miércoles, 30 de mayo de 2012

Del hijoputismo al volante al matonismo de pedal (Madrid en bicicleta)

Hola, amigos.
Observo desde hace meses que las bicicletas ganan visibilidad en Madrid -ya hay casi tantas como comercios de orientales y rumanos mendigando-, y me gusta que muchos hayáis descubierto el placer de pedalear, que es algo más que sentir una aguda molestia entre las nalgas -¿no debería decir algo el obispo de Alcalá de Henares, algo así como "empiezan por la bicicleta y terminan liados con la pata de cabra", o al contrario, "empiezan por el mango y terminan sobre la bicicleta"? Sé que el tema es otro, pero aprovecho para llamar la atención a quienes usáis modelos de montaña para circular por la ciudad: ¡cabrones, hijos de puta! ¡Compraos una bici bonita, coño, o queda(r)os en el pueblo! Pues quería comentar con vosotros este avance de la bicicleta en el paisaje urbano; la calidad del aire que respiramos, el tono tostado de nuestra piel cuando nos tragamos la flatulencia asesina del coche que huye ante nosotros, la música de vanguardia, ¡bendito sea Stockhausen!, coro celestial de los cláxones que anima nuestra marcha... ¡es maravilloso circular en bicicleta! Pero no obstante algunas incomodidades que reducirán por fortuna nuestra vida en este asqueroso mundo de los hombres -¿no serán, pues, bondades de la vida moderna?-, circular es un placer que te puede suceder -¡y hay que ver cómo van las tías este verano! Pues os decía que la transformación de la ciudad para el automóvil a la del ciudadano es posible, y lo que está sucediendo en Madrid, donde cada día somos más los que arriesgamos nuestra vida entre los profesionales del taxi, sería en principio muy positivo, pero, una vez más, cuando se hace a la española, me refiero a la española... española, como tantas otras cosas, se hace mal. Vamos a ver. Siempre se ha definido la ciudad como la mayor creación humana. Es cierto que las ciudades las han construido los hombres para realizar su vida, no obstante, cuando los hombres introdujeron en su vida los automóviles, tanto la vida como las ciudades empezaron a desaparecer: había nacido el hijoputismo. De hijoputismo sabemos mucho en España: ¿saben aquel que diu que no había burbuja inmobiliaria? Eso es hijoputismo. De hijoputismo sabemos bastante por aquí... Yo creo que una ciudad cuyas cuatro esquinas no se pueden recorrer en bici en una tarde no es una ciudad, es una puta mierda. Y es lo que ha sucedido en buena parte del mundo, que la hipertrofia de las ciudades ha condenado a la mayoría de los hombres a vivir en la más absoluta fealdad, lo que puede llamarse el imperio del hijoputismo -y también está la política. Se llama hijoputa a todo aquel que una vez sentado al volante intenta cobrarse la venganza por todo aquello de lo que le ha privado la vida, empezando por la inteligencia. En España hay muchos hijoputas, tanto en Bankia como fuera. Pero me gustaría recordaros que la ciudad es sobre todo para el peatón, que el ciudadano es anterior a sus medios de transporte, y que no pasa absolutamente nada si nos encontramos con ellos en la vía pública, al modo tan español de ir por donde a uno le sale de los mismísimo cojones, esto es, nunca por la acera -las aceras en España, todo el mundo lo sabe, están para que caguen los perros. En la bicicleta, el timbre es un adorno y no cumple la función de reconocimiento que corresponde al claxon del automóvil: por si nadie se había dado cuenta, !ahí llega un hijoputa! Desde la bicicleta se percibe mejor la ciudad, pero se disfruta todavía mejor, con más intensidad, la libertad. Convertirla al matonismo es un error; la bicicleta nos hace pacientes, tolerantes, es el antídoto para esa fiebre, el hijoputismo, y muy mal se hará si la rabia del hijoputa se lleva también a los pedales.
Pues no me queda nada más que deciros. ¡Ah, sí! Cuando no encontramos calles adecuadas para ir de un punto a otro en Madrid, y para evitar la muerte instantánea en las vías principales de la capital, pues no existe el carril bici, y cuando existe, como todo lo que se hace desde la política aquí, no lleva a ninguna parte, solemos subir todos a la acera. No pasa nada porque en Madrid, yo diría que en España, los peatones caminan por el asfalto para no pisar las mierdas que abandonan sus mascotas; sin embargo, todos hemos tenido ese encuentro desagradable con algún ciudadano que todavía cree en la existencia de algún tipo de valores cívicos, y nos ha dicho algo así como "esto no es para la bicicleta", a saber, que circulemos por donde nos corresponde. Y tiene toda la razón. Pero si la regidora Ana Botella situó las estaciones de medición de la calidad del aire en los parques más frondosos, es seguro que los carriles para circular en bicicleta los hará paralelos a las vías del metro. Mientras no haya carril, tendremos que seguir así. En este caso excepcional, yo os pido que siempre de uno en uno.
¡Hala!


