lunes, 8 de octubre de 2012

Camp Nou, minuto 17:14

Como muchos nos temíamos, se puede convencer a la gente de cualquier cosa, o casi. Yo me apartaría de inmediato de un proceso sececionista que me exigiese, para mostrar mi grado de pureza y compromiso, la asistencia a un campo de fútbol y el grito, como respuesta a una orden precisa, de "independencia" - "conductismo", o algo así (¿fanatismo?), que lo llaman, y a mí, la verdad, me produce miedo, y mucho. Nos habían querido convencer algunos nacionalistas catalanes, como Josep Ramoneda, de que la independencia de cualquier territorio es posible siempre que se produzca de manera democrática. Pues vaya, que yo eso de una manera democrática no lo entiendo mucho, no entiendo en absoluto qué poder tiene una parte -la mitad más uno, se dice en democracia, sobre lo que otra parte es o no es, ¿española?, ¿catalana?-, y parece que estos bienintencionados nacionalistas confunden el mobiliario urbano, que sí puede imponerlo la mitad más uno, con la identidad, que no se resuelve jamás en democracia -se parece más a las hemorroides, a la religión, se padece en silencio. Y estos nacionalistas tan satisfechos, de los que cabe decir que naturalizan el terror con su ingenuidad, se presentan como un tipo más elevado de secesionista, el que rechaza el terrorismo, pero de una forma u otra, de un lado u otro, apenas se perciba que las posiciones no pueden progresar -yo digo que te quedas, dices que te vas-, el terror llegará. Estos buenos nacionalistas han querido convencernos de que yo y son absolutos, inequívocos, que hablan por todos, ¡maravillosa que es la democracia! Estos buenos nacionalistas, convencidos de que su mal es la unidad, convencidos de que padecen de un exceso de solidaridad -¡un exceso de solidaridad, Bach!-, no han reparado todavía en que quizá ha sido un absurdo modo de vida lo que ha conducido al desastre -CiU ya gobernó durante veinte años-, no les queda la menor duda sobre su destino fatal: un acontecimiento sucedido en 1714. ¡Joder, por qué no se habría inventado antes el fútbol!
Y no menos me ha llamado la atención que Iñaki (Gabilondo), maestro de periodistas, y a cuya ventana suelo asomarme para enterarme de lo mal que va el mundo, al menos esa insignificante parte, España, lo mal que está todo, como nos cuenta Iñaki (Gabilondo) cada mañana, no menos me ha llamado la atención la facilidad con que el maestro asume los procesos secesionistas abiertos o gangrenados de la piel de toro patatera, ese poético "si se quiere ir, se irá", como si los Reyes Católicos no hubiesen reunido Cortes en Barcelona, como si los casi trescientos años transcurridos desde 1714 fuesen nada más que una frontera, dos historias, la de España y la de Catalunya. Yo, la verdad, cuando Artur Mas hace de Joan Laporta, a la independencia le voy cogiendo mucho miedo.
Decía un sabio profesor en la universidad que si puede leerse en un libro de texto escolar que "Catalunya limita al Norte..." luego pasa lo que pasa, y tenía toda la razón. Yo creía que los catalanes eran otra cosa, pero tras el minuto 17:14, creo que son tan tontos ahí arriba como lo somos aquí abajo.


Yvs Jacob


[Y muy pronto en Basuragurú: "La pollera le mira los huevos a Tocomocho"].