miércoles, 28 de marzo de 2012

Ruiz-Gallardón, el ministro que se creía un intelectual

Pues la nueva legislatura, con la dirección de la cosa pública en manos del PP, se prometía grotesca, y no va faltando de nada de lo que repugna a la razón -desde el ministro risitas, Cristóbal Montoro, pasando por la ministra ultra, Fátima Báñez, hasta llegar a la vicepresidenta "yo no he sido", Sorayita, o el ministro intelectual, Ruiz-Gallardón... Todo de todo... nada de nada.
¿Para qué existe un Parlamento? Decía Elias Canetti que la solemnidad del Parlamento nos recuerda en cada momento que ya no nos matamos -la lección es todavía más válida para esos empeñados en llevar la democracia de gira por países donde nunca ha existido un periodo, dígase, "liberal". No obstante, cuando se escucha gritar a los ultras del PP en el Parlamento -el ahora silenciado ministro Wert, la referida y muy frontal ministra Báñez...-, uno se pregunta si, a pesar del Parlamento, no empezaremos pronto a matarnos otra vez. Pero un Parlamento existe para determinar qué leyes o libertades -en democracia, la libertad es siempre una ley- pueden disfrutar los ciudadanos de tal o cual sociedad, pero, ¡por el amor de Dios!, que nadie pretenda definir al hombre por sus libertades reconocidas como ciudadano, que una cosa y la otra no tienen nada que ver. Y es que hay intelectuales que de verdad lo son, y hay ministros de Justicia que han sido antes alcaldes. Lo que sea el hombre y lo que sea la mujer, lo que hace hombre al hombre y lo que hace mujer a la mujer, nada de eso se puede determinar por el resultado de las urnas ni en una votación parlamentaria. ¿Pero cómo llega la derecha española a una confusión tan básica en la función y uso de las instituciones de una sociedad? ¿Cómo puede ser la derecha española tan tosca, tan burda, tan pobre en matices? Yo sostengo desde hace tiempo que el PP libra una guerra contra la democracia, y los acontecimientos no dejan de darme la razón.
Comprende la ciudadanía que el PP no quiere reconocer el aborto como un derecho-libertad de unos miembros de la sociedad, las mujeres, aquellos sujetos que pueden hacer uso del mismo. Esto es comprensible, y el Parlamento, la Cámara, la institución legislativa, dirá finalmente si el aborto es o no una libertad, un derecho, y lo expresará mediante una ley, pero nunca dirá el Parlamento lo que es o no un hombre, lo que es o no una mujer, y no hay ley humana para semejante reflexión. Ahora bien, ¿qué es eso de que la maternidad hace mujer a la mujer cuando se habla del ser eminentemente cultural, el hombre -modificable, variable...-, qué quiere decir el ministro Ruiz-Gallardón, si no un disparate, cuando se atreve a argumentar con la superstición cultural en un asunto de altura existencialista? Es mucho más honesto y encomiable decir: "nuestra visión del mundo, expresión más acorde con la regresión al siglo XIX, defiende que el origen de la vida humana se encuentra en el instante mismo de la concepción, y no queremos reconocer como libertad el aborto, que sería igual al reconocimiento de un derecho de asesinato". Punto. Así dicho, es ejemplar la exposición de un modo de entender la totalidad. Pero cuando se empieza con eso de que a la mujer le corresponde tal y cual cosa por ser mujer... ya vamos por el mal camino. ¡Qué ganas hay siempre en la derecha de meterse en la vida ajena! Y lo soportamos como trabajadores en un mundo mal organizado -"usted, nos dicen desde la derecha, es pobre, luego tiene que trabajar más"-, pero en tanto que hombres, estas definiciones del hombre que esgrime la derecha, bien sabemos por dónde se las tiene que meter el ministro de turno.
Pues así es. Que el ministro se dedique a lo suyo en este asunto, que es, según parece, eliminar una libertad que para algunos no podía ser tal, y no nos venga ahora con filosofías enmohecidas. Y obsérvese además que el aborto podría evitarse, no ya porque la dignidad del ser humano nace en la concepción, sino si la sociedad humana hubiese sabido organizarse para preservarla en cada momento, en lugar de derivar hacia la burla que es hoy la vida en todos los sentidos. Pero no, aquí se quiere evitar una consecuencia sin prestar atención a las causas... Pero en España, ¡a quién le podría sorprender esto!
Terminaré con un "¡viva Pérez Rubalcaba!", que se lo merece, ¡joder!


Yvs Jacob