Tocomocho se coge la bici, para Basuragurú

lunes, 28 de mayo de 2012

En Basuragurú sí hemos sabido reír con el cortometraje de Javier Krahe

España se está convirtiendo en un lugar cada vez más extraño: gobierna un partido de derechas que se dice de los trabajadores; es España un pueblo pobre que persigue realizar el modelo económico chino, iniciado ya en su colonización; los trabajadores españoles buscan la aniquilación de los sindicatos; la reforma del sistema educativo tendrá como resultado el paso de la mala formación de muchos a la peor de unos pocos; la reforma del sistema de sanidad pública se guía por el principio básico de la disuasión del usuario, la única manera de atenderlos a todos... Y es aquí, en esta enloquecida y desquiciada España, donde tiene lugar un episodio que nos devuelve a aquellos tiempos en que, a decir de Voltaire, se realizaba un delicioso auto de fe para aplacar la ira de Dios, si es que en España hemos salido alguna vez de esa bilis tremenda. Cada ser humano tiene libertad en el presente para abrazar cualesquiera supersticiones, lo que ha arrojado a todos a la superstición económica, la desregulación, quizá el único logro de una sociedad democrática, la misma histeria, pero sin violencia moral, sino por pura voluntad, para todos; y la Constitución española establece que cuando tales supersticiones llevan la especificación de religiosas, entonces no sólo no pueden ser afectadas por la exclusión, sino que deben ser defendidas si recibieran alguna ofensa. Pero en la orgía caníbal que vivimos, ¿qué puede ser exactamente una ofensa? Tiene Javier Krahe seis o siete canciones muy gamberras y divertidas que cuando uno las escucha por primera vez se troncha de la risa; quizá el abuelo no es un intelectual, a pesar de la eficacia de algunas rimas, pero al ser la música y el cine los medios de expresión de sus pensamientos y posiciones, resulta un disparate que se pretenda tratar desde la justicia civil una cuestión elemental de las artes. El arte puede producir obras de mejor o peor gusto, puede incluso ofender y agredir, algo notable en la arquitectura, pero ¿comete el artista algún delito cuando crea? La Justicia, la legislación de un Estado así podrían establecerlo, pero ¿cómo distinguir el delito de aquello que no es, cómo distinguir la ofensa de lo que no es sino mal gusto? Hubo un tiempo en que sólo se pintaban madonas y Cristos, y hay otro, mucho después, en que un Cristo puede salir a los tres días ya cocinado él solito de un horno -e hizo cosas mucho más extravagantes, según los Evangelios. No cabe decir que esta nueva aproximación a la religión sea mucho peor que la otra -Rubens no dejaba de introducir en sus pinturas de tema cristiano esas perfectas armaduras de caballero del siglo XVII y nadie pareció sentirse molesto por la incoherencia. Por otra parte, después de La entrada de Cristo en Bruselas de James Ensor, no es posible tratar los episodios de la pasión de Cristo de manera ofensiva, y el cuadro es de 1888... Tras el recorrido de la humanidad por todos conocido, no consigo conciliar una imagen cabal de un juez que en el siglo XXI pretenda hacer ninguna justicia en un tema como el que aquí se trata: la ofensa por creencia religiosa en un Estado aconfesional. Existe una diferencia obvia entre la sátira y la ironía y la quema de tallas, estoy de acuerdo: las primeras son estrategias de la libertad muy deseables para la madurez de una sociedad, y la segunda es un acto de violencia y barbarie siempre. Sólo un idiota puede haberse sentido de verdad molesto al ver el modo como se trataba al Cristo en el ya célebre cortometraje -si todavía se le hubiera quemado en plato... Se puede juzgar si la burla de un episodio semejante es instructiva o no, si hay lugar para la diversión, si sus autores serán o no condenados por el Dios objeto de su ofensa... lo que no se puede hacer de ningún modo es llevarlos ante el juez terrenal para que determine si ha habido ofensa o no, porque esto es igual que acudir al otorrinolaringólogo por una dolencia de riñón: ¡coño, que no!, ¡que no es de su competencia!


