jueves, 19 de enero de 2012

Cristóbal Montoro ya es el ministro "risitas"

Es Cristóbal Montoro uno de los oradores más impresentables que hayan pasado jamás por el Congreso. Tantas reformas son necesarias en las dos Cámaras que agotaría mi paciencia si intentase ponerlas ahora por escrito, pero debe exigirse una prueba de voz, y cuanto antes, una de decencia.
Se me hace insoportable la visión del ministro aventurero Montoro, pero todavía huyo con más pavor de esa voz tan terrible, alborotada siempre de risitas inapropiadas, que son el festejo de ocurrencias instantáneas, risitas de autosatisfacción, que a los demás, quienes las sufrimos, nos parece, sin embargo, que hablar como lo hace Montoro, y decir lo que dice Montoro, es desde luego para reír, pero para reír nosotros.
Pero del cuadro ministerial tan anodino que ha compuesto un primer ministro igual de insulso, no nos pasa desapercibida a los ciudadanos la vicepresidenta Sorayita y su curso de inverosímil compostura, del que no sé decir si tiene éxito o no, si Sorayita se muestra como se muestra ante la prensa porque el curso funciona o porque fracasa. Estoy perdido. Me pasa con este Gobierno de Mariano Rajoy que soy incapaz de considerarlo en serio, y me duele que se fracture mi fuerte convicción demócrata, yo que creo que no puede alzarse con el gobierno un cualquiera que se rodea de muchos más. Pero por más que veo a esta pandilla en los informativos de televisión, no consigo hacerme a la idea de que constituye el gobierno de una nación, nuestro Gobierno, quizá porque, para mí, un gobierno semejante, uno que advierte continuamente de que lo peor está por venir, debería presentar inmediatamente su dimisión en bloque; para mí, un gobierno que llama gobernar a parapetarse tras medidas que suponen la ruina de una sociedad por el bien de la misma es un gobierno de la más absoluta mediocridad que habría de ser enviado de vuelta a la holgazanería menos perjudicial.
En este clima burlesco donde languidece la política española, el humorista Cristóbal Montoro, ahora conocido como "el risitas", haría mejor en ahorrarnos la ostensibilidad de la estupidez -magnífico logro, estoy de acuerdo-, porque un ministro de Hacienda que se ríe sus propias gracias cuando la situación económica del país es tan crítica no ofrece precisamente una invitación a la danza. Desde luego, es tan típico entre la derecha española pensar que por estar siempre alguien por ahí merece lo que consigue...


Yvs Jacob