viernes, 3 de febrero de 2012

El valor del ministro Wert (La flagrante mentira de un ministro de derechas)

Apenas un mes, y ya podemos elevar a sentencia lo que no era sino precabida observación al iniciarse la legislatura: estamos gobernados por unos freakies, y hay que ver qué semanita de exhibiciones y declaraciones nos está dando este circo de malformaciones grotescas. Se lleva el premio al más bocazas el ministro Wert, al que ha bastado una sola declaración para echar por tierra tanto currículo como quería pasarnos por los morros la caverna mediática, pero si tanto saber no conduce sino a decir una gran mentira, con tontería incluida, virgencita, que me quede como estoy.
Un recurso educativo es también un diálogo cualquiera de Platón, y en nada se diferencia por su espíritu de lo propuesto en el polémico, absurdamente polémico, texto de Carlos Fernández Liria, porque aunque en sociología sólo se preste atención a la sociedad una vez entontecida y atontada, en filosofía, que es de lo que se trata, se intenta, y no sólo en el platonismo, sino en todas y cada una de las tendencias, escuelas, corrientes, movimientos... lo que se conoce como "la conquista de sí", que el hombre se encuentre, se descubra, se construya, que el hombre aprenda sobre sí mismo y su mundo, que asuma la responsabilidad sobre sí mismo, que aprenda a decidir por sí mismo, pero, aunque muchos lo han pretendido, de momento, las asignaturas del ámbito filosófico no han desaparecido de la educación obligatoria. Se puede discutir si el freno para la locura capitalista es de verdad el comunismo, pero, ¡por favor!, ¡la filosofía se ha probado un ineficaz contrarresto para el poderosísimo aparato publicitario-propagandístico con que cuenta la cultura capitalista! Así que no nos vengan ahora estos cerebros estrafalarios con falsos remedios contra falsos adoctrinamientos, ellos que viven devorados por la doctrina.
Por otra parte, injustificado tanto temor como acucia a los liberales de cartón que asoman y dominan ahora en España, la asignatura de Educación para la ciudadanía, despojada de valores como quiere dejarla el farsante ministro Wert, es imprescindible en su versión naturalizada, aunque hay que admitir que no deja la menor huella moral en los alumnos, ¿o acaso confían ahora tanto estos liberales de cartón en nuestro sistema educativo? La posibilidad de que un adolescente termine maricón, que es así como lo temen las abuelitas del barrio de Salamanca, por asistir a unas clases donde se transmite a los alumnos la variedad de relaciones humanas es nula, no hay nada que temer, ni, por supuesto, existe el menor peligro respecto de que un muchachito de derechas termine percibiendo a un negro como a un igual: la escuela democrática no conseguirá jamás sobreponerse a los prejuicios de su sociedad, y si bien los padres fracasan en la educación en valores positivos, que no tema el ministro Wert, catedrático de Sociología, que los valores negativos siempre y siempre triunfarán.
Y yo me parto de risa con estos liberales patéticos, realmente patéticos y fuera de lugar, indocumentados, analfabetos, burros a más no poder. El liberalismo no es nada sin educación, un liberal de verdad no teme a la educación en valores, un liberal auténtico descubre dentro del conocimiento la fuerza de sus opciones, no se impone a la variedad, no se preocupa por las decisiones y opciones de los demás, al contrario, se esfuerza porque esas opciones se hagan realidad tanto como las suyas, porque quien recibe la mejor educación tiene pocas posibilidades de errar, de decidir mal. Pero estos liberales baratos que ahora gobiernan España son unos supersticiosos fariseos, pretenden arroparse con la modernidad y no son más que unos cavernícolas iletrados, a los que tanta ignorancia respecto de su propia ideología convierte en freakies, en enanos, son una monstruosidad que repugna a la moral y a la razón.
Por favor, lecciones de la derecha hipócrita, rencorosa y entrometida, en moral, no.
Creo que lo peor que le puede suceder a un hombre de conocimiento, a un académico, como el ministro Wert, es ser pillado en flagrante mentira a los ojos de toda la sociedad. Este acontecimiento lo desacredita, ha perdido cualquier asomo de credibilidad, si es que alguna vez la tuvo, y debe exigirse su dimisión: la sociedad española exige a Mariano Rajoy que dé paso al siguiente incompetente, éste se ha consumido demasiado pronto.


Yvs Jacob