Yvs Jacob

jueves, 24 de mayo de 2012

La "vía Pujol" y la cuadrilla de Aguirre

Lo sabía perfectamente el president Pujol: los catalanes -algunos, unos pocos, muchos...- estamos hartos de los españoles, pero no parece que así vayamos a conseguir nada, lo que hace falta es que los españoles terminen hartos de los catalanes. De hecho, todas las declaraciones del expresident cabe presentarlas bajo el mismo principio: el futuro de Catalunya pasa por que sea España la que se canse de los catalanes. Políticos ha habido siempre más o menos hábiles en la historia de España; y también está Esperanza Aguirre. La presidenta de la Comunidad de Madrid es a la política en España lo mismo que un empresario inmobiliario en la época del boom, una paradoja grotesca: se pone al frente de algo -la dirección del progreso, del bienestar...- aquel que sólo sirve para destruirlo. Como el despiadado promotor urbanístico, Esperanza Aguirre es una figura grotesca del presente, ese individuo de escasa dote intelectual al que se dan las llaves de la excavadora. Esperanza Aguirre responde en todos sus rasgos al político simplón, el que actúa por reacción, aquel que carece de visión, con propiedad, política, digno sucesor de otra figura provinciana del pasado español, que sólo aprecia de los cargos que ocupa y de sus obligaciones el valor ornamental: aquí estoy yo porque soy, y soy el cargo. Punto. Y es todavía peor si a quien conduce la excavadora le salen unos palmeros, la cuadrilla de Aguirre; por si no fuese ya lo bastante bruto, salen unos y lo animan.
A veces se ha dicho de la presidenta que es un animal político por la voracidad que muestra cuando se arroja hacia la carnaza que le ofrece la realidad diaria. Pero esta actitud se debe a que es sólo el cargo lo que se ambiciona, y cuando se logra, como no se sabe hacer nada, se hace todo mal, y en política esto es muy peligroso. Así, arrojarse por la carnaza es algo que difícilmente se verá en políticos de distinto signo, no está bien visto en la izquierda, quizá porque en la izquierda se contempla el mundo como totalidad, en la complejidad, y la derecha es en exceso simplista, o mejor simplona, la derecha es infantil, y Esperanza Aguirre nos lo muestra cada día. Todavía resulta paradójico que quienes se sitúan al frente de algunas instituciones políticas las empleen del modo menos político posible. Es inimaginable para un ser humano honesto que desde una institución política se anime al enfrentamiento entre los ciudadanos, esto sobrepasa cualquier estrategia en el juego político, esto es propio de personas indeseables a las que habría que cerrar las puertas de la política. Y hay que atender además a la apelación constante de estos personajes grotescos, que les sea reconocida la libertad de expresión. No puede existir argumento más romo ni más simplón para un político profesional. Siempre he dicho que los políticos de la derecha en España son burdos aventureros, individuos que ponen su empeño en dedicarse a aquello que no comprenden en absoluto. Porque está muy bien lo de ir a comer por la cara, acudir a todos los actos donde sólo un estúpido podría creer que se realiza la política, todo eso está muy bien, pero en democracia, la elección ciudadana, la representación de los ciudadanos no otorga ninguna clarividencia, no baña con la excepcionalidad a quien resulta vencedor en las elecciones ni, por supuesto, un vencedor es elegido por otras instancias más elevadas -esto no funciona así. Se gobierna para todos, se busca la manera de entrelazar los intereses de todas las partes, pero jamás ha existido una institución propiamente política que sirva para que una parte someta a las demás, eso tiene otro nombre, pero no es política, ni jamás un político responsable buscaría situarse en el remolino de cada polémica, si acaso las cuestiones polémicas no cuentan ya con su propia energía violenta. ¿Pero de verdad seguiréis votando a esta cosa?
Hay quien pretende ver en la polémica que con tanto tacto ha manejado Esperanza Aguirre una cuestión de símbolos. Para mí, la cuestión ya no sería entonces si unos símbolos representan o no a todos los españoles, sino si aquellos símbolos exclusivos, por ejemplo, de los catalanes no lo son de realidades aun más dudosas que las rechazadas. Uy, apenas un mal paso y se mete uno de lleno en la vía Pujol.


Yvs Jacob

martes, 22 de mayo de 2012

Quién es quién... o qué (La hinchada del G8)



