miércoles, 28 de noviembre de 2012

Una familia de suecos apadrina a Yvs Jacob

¡Y sin verme ni nada!
La verdad es que me han dado una sorpresa estos suecos... Alguien llama de manera insistente al telefonillo -mientras suena cualquier obra de Jean Sibelius, yo no contesto al teléfono ni al telefonillo, y ni le abro la puerta a mi vecino aunque se le esté quemando la casa. Y venga a llamar, venga a llamar... y el silencio. Entonces, suenan pisadas en la escalera, mamporros en mi puerta, y reacciono. "¡Pero se puede saber qué maneras son éstas!", y abro enfurecido. Una personita vestida de azul y amarillo y con cara de poca cocción en el útero materno  me mira con la indolencia de quienes saben poner la exigencia de la responsabilidad por encima de cualquier otro cometido, pregunta si soy quien soy, a lo que yo contesto que "en efecto", y me pone en las manos una caja lo bastante grande como para pasar desapercibida, y es que me había maravillado esa concentración sietemesina, creación caprichosa de la divina naturaleza. Ingenuo, se me escapa esta observación: "no esperaba ningún paquete", que es apenas un pensamiento en voz alta sin dirección, pero el personal de Correos, tan mal educado en las jóvenes generaciones, tan susceptible, interpreta como una queja lo que no es sino sorpresa, y de buenas a primeras, me arrea un mandoble liberaliforme, "¡y a mí qué me cuenta!". "¡A mí qué me cuenta!", ¡qué asco de gente!, ¡qué asco de país!
Ganada la privacidad a la impertinencia, estudio el paquete. ¿No resulta extraño que semejante volumen lo entregue el servicio ordinario de Correos, que si no abres de inmediato al cartero te deja en el buzón la notificación pertinente para la recogida en persona? Me acuerdo entonces de un cartero que prestaba servicio hace algún tiempo en mi distrito, y que siempre que me llegaba en el correo algún libro me pedía que nos encontrásemos hacia la mitad de la escalera con la misma excusa, "un paquete muy pesado para...". Examino el recién entregado y por medios tan extraordinarios, sobre todo cuando interviene un trabajador español del servicio público. ¡Malmö! ¡Coño, qué lejos! ¡Qué habrá pasado! Y no me decido a abrirlo, como haría cualquier personaje de un producto hollywoodiense. Dejo el paquete sobre la mesa. Lo miro. Enciendo un cigarro; lo miro sin cesar. Malmö... Todo lo que sé acerca de esta ciudad es que Adidas le dedicó unas zapatillas con los colores de la bandera de Suecia. Me pregunto entonces si una palabra como Madrid quedaría bien apenas debajo del tobillo. Adidas Madrid no suena en absoluto como Adidas Malmö, quizá tenga algo que ver el peso ontológico de las palabras, la realidad a la que hacen referencia, quizá tenga algo que ver eso que los filósofos llaman exterioridad, el problema de la mismidad, la imposibilidad de ver en lo conocido otra cosa que siempre lo mismo. Llamo a mi madre para preguntarle si tenemos familia en Suecia, y si la tenemos, para preguntarle por qué hemos vivido siempre aquí: "¿mamá, si tenemos familiares suecos, por qué hemos vidido en Madrid?". ¡La de cosas que hubiese podido hacer yo en Suecia...! Es posible que incluso fuese más alto... y que la barba me sentase mucho mejor. Mi madre ignora que las relaciones meditarráneo-escandinavas hayan llegado a nada en la familia, nada más allá de algún pariente de los que arrima cebolla en la playa a la vista de cualquier rubia, incluso teñida, y no me es de mayor ayuda. Por supuesto, no le digo que entre sellos y matasellos puede leerse Malmö por no saber cómo pronunciarlo, y no entender mi madre otra cosa que, por venir de Malmö, "el paquete está mal". "Ábrelo, hijo... ¡total!".  Esta es la actitud a la que hemos llegado los españoles con la crisis económica, política y social, esta resignación, y es probable que una madre le diga a su hijo, a la vista de un desperdicio callejero, algo parecido, "total...". Pues lo abro. ¡Hay que ver qué gusto por el detalle, por el diseño y por la disposición que tienen los suecos! El interior del paquete es de una sofisticación tal... Y voy sacando lo que contiene: latas de galletas, bolsas de gominolas y tabletas de chocolate negro -y es obvio, también un sobre. Me apresuro y me como, sin meditarlo siquiera, tres osos descomunales -tres osos suecos-, y ya estoy tentando al chocolate cuando me digo que tal vez debería abrir antes el sobre, ¡menuda descortesía! Dos páginas, una escrita en inglés y otra, que parece al principio en un castellano dubitativo, puedo confirmar que lo está en sueco, algo que tiene cierto sentido. No me cabe la menor duda: un sueco que quisiese decir lo mismo en inglés que en sueco lo lograría; un español con la misma intención que dijese una cosa en castellano y otra bien distinta en inglés, también es posible. La carta va firmada por la familia... y en ella me dicen que han visto por televisión imágenes terribles de la situación en España, que no imaginaban que fuese el nuestro un país tan pobre -se ve todo tan bonito desde una democracia en Malmö...-, y que, profundamente conmovidos, no se les ha ocurrido otra cosa que apadrinar a un español, pero como dudan de que algo así pueda hacerse por medios fiables fuera de Centroeuropa, han optado por contactar al azar con uno de nosotros, presentarle la solicitud de apadrinamiento y establecer un vínculo de humanidad en un mundo globalizado. ¡Joder con los suecos! Me piden una respuesta a la mayor brevedad, si quedo o no conforme con la propuesta. Tras analizar la fecha de caducidad de los productos, me pongo a redactarla - ¡me muestro lascivamente favorable!-, y ya les pido para el próximo envío un Scalextric y algo de dinero, aunque no sé si esto funciona así con exactitud. En cualquier caso, no me pienso separar de ellos, ¡estos suecos me vieron a mí primero!


