auxiliar a un tercer adulto, a menos que se trate de un inútil tan incapaz y tan tonto que no pueda ni cortarse las uñas, y quienes lo acompañan no conciban nada más interesante que hacer que perturbar la placidez de un melómano por puro entretenimiento. A veces hay gente tan tonta que si pasa frío uno ya lo tienen los demás, y el grupo entero se abriga. Y venga a hacer ruido con chaquetas y bolsos y resúmenes de programas de mano -y me pongo las gafas, y ya no las quiero, y me las quito, y las guardo, y me las pongo otra vez, y abro el bolso... ¡Pero qué cojones es todo esto, señoras y señores! ¡Pero cómo son tan estúpidamente gregarios estos liberales bobos! ¡Tanto individuo, tanto individuo y están más vacíos que solos! Pero la música es así de poderosa, uno se construye la expectativa de un gran placer y descubre que podría liarse a hostias -es insondable, poderosa, misteriosa es la música...
¿Pero a qué viene toda esta gentuza, coño, que ya no estamos en el siglo XIX con tanta joya y tanta polla? Ya no hay que cumplir con ningún uso social, a un concierto de música culta se acude a escuchar la música, y a nadie le importa si uno va o no va, pero el que va, tiene que estarse quieto, joder, si una hora, una, y si dos, pues dos, y el que no se crea capaz de superar esta prueba bien puede quedarse en casa jugando con la porcelana. Yo he pagado mi entrada con arroz, comiendo arroz y dejando de comer, he preparado este concierto desde hace meses, a mí no me sobran 29 €, nadie puede disponer de mis 29 € miserables para su vacua gratificación, yo ocupo mi butaca y ni se me oye un suspiro ni se me oye la respiración; yo me quedo quieto en mi butaca sin distraer a nadie, ¡cómo puede ser esto tan difícil para los estúpidos con dinero si puede hacerlo un pobre de mierda como yo! A punto estuve de cometer un asesinato, aunque habría de buscar otro nombre para referir un acto de justicia. Yo siento por un solista el respeto que sólo inspiran las ruinas y los templos -y también por toda la orquesta, por supuesto-, y si alguien se atreve a profanarlo, entonces siento hervir la sangre dentro de mí, es una osadía para la que sólo cabe el castigo severo, instante en que yo me reconozco apenas un instrumento, como esos racionalistas hegelianos que quieren salvar la patria, y podría trenzar lianas con los intestinos como no las ha visto ningún museo Guggenheim. Me contuve, no obstante, porque había en la grada anterior a la escena una cara que me recordaba demasiado a José Luis Pérez de Arteaga -visto apenas un par de veces cuando pasea al perro por la baja Malasaña-, y mucho me extrañaba, la verdad, que una autoridad como él, que un eficaz creador del paladar musical ocupase un lugar tan contradictorio, apreciada la música por la espalda, una modalidad económica de mal gusto y peor acústica -¿es que RNE no puede asignar otro asiento al último intelectual en sus filas? (¡Qué error cometí aquella cuarta de Mahler en el lateral de los pobres, cuando me perdí por completo a la otra mitad de la orquesta y a la música con ella!). Más tarde pude comprobar que no se trataba del conductor de programas radiofónicos; una lástima, la verdad, porque momentos hubo en que me temblaron las piernas y las manos y desaproveché una buena ocasión para un scherzo molto vivace con finale impetuoso.
Ya he marcado en el calendario cuatro fechas para la temporada que viene -triste es admitirlo, sólo cuatro conciertos...-, y todo gracias a la maravillosa dieta del arroz, que todavía recomiendo (sus beneficios superan con mucho la confianza depositada en las plegarias a la virgen) -pero ¿por qué será tan caro sentarse en el patio de butacas en estos conciertos si casi en dos tercios se queda siempre vacío? Sin duda es una manifestación de la gran nación que somos, es de tan mal gusto un aforo completo... ¡eso es de una nación pobre!
Creo desde hace tiempo que con la obsesión económica está aflorando la naturaleza vil de los españoles, que se expresa de manera rica en usos y comportamientos. Pero el liberalismo de los analfabetos, esos predicadores de la excelencia, no puede engañarnos: las clases adineradas en España han sido siempre las más mediocres de Europa, no sólo por su cobardía emprendedora, sino también por lo mal educados que han salido sus miembros de esos colegios tan selectos, donde quizá han aprendido mucho acerca de la superstición, pero nada en absoluto acerca de la desgracia que es para todos convivir los unos con los otros. Aparte de la pertinente locución que advierte de la desconexión de dispositivos móviles en la sala durante el concierto, mal no estaría acompañarla de alguna orden marcial y autoritaria que pueda ser comprendida por estos imbéciles, un "¡Se estén quietos, coño!", quien sabe si con la benemérita dentro de la sala...
¡Janine Jansen y Sol Gabetta! Se me va a quedar un tipito...


Yvs Jacob