sábado, 1 de octubre de 2011

Ana Botella "noh quiere gobelnal"

Oído en Madrid, y de muy buena fuente. El alcalde, señor Ruiz-Gallardón, da por concluido su ciclo de mayorías absolutas en la región -el ego le pide más (y tal vez un túnel desde Finisterra hasta Algeciras). Aunque no irá en las listas del Partido Popular para el 20-N, sí se cuenta con él como próximo ministro del Interior, siempre y cuando haya tantos simples o pobres desgraciados que se traguen el anzuelo de que Mariano Rajoy es un arma eficaz para mantener a raya a los mercados -¡ay, para, para, que mese descuelga el hígado! A falta de una cabeza visible en Madrid tras la última erupción del ego del señor Ruiz-Gallardón, todo apunta a que su puesto sería ocupado por la meritoria Ana Botella, que anda metida desde hace unos años en politiquerías, y si bien ha recibido el encargo de afrontar determinadas responsabilidades, ningún beneficio ha obtenido la ciudadanía de su acción, a menos que quiera hacerse responsable la donna de la gran cantidad de mierda que por todas partes se aprecia en la ciudad. (Lo veo poco probable, una mujer que necesita tres coches para ir a la peluquería y dice que los docentes trabajan menos que un administrativo del Ayuntamiento, persona cabal y bien informada). Puede que sólo a mí se me antoje, pero existe un cierto o muy preciso parecido de familia en el modo como se comportan los políticos del Partido Popular con responsabilidades de gestión -yo prefiero siempre ese término al más técnico de gobierno, y que por falta de cultura política no se puede aplicar a la sociedad española hasta que no elija con buena fe a sus representantes. Quiero decir que, por ejemplo, la Espe, que se encuentra al frente de los asuntos de la Comunidad de Madrid en general, lejos de gestionarla con eficacia, continuamente alimenta la bronca y el enfrentamiento guerracivilista. A mí me de una risa casi divina cuando le escucho decir que en la educación se están haciendo "huelgas políticas"... ¡Hombre, no van a ser huelgas de bocadillos! A acciones ideológicas y políticas -recortes sociales, pero subvención en el gasto de quienes pueden pagar sus colegios privados- les corresponden reacciones políticas -huelgas, manifestaciones... Hay que pensar en todo esto porque luego llegan las elecciones y elegimos a quien pone en mayor peligro la vida en sociedad y el progreso en todos sus aspectos, siempre creyendo que es mejor quien más cojones tiene (o más burro es), cuando lo que hay que valorar es otra cosa.
En un nivel inferior -y eso que la Espe ya se encuentra en uno de cuidado-, se dice en Madrid que Ana Botella se encarga de limpiar la ciudad y de recoger la basura. Bueno, con el pañuelo anudado en el pelo no se la ha visto, porque ella gestiona desde un despachito, ¿para qué se iba a querer un cargo público si no llevase asociada ninguna ostentación? Claro, visto así...
Un día tras otro, y no voy a decir que no haya nadie barriendo las calles de Madrid, yo me pregunto cómo puede parecer la ciudad un suburbio de La Paz o de Lima: las aceras huecas, socavadas, llenas de accidentes; las baldosas sueltas, mal colocadas; restos de obras domésticas en los rincones de las calles más céntricas, residuos orgánicos, mierdas de perro, restos de orina humana... Sería injusto atribuir la autoría de tales actos incívicos a Ana Botella -si tiene un despacho, con seguridad tiene su propio retrete. Yo no dudo de que en Madrid vivimos como cerdos porque se encuentran entre nosotros muchos hijos de la gran puta. No obstante, esta explicación resiste si la mierda de perro, el saco de obra o el cartón de vino fueran retirados al día siguiente de su aparición en mi calle. Cuando junto a una mierda perro aparecen dos, cuando a un saco le sucede un montón, cuando una meada humana se convierte en pegamento por la acumulación de fluidos, entonces tenemos un problema de gestión -de gobierno. No nos engañemos. Tenemos los españoles sobre todo un problema cultural: nos gusta la mierda en todas sus formas -la mierda en el arte, en la educación, en el ocio y, claro, en la política. ¡Cómo no iba a gustarnos la mierda en nuestras calles! No debe extrañarnos que los chinos se sientan aquí como en casa.
En el barrio ya empezamos a temer un alcaldato de Ana Botella tanto como a un bocado de su dentadura; tememos que confunda, porque estos populares todo lo confunden, su cargo con el de Delegada del Gobierno, sino presidenta de república, y vayamos de mal en peor, sin dedicar la atención debida a las grandes cosas pequeñas, que son nuestros problemas cotidianos. Un pueblo de retrasados mentales como el nuestro evoluciona adecuadamente hacia el Estado policial por falta de moral. Como no sabemos elegir a nuestros gobernantes, como las instituciones de gobierno han sido despojadas además de cualquier intencionalidad formativa, reaccionaria como es la derecha a la educación de las masas, puesto que todo puede conseguirse de ellas cuando son analfabetas, la sociedad española camina hacia la presencia omnisciente de la autoridad. Luego se habla por aquí de los países de nuestro entorno...
No puede sacarse otra conclusión: los problemas de los españoles no se resuelven con más dinero, sino con buenas leyes y mejores gobernantes. El Partido Popular sólo encuentra culpables en la fila de enfrente, actitud que lo hace todo más difícil -si no costase ya bastante someter la anarquía instintiva de los españoles para el bien común...
Creo que con una aventurera al frente de las cosas de los madrileños es suficiente.
¡No votéis al Partido Popular, hostias!


Yvs Jacob