Apenas la victoria del PP en las elecciones de noviembre de 2011 consumaba la derrota de los españoles, apareció en los medios de comunicación una información todavía más desconcertante que alborotó la redacción de Basuragurú: ¡pues no se decía que el ahora primer ministro de España frecuentaba un bar, como si fuese uno más de los españoles! Algunos tuvimos el atrevimiento de preguntar por las costumbres y maneras de Mariano Rajoy en ese templo del españolismo, si arrojaba el hueso de las aceitunas con la gallardía torera del catedrático de la vida -españolísima figura-, si gritaba ante la pantalla gigante para animar virtualmente a su equipo, si decía algo parecido a esto que escuché una vez yo, la aristocracia del grito ultra: "¡vamoj, que están en inferioridad numérica!". ¡Pero cómo se puede gritar eso! A mí me gustaría saberlo, me gustaría saber qué hace y no hace Rajoy en el bar. Pero hoy quisiera comentar esta otra reunión en lo que puede llamarse el bar del G8, una imagen que ha sido exhibida en todo tipo de medios, y no sólo porque David Cameron aparezca en ella haciendo el idiota. Ya se recordará que aquel hombrecillo que gobernó España entre 1996 y 2004, y cuyas inquietudes eran en realidad el poliglotismo y que se pensara en él como icono sexual, Josemari, el Niño de las FAES, nombre de faena, pues se recordará lo mucho que se violentaba cada vez que el G8 se reunía... sin él. ¡Ay, el G8...! Ésa es una talla muy grande, Josemari. (Tras la aventura del G8, el Niño de las FAES ha volcado todos sus esfuerzos en sus abdominales, en arrojar basura sobre su país y en sacarle al Rey un titulillo nobiliario -aquí, por el momento, sin éxito).
El presidente Obama ejerce de perfecto anfitrión; obsérvese que guarda las manos a su espalda, arbitra la situación, y aunque pone voz a lo que acaba de suceder frente a los retratados -el gol que da el triunfo al Chelsea FC-, no puede decirse que se comprometa con el ganador -es un gesto el de Obama que todos deberíamos aprender: decir "¡oh!" sin que se interprete si es bueno o malo, si hubiese sido mejor quedar callados, o qué se pensará de nosotros (alguien que cae por las escaleras, un atropello, ese perro de gran tamaño que se alza sobre sus patas traseras, alguien que se ha pillado un huevo con la cremallera... "¡oooh!").
No nos engañemos: a Angela Merkel no le interesa el fútbol. Su cara es el grito de Obama, un "¡oh!" con la cara -"Europa se hunde, se acaba el euro, Grecia... ¿Grecia? ¿Debería o no haberme puesto esta chaquetilla lila?, ¿de verdad soy la única dama entre tantos caballeros? ¡Oh!... Que nadie sepa en qué estoy pensando... ¡Oh, cielos! ¿Acaso estoy pensando en algo...?". Mirad su cara, trasluce la malsana obsesión calvinista: si acaso Dios no nos hubiese salvado ya, que nos pille al menos trabajando, o aparentando que estamos a punto de hacerlo.
En efecto, ¿qué pinta Durão Barroso en este mundo? (Para quienes no consideráis que ir a Portugal es también viajar: Durão suena más a /durán/ que a otra cosa, nada que ver con el portugués de las retransmisiones deportivas españolas). Durão Barroso sabe que no pinta una mierda, pero actúa bien. Tiene los ojos tan separados y son tan grandes que su visión atiende a dos espacios que para un ser humano común se convierten en uno solo, la pantalla y el que ocupa el fotógrafo que lo retrata. Pero Durão Barroso no es un ser humano común, como prueba el hecho de que lleve tanto tiempo dentro de las instituciones europeas sin que nadie sepa para qué sirven éstas ni a qué se dedica él. Como Europa, el mundo de Durão Barroso es el de la apariencia. Atiéndase a la presión de sus dedos sobre el respaldo del sillón: viendo a Durão, cualquiera diría que en la pantalla privada a los espectadores de la foto se ofrece algo de verdad serio, más serio que un partido de fútbol -con la de cosas que están pasando en Europa, amigo Durão... La apariencia, Durão Barroso se mueve muy bien en la apariencia.
Paso al idiota de David Cameron. Y me duele referirlo así, pero una cosa es acercar la política a la ciudadanía -la gente-, y otra bien diferente meter en la política un pub -si hubiese una estatua en esa sala, es seguro que David Cameron terminaría orinando sobre ella. Me duele su gesto, un primer ministro que adopta la postura de Superman por un gol que ha marcado su equipo. Esto pone de manifiesto que ya no existe ningún valor aristocrático en el mundo, que el mundo se queda sin modelos. Si siempre había caracterizado al gentleman británico la destreza en el comportamiento, el saber estar en todas y cada una de las situaciones, si el ideal de la civilización podía realizarse en las condiciones más adversas, como las que narra Apsley Cherry-Garrard en The Worst Journey in the World, tres individuos a punto de morir congelados que se piden las cerillas sin ahorrar nunca un please, ver al premier británico en la actitud de un adolescente que practica el turismo de botellón en España anuncia el fin de una era -si no fuese porque el mundo se ha acabado ya tantas veces, éste podría ser su final definitivo.
François Hollande. Si se traza una línea desde el ojo de François Hollande en la dirección de su mirada cabe la posibilidad de afirmar que el presidente de la République Française ni siquiera intuye el partido, su atención debe situarse más abajo, o más arriba; Hollande mira a la nada, que es a menudo la mejor manera de ver todas las cosas. Su mano bajo la barbilla ofrece el gesto de la elegante indiferencia. Su mano bajo la barbilla podría sostener una delicada copa de vino; claramente, es de todos los fotografiados el que menos parece preocuparse por mostrar al mundo que es una persona normal.
Os preguntaréis ahora si entrará España alguna vez en el G8. En el de los 8 millones de parados, sí.


