miércoles, 29 de septiembre de 2010

Hermann Tertsch y Ana Samboal no podrán ir hoy a trabajar

¡Me cago en la puta!
Pues parece que los dos tipos estos con nombre raro no podrán acudir hoy a su cita con los manipuladictos. Es para cagarse en la puta y más.
Que un esquirol atropelle a un miembro de un piquete informativo y lo deje en coma, pase; que los piquetes coactivos rompan aquí y allá cristales, sellen cerraduras con silicona y quemen contenedores, pase también -y que pase además el blindaje que la Delegación del Gobierno en Madrid ha hecho al Corte Inglés de la Calle de Preciados. Pero bajo ningún concepto voy a tolerar que dos profesionales de la comunicación y del periodismo, dos cimas de la razón, dos soberbias mentes privilegiadas -y sin las cuales, ¡ay, amigos!, ¡cuántos desmanes no cometerían esos malditos socialistas!- se queden de brazos cruzados por culpa de unos alborotadores, cuando menos, filocomunistas.
Y, en efecto, si Hermann Tertsch y Ana Samboal no advierten hoy a los madrileños de los peligros de un gobierno socialista, del despilfarro, de la necesidad inventada, gratuita de los sindicatos en un mundo que se regula por el libre juego de la oferta y de la demanda, y por la honradez de los defensores de semejante doctrina, si estas cabezas sabuesas del periodismo nacional no aleccionan acerca de la moral esta noche, ¡ay!, mañana, España será un infierno. Porque algunos manipuladictos podrían haber cambiado de bando; podrían haberse arrojado de nuevo a esa izquierda experta en crisis -sociales, económicas, morales, ¡qué más da!-, una izquierda demoniaca, libertina y fascista. ¡Qué tragedia, si los manipuladictos se marchan a otro corral! ¡Ése era nuestro ganado!


Yvs Jacob

martes, 28 de septiembre de 2010

Basuragurú dice "Sí" a la huelga general

Con honestidad, un día de huelga general en España no cambiará las cosas, ni aquí ni en el mundo, ni para bien ni para mal, y si los días de fiesta eran un privilegio religioso, en su mayoría, habrá que reconocer a los sindicatos la colonización laica del calendario. Por otra parte, a los sindicatos convocantes les viene bien la fantasía de una auténtica acción social, acostumbrada como tienen a la ciudadanía al sorteo de chubasqueros y cestas de Navidad. Es precisamente esa ciudadanía la que tiene la culpa de la inoperancia de los sindicatos, con su baja afiliciación, ciudadanía que piensa que ya es bastante que los sindicatos existan para que tengan éxito, sin necesidad de apoyar su labor con una mínima cuota que a nadie empobrece.
Al margen del Gobierno, que se esfuerza por no humillar a las centrales sindicales, tal y como hace toda la derecha política y mediática, la huelga perjudica a esos mismos sindicatos, y todo por un problema congénito de los españoles para la interpretación de la realidad: el desprecio. Buena prueba de la estupidez nacional es el triunfo de la derecha, pero hay que admitir que esta derecha española es eficacísima haciendo daño, y ha conseguido que los sindicatos aparezcan ante la ciudadanía como criminales, y a poco que se descuiden, serán también los culpables de la crisis económica -el proceso, no obstante, ya está en marcha, y, en Madrid, la televisión pública y manipuladora ya ha conseguido que muchos trabajadores condenen a sus compañeros liberados sindicales, en lugar de agradecerles la dedicación que otros no parecen tan decididos a ofrecer, si bien nada saben de la posible financiación ilegal del Partido Tontular de la Comunidad, por ejemplo.
Pero la paradoja es inagotable en la España tan divertida que hemos heredado, y la huelga, aunque perjudique más a unos sindicatos desinflados, también servirá para coger algo de aire, quién sabe si incluso bueno, limpio. Dado el enrabietamiento de la derecha, yo dirijo la huelga hacia ella. Si el Gobierno tiene culpa, en parte, por no haberse atrevido a atajar una situación desquiciada, son los principios de desgobierno económico dominantes, principios de un libre mercado confundido con la más absoluta barbarie destructiva, los que han triunfado. Cualquiera que entienda algo de la actualidad comprenderá que el PSOE no puede negarse al libre mercado, no en vano es un partido socialista -hay que leer a Émile Durkheim-, pero el terrorismo liberal no se encontrará jamás en su programa. Este terrorismo fue introducido por el insaciable Partido Tontular, y el PSOE hizo el tonto al no combatirlo de inmediato.
La huelga no cambiará nada, si acaso, algunos cristales rotos en el día que se avecina. La única huelga exitosa es una indefinida; lo que el mundo necesita no es mover de un lado a otro el capital, sino deternerse por completo, explotar y comenzar otra vez.
A Basuragurú le gusta la huelga, le gustan los días de fiesta.


