martes, 30 de agosto de 2011

El Ayuntamiento de Madrid asfalta por error una calle en mal estado del barrio de Antón Martín

No salimos de nuestro asombro; una calle como la nuestra, que apenas se aprecia en los planos de la ciudad, sin interés olímpico e ignorada por completo en cualesquiera jornadas del Santo Padre... una calle así, siempre llena de mierda...
Amanecimos con unos carteles imperativos: "Prohibido aparcar" -y ojalá se asfaltase más a menudo. "Una calle como la nuestra, decían en el barrio, donde los excrementos de perro han elevado la superficie unos notabilísimos centímetros sobre el nivel del mar"... "una calle como la nuestra, en la cual había formado la orina de propios y ajenos un hermoso laguito de agüita amarilla"...
Más abajo, en Lavapiés, se han interesado por nuestro caso, por tanta suerte. Presidentes de comunidades de vecinos de todo pelaje y color, y algunos españoles, también hay que decirlo, solicitaban información: "¿Cómo coño habéis conseguido que os asfalten la calle, cabronazos?" -tiene mérito el modo como la inmigración atrapa velozmente los rudimentos de la lengüecita castellana.
"¿Perdón?", contesto yo en nombre del tan desprestigiado subgrupo meridional de la raza blanca superviviente.
Se inicia entonces la pesquisa, se telefonea a la Policía Local, a un centro de salud y al Ayuntamiento. Llamar a tu Ayuntamiento no es gratis -y hay que ver el revuelo que se armó cuando se supo que la DGT empezaría a utilizar un número de información no gratuito, ¡lo que llegó a pensarse de la izquierda cuando se vuelve práctica! Nadie sabe nada. El miedo se palpa en el ambiente.
"¿Nos cobrarán un nuevo impuesto por las obras en la calle que necesitamos y no hemos solicitado expresamente?" -doña Luisa, mi vecina, que lo ha visto todo en el barrio, habla incluso de "seres humanos", aunque no la creo.
"¿Cuánto tiempo hay que esperar para que agarre la mierda en el alquitrán, jefe?", preguntaba un joven de los que abundan ahora, que parecen gilipollas, pero que, tras dudar de cuánto, se ha comprado una mascota de la familia de los gremlins, de manera que pueda ser reconocido por todos como lo que es, un perfecto gilipollas. Nadie contesta.
No obstante, alguien hace la siguiente observación: "¡Todos los operarios son españoles!". De inmediato, los afectados examinamos uno a uno a todos los que intervienen en la tareas de pavimentación. Emilio, vecino del barrio, y jubilado recientemente, estalla de alegría: "El trabajador español es lo mejor que ha habido siempre en este puto país... y los motores Pegaso". Estamos todos de acuerdo. Los inmigrantes a nuestro alrededor se sienten heridos por tanta nostalgia. Es emocionante. Doña Luisa remata: "Estos que vienen ahora no saben hacer nada. Mi Paco... ¡eso era un hombre! Que una vez estuvo el Caudillo de visita en el barrio ¡y salimos en los periódicos!". Lo que quiera que sea que significan estas palabras no nos esforzamos por aclararlo.
"¡Apartarse ya!" -en efecto, un operario español.
Se me activa la gramática: "Disculpe". Ni puto caso.
Llega por fin un coche de la Policía. "Todo en orden. Estas obras son legales".
"¿Pero es seguro que querían asfaltar esta calle? Porque nosotros no somos ricos... ¡Nosotros tenemos auténticas necesidades por querer vivir como ellos!".
"Esto lo hace la Administración" -la verdad es que el agente pone buena voluntad de su parte, y no digo yo que en otros acontecimientos no se merezca una hostia.
Y así transcurrió la mañana. Apenas se marcharon los operarios con sus máquinas, la primera meada del primer hijo de la gran puta con perro apareció en las escaleritas de mi edificio, como sucede tantas veces a diario en el barrio -la posterior mierda no tardó mucho en llegar. La vida sigue igual: el español es de una raza muy difícil de educar, tiene una idea muy tosca de la cosa pública.


Yvs Jacob

domingo, 28 de agosto de 2011

"Speaker" espontáneo del 15-M se plantea la posibilidad de iniciar una huelga de hambre