Yvs Jacob

jueves, 17 de mayo de 2012

La culpa es de Platón

Se ha dicho tanto de Platón que era un filósofo que ya casi nadie sabe que fue en realidad un pensador político. La diferencia no es de poca importancia: el filósofo se impone un modo de vida él; al pensador político le parece que tienen que hacer un esfuerzo los demás. Y luego están los manieristas, que a menudo terminan al frente de un Estado totalitario, a pesar de que ellos consideren que trabajan por y para los demás. Pero decir de alguien que es un pensador político se ha convertido hoy en uso del oxímoron. No es que no haya nadie dedicado al estudio de la sociedad y de sus necesarias transformaciones, sino que ya no puede decirse de eso que sea política, porque la política ha quedado hoy reducida a una pregunta: "vale, ¿y cuánto va a costar?", pregunta imprevista que nunca había aparecido en ninguna de las obras principales del pensamiento político.
Sigo con el oxímoron. Hace poco leía yo en un libro de George Lakoff que es posible declararse intelectual de izquierdas -Lakoff lo hace, aunque emplea el binomio liberal-progresista-, lo que abre la posibilidad lógica y todavía dudosa de la existencia de intelectuales que no son de izquierdas. ¿Podrían existir intelectuales de derechas? Yo creo que una cosa es la idea -intelectual de derechas- y otra la cosa misma, y allí donde se presenta un intelectual que se dice de derechas no vemos sino eso, una cosa, al menos en España, y cosas hay, ¡Dios!, ¡lo brutas que son! Era un gesto elegante el de Lakoff cuando abría la posibilidad lógica de intelectuales de derechas en EEUU, aunque según una de sus observaciones -"los conservadores hacen fuertes inversiones económicas en sus intelectuales"-, ya se aprecia que no existen, sino que mercenarios ha habido siempre de dos tipos, de la espada y de la pluma. Otro día hablaré de Don't think of an Elephant!, donde el autor se regala en el penúltimo capítulo un espacio para abundar en la aclaración de la única idea del libro, esta vez con preguntas y respuestas en las que se trata a sí mismo de usted. Un fenómeno.
Me gustaría contar en pocas palabras la vida de Platón tal y como se me ha presentado, clara y distinta, mientras paseaba por Madrid, hecho tanto más sorprendente cuanto que yo sólo creo en una forma muy vaga de la divinidad; obviamente, la que hace pocas cosas...
A Platón le daba muy mal rollo su mundo, le daba cosica ver a tanto bruto y tanto burro en la política y en los quehaceres de la vida diaria, y tuvo la idea de dedicarse a la formación de su sociedad, trabajando primero sobre los hombres de su tiempo, seres de carne y hueso, y después, pues esa materia, carne-hueso, no da para más, en la invención de otra, una sociedad apartada de la realidad, pero la única verdadera. Para esos nuevos seres fuera de la realidad, la sociedad ideal, creó Platón todo lo imaginable, pero no me quiero entretener ahora con aquello de la mesa que no es la mesa ni lo otro de mirar a la manzana porque podría ponerme en exceso orteguiano. La idea más importante que legó Platón a la historia del pensamiento fue nada menos que eso tan habitual que dicen las madres: "hay que hacer las cosas bien". Y así se dedicaba Platón con todo su empeño a mostrar a los hombres de su tiempo que iban por el mal camino, que el bien no consiste en que todos hagan lo mismo mal, sino que el bien es real, es, en el tortuoso vocabulario del género literario de la filosofía, objetivo, y les presentó una creación maravillosa que se ha dado en llamar mundo de las ideas, esto es, lo que hay que aprender y en qué orden para que el cerebro empiece a funcionar -hay quien prefiere el sobrevalorado término alma. Pero ya digo que el carne-hueso, lo que se da en llamar el hombre, no funciona como creía Platón, y si además las ideas están bien lejos en otro mundo, bien que están allí, que el carne-hueso por ellas no va. Ir... iba yo por la calle cuando he oído lo siguiente: "¿qué te iba a decir...? Que voy a bajar el sillín que me está haciendo daño". Por si no queda claro, esto se lo decía un carne-hueso a otro, pero no era una conversación entre dos, sino que toda la locución pertenecía a un solo carne-hueso, un carne-hueso con derecho a voto. Pues teníamos el mundo de las ideas de Platón, la más extraordinaria construcción metafísica que jamás haya sido pensada, y tenemos al carne-hueso, el carne-hueso, que como ya he dicho en otra ocasión, es bastante duro de caparazón. Como es sabido, Platón no consiguió derrotar al carne-hueso de su tiempo, y si Platón fracasó, es inútil que los demás lo intentemos. Fue poco antes de morir que Platón cayó en la cuenta de que para arreglar el mundo hay que situarse a la altura del carne-hueso, y montó la empresa que le ha sobrevivido hasta nuestros días: Platón. Restauración de fachadas, patios y cubiertas. Había comenzado la edad del ladrillo.



Yvs Jacob, que ya ha vuelto.

lunes, 14 de mayo de 2012

El 15-M ya no es lo que fue

En la edad del consumo patológico y de la vanitas, edad de lo efímero, la eterna decadencia, extraño sería que una ideología sobreviviese a un escaparate de El Corte Inglés. Siempre he dicho que una revolución se desbarata cuando alguno de sus agentes plantea al grupo la siguiente y cruda cuestión: "¿qué hacemos, nos quedamos un poco más o nos vamos por ahí?". Malos tiempos para la revolución si hace su aparición la impaciencia.
Yo anduve entre la gente el pasado sábado, y pude haber caminado también por encima de ellos, pero el calor era sofocante y hasta los divinos tenemos nuestras limitaciones. Anduve con la cámara en la mano, porque siempre fue mi empeño haber estudiado periodismo, y sólo la intercesión de mi madre me empujó hacia la veterinaria, allí donde hubiese alguna diferencia, "pues los pueblos pobres, decía mi madre, tienen preferencia por las mascotas, y tal vez la veterinaria sea la única profesión estable en el futuro". No me puedo quejar; pobres, mascotas, animales... Pero anduve con mi cámara entre la gente buscando imágenes del aniversario de la revolución, porque la revolución, parece ser, se había quedado en casa. Gente había bastante en la Puerta del Sol, y se gritaron las clásicas proclamas revolucionarias: "que se metan por el culo, que se metan por el culo la reforma laboral"; "¡qué pena que la madre de Rajoy no pudiese abortar!"; "¡esta crisis no la pagamos", en fin, y tantas otras que ahora sería gratuito gritar. Al moverme por los diversos escenarios que conmemoraban la fallida revolución del 15-M, ya se sabe, lo que he llamado en ocasiones la "contracultura de los pobres", porque cuando la hacen los hijos de los ricos sale Woodstock, y cuando la hacen los pobres sólo se ve a unos sucios y destartalados punkis friendo choricillos; pues al moverme de un grupo a otro por los pasillos que abrían las espaldas de los jóvenes y ya post-revolucionarios, que se arrojaron al suelo agotados por los silbidos y aplausos dirigidos hacia el reloj del edificio de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, en ese dédalo descubrí algo sobre lo que nunca antes había reflexionado, a saber: las posibilidades de la rima asonante. Ya se me dirá si no: "ía, ía, ía, Esperanza hija de puta". Fue sin duda el grito que más me maravilló. Supongo que tendría algún destinatario...