Yvs Jacob

lunes, 27 de septiembre de 2010

Julia Roberts. Cuando fuimos pueblerinos

No voy a negar que Julia Roberts sea una muy rica hembra de las que hubiesen distraído al mismísimo Immanuel Kant de su disciplina sobrehumana, pero tengo dudas acerca de su talento como actriz. Me atrevo a decir que no ha hecho ninguna película decente; ni siquiera se le ha escapado un pechito, eso sí, muchas caritas, muchas sonrisas, mucha boca se le ha visto en todas. Que a un mal actor se le dé un premio por haber hecho un buen montón de películas malas es algo bastante habitual en el mundo del cine. No sé ahora cuántas hay que hacer, pero todos los malos actores con muchas películas malas terminan premiados por su labor. Tiene gracia. Si lo que haces lo haces mal, entonces eres bueno haciendo lo malo, y por eso te premian tus compañeros, al menos sucede así en el cine -la literatura también imita a la realidad... En el deporte, por ejemplo, es diferente: si uno no gana en los 100 metros lisos, por mucho que haga la carrera, no le dan una medalla.
A Julia Roberts le han dado estos días un premio en Donostia. Para un americano, venir a España por un premio no es en nada diferente a recogerlo en Somalia -quiero decir que la sanción de quienes se lo conceden le debe de importar bastante poco, cualquiera que sea el punto en que se halle el tercer mundo de la cultura. No obstante, Julia Roberts vino, y bien podría haberlo evitado una cita con el callista.
Yo he sentido bastante tristeza al conocer el modo como los periodistas españoles informaban del acontecimiento, siempre considerando que no es más que una mujer guapa con las piernas muy largas. La he sentido también al escuchar a la actriz alabar a Javier Bardem con palabras y gestos vacíos de sinceridad, muy americanos, en verdad, porque su cultura ha multiplicado la calidez de la comunicación al despojar al vocabulario afectivo de autenticidad -ya lo decía Henry Miller, "my friend" no significa una puta mierda.
Pero lo peor ha sido ver a un ejército de reporteros gráficos apuntando con sus cámaras a una mujer en minifalda que sonríe por vicio autómata. Ellos allí, y los telespectadores en sus casas, parecíamos todos gilipollas, como de pueblo antiguo. Es una costumbre fuertemente trabajada por los españoles desde hace tres o cuatro décadas la de humillarse ante ídolos de plástico. No debe de extrañar que de fuera nos echen tanta mierda, es que disfrutamos como locos cuando podemos revolcarnos en el fango de nuestra mediocridad.


