miércoles, 23 de diciembre de 2009

Internet, no "un medio de comunicación social en sentido estricto, sino universal"

Interesantísima sentencia la que puede leerse en Cadena Ser a propósito de un nuevo lío en que se ha metido esta emisora debido a la desmedida e incontenible profesionalidad de sus periodistas.
A menudo pienso que la sociedad ha concedido a sus jueces una tarea imposible, que no es hacer justicia exactamente, sino interpretar la ley, primero, y, después, justificar la sentencia para tranquilidad de afectados y opinadores. Una pésima justificación arroja muchas sospechas acerca de la interpretación de la ley, y la interpretación de la ley, en tanto que universo de lo posible, ya es suficiente para meterle miedo en el cuerpo a cualquiera, sobre todo cuando quien interpreta, iluminado por el reconocimiento social de su función, pretende nada menos que hacer justicia.
Una distinción básica en la historia del pensamiento separa justicia y ley. La justicia es deseable sobre la ley, pero también una pretensión más allá de la vanidad humana que los jueces puedan realizarla, por lo que deben conformarse, y todos los ciudadanos con ellos, con ser capaces de hacer que la ley se cumpla. Si los jueces consiguieran al menos eso, podríamos estar todos contentos.
Puesto que la empresa de la justicia sobrepasa la competencia moral -y hasta intelectual y espiritual- de los jueces, a menudo la interpretación de la ley nos deja divertidos ejercicios de prosa tardobarroca, como en el caso de la genial sentencia. Ya ha sido todo comentado por expertos analíticos en la ingeniería del derecho de los que asoman apenas se sintoniza una emisora o se enciende un aparato de televisión y no me queda más que la sorpresa ante el gracejo del juez, su autor.
Hay que considerar, no obstante, que cuando un juez opina -ellos dicen "juzga", "sentencia"...- en un caso donde una de las partes es un medio de comunicación, entonces agudísimas miradas se posan en él para indagar qué hay bajo la expresión legal, porque es obvio que debe de haber algo más, puesto que si un medio de comunicación es uno de los poderes presentes en la sociedad, sus actuaciones quedan siempre bajo sospecha -afortunadamente-.
Por muy necesarios que sean, no soporto el sempiterno argumento de los medios cuando se excusan en la defensa de la libertad de expresión, tanto más insoportable cuanto que los medios violan sistemáticamente la libertad de los ciudadanos al construir su pensamiento, pero eso es algo que, por supuesto, negarán también por sistema. A veces, no obstante, es muy útil encontrarlos de parte de algo, y también muy grato.
Me agota además el argumento alternativo al pataleo de los medios, uno muy propio de quienes se pretenden muy profesionales opinadores y maduros ciudadanos: acatar la sentencia. Es una estafa para el pensamiento. Una sentencia se acata cuando es justa, y como no siempre lo es, cuando, por lo menos, la interpretación que hace de una ley sí es razonable, y la condena, el peor de los males para una situación dada.
Qué mundo maravilloso...
En relación a la sentencia, muchos sospechábamos que era Internet un medio especial de información y de comunicación, pero nadie había identificado que, respecto de un delito, fuera el espectro de difusión de una información lo más preocupante y lo que constituyera la propia falta. Animados por la sentencia, muy aguerridos periodistas españoles podrían acogerse a la sabiduría del juez para doblegar aún más a sus víctimas en prensa, radio y televisión, si bien componiendo delicadas estrofas afrancesadas para la pertinente difusión en la Red...


Yvs Jacob