miércoles, 5 de diciembre de 2012

¿Habrá habido alguna vez una fotografía más miserable?

Mariano Rajoy es ya el campeón del mundo en desempleo, y por mucho que su Gobierno se esfuerce en preparar la todavía lejana campaña electoral con el anuncio de una recuperación milagrosa de la economía en 2014, algo que puede saberse ya hoy, en 2012, es que él no saldrá reelegido, y que su paso por la política en España se recordará en los libros de historia con dos datos: que no se enteraba de nada mientras fue ministro de Josemari y que como primer ministro el desempleo batió todos los registros. Se dirá que el problema del desempleo es estructural en España, con lo que estoy de acuerdo, primero porque el catolicismo es un ingrediente imprescindible para la inmoralidad como modelo de gestión, segundo porque la industrialización fue muy breve, y tercero porque el ingreso en el club de la UE convenció a los españoles de que el sector con más futuro para ellos era el turismo, que se ha probado el más envilecedor de todos, junto con la construcción, orgía del analfabetismo, y se llega a la conclusión de que la pobreza -y no la riqueza- resulta de la obsesión por el dinero. Se dirá que la España de los años ochenta vivió otro momento de desempleo feroz, pero tiene más delito el dato en el presente, tanto porque el número de parados es mayor como por el hecho de producirse en una sociedad avanzada y moderna, con mejores condiciones para combatirlo, lo que no puede afirmarse de ningún periodo anterior. En enero de 2010 el diario El Mundo publicó esta infame fotografía del ahora inefable primer ministro del Gobierno del Reino de España, una fotografía que no podrá pasar desapercibida en cualquier historia universal de la infamia en imágenes que se pretenda, sin duda, una de las fotografías más ruines que se hayan publicado jamás, y cada mes, cuando el dato del desempleo se actualiza, no deja sino de agudizarse su vileza. La fotografía se acompañaba de uno de esos titulares delirantes tan del gusto de la derecha española, un titular ridículo y determinante: "Cuando gobierne bajará el paro", y conviene tenerlo presente porque hoy, un año después del advenimiento de nuestro señor Mariano, el paro no sólo no baja, sino que aumenta desconsoladamente.

Todo en esta fotografía es puro disparate y mezquindad -el personaje que se retrata, el medio que la publica, la intención que los ha reunido y la escena seleccionada; el patetismo y el desacierto ahondan en el ridículo, y si no existe la divinidad, algo que yo tantas veces dudo, al menos existe la justicia poética, que quizá es el medio, junto con la casualidad, por donde asoman los dioses, o por donde a los dioses se les escapa el mundo. La imagen quiere mostrar la enfermedad, en efecto, su único acierto; la enfermedad del mal gobierno, la que padece una sociedad mal gobernada, pero fracasa. Como diría Aristóteles, es preferible lo falso verosímil a lo real inverosímil, y la pose del por entonces líder del mayor partido en la oposición es tan increíble que no hay manera de explicar cómo este individuo ha podido engañar a tantos millones de ciudadanos. Lo real inverosímil llama entonces la atención sobre otra enfermedad, la pura obscenidad: yo no dejo de preguntarme cómo pudo alguien llegar a imaginar esta fotografía y cómo pudo una persona decente prestarse a su realización. Para mi sorpresa, no se trata de una fotografía aislada -en la edición digital de El Mundo del día 9 de enero de 2010 puede verse el making-of del disparate, se ve al retratado llegar al lugar, situarse de manera que se aprecie el cartel de la oficina de desempleo y a quienes aguardan su apertura, los mismos que se encuentran a las puertas de un comedor social. El making-of convence al lector de que la imagen definitiva es real -Mariano Rajoy no es una figura de recortable, aunque lo parece, no es tampoco un truco de la tecnología digital, no es un montaje de los que La Razón encarga al nieto de alguno de sus articulistas nonagenarios; no, la fotografía es real.
Para dar una explicación a todo lo que está sucediendo en España, desde la persecución y caza de los líderes sindicales, uno de los cuales, al parecer, tenía un reloj muy valioso que no lo era tanto, hasta la detención del expresidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, una vez extinta la amnistía fiscal, va a ser necesaria mucha templanza, porque la verdad es que dan ganas de desatar un apocalipsis de mil demonios. Haber entregado una mayoría absoluta al PP en una situación de crisis económica, política y social como la presente debe contarse como uno de los errores más significativos del pueblo español en toda su historia, el error es de una magnitud tal que las consecuencias que vayan a derivarse de este periodo son del todo imprevisibles, y una sociedad que no pueda contenerse a sí misma con la previsión está condenada a precipitarse por el abismo.


Yvs Jacob

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