miércoles, 31 de octubre de 2012

Artur Mas resulta ser un timador de tomo y lomo

Pues qué fastidio, yo que pensaba en desespañolizarme y hacerme catalán, tenía el proyecto de solicitar esa nacionalidad cuando sea algo más que una mera descripción cultural, y ahora me entero de que circula por ahí una carta de Viviane Reding, comisaria europea de Justicia, a propósito del falso mesianismo que estaba encarnando, casi a la perfección, Artur Mas, que había prometido a los catalanes salir de España para entrar de lleno en Europa, y parece que sin España no hay Europa para Catalunya, sorprendente, porque, con Catalunya o sin ella, tampoco parece que haya mucha Europa para la propia España. Qué cosas más extrañas están sucediendo... Barack Obama pone a España como ejemplo de lo que nunca se debe hacer en tiempo de crisis, aunque aquí muchos sabemos que España es ejemplo de lo que nunca se debe hacer en ninguna circunstancia y en ningún tiempo, y es por eso que estaba yo tan ilusionado con la palabra de Mas, "In-de-pen-dèn-cia" -creo que en catalán se dice siempre "cia-cia-in-de-pen-dèn-cia", o al menos es así cuando se canta en el Camp Nou. A mí los mesías me encantan, podrían convencerme casi de cualquier cosa, y es ver un mesías que ya me transformo, me convierto, y me da igual que se pronuncie por la bomba atómica o que sea guerracivilista, me basta con que sea esencialmente mesías y que prometa realizar -hacer realidad- grandes proyectos, que se me agarra en toda el alma, es como esa tos que sale de los bronquios, que todo te mueve y te destartala. "¡Que viene el mesías, que viene, que viene, se decía en las calles de Barcelona, que viene el mesías y esta vez es de verdad!", y aunque no pude estar allí para celebrarlo, me sumé, por así decir, en la intimidad con unas gruesas descargas de ketchup y mostaza, a modo de barras, sobre una hamburguesa, ¡que no todos los días se presenta un mesías, coño! Qué ilusionado estaba, por fin me libraría de esos españoles tan mediocres y bobos -la verdad es que hubiera preferido solicitar la nacionalidad en algún país escandinavo o en Alemania, pero no doy el tinte ni la talla, y temo que actúen algunos prejuicios de los que no se libran ni las democracias más divinas. Me ha pasado como a Artur Mas, me he quedado sin palabra al conocer el contenido de la carta; no quiero a España porque no es europea y Europa no me quiere porque quiero una Catalunya sin España, pero es que España no es Europa, y yo necesitaba entrar en Europa para salir de España, pero para salir de España necesito a Catalunya, pero Catalunya no existe sin España, que no es, ni puede ser, Europa, como le pasa a Catalunya. En esta hora te maldigo, Artur Mas, todo lo que me prometiste se ha desvanecido y vuelvo a ser nihilista, que significa que todo el mundo pasa de uno, pero a ese uno ni le importa. Te maldigo, ya nunca más querré ser catalán. ¡Ay, cómo no caí antes en la cuenta de que también tú eras un falso mesías, con ese pelazo y esas monturas de gafas...! ¿Y qué hay de cierto en la nueva ideíta que ahora se te atribuye, celebrar una Diada el último jueves de cada mes? Aquí en Madrid lo llamamos bicicrítica, tampoco se pasa muy mal y tiene mucho de pequeña república -a lo mejor te parecemos un poco ingenuos; juzga tú: "yo pedaleo y no me cabreo". Hay que reconocer, no obstante, que vivimos en tiempos de muy pocos mesías, a diferencia de lo que sucedía en la antigüedad, y, oye, tú por lo menos lo has intentando.


Tocomocho para Basuragurú