(Típicos taraos que acuden a estos eventos. La bandera verde con lunares morados es un símbolo de la esperanza: un mundo mejor que también los acoja a ellos).

 










Tocomocho se va de mani, para Basuragurú.

miércoles, 9 de mayo de 2012

El megaputiclub-casino o Cómo Esperanza Aguirre sumió a Madrid en la cultura de la desesperación (Carta de un madrileño a Sheldon Adelson)

Amigo Sheldon, viejo bribón:
 

(Sheldon Adelson, con bastón, se ríe de los españoles -fuente: CincoDias.com).

Tanto tiempo llevo quejándome de las putas que tenemos aquí en Madrid, unas putas que son una auténtica vergüenza, y las autoridades de la ciudad no me hacen el menor caso, y tampoco el Gobierno de la región, que tú bien conoces, Sheldon, con cuyo vídeo de nuestra presidenta habrás tenido alguna interacción, supongo... No, no te preocupes, las tonterías de la presidenta no lo son más cuando las dice en inglés. Tanto he pensado en la falta que nos hacía renovar a esas putas, sobre todo porque las tenemos en el escaparate en el mismo centro de la ciudad, Sheldon, unas putas feas a rabiar, y feas son que hasta se puede decir de ellas que se han politizado, y de vez en cuando se ve en Madrid que se manifiestan... las muy p... A Madrid vienen ahora muchos turistas, lo que ha exigido a la comunidad rumana que vive aquí incorporar a sus menores al mercado de trabajo, ya sabes, viejo Sheldon, que echen una mano... vaya, qué chiste me ha salido, echar una mano... Y menores que son en su mayoría niñas, con alguna golfa muy mayor -se las reconoce fácilmente porque el pelo teñido les sienta incluso peor que a las españolas-. Y yo siempre me he preguntado, Sheldon, viejo bribón, por qué vienen tantos y tantos turistas... Madrid, fíjate, Sheldon, con todos esos bares de mierda y llenos de mierda, donde el libre mercado ha invertido la regla de la eficiencia, brutos que somos por aquí, y se puede encontrar lo peor a los precios más elevados. Disparate madrileño...Y antes que tú ya llegaron los chinos; pero no te preocupes, que han puesto el listón muy bajo... a la altura de los españoles. Pero yo te quería pedir, amigo Sheldon, viejo bribón, que resuelvas tus dudas a favor de la capital del Reino de España. Es verdad que hubo un tiempo en que deseé que tu Eurovegas se instalase en Catalunya, y es que siempre he creído que los catalanes hacen las cosas mal un poco mejor que los demás, que no significa que las hagan peor, Sheldon, no seas orwelliano, sino que hacen del mal todo lo mejor que se puede hacer, que lo vacían de sus aspectos más nocivos, vamos. Perdona, Sheldon, si te estoy liando -había pensado en enviarte yo también un vídeo mediante algún servicio del Gobierno regional, pero me pasa como a ti, ¡que tengo un pelo...! (Pero yo no me tiño, ¡eh!). Pues te decía que yo prefería de corazón que te llevases las Eurovegas a Catalunya, porque si algún pueblo español puede civilizar tanto juego y tanto puterío, sin duda el catalán -qué carácter el catalán: putas, pase, pero ¡no se puede edificar con demasiada altura! Admiro su resistencia en el arte. Pero como tiene que haber alguna forma de sacar a nuestras putas del escaparate, las putas feas de Madrid, ahora te pido que montes el megaputiclub-casino en esta ciudad. Se me ha ocurrido que no es necesario adaptar el marco institucional para que tu proyecto prospere, porque aquí, quien más quien menos, hacemos todos lo que nos da la gana. Mira: los delincuentes y los horteras ya los ponemos nosotros, que tenemos para exportar, luego no hace falta crear un espacio de excepción en la aplicación de la ley vigente sobre extranjería. Sólo te pido, viejo Sheldon, que nos traigas las mejores putas del mundo, putas que sean la envidia de todos los turistas europeos que llegan a Madrid, para que todos ellos puedan decir: "yo quiero esas putas para mi país... para mi ciudad, quiero a esas putas en mi calle". Y es que, Sheldon, viejo bribón, no hay nada como la prostitución, el juego y la delincuencia para sacar a un pueblo adelante. Nunca tuvimos un "Plan Marshall", porque a nosotros nos gusta más el correcalles del consejero, lo grotesco, el episodio más español y humillante de perseguir a un viejo bribón... Sheldon. No, no tuvimos un "Plan Marshall", pero te tenemos a ti, Sheldon, viejo bribón, tenemos un "Plan Adelson", que es mucho mejor, el plan de los liberales.
Ya ves que el terreno estaba en buena medida preparado antes de tu llegada... uy, perdona, otro chiste simplón -como dice Ana Mato cuando se ríe de los pobres, ¡hay que ver cómo estoy hoy! Ya sabes que me tienes para lo que quieras; tú me llamas, y yo voy, viejo bribón.