Yvs Jacob

lunes, 26 de noviembre de 2012

La "Liga de los hombres extraordinarios" desestima la candidatura de Artur Mas

Quienes hemos curioseado de cuando en cuando los textos sagrados de la llamada ciencia política -y no escaso número de sus profanaciones- jamás habíamos encontrado en ellos expresiones tales que independencia clásica o mayoría excepcional, ni siquiera leyendo todas y cada una de las páginas, y ni en la novela parece que se hayan empleado, género tan generoso que ha dado a la civilización un Tolstoi, pero también un Juan Manuel de Prada. Pero parece claro que independencia clásica y mayoría excepcional, conceptos políticos no son. El hasta ayer mesías del pueblo catalán y hoy hombre a secas, Artur Mas, se valió sin embargo de ellos con alguna intención por el momento desconocida, porque toda acción política lleva una carga o contenido y tiende a un fin, y si tal fin no se realiza, sino todo lo contrario, o la acción estaba mal calculada o era el fin demasiado escurridizo. Yo creo que hay un poco de todo, que Artur Mas se ha revelado como un político mediocre y que entre los catalanes el vínculo sin necesidad que había querido unir la crisis económica con la estructura del Estado en España no ha alcanzado la profundidad de esa herida que otros se empeñan en abrir y hurgar. Mucho se había dicho meses atrás acerca del auge del soberanismo en Catalunya siempre que gobierna el PP; no obstante, hay otras manifestación de acción-reacción que cabe analizar. Por ejemplo, el PSC compite con CiU por el voto nacionalista pero pierde votantes, quizá porque el problema de la identidad no tenía para muchos de ellos tanta importancia. Por ejemplo, CiU compite con ERC por el voto soberanista y pierde, quizá porque el problema de la identidad sí tiene para los votantes de ERC la importancia no útil que Artur Mas buscaba con su expresión mayoría excepcional. Yo he investigado en profundidad acerca de este alarde de creatividad, que junto con independencia clásica ha supuesto la contribución de Artur Mas a la fraseología del fracaso electoral, y lo más parecido que he podido encontrar hasta el momento es una simetría invertida, la minoría excepcional que Ernst Jünger estudia en su obra El trabajador. Dice Jünger que todo régimen autoritario, cuando busca alguna legitimación en las urnas, sea cual sea la consulta, se cuida de que no todos los votos sean positivos, favorables, y presenta los contrarios, siempre en un porcentaje testimonial, como la posibilidad abierta de la crítica, del disentimiento, porque el disidente, ignorado, combatido, anulado por el régimen autoritario, si no se pasa por las armas, permite ganar al sistema la legitimidad que no tiene al decir que sólo unos pocos se oponen, que el gobierno no se ejerce de manera despótica ni la ley es arbitraria, que la voluntad del pueblo gobierna y que existe la libertad. Eso es una minoría excepcional. Pero una mayoría excepcional es la solicitud de un préstamo, pedir todos aquellos votos que en unas circunstancias no se obtendrían, pero que en otras bien distintas y de urgencia necesitan ser pervertidos y trasvasados. Es cierto que una mayoría excepcional semejante dejaría todavía lugar para una minoría excepcional, pero ya se había visto que esta minoría era despreciada por CiU, que sólo quería encontrar catalanes allí donde pusiese la mirada; y se ha encontrado a muchos catalanes, sí, pero de izquierdas, y por qué no decirlo, también con un buen montón de españoles. Artur Mas elevó su candidatura a la Liga de los hombres extraordinarios, quería pasar a la historia como un libertador, pero se ha quedado sin más en perdedor patético -la Liga, obviamente, ha desestimado su petición... Ecce homo!
A mí ahora me preocupa sobremanera qué va a suceder cuando la iniciativa por la independencia vuelve a recaer sobre ERC, la matriz en este negocio, no sé si hay que llevar otra vez el oro a Moscú o está previsto en los acuerdos con la OTAN qué hacer en caso de que el río Ebro tenga que llenarse otra vez de cadáveres. Tengo que decirte, Artur Mas, que hoy tiemblo más que ayer.