Yvs Jacob

jueves, 23 de septiembre de 2010

La última asnada de Hermann Tertsch

El violento Hermann Tertsch, a quien el liberalismo de "la Espe" da comer, y quien nos da a cambio su opinión a los madrileños, sin que esa opinión nos importe una mierda, si bien no nos hace maldita la gracia que se lleve el dinero de nuestros impuestos, Hermann Tertsch, maestro de la mediocre intelectual, aunque bien aplicada en tareas de envenenamiento social, Ana Samboal, se ha puesto pajarita. El hecho en sí podría parecer intrascedente, como el hecho Tertsch en sí lo es, menos cuando se agarra una cogorza y se gana una chufla, y Telemadrid lo intenta convertir en agresión a la libertad de expresión por células rojas que patrullan el distrito Centro madrileño. No obstante, el hecho de que Pedro J. Ramírez se aferrase desde hace décadas a los tirantes, con la pretensión probable de que el complemento hiciese de él lo que no es, a saber, un buen periodista, dirige mi atención a la coquetería recién descubierta por Tertsch en la convalecencia permanente de sus facultades morales e intelectuales. La pajarita, un complemento clásico de los opinadores televisivos norteamericanos en horario nocturno, manifiesta que Tertsch se ha convertido en otra cosa, al menos en su fantasía. Tertsch es ahora "columnista", es "la" opinión. Cierto que las noticias en Telemadrid hace años que no son otra cosa que opinión -en esta televisión pública domina la política de no contratar jamás, bajo ningún concepto, a periodistas-, y que cuando Tertsch conducía el espacio de la noche había que ser igual de duro de estómago que ahora, reducida su contribución a un breve apunte siempre torticero y apocalíptico, como no puede serlo más que la mentira.
La última asnada de Tertsch se esfuerza por convencer al burro madrileño que ama las mayorías absolutas del Partido Tontular de que la medida prevista por el Gobierno del Estado para gravar a las rentas más altas no producirá ningún beneficio. ¡Mira qué bien! A poco que uno curiosee los datos acerca de las rentas en España, es fácil advertir que, si el paro ha aumentado, lo han hecho también las grandes fortunas y el número de afortunados. De eso, claro, no ha dicho nada Tertsch. Lo descojonante, sin duda, es el rostro duro que hay que tener para despreciar desde un medio público una medida como la anunciada, la cara bien dura para decirle al pueblo de Madrid que los que más tienen no deben de responder por los demás, cuando los demás son esa inmensa borregada pobre y trabajadora sin la cual el Partido Tontular no podría ganar nunca las elecciones.
Aunque lo peor, obviamente, y una vez más, es que la borregada lo vote...


Yvs Jacob

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Gitanos para todos los gustos

Si todo es despreciable en los medios de comunicación de la derecha española, desde su defensa a ultranza de un liberalismo inalcanzable para la pobreza moral y cultural de España hasta la agresividad claramente inconstitucional de los muchos opinadores que en ellos abundan, la ingenuidad tan próxima a la estupidez de los medios más a la izquierda no tiene efectos menos vomitivos. Los medios "recién llegados" y con ganas de significación y fuerza contrarrestadora, La Sexta y Público, decidieron desde el comienzo apostar por la España guay, fomentar una ideología de izquierdas libre de los prejuicios siempre atribuidos a la derecha. Pero tanto entusiasmo sólo está consiguiendo ridiculizar los valores que se pretende ensalzar. Como Intereconomía y La Razón, los medios de la izquierda son caricaturas de una ideología, son aptos sólo para tontos, y tontos hay en la derecha y en la izquierda. La izquierda mediatizada por la manipulación informativa piensa que supera a los tontos de la derecha porque ha sublimado la agresividad con el buen rollo, pero no por eso deja de ser tonta. Es cierto que un tonto no agresivo es mejor que uno agresivo, pero un tonto es siempre peligroso. El tonto que cultivan los medios de la izquierda no es pasional, como el envenenado por Intereconomía, por ejemplo, sino sentimental. Ahora bien, el tonto sentimental, el tonto emocional, se deja llevar, pierde la idea cabal de la realidad que todo ser humano debe construir y confunde el bien universal imposible con el bien de su sociedad concreta, dentro de la cual rige el más estricto pragmatismo en tanto que las relaciones humanas son, primordialmente, económicas.
Al mismo tiempo que el Partido Tontular se ha decidido por exhibir sin pudor el núcleo duro de su ideología, los medios de la izquierda guay han hecho lo propio con su infantilismo demagógico de escuela periodística con acné. En los programas de La Sexta, por ejemplo, varios gitanos han desfilado para mostrar al español viejo que no hay nada que temer. Lo mismo ha dado que el gitano fuese de la Europa central o un descendiente de los egipcios cuando se quería aleccionar a la sociedad española acerca de lo inapropiado de criminalizar a una etnia. El gitano, pues, es intercambiable, y si España consiguió integrar a unos gitanos, podrá hacerlo con otros. Lo más divertido de esta solidaridad mecánica defendida por la izquierda guay se encuentra en las preguntas a los gitanos flamencos españoles sobre el problema de los otros gitanos, cuyo único parecido es la piel morena. El intento de hacer del gitano un filósofo de la moral me ha partido por la mitad.
Otro caso bien tronchante de fuerza opositora a la corriente arrolladora de la derecha lo proporcionó la Cadena Ser hace unos días. Uno de sus reporteros localizó a un joven gitano rumano en Alcalá de Henares; la madre trabajaba como enfermera, y el padre, guardia de seguridad. Tal y como se presentó la conversación, este gitano valía por todos los males de su etnia, era, él también, intercambiable por todos los demás gitanos. Como quería ser abogado, el resto de los gitanos quedaba perdonado, absuelto, esto es, se exigía una revisión del imaginario español, al que se trasladaba la culpa de la suerte de los que sufren su desprecio.
En fin... Éste es el espíritu de los medios de comunicación en España. Cada día lamento más que haya tanta opinión en los medios y sólo una emisora de música clásica en todo el dial. Somos tan europeos...


