jueves, 18 de febrero de 2010

Sabidulía oliental. Desata tu chinofobia

Desde que China iniciase la ocupación tolerada del Reino de España, mi calle se ha convertido en una pequeña Camboya con nada menos que quince, ¡quince!, establecimientos regentados por orientales. El asunto me pone de muy mala hostia. Entre tiendas de mierda, de comestibles comprados en el supermercado y revendidos y revalorados en horarios especiales y fruterías donde cuesta lo mismo un kilo de peras que de patatas, camino de arriba abajo, un número tras otro de la calle preguntándome si soy el único subnormal para el cual el desarrollo chino se está convirtiendo en abuso, santo paciente, yo, y siento la necesidad de iniciar una revolución contrarrevolucionaria que devuelva la situación al momento anterior a que China iniciase la contrarrevolución capitalista que está depauperando todavía más el espíritu de los españoles. Este abuso excesivo ha llegado incluso a adoptar técnicas del mercado de empleo español, y he visto con mis propios ojos que un sudamericano trabajaba como empleado en una frutería oriental, lo que ha desmontado mi corazón como un reloj que reventase por la fuerza inherente de sus muelles. El derecho a explotar a un sudamericano sin distinción de horario o festividad y por un salario à l'ancien régime era nuestro, totalmente nuestro, español. Pero ha sido otro pensamiento el que me ha dejado tieso y pegado a la acera durante un tiempo indeterminado que he juzgado larguísimo: si un chino es obligado a trabajar por nada en los establecimientos que regentan sus compatriotas, ¿qué mensualidad habrá sido acordada con ese pobre diablo venido de Indias?
Esto no puede continuar así, no puede.


Yvs Jacob