Yvs Jacob

sábado, 24 de noviembre de 2012

Inexplicable capote del grupo PRISA a Artur Mas en el caso del informe fantasma

Las elecciones en Catalunya no sólo han conocido la campaña más polémica de su historia, sino también quizá la más extraña. Para empezar, los catalanes acuden a las urnas no para elegir a quienes han de institucionalizar la solución de sus problemas y dar satisfacción a sus necesidades políticas, sino para aclarar ante el resto de los españoles que los catalanes son catalanes, o lo que es igual, que pertenece al pueblo catalán todo aquel que no quiere ser español, y con mayor precisión, que catalán en sentido propio será todo aquel que dé su voto a CiU. Se trata de unas elecciones muy extrañas además porque son muchos los partidos políticos que aspiran a entrar en la Cámara regional, y hay entre ellos toda suerte de combinaciones pseudoideológicas perversas: muy de derechas y soberanistas, de izquierdas e independentistas, imperturbable derecha española, izquierda moderada federalista, socialdemocracia hastiada por la socialdemocracia española e improductiva, izquierda ecologista seducida por el canto de otras sirenas y hasta un movimiento popular que ha pasado de negar las instituciones políticas a buscar en ellas algún sustento. Por si no estaba ya todo bastante revuelto, el diario El Mundo, publicación para los adictos al periodismo-ficción, a falta de mejores novelistas, ha puesto en marcha una de esas torticeras estrategias de la derecha en España consistentes en favorecer todo aquello que se busca perjudicar. Hay que decir que si algún catalán no tiene todavía hoy claro a quién votará mañana, y si no lo sabía hace una semana ni hace dos ni hace un mes, entonces, o bien el independentismo no es una causa tan común y desesperada como los medios de comunicación han dado a entender, o bien los catalanes son más tontos de lo que el espectáculo por la autodeterminación ha permitido entrever. Cuando abundan las pseudoideologías, lo más sensato es votar a ninguna, a nada, cero. Todavía en el cierre de su campaña ha insistido Artur Mas en la repugnancia intelectual que resulta de reclamar la libertad para el pueblo de Catalunya, pero cuidado, que libres sólo son quienes dicen a su partido, porque los demás, ya se sabe, no respetan la voluntad de los clarividentes. Por si acaso CiU no tenía todo ya de su lado, el informe fantasma con que El Mundo creía hundir a su líder ha producido un efecto contrario, y si acaso no flotaba y hasta volaba el mesías Artur Mas, la Cadena Ser y El País se han dedicado en los dos últimos días de campaña a combatir a quienes daban credibilidad a dicho informe, y al tiempo que retrataban al Gobierno, cuyo patetismo no podía producir más lástima, exoneraban al salvador del pueblo catalán con la misma alegría con la que antes se lo castigaba, sin pruebas, y así se apreciaba en los titulares para las versiones en la Red el alivio que para muchos era no encontrarlo culpable ni aludido, una defensa que ha debido dejar helados a los oyentes y lectores de ambos medios al no comprender semejante cálculo: desmontar la travesura de El Mundo en la apuesta del todo por el todo aunque cueste otra mayoría holgada para mayor gloria de Artur Mas. ¿Pero acaso vale ahora tanto una honorabilidad con toda la porquería que sale a la luz cada día en España? Y ¿tanto jaleo en nombre de la crisis, tanta batalla contra los recortes, tanto denunciar que CiU es la vanguardia en la estafa de la austeridad y se le entrega en el remate de la campaña la ofrenda de reforzar una mayoría que ya tenía ganada? Yo no doy crédito. ¿De quién habrá sido la brillante idea de dar esta ejemplar lección de periodismo apolítico?


