viernes, 6 de noviembre de 2009

El Partido Popular hace demagogia con el secuestro del buque Alakrana

Sé que hay muchos votantes del Partido Popular que disfrutarían si el Gobierno decidiera liberar el atunero Alakrana 'a la rusa', esto es, arriesgando y acabando con la vida de casi la mitad de su tripulación para rescatar a la parte restante de los piratas. Esta audacia, que el Partido Popular nunca admitiría abiertamente, se deriva desde su actitud hacia la voz pública, y es una manifestación más de su apetito de destrucción, por mucho que quieran hacerla pasar por defensa de la patria. Al Partido Popular sólo le interesa desollar al Gobierno; porque su tarea como oposición nunca ha tenido nada que ver con la crítica, lo que practican sus dirigentes es la destrucción masiva, y su odio está poniendo en peligro la paz entre los españoles.
Federico Trillo, extraordinario ser humano e insuperable ministro de Defensa, salvó aquella porción de la patria que todos ignorábamos que existía, el Islote de Perejil, cuya ocupación quiso el Gobierno de entonces, del Partido Popular, presentar a la opinión pública como una agresión de máxima gravedad. La operación no pudo ser más sencilla: no había nada que arriesgar más allá de la vida de los militares que intervinieran, y su pertenencia al Ejército se supone una decisión responsable -que significa 'conocimiento de las consecuencias', algo que el Partido Popular descuida continuamente-.
Pero un atunero en el océano, por mucho que sea suelo patrio, no es un islote desierto, y cualquiera que intente poner a la ciudadanía contra el Gobierno con la urgencia de que el secuestro dura demasiado y de que debe intervenirse de manera más enérgica no puede ser sino un miserable hijo de puta. La vida de cualquiera no es menos importante que la patria tan querida para el Partido Popular. La vida de cualquiera es incluso más importante, porque la tierra siempre estará donde está cuando los hombres mueran, pero un hombre muerto, y muerto por una acción orgullosa, vanidosa y desafortunada de sus representantes políticos, es una vida desperdiciada, lo más triste, pues no habrá otra oportunidad, aunque oportunidades tenga la patria.
Creo que la ciudadanía española debe meditar mejor su voto cuando el temido momento de las elecciones llegue. Hay partidos que convierten la confianza de la representación ciudadana en un suicidio. Los ciudadanos deben despertar ya de su eterno embrutecimiento enfermizo y comprender que poner su vida en las manos de los indeseables es arrojarse directamente a los precipicios que el devenir podría abrir bajo sus pies, puesto que la enloquecida gestión del Partido Popular sólo aseguraría que el desafortunado quedara bien jodido, bien muerto.
Pueblo panderetero, ¡despierta!


Yvs Jacob