"No nos toman en serio", ha concluido el Mahatma Gandhi de Moratalaz.
¡Cómo se está poniendo la cosa!
Una vez excluida la vía de la violencia -Islandia 1, mundo árabe 0-, el movimiento del 15-M se encuentra, así se dice, "en un callejón". Hubiese sido mejor iniciar una revolución-guerra civil, pero cuando las cosas se hacen mal... -por querer hacerlas bien...
Hubo quien creyó en el éxito del movimiento: basta con hacer un poco de ruido, montar unas chozas de ONG, negar la legitimidad del actual sistema parlamentario y tratar a la Policía como si fuese el cuerpo representativo del pueblo al cual puede éste ajusticiar, pasar por la quilla en pago por sus malos servicios, para elevar a una sociedad desde su inconfesada negligencia histórica hasta el modelo supremo de organización política, todo ello tan fácil como declinar la invitación de los partidos democráticos mayoritarios -"Lo llaman 'democracia' y no lo es"; "Que no, que no nos representan" y otros "hits" de la pasada primavera.
Pero el bello mundo que iba a salir de la no-revolución parece atascado -vamos, que todo sigue igual y siempre seguirá, y si algo sucede, sólo para peor, me temo. Los ideodos de la no-revolución se ponen nerviosos al observar que el mundo sigue adelante tras el 15-M -nos hemos ido de vacaciones, aprovechamos las rebajas para comprar más cosas que nunca que no necesitamos y vivimos el milagro continuo de no morir de hambre en el desempleo-; se agotan las distintas iniciativas -perjuicio o boicot a manifestaciones con ideología afín, provocación innecesaria a los Cuerpos de Seguridad del Estado...-, y en la desesperación de la ineficacia, se recurre a la tragedia personal, como si pudiese importarle a alguien, cualquiera que sea su forma. Precisamente, estamos donde estamos porque todo nos importa una mierda desde hace bastante tiempo.
La propuesta arrancó buenos aplausos. La decisión de iniciar una huelga de hambre fue acogida con entusiasmo -el movimiento necesita algunos mártires ¡ahora! Se trataba en realidad de una duda -el "speaker" dijo algo sobre los hidratos que soy incapaz de reproducir, pero confiaba en su calendario. Pero otra cosa hubiese sido inmolarse. Para inmolarse ya no vale tomar el micrófono y reflexionar ante el público de "El club de la democracia" con una gorra ladeada, lo que hace falta es el bidón de gasolina. Es un paso serio -Islandia 1, mundo árabe 1. Tal vez este "wannabe" Gandhi está convencido de que a su gesto le seguirá por fin una reacción con auténticas consecuencias sociales, al contrario de las demás reacciones sociales en Occidente desde hace unas décadas, cuyo efecto más letal es que no pasa absolutamente nada. Pero yo creo que no le irá mucho mejor. La suerte del compañero Javi no será otra cosa que uno más de los muchos experimentos de la vida en cautividad a los que ya estamos acostumbrados. Sus padres y amigos recorrerán los estudios de radio y los platós de televisión para contar al mundo que el Javi -a quien siguió en la asamblea un tal Jose- "siempre ha sido un tío de puta madre", y nadie lo discutirá, pero es que los demás tenemos otras cosas que hacer -yo ahora estoy leyendo mucho a Christopher Isherwood y llego a la conclusión de que la literatura inteligente desapareció en los años 50. Es un asunto exclusivamente personal, mío, Javi.
Ojalá una victoria de Pérez Rubalcaba en las próximas elecciones consiga apartar a este joven de la atracción de su trágico destino. En caso contrario, ruego a Javi informe puntualmente del lugar donde llevará a cabo su lucha pasiva por la supervivencia, seguramente somos muchos los que hemos estrenado cámaras fotográficas de gran alcance y calidad de imagen este verano sin haber atrapado en su tarjeta de memoria nada más que furtivos desnudos femenimos.