Yvs Jacob

jueves, 22 de noviembre de 2012

La inagotable inspiración de Ernst Robert Curtius

Ahora que Arturo Pérez-Reverte vuelve con su matraca boba a las librerías, conviene tener a mano el buen juicio de los críticos de la literatura. Ya en otra ocasión he celebrado un breviario de Curtius, Diario de lecturas, obrita deliciosa, perfecta para la impostura, con la cual podría pasearse uno por las calles de Madrid con un ánimo decisionario muy fecundo, que si Benedicto XVI ha dejado al portal de Belén sin buey ni mula, con esta compilación concentrada cabría limpiar los estantes de todas las librerías sin haber llegado siquiera a la página 16. Pero es en la página 32 cuando Curtius se hace eco de las tribulaciones de un editor -"¿Falta espacio para los libros? ¿Por qué se escribe en demasía?-, cuestiones que hoy resultan hiperbólicas, intempestivas y de mal gusto, a la caza como están todos los profesionales de la edición de la última ocurrencia de algún recóndito autor lituano, que los escaparates elevarán a la condición de genio e imprescindible. Y por supuesto, los Pérez-Reverte, que dan lo mismo en un tango que en una milonga. He disfrutado lo indecible con este pequeño tesoro y me rindo ante su traductor, un desconocido para mí Jorge Deike Robles, que ha conseguido algo extraordinario cuando se traiciona un escrito desde su idioma original, a saber, que la voz del autor no se pierda. Siempre he creído que el gran mérito del traductor no es sino éste, avivar o mantener con vida una voz, la del autor. Me he llevado una sorpresa al encontrar cierta proximidad en Curtius, cuando dice sobre una publicación póstuma de André Gide que quienes conocieron al autor "se alegrarán de volver a oír su voz", lo que conduce a una reflexión de la crítica en absoluto menor: ¿qué pasa con esos autores que ni tienen alma ni tienen voz? No en vano existen hoy tantas y tan malas traducciones; un desalmado cae en manos de otro... Mucho más hubiese disfrutado del Büchertagebuch en su lengua original, aunque dudo de que la genialidad de Curtius, su fina ironía, se revelase tan fecunda en una lectura ruda como la que puedo afrontar en alemán, y por eso tengo que encomiar a su traductor, que ha logrado un texto muy verosímil, muy creíble. Pero yo tenía apenas una duda, porque en la página 24, cuando Curtius habla de Werner Bock, también absolutamente desconocido para mí, en la traducción española puede leerse que "encontrándose fuera de lugar en la Alemania hitleriana emigró en 1939 a la Argentina", y es este encontrarse fuera de lugar lo que me inquieta, si es una ironía con perífrasis del autor, o si se trata de una audacia no inferior del traductor. En cualquier caso, ¡qué maravillosa construcción, encontrarse fuera de lugar en la Alemania hitleriana...! Hoy que la crítica literaria, el "cuarto género", la conducen los mismos que comentan las recetas de cocina, le produce al lector de Curtius una satisfacción desbordante conocer que el requisito para ejercerla en el año 1951 era "una sólida formación literaria y filosófica", y ni una palabra añade acerca de la gastronomía ni de las estrellas Michelin. Pero si yo tuviese que seleccionar una enseñanza de suma importancia, una aportación específica de Curtius a mi impostura, sería la siguiente. Curtius observa el modo como unas palabras sustituyen a otras en el proceso de referenciar la realidad, y se pregunta por el origen de las mismas, por su fuente creadora y su intencionalidad. Dice Curtius: "una manera de penetrarse a conciencia de los ideales culturales de los tiempos modernos es la consistente en investigar sus realizaciones lingüísticas". Cierto, y no es menos útil la observación aplicada a los tiempos pasados. En el caso de la España contemporánea, alguien habría de estudiar por qué los rancios conservadores más clasistas han buscado cobijo en el término liberalismo, al que conceden la más sibilina modernidad; y en mi modesta aportación a la sociolingüística yo quisiera proponer una discusión acerca de dos soluciones en idiomas diferentes para señalar una misma realidad. En inglés, cuando algo no está permitido, prima la expresión against the law sobre cualquier otra, y, sin embargo, un español al que se le dice que algo está prohibido... pues como que no lo entiende. ¡Ay, qué pueblo seríamos si entendiésemos que lo prohibido es lo que va en contra de la ley!


Yvs jacob  

martes, 20 de noviembre de 2012

Nuevo comentario censurado en el videoblog de Iñaki (Gabilondo) el martes 20 de noviembre

No puedo estar más en desacuerdo, comparar un "muy probable" ejercicio de manipulación de masas como es el soberanismo en Catalunya con el movimiento ciudadano contra los desahucios lo encuentro obsceno, ni el impulso que los pone en marcha es el mismo ni cuentan con medios para nada parecidos; es más, atribuir el auge del soberanismo en Catalunya a la espontaneidad ciudadana es simplemente falso, no se ha producido fuera de las instituciones, como el movimiento contra los desahucios, sino con las instituciones, ya sean las políticas, por ejemplo, cuando el president Montilla se puso al frente de una manifestación para protestar y perjudicar así al Gobierno de Rodríguez Zapatero, o en la actualidad, cuando TV3 actúa como medio al servicio de la propaganda de CiU. No nos hagamos líos a estas alturas.
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Yvs Jcob

