martes, 18 de octubre de 2011

José María Izquierdo, uno que vale por ciento

Apenas enciendo mi ordenador, busco en la fonoteca de la Cadena Ser la lección diaria del maestro Izquierdo. Algo sobre lo que la prensa de derechas española debería reflexionar es sin duda el hecho de que baste un solo torpedo para hundir a toda la flota. Los retorcidos análisis de Hermann Tertsch, que rezuman más odio y desesperación de la que podría pensarse que cabe en el alma negra de un único individuo; las encíclicas de Pedro J. Ramírez para la educación de la sociedad no democrática; el patinaje esperpéntico de Fernando Sánchez Dragó, ese cacharro senil, que más parece un muchacho recién inflamado su corazón de ideología política, un neófito neoliberal de ochenta años, verlo para creerlo; los ejercicios de autosuperación de Salvador Sostres, por si alguien dudaba de la vida interior de los animales; las florecillas muertas de Alfonso Ussía, suya la poética clasista y faltona, si bien donde él aprecia aristocracia y olfato percibimos los demás tufillo a rancio y fango orinado; el rostro acorazado de Carlos Dávila y, claro, César Vidal y la pseudohistoria, o cómo adoctrinar en el chascarrillo para combatir el liberticidio... -¡ay, más abajo ni siquiera puedo situar a Pío Moa! Todos estos "cornetas del Apocalipsis", como los llama Izquierdo, y muchos más, deberían darse cuenta de cuán patético resulta el periodismo de tropa en democracia, y deberían advertir que, por mucho que su propósito sea salvar a la patria de sus peligros, la vileza, la ruindad y la mezquindad sólo alimentan el sectarismo fanático... (y el número de votantes del PP, ¡cielos!). Obviamente, si pudieran aprender algo semejante, se habría resuelto un problema de recia raigambre española, la imposición violenta, y disfrazada de legitimidad, de unas voluntades sobre otras, y cuya frustración se aprecia en la prensa amarilla y difamatoria que practica la derecha en la forma de pataleo y ardor en el esternón... de momento, hasta que lleguen los azucarillos. (He conocido que el grupo recibe también el título de "carajillo Party". Lo encuentro insuperable).
¡Qué será de nosotros como triunfe la derecha!
Mientras gran parte de la sociedad española señala al PSOE como artífice y causa de todas las desgracias, se ignora todo lo que se encuentra bajo la superficie de la pseudopolítica. Ya no es sólo que si gana el PP las elecciones se va a poner la cosa muy mal, sino que se estará dando la razón a los secuaces más corrosivos y destructivos que le han hecho la campaña, se estarán ratificando actitudes, modos y afirmaciones entre los más dañinos para la convivencia democrática, precisamente de quienes ni la entienden ni la respetan. La sociedad democrática es compleja, se compone de tendencias, capas, tensiones y direcciones mútiples y diversas, y quienes no la aceptan así, no pueden gobernar, ni aspirar a que los demás les escuchen.
Sobre la oportunidad de trasladar el blog de Jose María Izquierdo a otro formato, un libro, Las mil frases más feroces de la derecha de la caverna, se me ocurre que existe una cierta insatisfacción en lo que podría llamarse "la escritura para la Red", algo muy parecido al "síndrome de Marías". Como es sabido, Javier Marías sólo escribe a máquina, odia los ordenadores (y los ruidos en su portal, ¡será europeo...!). Ambos instrumentos exigen el tráfago sobre el teclado, pero la máquina de escribir entrega una preciosa página dispuesta para su archivo, y el ordenador, sin más, se la traga. Yo interpreto el "síndrome de Marías" como la esperanza de que alguien encuentra alguna vez todas esas páginas interesantes... Pero ¿por qué convertir un blog en otro bulto para las estanterías, donde no va a ser menos ignorado ni eterno? Dejo aquí esta tribulación para los intelectuales de la posteridad.
Mucho está en juego el 20-N. Para los indecisos, recomiendo vehemente una consulta al blog de José María Izquierdo. Si todo lo que dice allí el catavenenos es cierto -yo no me puedo tomar la molestia de comprobarlo-, hay que ser muy valiente para no tener miedo.


Yvs Jacob