Tocomocho para Basuragurú

lunes, 7 de mayo de 2012

Y la guerra global dio paso a las distintas guerras civiles

On war. En 1914, los alemanes celebraron que de nuevo estaban en guerra con Francia, y tal era su entusiasmo que necesitaron una segunda derrota, en 1945, para desconfiar de las aventuras bélicas como estrategia en la defensa de la verdad mitológica. En 1939, a punto de consumirse la última guerra de España, se ansiaba que la conflagración global estallase de una vez, que la guerra contra el fascismo se extendiese, que el bando victorioso fuese el mismo en todos los pueblos de la tierra. La presente guerra, que algunos llaman sin más crisis, es una guerra económica y legal, es una guerra global, pero no es todavía la guerra total. La propaganda nazi había llamado guerra total a aquella que se abre a todos los frentes y en la que se emplean todos los medios imaginables. La guerra no es un estado permanente, y esta guerra de nuestros días, que algunos llaman sin más crisis, apenas ha comenzado. A punto están de abrirse todos los frentes, y la guerra económica entre los Estados, la guerra de la deuda, dará paso a las distintas guerras civiles en cada uno de ellos, y todo por la estupidez de muchos gobernantes, gobernantes que mandan y gobernantes que se dejan mandar y son mandados, y todo por la soberbia estúpida de algunos pueblos, a quienes se ha convencido de que son mejores que los demás, cuando no viven sino el mismo engaño que el resto, por mucho que disfruten de la otra cara de la (única) moneda. Piénsese de nuevo en Alemania: necesita de un gran endeudamiento, incluso cuando su PIB es el mayor de la UE, para mantener su Estado de bienestar. Pero al mismo tiempo, Alemania mantiene su condición de potencia industrial y domina las exportaciones. En esta situación de frágil equilibrio, los políticos alemanes han convencido a su pueblo de que los demás países de la UE, los simpáticos PIGS, malviven en su endeudamiento, no se aplican lo suficiente en la disciplina del trabajo, y sólo aguardan subsidios para mantenerse... mantenerse gracias al trabajo, al esfuerzo del pobre alemán. Nada se dice de que estos PIGS hayan liquidado buena parte de su industria del pasado, por recomendación de los no PIGS, nada se dice de que hayan arrancado también sus olivos para no hacerse la competencia unos a otros -misma recomendación-, nada se dice sobre el hecho de que el interés que deben pagar por su endeudamiento sea cinco veces mayor del que paga Alemania, ¡oh, pobre Alemania...! Por si esto no fuese demasiado, los gobernantes españoles, cuyas cobardía y estupidez superan lo imaginable, se dejan convencer, no les basta con la rodilla que les oprime el cuello, que buscan desesperadamente la fractura, cuando la tráquea hace crack. Aparece entonces la urgencia de las reformas, porque, se supone, es cuestión de cambiar la legislación para que el empleo se fortalezca, para recuperar el crecimiento, para poner el país a la altura de sus ideales, sólo que aquí abajo, los PIGS no tienen nada con lo que salir hacia adelante, entre otras cosas porque se ha vendido todo el trabajo a la gran fábrica china, y los PIGS ya no fabrican ni los palillos para hurgarse entre los dientes. Decía Émile Durkheim en su curso sobre el socialismo que por supuesto que la derecha también busca establecer un orden en la sociedad, que sus intenciones no son malas, pero que su error se debe a confiar sólo en el libre mercado como método, sin ninguna regulación. Dulce ingenuidad... ¡Esto es una guerra!, y la bondad no sirve en tiempos de guerra. Llámese libre mercado o sacralización de la individualidad o mitología, no importa, en todos los casos debe entenderse que se hace referencia a la estupidez, a la derecha más estúpida. Como decía Montesquieu, el objetivo de la guerra es el exterminio del enemigo. Grecia ya ha sido arrojada a la fiera, polemos, la guerra, y pronto se verá el renacer de la tragedia -es posible que las televisiones de pago de todo el mundo salven su particular crisis con la retransmisión de un reality muy real... ay, ¡lástima que no le interese a nadie!
Muy a pesar de la victoria de François Hollande, no parece que en el Gobierno alemán, a cuyo frente se encuentra Angela Merkel con sus chaquetillas wagnerianas, se contemple el regreso a la cordura como instrumento de contención de la estupidez. Por el momento, yo ya me he comprado una máscara antigás, y estoy convenciendo a mis vecinos para convertir los trasteros en un refugio, sólo para propietarios -"lo de instalar una batería antiaérea, ya se verá..." (doña Manolita, 3º izq., dixit...).
¡Si hasta Donuts se ha dado cuenta de que estaba haciendo las rosquillas mal!