lunes, 19 de noviembre de 2012

El mileurista que no quería más Estado

Me cuentan la historia de un mileurista que no quiere más Estado, un mileurista español convencido de que la ideología neoliberal es preferible a lo que se conoció durante la segunda mitad del siglo XX como solidaridad republicana, un mileurista de estos que ahora existen, mileuristas furibundos, que desprecian al poder en nombre del dinero que no tienen al grito de "¡Viva la austeridad!". Antes que nada, conviene aclarar qué es o a quién se le da el título de mileurista. Preguntado el mileurista, éste respondió que "clase media", lo que conduce directamente al problema de las clases sociales en España. En la página del ministerio de Empleo y Seguridad Social del Gobierno de España se dice que el salario mínimo interprofesional para cualquier actividad es de 641,40 euros/mes, cantidad cuyos perceptores son así llamados, pobres, distinción respecto de pobres de mierda, para perceptores de cantidades inferiores, pensiones o prestaciones por desempleo y similares. Pero ¿qué sucede por encima de 641,40 euros/mes? Preguntado el mileurista, como se dijo, la clase media española comienza a partir de los ya celebrados 1.000 euros/mes, muy lejos, ay, de los 250.000 dólares anuales de la auténtica clase media norteamericana, luego llamaremos a quien recibe cualquier cantidad entre 641,40 y 1.000 euros pobrecillo, y llegado el caso diremos del mileurista de clase media español que es un desgraciado o pobre diablo. Este mileurista, que jamás ha sentido la menor presión de los líquidos internos a favor de los trabajadores -obsérvese que, al modo de la sociología norteamericana, se puede construir el concepto de clase exclusivamente atendiendo a los salarios, sin necesidad de recurrir a las funciones sociales o roles-, se echa a la espalda a la patronal, a los medios de comunicación de la zafia y vil derecha española y al Gobierno del PP, que lo han vaciado de toda conciencia para depositar en su interior una sola idea: si empresario es quien genera riqueza y crea puestos de trabajo, ¡joder, dejémoslo actuar! Alguien echa cuentas con el mileurista e intenta explicarle qué es esa mierda de la clase media que maneja con su fraseología neoliberal espuria, si acaso no comprende que le están tomando el pelo, y que lo mejor que puede suceder frente a la amenaza de la desprotección social y laboral es no sólo Estado, sino mucho, expresado en una fiscalidad eficiente y eficaz. El mileurista se empecina en que a él se le dé todo su dinero, que ya se gestionará todos los gastos presentes y por venir, desde la sanidad hasta un plan privado de pensiones. Se intenta por todos los medios espabilar al mileurista español de clase media, despertarlo del sueño dogmático que lo devora, pero no hay manera. Se le explica que el dinero que el empresario paga por su contratación, pero que en realidad habría de percibir el empleado por cuenta ajena en un escenario diferente, 400 euros por cada 1.000, no le sería retribuido en ese caso que él considera tan favorable, porque preguntado cualquier empresario acerca de esa cantidad si el sistema cediera a la desprotección, la respuesta no varía: "yo no pago a un trabajador lo que me puedo ahorrar al Estado", y en ello están los empresarios. Pero el mileurista insiste en que a él se le dé todo su dinero, lo que no suma sino 80 euros como abono obligado a la Seguridad Social por un contrato legal. Como es fácil de ver, este caso no es único, y entre los estímulos a los emprendedores, la clonación de mileuristas enajenados y la multiplicación exponencial de los pobres de mierda, camina uno por la calle y no escucha más que maracas y cencerros, y cabe preguntarse si los partidos de la izquierda política no desaparecerán por completo si el síndrome de Estocolmo se extiende con tanta severidad, tanta que en la siguiente jornada por las pequeñas y medianas empresas ya acuda, además de Ágatha Ruiz de la Prada, el portavoz de los obispos y hasta algún represente de un sindicato vertical de reciente re-creación. ¡Atentos!


Yvs Jacob

viernes, 16 de noviembre de 2012

Comentario censurado en el videoblog de Iñaki (Gabilondo) el viernes 16 de noviembre

Pero es que no hay que comparar a unas instituciones con otras, a los sindicatos con las empresas o los medios que sostienen al Gobierno del PP, se aprecia todo mejor si se enfrenta a las respectivas ideologías. Por ejemplo, la derecha española quiere imponer su neoliberalismo, al que presentan como expresión de la más extraordinaria modernidad, mientras que los sindicatos representan lo que se conoce como ideología revolucionaria, o lo que es igual, una crítica y las acciones necesarias frente al orden establecido injusto. Y la pregunta es: ¿si por neoliberalismo se entiende la destrucción de lo público, su saqueo, su reparto entre los amigos de la derecha en España, si neoliberalismo es menos Estado, un sálvese quien pueda, cómo se atreve alguien con un mínimo de razón a cargar contra los sindicatos por su supuesto anacronismo, acaso no es la total desprotección de los pobres y de los trabajadores un estado ya conocido en la historia de Occidente? A quienes molesta la existencia de los sindicatos sólo buscan que los impuestos no les quiten su dinero, y lo más triste es que han convencido esos periolistos, a quienes de 100.000 euros al año les quitan 10.000 en impuestos, de que su situación es la misma en quienes cobran 1.000 euros al mes, y les convencen de que pagar 80 euros a la Seguridad Social es un atraco. Seamos honestos, quienes critican la existencia de los sindicatos no son sino analfabetos que buscan su desaparición para no tener que contribuir en los impuestos. Y más triste todavía es encontrar neoliberales mileuristas, eso sí que da que reír...
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Yvs Jacob