Yvs Jacob

sábado, 18 de septiembre de 2010

El Partido Tontular atrapa el hueso al vuelo

Era cuestión de horas. Por mucho que se empeñe en negarlo la izquierda guay, en todos los pueblos hay problemas relacionados con la inmigración; es más, como dice Guy Hermet, todos los pueblos alternan entre bonhomía y xenofobia, y puede añadirse que ninguna de las dos actitudes desaparece durante el reinado temporal de la dominante. Cabe recordar que en las anteriores elecciones generales el PSOE tuvo que manejar el asunto con habilidad, bajo el temor de que la xenofobia fuese un privilegio de la derecha, pero es de lo más infantil creer que el pueblo, por ser trabajador, esto es, por oponerse funcionalmente a las clases que históricamente lo explotan, es también delicadísimamente rousseauniano y sensible. ¡Ya lo quisiésemos! ¡Y que viva Jesucristo! Tal suposición deja al descubierto la gran ignorancia actual de la obra de Marx y de los orígenes teóricos de la izquierda: la revolución pretendía superar la injusticia de la desigualdad, pero no afectaba a los aspectos no económicos de la moral. En Marx, la lucha obrera no implica una moral extendida como la pretendida por la izquierda en la actualidad. El proletariado no es una clase intelectual, sino pobre en todos los sentidos, y la más peligrosa es la pobreza del espíritu. El proletariado, o el pueblo llano, tiene su propia idea de lo que es una comunidad, una idea no periodística y elemental que se inspira en conceptos de etnia y de cultura, y juzga lo extranjero de un modo variable, bien una bondad, cuando no le perjudica, bien una amenaza, en el caso contrario. El pueblo no es por naturaleza bueno y amante de los derechos humanos, sino pobre, sufrido, y tiene el derecho legítimo de defender sus ideales de justicia y de belleza, por mucho que una izquierda intelectualizada lo empuje a superar los prejuicios culturales.
Puesto que el pueblo es variable, los partidos no tienen más que seducirlo para conseguir su sanción democrática. Es aquí donde el Partido Tontular se ha mostrado más rápido. Mientras que la izquierda guay piensa que el modo de afrontar un problema es negarlo como tal, o lo que es igual, emplear la demagogia a fondo para presentar la cara amable de un asunto mientras se gasta dinero en resolverlo, tal y como sucede con la inmigración y la fantaseada integración, la derecha es más explícita, sobre todo cuando ansía volver al gobierno y ganar una porción de poder, como persigue Alicia Sánchez-Camacho en la Catalunya que tendrá por siempre perdida.
Debe diferenciarse aquí entre la tolerancia como no violencia y el enfrentamiento abierto entre los diferentes. Si la izquierda guay pro-derechos hubiese leído a Immanuel Kant alguna vez, podría reconocer que la tolerancia es un valor negativo, no es más que una resistencia a cometer un acto, pero no es en absoluto una aceptación de lo diferente. La sociedad española es tolerante con los inmigrantes porque un enfrentamiento abierto es imposible en democracia, me refiero a una declarada guerra violenta. No obstante, la sociedad española se pregunta por qué debe vivir obligadamente con tantos inmigrantes, por qué hay tantos lugares convertidos ya en "ghettos" étnicos, por qué se acumulan bolsas de pobreza en un país que, con sinceridad, no tiene tantos recursos como la izquierda guay cree, o sí los tiene, pero la manera de gestionarlos -véase libre mercado- imposibilita un reparto humanístico, en definitiva, un país con muchos siglos de miseria y apenas dos décadas de bienestar al que se pide demasiado buen rollo.
La derecha española, por su parte, no es tan liberal como quiere hacer creer a los ingenuos de tertulia; en temas como la inmigración se mueve con desenvoltura, porque tiene claro que una nación es sobre todo un pueblo con antigüedad, y lo extranjero, en tanto que pobre, sobra. Tan pronto como la Francia de Nicolas Sarkozy ha abierto la espita por más tiempo contenida en una Europa amenazada por la invasión de culturas y etnias no europeas, una invasión que recuerda a una revancha por los excesos del imperialismo y del colonialismo, al Partido Tontular no le ha faltado tiempo para enseñar sus colores. Si el PSOE ya lo tenía cuesta arriba, esta nueva exhibición de descaro tontular se lo pone más difícil. No obstante, si Rodríguez Zapatero sigue el estilo del PSC, todavía se atisba una solución. Igual que el PSC frivolizó con el independentismo del que ahora reniega, tras agotarse el pacto con la insaciabilidad de ERC, el PSOE anunciará una de mano dura con la inmigración ilegal, y después suavizará su discurso, que se verá favorecido por una remontada de la situación económica.
Puede que la agresividad tontular resulte difícil de digerir en un mundo de derechos, pero es más insoportable la demagogia de izquierdas con su manera de crear una realidad más soñada que real. El bien debe perseguirse, pero su deseo implica actuar con eficacia. El pueblo quiere eficacia, quiere actuaciones que le libren de sus problemas, y está agotado de las buenas palabras de la izquierda.


