viernes, 1 de enero de 2010

Año nuevo entre tanta mierda

Mucho sufrí anoche cuando salí a pasear con la intención de conocer bien de cerca los hábitos y costumbres de una muestra generosa de seres humanos que celebraba la llegada del nuevo año en el centro de Madrid.
Seres humanos creía yo que eran, pero inmediatamente me descubrí prisionero de una variopinta fauna bulliciosa y desatada por la destrucción de su hábitat. Si hubieran sido seres humanos, podría haber advertido en ellos el modo en que se divertían, pero lo que estos animales llamaban "diversión" no era más que una grotesca realización apocalíptica, ausentes los elementos poéticos del bello pasaje bíblico.
Caí en la tentación de disculpar a los políticos, puesto que no sólo el dinero es la materia con la cual deben tratar, pues lo hacen también con la otra, más tosca y resistente, eso que se dice "la gente" y cuya abstracción es de por sí una condena. Pensé en qué difícil es gobernar a los hombres cuando están vacíos o llenos de mierda.
Caminar entre riadas de orina y ver algunas espitas en acción; superar la prueba del faquir sobre afiladísimas puntas de vidrio quebrado y el salto de longitud para salvar los restos de una comida opípara apenas retenida... El viento se había calmado y el olor no alcanzó la gravedad de amenaza, pero la multitud, la bochornosa turbamulta vociferante precipitaba al paseante absorto hacia la pérdida de toda dignidad...
Y así fue que regresé a casa tras la búsqueda infructuosa de la humanidad en una noche en que se festejaba a sí misma, y constaté que, avanzado el tiempo, no obstante, nada había cambiado...


Yvs Jacob