La obsesión de El País con Sorayita

El pasado domingo podía leerse en El País una nueva loa de Sorayita, vicepresidenta del Gobierno de España. Al parecer, en El País se valora mucho la conjunción de maternidad y responsabilidad en la alta gestión, bien pública o mejor privada. Pero quizá dedicar un reportaje a una ejecutiva o directiva de la empresa privada pueda resultar obsceno incluso a su redacción en la situación actual, redacción que apiadada de los lectores aprobó el elogio a la vicepresidenta, aunque quienes hayan atendido a la evolución de este diario español durante los últimos años habrán podido observar un movimiento desde la preocupación por la libertad y los derechos de la sociedad hacia la fijación empresarial, y todo ello con el mérito de no faltar a la verdad. Con justicia hay que decir que en El País no se observa un problema respecto de la veracidad, no al menos en cuestiones de bulto, esto es, si tiene lugar una gran manifestación, la imagen se lleva en portada, incluso si hay que sacrificar el nuevo peinado y unas interesantísimas declaraciones de Sergio Ramos; sin embargo, desde hace algún tiempo domina en la evaluación de su información el peso empresarial de la noticia, el concepto del negocio, interesa mucho todo lo que crece y se expande, nada que ver el experiodista y consejero delegado Juan Luis Cebrián con aquel otro director de periódico cuando a su diario lo confundían con el BOE. Me ha llamado la atención lo mucho que se admira y cuida de Sorayita en El País, joven, madre y vicepresidenta, y creo que al homenaje que se le rinde todavía le falta un contrapunto, por así decir, social, imprescindible en otro tiempo, un contrapunto con, por ejemplo, la Loli, que tiene la misma edad, es de Vallecas y limpia portales, y que por desgracia no ha parido más que insultos y deformaciones. Me explicaré. Desconozco si participar en la gestión de esa cosa, España, exige mucho o poco de la vicepresidenta, todo lo que llego a percibir es que el país va bastante mal y que la vicepresidenta aparece de cuando en cuando ante los medios con ninguna eficacia más que mostrar que la solemnidad también puede ser muy naïf. No consigo imaginarme lo duro que debe de ser un día en la vida de Sorayita, ni como vicepresidenta ni como madre con todos los gastos pagados, y por ello tampoco consigo elevarla al modelo que El País reconoce como el ideal de la mujer moderna, la gestora que no renuncia a la maternidad, que es, como dijo Ruiz-Gallardón, filósofo costumbrista, lo que hace mujer a la mujer -simplemente me cabe reconocer en ella a una mujer de derechas a la cual las cosas le van bien, que para eso se es de derechas, coño. Por supuesto, me conmueve la Loli, que hubiese querido ser madre hace muchos años, pero ni tiene dinero para traer a otro pobre al mundo ni escribe nadie acerca de ella porque es una desgraciada más, y para referir al conjunto de miserables y desgraciados se emplea en un cierto periodismo el término crisis -a los brillantes triunfadores se les dan algunas páginas para ellos solos, con gabardina y mirada entretenida, lo que se llama tener genio. Decía Sartre en su estudio sobre el carácter emocional de la percepción que cuando algo no nos interesa lo aniquilamos, y no le faltaba razón. La prensa de derechas sólo homenajea a sus bestias; quizá El País está cometiendo una equivocación por exceso de buenismo al hacerse eco de un producto de la derecha: la brillante vicepresidenta de las declaraciones simplonas, cuyo éxito hace desaparecer la miseria de todas las demás mujeres fracasadas. Rodríguez Zapatero eligió a María Teresa Fernández de la Vega, de la que se mofaban los diarios de la caverna por su inquietud ante un armario; Mariano Rajoy, que practica una imitación también muy solemne y muy simplona, confió en Sorayita, que volvió al trabajo apenas el alumbramiento de su criaturita para mostrar a la izquierda que la baja por maternidad es una estafa socialista cuando se ha ido a la escuela con las monjas. Yo soy más de la Loli... la pobre. Por cierto, ahora que vuelve a penalizarse el aborto, que yo encuentro tan desagradable, pero cuya libertad en otros no me atrevo a limitar, ¿se legislará también para castigar a la mujer que cercana a la menopausia no ha sido madre todavía?, ¿podría ser acusada de abortista por retardo o latencia, abortista en tentativa flagrante? Y ¿cuándo empezaremos a apedrearlas?