Yvs Jacob

jueves, 16 de septiembre de 2010

Partido Popular, Partido Tontular

Está claro que con la derecha becerril española no hay manera. Después de la cabalgada de Mío Cid Ansnar, llega uno que pusieron a dedo y con zanahoria a Melilla, y lo hace sin otro motivo que el de armar jaleo. Lo malo del asunto es que tal jaleo resulta contraproducente. Si al menos tuviese algún beneficio, todavía podría justificarse el medio por el fin, pero ni así. Bien es cierto que Marruecos seguirá siendo tercermundista mientras no sea capaz de redactar un texto de su propia historia libre de mentiras -un gesto del más aperturista progreso. El autoengaño en que se regocija para pescar tontos en el río del multiculturalismo pluriétnico y omnitolerante de la izquierda española, tontos que lleguen incluso a plantear el desprendimiento de Ceuta, Melilla y las Islas Canarias, todas ellas tierras españolas desde casi los orígenes de la misma patria hispana, no parece que pueda triunfar, especialmente cuando a la izquierda guay española ya le ocupa el problema territorial del Sahara, que despierta una deliciosa inquina antimarroquí.
Pero el premio al tonto no lo gana Marruecos, que puja fuerte por él, sino el Partido Tontular, insuperable como siempre en la irresponsabilidad. Célebre es la frase de Pepiño "el Partido Popular prefiere arrasarlo todo con tal de quedarse con el solar", y cada movimiento que hace corresponde perfectamente a su apetito de destrucción. Dicho claramente: el Partido Tontular es hoy la formación política más peligrosa para España, y lo es mucho más que las agrupaciones no democráticas especializadas en la violencia. Una pena, la verdad -¡tanto dinero para tan pocas cabezas!


Yvs Jacob

martes, 14 de septiembre de 2010

"La Espe", El Mundo y otros falsos liberales quieren acabar con los sindicatos en España