Yvs Jacob

miércoles, 24 de agosto de 2011

La juventud del Papa deja Madrid llena de basura

Igual que la Esquerra en el Día de la Hispanidad, me exilié voluntariamente durante las jornadas de histeria católica en Madrid -temo tanto a la santidad en masa como a la vileza de la vida ordinaria de esta ciudad.
Siempre he sospechado que los españoles no somos aptos más que para hacer ruido hasta altas horas de la madrugada. Temo que sea verdad. Cuando a un pueblo que siente la autosatisfacción de su vulgaridad se le concede la oportunidad de mostrarla sin pudor, resulta entonces un auténtico vertedero. Y si la integración de la inmigración ha fracasado en España debido a la nula presión moral que ejerce su sociedad -tal presión, si existe, produce ciudadanos-, quienes han visitado estos días Madrid como turistas religiosos se han encontrado con la ocasión de soltarse el alma al desmadre padre, y lo que no se permiten -o no permite una moral eficaz de lo público- en sus países de origen lo han pasado por alto en este paraje del Sur de Europa, un perfecto rinconcito donde abandonar toda clase de mierda con impunidad.
No perdí detalle en los medios de comunicación acerca de la proclamada juventud del Papa. En muchos de estos jóvenes se encontraba el mensaje que invita a superar el consumismo, el individualismo, la tentación de tomar las propias decisiones con arrojo y coraje... No obstante, me parecían en buena medida una panda insoportable de pijos, y el mensaje no había quien lo creyese -uno afirmó ¡haber consagrado su vida a la Virgen!, ¡que me aspen!-, menos aun a la vista de sus ropas y artilugios electrónicos para la homogeneización de la simplicidad cultural mundial. Diríase que el catolicismo reclama para sí lo que ya ha conseguido el capitalismo, otro insaciable fagocitador, en menos tiempo y sin demasiada insistencia o violencia, comprador de almas a cuatro perras.
Más sorprendente es todavía que el modelo de hombre que muestra Benedicto XVI a los jóvenes se parezca tanto al filósofo, especialmente cuando el filósofo no encuentra los valores en la religión, de cuya superstición se aparta, sino en la fuente de la justicia, de una justicia no utilitaria, sino racional y ajena al dogma mitológico. Debe tener cuidado el Santo Padre: si consigue hacer buenos a los jóvenes, es probable que muchos deriven hacia un ateísmo pasivo, cuando no hacia la indiferencia religiosa -yo me declaro uno de ellos, un indiferente en materia de religión, contrario, sí, al fanatismo.
Pero tendré que decir lo que encontré anoche en mi ciudad tras regresar de Santiago de Compostela, la única ciudad española que un italiano sensible puede visitar sin sufrir un acceso de náusea: basura, basura y más basura. Y no sólo eso. Los jardines del Paseo del Prado, que tanto se han mimado aquí desde tiempos del estupendo gestor Álvarez de Manzano, habían sido arrasados, pero no será lo mismo una meada de pijo perfumado y jubiloso que otra de un mugriento rastafari con más mierda en los pies que un hobbit -hasta yo puedo percibir esa diferencia.
Y qué decir del espectáculo que ofreció en el Retiro el maratón confesional, por hablar de otro tipo de suciedad. ¿De verdad no ofende a Dios que la confesión se parezca tanto a un festival de verano, a un macrocentro comercial? ¿No se les ha ido un poco aquí la cabeza a los organizadores del show papal? ¿Y qué puede pensar un hombre honesto del merchanpaping? ¿Acaso no se convierte Dios así en lo mismo de lo que se supone se está huyendo?
En fin... Dejo estos problemas para los nuevos téologos -los de la publiciteología...-, a ver si los tienen resueltos para Río de Janeiro.
En Madrid ya hemos tenido bastante. Aprovecharé la ocasión para manifestar mi posición contraria a la posible celebración de unos Juegos Olímpicos en la ciudad, con la previsión de una nueva avalancha de intestinos y vejigas. ¡Anda y que se los metan por el mismísimo...!
[Apunte final sobre la tormenta: con razón contaban los griegos con un panteón, y no un único Dios; cada uno con sus respectivas competencias].


Yvs Jacob

sábado, 13 de agosto de 2011

Yvs Jacob acudirá a la marcha laica en Madrid

Es democrático y justo -aspectos a menudo disociados en la vida política española. Me sucede que nada tengo contra los católicos ni simpatizantes del Atlético de Madrid. Es obvio que cada cual tiene sus propios problemas. No obstante, igual que la Iglesia hace uso del derecho a expresar con libertad su doctrina, y del mismo modo como el ciudadano particular se ve afectado por aquélla, así debo yo tocar los cojones, no más que para hacer ruido. Pero hasta soy favorable a la reivindicación laica: los católicos deberían agruparse en un partido político específico si quieren decidir como tales el Sí y el No de las cuestiones políticas.
Llama la atención que los portavoces vaticanos animen a los laicos a manifestarse como es debido, entendiendo, claro, que maneras hay inadecuadas. Sobre este brote aleccionador de tolerancia, quizá la Iglesia pueda inspirarnos y alejarnos así de los modos inadecuados, quizá sepan por el Vaticano de algunos excesos del pasado, cuando como es debido era como Dios manda, si bien hubo modos en que Dios mandó que parecen hoy muy poco cogidos de su mano.
Pero que se tranquilice el Santo Padre: somos laicos, sí, pero ni se trata de ir a la caza del peregrino ni se quemarán edificios religiosos -tal vez en la parabólica del Vaticano sólo reciben señales desde España que retransmiten el No-Do, o será Telemadrid, casi lo mismo.
Y pasaremos por la Puerta del Sol -con dos huevos... Personalmente, porque la Espe tiene domicilio en la plaza, y es sabido lo mucho que molesta a la condesa consorte que le toquen el telefonillo.
Ya hace tiempo que escribí a propósito de la representación de los creyentes españoles en el Vaticano por parte de María Dolores de Cospedal -vamos, catolicismo de pata negra. Yo, pura, lo que se dice pura, libre de pecado, a De Cospedal no la veo, pero si los creyentes la aceptan como representante, ahí tampoco me meto -a saber lo que y a quiénes representa. Como icono la veo más bien flojilla, y para representar a los creyentes hubiese enviado a un torero español, a poder ser, con algunas cornadas frescas. Los laicos, se puede ver, no necesitamos, sin embargo, ningún político con ganas de anidarse una peineta. Lo que sí pedimos a esta tropa jolgórica matrimonial y antiabortista es que aspire de una vez a la madurez política, y que no pretenda privar a los demás de las libertades a las que ella renuncia.
Ya lo dice la tonadilla del 15-M: "lo llaman 'democracia' y no lo es". Y nunca lo será.


Yvs Jacob