Yvs Jacob

lunes, 12 de noviembre de 2012

Frank Peter Zimmermann, el violinista de las manoletinas acharoladas

El mes pasado estuvo en Madrid Frank Peter Zimmermann e interpretó el Concierto para violín nº 1 de Shostakovich junto a la Orquesta de RTVE. Como en España siempre hemos tenido un problema en relación con la cultura, al juzgar que pertenecen a ella experiencias bastante dudosas, y al despreciar otras que, ciertamente, sí son cultura, resulta de una gran dificultad desprender a la música culta y a sus intérpretes ese barniz ya añejo que atufa a prejuicio clasista, aunque quizá no ayuda el precio de las entradas en el patio de butacas un sábado por la noche en el pomposo y tan horrible edificio recubierto -¿o será todo?- de ladrillo del Auditorio Nacional, que todavía nos recuerda que se trata de una festividad burguesa a la que los pobres no estamos invitados -la Orquesta y Coro nacionales de España ofrecen precios económicos en domingo, pero ¿quién podría disfrutar una sinfonía de Mahler a las 11 de la mañana? Y también son baratas las butacas en la zona del coro cuando éste no participa, ¡ay, qué centroeuropeo eso de ver a un violonchelista por detrás...! Pero yo tenía la intención de ensalzar a la Orquesta de RTVE, y ello a pesar de la notable obstrucción que la llamada "marca España" antepone a todo lo español, porque tal vez no sea una de las orquestas mejor o más reconocidas en el mundo, el mundo que es el medio al que los españoles llegamos siempre tarde, y sin embargo, su versatilidad, la calidad de las ejecuciones, lo variado de su programación y el amplio espectro de la música que aborda hace de ella un conjunto sobresaliente y nos libra de envidiar, como siempre sucede, algo mejor, porque ya lo tenemos. Con esta orquesta pública hizo Zimmermann una interpretación soberbia, apasionadísima, y consiguió algo extraordinario estos días; a saber, que a los españoles les caiga bien un alemán. De Zimmermann llamaron mi atención dos aspectos: desde la perspectiva técnica, la potencia de su vibrato, que parecía accionado por un resorte maligno, apenas contenible, pero, sobre todo, sus zapatos. Jamás, y así lo digo, jamás, jamás, jamás, había visto a un solista con un calzado similar. Porque Zimmermann calzaba unos zapatos inspirados en un modelo de ballet, aunque más robustos, con una pequeña correa sobre el empeine, y, como es de rigor, de charol. Yo no sé si este modelo se comercializa o es un obsequio de alguna firma de moda a uno de los mejores violinistas actuales, pero debo atribuirle la propiedad de la hipnosis, no tanto al charol como al diseño, porque apenas pude apartar la vista de esas creaciones, y eso que Zimmermann no dejaba de vibrar. Recuerdo ahora una entrevista que hiciera José Luis Pépez de Arteaga, el penúltimo o quizá ya el último intelectual que pase por Radio Clásica, al gerente de la Orquesta y Coro nacionales de España al final de la temporada pasada, que coincidía con una visita de Zimmermann al Auditorio Nacional para interpretar A la memoria de un ángel, de Alban Berg, lo que a menudo se hace pasar por un concierto de violín -Zimmermann toca un Stradivarius, ¡por el amor de Bach! El mencionado gerente ponía como ejemplo de solista invitado al violinista alemán, una persona extraordinaria, además de extraordinario intérprete, porque ni creaba ni encontraba problemas, lo que debe de ser una excepción entre divinos y pretendientes. A mí Zimmermann me cayó estupendo desde el primer pisotón (segundo movimiento); disfrutaba muchísimo tocando, todos sus gestos eran de satisfacción en el esfuerzo (se podía oír su respiración), porque el concierto de Shostakovich tiene mucho de deportivo, y no sería hasta el quinto y último movimiento cuando comprendí por qué se había calzado las manoletinas acharoladas. Shostakovich desciende entonces a la música popular, parece casi el interior de una taberna rusa con violinista, aunque por suerte yo no he visitado ninguna, y exige del intérprete complicidad, teatro... y zapateado. Cierto es que Zimmermann tiene una cara que no resultaría rara en ninguna taberna; con la nariz de Papá Noel y una sonrisa carrilluda, de cabello rubio y coloretes, que supongo no serían maquillaje, aunque después de ver las manoletinas... Eso sí, Zimmermann tiene cara de bonachón. ¡Ah, pero qué bueno es que venga por nuestro país para fortalecer las relaciones hispano-germanas, y salir así del vicio que ahora las simplifica, tú te quedas con mi austeridad, yo me quedo con tus bancos! En el asiento inmediato al que yo ocupaba, un veterano asistente a los conciertos le dice a otro: "¡tiene un dominio tremendo este tío!", que es un modo castizo de compartir que sí, que algo nos ha gustado mucho. ¿No se dice lo mismo de Angela Merkel? Comparto yo con un amigo alemán, que conoce mi envidia por los logros de su cultura, el entusiasmo que despierta la política de la austeridad propugnada por la canciller entre los actuales -anteriormente, conservadores- liberales españoles: "dicen que si no hacemos nada de nada creceremos. ¿Cuánto tardaremos en ser alemanes, quiero decir, como vosotros?". Y me responde mi amigo: "todavía tendréis que legislar para que el ochenta por ciento de los trabajadores se afilie a un sindicato". Y yo reacciono violento: "ah, no, no, ni hablar, yo hago con mi dinero lo que quiero". De repente, me reconozco un ser pequeño y mezquino.


Yvs Jacob

viernes, 9 de noviembre de 2012

Basuragurú pone en marcha una campaña para evitar la mayoría absoluta de Artur Mas