Y todavía habrá quien, siendo trabajador, o lo que es igual, esclavo, seguirá votando al Partido Popular.
El pensamiento liberal-conservador español está hundido en la miseria. La última estrategia desplegada por sus ideodos catódicos ha sido enfrentar directamente a los trabajadores unos con otros, y parece que ha tenido éxito en la siembra del odio. El movimiento de liquidación de los sindicatos lo ha puesto en marcha "la Espe", cansada de que la insulten cada vez que acude a una inauguración, porque "la Espe" va allí a otra cosa, a que la llamen "bonita" y todo eso que no es. Pero sólo la mima el diario El Mundo, que abusa del concepto de liberalismo, como sucede cuando no se sabe lo que algo significa. Días atrás, El Mundo advertía en un titular de portada que los sindicatos habían convocado a sus liberados en el horario de trabajo para el resto de los trabajadores. La advertencia la encuentro tristísima, especialmente cuando en España hay poco más de 2 millones de trabajadores sindicados, una miseria si se compara con la población total en edad y capacidad de trabajar, y, por supuesto, una burla si se considera el número de afiliados de esos siempre admirados países nórdicos, o el de la soberbia Francia. La culpa de que caiga tanta mierda sobre los trabajadores la tienen ellos mismos; primero, porque se han convencido de la maldad atribuida a la sindicación por el pensamiento vicioso de la derecha, y, segundo, por votar a esa misma derecha que dirige la ley que los hizo libres para volver a someterlos como borregos con la pobreza. Seguirá habiendo quien piense que las elecciones no valen para nada, y que todos los partidos son la misma mierda que la política entera, pero nada de eso.
Hay que analizar también los datos con los que El Mundo busca hundir al movimiento sindical. El diario amenaza a los trabajadores no sindicados con el despilfarro, según su perspectiva, que lleva consigo la actividad sindical. Es pura demagogia que sólo busca disponer a los trabajadores contra quienes se esfuerzan por conseguir para ellos una vida digna, algo que en manos de los liberales españoles, entre los que no abunda el honor, es sencillamente imposible.
Esta situación puede ir a mejor o empeorar. Cualquier disminución de la actividad sindical en un país de moral tan destruida como España sería fatal, una regresión a la Edad Media. Pero cabe que las afiliaciones aumenten, que los trabajadores se reúnan y muestren a la derecha el mismo desprecio que reciben de ella. El trabajo es una puta mierda, de eso no cabe la menor duda, y quienes lo defienden, o no trabajan, o ganan lo bastante como para encontrarlo bueno y permitirse el desliz de recomendarlo a los demás. En este mundo de mierda no hay más posibilidad que trabajar, de ello se ha encargado el muy gracioso liberalismo de mercado, pero la derecha se arma para echar sobre el trabajador más trabajo, y sólo un gilipollas apoyaría aquello que le perjudica.


Yvs Jacob

lunes, 13 de septiembre de 2010

La Cadena Ser amenaza a los madrileños con UPyD

El marcaje al hombre que está haciendo la Cadena Ser con Tomás Gómez es más que total, es la hostia. Me imagino que es sólo un entrenamiento para el momento de elegir al candidato socialista a La Moncloa. Puesto que con Rodríguez Zapatero no le ha ido nada bien al grupo PRISA, que ha visto sus pretensiones de libre mercado interferidas por los amiguetes del Presidente, está claro que en el futuro "la Ser" apoyará a otro candidato dentro de la izquierda, y ya se encargará de que no sea quien no debe ser. Pero, por el momento, el acoso y derribo lo sufre Tomás Gómez, frente a la archiempalagosa "Trini", a quien la emisora hace la campaña. Es normal, y en todas las elecciones generales, autonómicas y locales sucede, que los medios de comunicación muestren sus preferencias, declaren qué opción democrática es la más recomendable para sus fieles seguidores. Lo que no se había visto todavía era que un medio intervenga, tome parte, sentencie y crucifique a un candidato a candidato dentro de una organización privada, con sus propias reglas, como es el caso de un partido político. La izquierda se pone furiosa cuando se la relaciona de algún modo con el franquismo, pero hay mucho de franquismo aquí. El caso me recuerda a la entrevista que Franco concedió a un diario belga, y es famosa porque en ella decía el dictador que a España no le sentaba bien la democracia, que el carácter español no se relaciona bien con la libertad, y que conviene a los españoles que alguien los conduzca con mano firme. Se quedó bien tranquilo el muy huevón. Pero la lección sigue vigente: la Cadena Ser, en nombre de una dudosa tarea informativa, anula la libertad de los militantes del PSM con sus ataques a uno de los candidatos de las primarias, y amenaza en general a los madrileños con un futuro descorazonador si Tomás Gómez se alza finalmente con el triunfo, porque "la Espe" le va a dar un escobazo que lo dejará tieso. Lo último que se le ha ocurrido al equipo de informativos, con su flamante director rehabilitado, Rodolfo Irago, a quien habría que enviar de nuevo a la facultad de Ciencias de la Información para que le enseñen a escribir, ha sido echar mano de la sombra de UPyD, ese partido que quiere una España como la de antes, pero democrática, con el argumento de que muy mal iba a resultar otra división en la izquierda, si consiguiese colarse en la Asamblea de Madrid.
Creo que hay que recuperar la cordura. Lo más democrático, y lo más liberal, es que la Cadena Ser deje en paz a Tomás Gómez, que no se interponga entre sus competencias como secretario general de los socialista madrileños y su destino, por muy condenado que esté a darse un porrazo de aquí te espero. Un gesto así, el respeto a la democracia, es algo que siempre hubiese defendido la Cadena Ser en sus versiones más guays. Para solazarse con el autoritarismo ya cuenta el pueblo bobo con los joviales medios de la derecha, y hasta yo me lo estoy pensando...


