sábado, 27 de marzo de 2010

De la Vega hace (por fin) política

Es que no puedo parar de reír.
Tiempo ya que no escribía de doña Rita Rita, política valenciana de ancho mundo y modelo de tan grandes cosas.
El sábado sí que fue un día grande para quienes ansiábamos que el PSOE entrase de nuevo (o por fin) en la política española, tan acostumbrados como nos tiene ya a una elegancia próxima a la manía aséptica. Desde los escándalos de corrupción que liquidaron la era González, el PSOE se impuso la psicosis del contagio, y no ha habido manera de que interviniera en nada, ni siquiera en aquello para lo cual ha sido votado. Pero algo -parece- ha cambiado.
La Vicepresidenta del Gobierno no atraviesa su mejor momento, aunque difícil precisar quién podría, dentro de la permanente situación psicopolítica española, sólo apta para desquiciados. Yo defiendo que la política, como la filosofía, debe ser violenta, debe responder con acción, ¡muera la compasión con el necio! ¡Viva el látigo instructor! Con enemigos que golpean sin piedad, los gestos de cordial diplomacia sólo excitan su perversa temeridad, su apetito de destrucción, y es mucho lo que está en juego.
De la Vega ha tenido un valor que muchos aguardábamos hace tiempo, una lanzada que ha atravesado a la alcaldesa de Valencia cual jabalí gritón. Ya iba siendo hora de que el PSOE empezase a gestionar de manera favorable el descaro de la fauna popular. Ya han superado lo intolerable el abuso continuo de la coz, a la que son adictos los populares, y la disciplina del rebuzno, escuela-taller del burro popular.
De la Vega, frugal expresión orgánica, ha tenido por fin el valor de hacer el vacío a la inmensa doña Rita, y qué gracioso su gesto, ¡qué dolor!, ¡qué daño!, en aquel silencio, ausencia de calor humano.
Confieso que me voy alejando impasible del socialismo cristiano "de la otra mejilla", del socialismo jovial, de su buen rollo, pero mi estómago es intolerante con la sintonía macabra en que se ha convertido el Partido Popular. Cuando se ofrece una cara tan dura, el golpe debe redoblar su fuerza.
Me alegro de que doña Rita metiese la pata delante del mundo entero, una nueva manifestación de la falta del sentido para lo oportuno de su formación política. No obstante, la protagonista de la hazaña ha sido María Teresa. Endeluego, ¡qué tablas tie' la jodía!


Yvs Jacob