miércoles, 25 de abril de 2012

La juez Alaya ordena prisión para el exconsejero Antonio Fernández por mal delincuente

He escuchado la exposición de esta noticia en la Cadena Ser, en el tramo final de Hora 25, y no he llegado a otra conclusión que la propuesta en el titular, esto es, no que Antonio Fernández, exconsejero de Empleo de la Junta de Andalucía, haya cometido un delito, sino que lo ha cometido, como se dice en catalán, muy malamente. Quizá los profesionales de la información no han sabido comunicar bien el contenido, pero me ha parecido entender que era una lectura de un escrito de la juez, y no el de un periodista, lo que se entregaba a las ondas. Quizá me equivoque, pero se acusa al exconsejero de haber favorecido a unos andaluces, y no a otros o a todos, pero, claro, es que lo hacía de manera ilícita, delictiva, se supone, luego no se entiende por qué repara la juez Mercedes Alaya, quien, por cierto, tiene un grupo de seguidores en Facebook, que lo acabo de ver, pues no se entiende, digo, por qué repara en ese aspecto, el hecho de haber enriquecido a los andaluces de una zona, y castigado a los de otra, cuando cometía un delito -y si es un caso a lo Robin Hood, ¡cóño, que no lo juzguen! Pero ¿acaso es un agravante -o atenuante- que quienes practican el robo con alunizaje en la milla de oro de Madrid no estrellen también los coches en los comercios de Lavapiés? Yo confieso que la vida en España ha alcanzado un punto tal de extravagancia y disparate en que ya no me encuentro nada cómodo... ni siquiera yo -se liquida el sistema público de salud, pero se pone todo el empeño en salvar el honor de una petrolera multinacional; se exige a un rey que se comporte como si fuese la mejor persona del mundo, lo que equivaldría a que renunciase a su condición de soberano; se pretende que mejore el nivel educativo de los adolescentes y jóvenes mediante estímulos tales que el encarecimiento de los estudios, el desempleo y la masificación de las aulas; se combate el déficit presupuestario con el desempleo; los mercados tradicionales se convierten en bares de copas para gente guapa y los puestos de frutas se entregan a los chinos y a los pakistaníes... Yo creo que la sociedad española vive la efervescencia de una histeria colectiva que da buena cuenta de la calidad de estas gentes, creo que los españoles contemplan la destrucción como si se tratase de la más extraordinaria obra de arte -sin duda, una sensibilidad exacerbada para un pueblo más bien brutote-, observación que ya hiciera Walter Benjamin a propósito del fascismo de su tiempo. Pero en el presente se ha visto a Eduard Punset en un anuncio de pan de molde, y se ha actuado como si no estuviese pasando nada.
Dejo aquí este asunto, el de los crímenes que no se cometen lo bastante bien en España, para añadir algo a propósito de Cristóbal Montoro, que tuvo ayer su día grande. Si el mundo en que vivimos, que se dice obra de Dios, ya es repugnante, ¿de dónde coño ha salido Cristóbal Montoro?


Yvs Jacob, a punto de desfallecer