Yvs Jacob

jueves, 9 de septiembre de 2010

Se queman ejemplares del Corán de 6 a 9 de la tarde

Un tal Terry Jones, al cual ilumina Dios del mismo modo que a otros el LSD, ha parido una idea que puede tener peores efectos que el impacto de un meteorito con la Tierra. Es cierto que el hombre sólo intenta ayudar a la justicia, y que no habría justicia si a una locura no se respondiese con otra, pero tal vez nos iría a todos mejor con la mierda de justicia que rige el mundo desde antiguo, esto es, la de que nos den a todos por el culo, que siempre es mejor que estar muertos. No obstante, aunque Terry Jones está chalado -y habría que aplicarle un tratamiento propio de guerra preventiva con experimentación de nuevos caminos científicos en absoluto desprecio de la moral-, su iniciativa, por muy infantil, no deja de manifiestar el hastío occidental respecto de todo lo que tiene que ver con el Islam.
Una vez más, el buen rollo no deja pensar bien a los occidentales. Encuentro muy comprensible que muchos en Occidente miren al Islam por encima del hombro, pero no a partir de la convicción de que Occidente es superior por ser cristiano, sino por ser, sin más, una puta mierda inmoral, una puta mierda que no tiene más religión que la economía, y en la que todo vale porque todo es posible.
Pero, precisamente porque Occidente es una mierda, es superior a todo lo demás, porque tal superioridad se expresa como libertad. Si algo caracteriza hoy a Occidente no es ya la ciencia, como defendían los filósofos del siglo pasado, sino la libertad. Y el Islam, tanto el de los países más pobres en los que es autoridad como el de aquellos que flotan sobre petróleo, es una religión incompatible con la religión occidental -la economía-, y es así porque la libertad occidental exige desprenderse de todo lastre cultural-espiritual: a nadie le interesa la profundidad del sujeto, sino el salario que está dispuesto a aceptar para seguir viviendo como un animal sin molestar a otros. ¡Eso es Occidente!
Los musulmanes se empeñan en tomar de Occidente todos los avances tecnológicos sin apreciar que nada es mejor que la libertad que se les ofrece; se niegan, pues, a ser libres, a comprender que la religión no puede ser estatal, institucional, omnipresente, sino cualquier cosa con la que un hombre vive en el misterio, en la soledad, a la espera de su suerte, sin importarle a los demás eso ni que coma calabazas.
Mientras Occidente espera a que los países islámicos despierten, se libran dos guerras, una declarada y otra no. Terry Jones es un guerrero de esta segunda, la que no se libra con armas convencionales, pero a la que no se pueden negar el espíritu de autodefensa y un sentido de puritana seriedad que se expresa en el texto de su convocatoria. Los medios de comunicación han pasado por alto el detalle en su mensaje. Interesados sólo en lo macabro sensacionalista, no han atendido a la precisión que sujetaba a la quema de ejemplares del Corán: sólo de 6 a 9 de la tarde, y tengo que felicitarle por la compostura occidental, por la mesura en la cólera, pues tan bueno es saber empezar como cuándo dejarlo.
¡Bravo por Jones!