Yvs Jacob

jueves, 3 de mayo de 2012

Líderes del PP adorando la idea

Lo público no es eficiente, luego acabemos con todo.


                                      Stanley Kubrick, 2001: A Space Odyssey (1968)

Un buen amigo me propone esta precisión respecto de la lectura sugerida: en el mundo del dinero, es pobre quien quiere. Tiene toda la razón.
Para terminar con los pobres en nombre de la idea, procédase del siguiente modo:


Los pobres representan todo aquello sin lo cual el mundo sería un lugar maravilloso. Qué curioso...


Yvs Jacob

miércoles, 2 de mayo de 2012

Esperanza Aguirre, la muy... moderna

Escuchar a la condesa consorte, neófita, y como tal, radical en el liberalismo, escuchar de ella que los sindicatos están anticuados y que caerán como el muro de Berlín, escuchar a la reina de los analfabetos asumir la comparación que el periodismo de la ignorancia celebra a propósito de su actitud respecto de Margaret Thatcher, que fue primer ministro de lo que quedaba del imperio más rico que haya existido sobre la tierra hasta 1945, el británico, aceptar esa comparación con la exprimer ministro del Reino Unido, cuyo PIB es todavía el doble del español -con sólo 15 millones más de habitantes-, escuchar a la siniestra presidenta de la Comunidad de Madrid arremeter contra todo lo público, en cuya (mala) gestión participa, cargar contra los intereses de lo común en su ambición por convertir España a un modelo económico exento de solidaridad republicana, escuchar tantas y tantas estupideces de alguien que por mucho que tenga casa en el barrio de Malasaña no parece que tenga ni puta idea del mucho daño que su paso por la política está haciendo a Madrid, yo no sé a los demás, pero a mí me entrega a una depresión sin fondo, que sólo puede despertar en una persona sensible un tonto sin fondo, un tonto irremisiblemente tonto. ¡Qué le costará a esta señora estudiar la realidad y la historia un poco, en lugar de leer el papel higiénico que le dice, como el espejito mágico, quién es la más bella! Un pueblo de imbéciles sólo puede aupar a su gobierno a un imbécil, y esta regla no tiene nada de misterioso, es pura naturalidad, es la expresión de la más terrible y burda realidad.
Hay que ser imbécil e ignorante de verdad para no caer en la cuenta de que en ningún país pobre triunfó jamás el liberalismo económico, y debe observarse siempre que hay una diferencia entre ser el jefezuelo loco de un país africano que lo cambia todo por aguardiente y un político responsable en una democracia frágil, aunque, al menos, formal. Hay que ser de verdad bruto como un leño para no comprender qué es la pobreza, en los pueblos y en los hombres, hay que ser de una necedad bíblica para no comprender que la riqueza de los individuos no hace rico a lo público, y que la riqueza de lo público es mucho más que dinero, y no se mide en cantidades de presupuestos generales del Estado. Por más señales que envían a diario los países ricos a España y a sus zafios gobernantes, no cae en la cuenta la presidenta de la Comunidad de Madrid de lo siguiente: un país rico con un sistema económico liberal y una moral estricta puede muy bien confiar en la beneficencia para cubrir aquello que el Estado deja de lado, si es que así sucede, pero un país pobre debe blindarse mediante la protección social, porque si el Estado -los políticos de cortijo- abandona a los ciudadanos, y por falta de una moral honrada ni siquiera existe la caridad, entonces todo se va a la mierda. Hay que ser de verdad tonto. Y ¿por qué no dicen nada los liberales analfabetos españoles del alto índice de sindicalización en Alemania, sobre el 80%, cuando atacan a los ridículos 3 millones de afiliados en España? ¿Acaso sólo se mira al sindicalismo en el fracaso y se lo evita en el éxito? ¿Es que no tiene nada que ver? ¿No es todavía Alemania una potencia industrial porque existen unos sindicatos fuertes y afortunadamente anticuados, que defienden el derecho al trabajo de los ciudadanos alemanes y frenan el apetito pantagruélico de empresarios y miembros de los consejos de dirección? ¿Y no somos los españoles el hazmerreír de Europa por haber sacrificado nuestro superficial tejido industrial, por habernos convertido en una raza de camareros, de inútiles, de grotescos nuevos ricos grotescamente empobrecidos porque no nos queda otra industria que hacerle la paella y la cama al turista rubio? ¡Ah... pueblo de idiotas! Pero antes caerá esta momia en las elecciones que instituciones sin cuya historia ella no ganaría sino una partida al mus.


Yvs Jacob