martes, 12 de enero de 2010

Un paseo por el universo virtual de Juan José Güemes

Algo que se aprecia inmediatamente ante una imagen de Juan José Güemes o de su jefa, liderísima Esperanza, es que hay muchos ciudadanos que votan en un sistema democrático a los mismos que gobernarían si la democracia no existiera. Pero dígase bien: la democracia no existe, no por el momento, y es por ello que me producen diarrea y risa los nacionalismos, y en general, todas las tendencias que buscan votos con redes a la deriva, porque abusan del analfabetismo de la población para alimentar con borregos -¡número!- una ideología famélica de razón.
Doña Esperanza ya tiene una edad, aunque es seguro que la veremos rejuvenecer milagrosamente en los carteles electorales de 2011; no obstante, Güemes -"pelolengua" conocido- representa al tipo de hombre joven del Partido Popular, un triunfador que no tiene más mérito que estar presente en el momento en que se reparte la caza mayor, puesto que para ganar las elecciones en Madrid, tierra de señores muy antiguos, no hace falta ninguna revelación de un carácter excepcional: el tiempo y el franquismo ya hicieron su trabajo.
El constante triunfo de la derecha en la Comunidad y en el Ayuntamiento sí revela la estupidez del electorado, un tema tabú en democracia, pero que necesita de una sincera y libre investigación.
La juventud de Güemes lo descarta para ocupar puestos de importancia dentro de las instituciones públicas, pero es cierto que sale muy bien en las fotos -admíreselo en su despacho-, y que cumple con el perfil que muchos otros mozalbetes melenudos cultivan con disciplina, más apto para trabajar en el despacho de papá que para relacionarse con los ciudadanos. (La política de verdad, por mucho que en España no se la respete, necesita de experiencias más intensas que haber sido elegido delegado de curso en el "preu").
Se trata, obviamente, de la levedad del cargo, ya que el trabajo duro lo hacen los técnicos, no sin el incordio de algún que otro vampiro leguleyo, y los políticos de esta derecha se pasean, acuden a encuentros, almuerzan... Almuerzan mucho. En definitiva, se muestran, y este su "mostrarse", que dirían los orteguianos más heideggerianos, es para ellos "hacer algo": gobernar. Mucho me temo que no.
Un rápido vistazo a la entrada en facebook de Güemes y a su blog es suficiente para observar que los males de la derecha siguen latentes en su generación: arrogancia, soberbia, prepotencia intolerancia y entrometimiento... Se confirma, pues, que el debate entre derecha e izquierda todavía existe, que no son en absoluto categorías desplazadas por otras que algunos periodistas ya seniles llaman "buenas o malas políticas", y que si España es una tierra de voto fiel, ello se debe a que el estilo de la derecha no deja lugar a otras opciones: la dignidad obliga al odio.


Yvs Jacob