Yvs Jacob

lunes, 6 de septiembre de 2010

Jesús Neira. La caducidad de un héroe

En Hollywood, la historia sería más o menos así: un descendiente de irlandeses impide que un pasional mediterráneo maltrate a una belleza rubia, la sociedad celebra al héroe, que sufre graves lesiones infligidas por el violento moreno; un político -quizá un senador, o un gobernador- le pone al frente de un chiringuito ocioso, el tiempo pasa, y salen a la luz su infidelidad o su afición a la bebida, y puede que también algunos cálculos mal hechos con unos fondos que se le habían confiado para una buena obra. Entonces el retrato cambia por completo, y el héroe termina en prisión, bien por asesinar a una amante, a su esposa, o por atropellar a un viandante bajo los efectos del alcohol a muchas millas por hora.
La versión española tiene más gracia, más altura política, y eso llama la atención.
Jesús Neira fue algo más que un héroe por un día, fue héroe al menos durante todos los días que permaneció en cuidados intensivos, y mientras los medios de comunicación se disputaban a su esposa, como se lo disputaron después a él, como hacen las bestias a las que se arroja comida ensangrentada.
"La Espe", que es como se llama en Madrid a la desgracia democrática, sacó la urna para recolectar tontos, y como la derecha es ilimitada en su obscenidad, se sacó también de la manga un puestecito para sujetar bien sujeto al héroe, siempre pensando en que el pueblo analfabeto le seguirá siendo fiel. Pero el héroe ya ha sido bastante drogado por la tecnología médica, el héroe, a quien nadie conocía, podía traer ya consigo algunos males -¡profesor de universidad privada!-, y se destapa como gran bocazas, y dice un montón de barbaridades sobre las que nadie quería conocer su opinión, y todo ello en nombre de un confuso liberalismo que se ha extendido por las cabezas cholas de la derecha política española desde que Jiménez Losantos pusiese de moda los calentones radiofónicos como instrumento de defensa jurídica.
El héroe deja de caer bien, ataca a la sacrosanta Constitución, ese insuperable fetiche nacional, insulta a algunos ex-socialistas, a todo el partido, y pierde el barniz tan guay que se había ganado con los golpes de su agresor. Ya sólo queda el fanático de la derecha, el sabelotodo simplón. Para colmo, la policía detiene su vehículo, al sorprenderle ebrio al volante. Es entonces cuando aparece Juan José Millás, y en lugar de la ironía que él cree emplear -él, y algún periodistilla de la Cadena Ser con pocas lecturas y responsable del titular-, emplea un bazoca, porque la izquierda también tiene problemas de medida, y se despacha con el héroe como quien ajusta cuentas con un acérrimo enemigo.
Al héroe ya no lo quiere nadie, es lo que se conoce como "inútil para la política" -el argumento de siempre-: los de la izquierda le habían abandondado por decir tontadas contra la izquierda, y le abandonan en la derecha tras descubrir por qué las decía -el poder del cóctel farmacéutico, según su abogado. En fin.
De repente, me sorprendo compasivo con los cineastas españoles: no es que el cine español sea malo -que lo es-, sino que la realidad española apenas se deja atrapar en hora y media.


Yvs Jacob

viernes, 3 de septiembre de 2010

Las "primarias madrileñas" y las lecturas estivales de Pérez Rubalcaba

Como Pérez Rubalcaba ha sido reconocido en varias ocasiones mejor orador del Congreso, cabe suponer que nuestro superministro del Interior hace algunos esfuerzos por mantener la categoría. Ha sido este verano cuando más me ha convencido ese pensamiento. Todavía en agosto, escuché unas declaraciones suyas donde se afirmaba, en relación con las primarias en el PSM y la actitud del pujante Gómez, que "decir 'no' a Zapatero es un pasivo de futuro". Es con este tipo de construcciones verbales que el oyente -o lector- tiene que deternerse y tomar aire. Yo tomé mucho aire. No se me ocurre otra explicación para este disparate trópico -de "tropo"- que un exceso de ejercicio intelectual por parte de nuestro superministro, algo desconcertante, sin duda. Supongo que anduvo leyendo Pérez Rubalcaba algún tomito de derecho económico, quizá para comprender bien el desastre que asola a la moral en todo el mundo, siempre con la intención de inspirarse y no dejar de sorprender al pueblo analfabeto, y quien sabe si para halagar a algunos cultos de los que se creen bienhablados.
Personalmente, encuentro grotescos los ejercicios stendhalianos si son intempestivos, pero nunca fue la moderación una virtud en la política española.
Por otra parte, observo que la Cadena Ser sigue bombardeando las buenas intenciones de Tomás Gómez, tal que si fuera la propia emisora la que se jugase el futuro en las primarias, y me duele la mezquindad de un medio de comunicación que continuamente se traiciona a sí mismo. Es demasiado triste.
Por último, alguien debe decirle a Gómez que imite, en lo posible, al mejor Pérez Rubalcaba, que no es a su vez el que mejor sigue los consejos de Stendhal, sino el que sabe reprimir sus "mire usted". No mire tanto, señor Gómez, eso ya está muy visto.


Yvs Jacob