Votante catalán: yo no sé si ser español o catalán es bueno o malo, mejor o peor, y mucho me alegro de no tener que decidir sobre ello en unas elecciones, algo que encuentro, por lo demás, extravagante, porque siempre había creído que unas elecciones democráticas se celebraban para aclarar de qué modo se organiza una comunidad, qué derechos o libertades puede darse, cómo se realizan los intereses razonables de sus miembros, qué modelo de producción le conviene más, quiénes deben ser los actores que lo lleven adelante, dentro de qué marco y bajo qué condiciones; pero votar a favor o en contra de la identidad de unos o de otros, eso no consigo conciliarlo con todo lo anterior, no consigo explicarme si de las urnas puede llegar a derivarse la libertad para ser o no ser, en todo caso, la libertad para o la libertad por, como dicen los filósofos. Tal vez lo veas con más claridad si ponemos como ejemplo a los de Logroño, para relajar así la tensión emocional con que se presenta siempre la cuestión catalana. Si los de Logroño tuviesen que decidir si efectivamente son o no de Logroño, es muy probable que triunfase el frente al No; quizá no se alcanzase un porcentaje absoluto, quizá no todo el mundo en Logroño comprendiese la pregunta que se le ha hecho, quizá hay en Logroño quienes, por sus cojones, votan en contra de ser de Logroño, pero es obvio que en su mayoría los de Logroño son de Logroño, si bien no tendría sentido, ni siquiera cuando la votación se propusiese en un país tan disparatado como España, votar para darse o negarse la libertad de serlo. De nuevo en Catalunya, votar a CiU para manifestar que, en efecto, un catalán es siempre catalán -en lógica, A=A, o también, todo catalán es indivisible- pone de manifiesto que no se ha comprendido el conflicto esencial de toda sociedad, a saber, quién ha de dirigirla, si los que más tienen, pero son pocos, o los muchos, que son quienes tienen menos. Tal vez sea conveniente, para arrojar luz sobre el problema, adelantar posiciones. Imagina que ya se han celebrado las elecciones, ha ganado CiU y, como era de esperar, queda claro que todos los catalanes son catalanes, menos los votantes del PSC, claro, que serán federalistas, y los del PP, españoles -ya es mala suerte que un catalán vote a CiU en tanto que catalán y salga catalán y a otro le impongan las urnas su condición de español o federalista, pero, en fin... Pero decía que, una vez CiU lograse su ansiado rodillo, ¿acaso su yugo sería más dulce cuando un catalán se lo pone a otro? ¿Acaso no sucede ya así con el gobierno regional? ¿Acaso no ha sido CiU siempre un partido de derechas? ¿Acaso lo que ahora está sucediendo, que unos llaman crisis pero es guerra, no tiene también en su origen la visión del mundo que corresponde a CiU, esto es, que los ricos han nacido para dirigir, ya desde la política y la empresa, y que los pobres lo son porque no se esfuerzan en salir de su pobreza? ¿Y acaso les importará el pobre más cuando es sólo catalán que cuando es un catalán español? ¡Ay, ingenuos...!
Yo no sé si ser catalán o español resuelve o conlleva más problemas, pero la historia muestra que las mayorías absolutas sí son nefastas, la historia nos informa de que nada hay peor para los malos gobernantes que un poder absoluto o casi absoluto, el poder que en democracia se obtiene cuando las fuerzas políticas se eximen de la obligación moral del pacto, porque la democracia no es ningún medio para legitimar la victoria de una parte de la sociedad, sino la institucionalización de sus acuerdos, y pervertirla, como sucede al contaminar el procedimiento de elección de gobernantes con el ingrediente identitario, sólo conduce a la perversión, y así no sólo no podrá salirse de la crisis económica, o guerra, actual, sino que jamás se podrá salir de la crisis abierta por un problema inventado. Si yo fuese catalán y me fuese dada la ocasión de elegir a mis gobernantes, que es eso y nada más lo que se vota en unas elecciones democráticas, me cuidaría mucho de entregar mi voto a quien me dice que a un catalán pero catalán le irá todo mejor que a un catalán español -si habla raro, entonces no puede tratarse sino del lobo.


Yvs Jacob

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Terminarán por culpar al dj en la tragedia de la sala Madrid Arena

Esto es así nada más que porque vivimos en España y porque en casos como el que aquí se trata la justicia es sustituida por un proceso de eliminación y de repulsión de la culpa. Si el Ayuntamiento de Madrid no ha cometido una negligencia en cuanto al cumplimiento de su competencia supervisora y en tanto que propietaria pública de la sala, si tanto la Policía Municipal de Madrid como la Policía Nacional no han fallado, y es obvio, en el cumplimiento de su deber, puesto que el trágico suceso tuvo lugar en el interior de la sala, si la contratación de la sala a una tercera empresa no incurre en delito ni en falta, a pesar de que la organizadora del evento era conocida por su manera -dígase- alegre de gestionar el negocio de la diversión, si el aforo se respetó escrupulosamente -un celo, la verdad, insólito en España, país de la desmesura-, si la seguridad tanto de la sala como la contratada por la empresa organizadora que disfruta de su explotación bastaban para dominar lo previsto y lo que no podría suceder nunca, si todos los responsables políticos del Ayuntamiento de Madrid son personas eficientes y extraordinarias, si los explotadores de la sala, tanto en la contratación como en la subcontratación, son individuos de intachable conciencia moral, que jamás antepondrían el beneficio económico ni la beneficiosa ilegalidad a la vida de una sola persona, entonces la cosa no puede estar más clara: en España, al que hay que meter en la cárcel es al dj. Aoki, ¡te vas a cagar! Y eso sí, nada tiene que ver este triste suceso con otros acontecimientos para los cuales resulta imposible contener a tanto cargo público y a tanto espontáneo de los que sienten la obligación de estar presentes cuando planean las bandejas de canapés. Si el Real Madrid llega a la final en la Champions League, al PP le van a resucitar hasta algunos a quienes creíamos muertos; un gran poder entraña una gran responsabilidad... ¡sobre todo en el palco!
Si cuando todo el mundo hace lo que le da la gana algo sale mal, ¿es un problema de las ideas o de las personas? ¡No, no, al liberalismo ni me lo toquen!


Tocomocho para Basuragurú

martes, 6 de noviembre de 2012

El PP legislará para que todos los pensionistas sean de derechas

"Son, con diferencia, mucho mejores que los demás", habrían dicho fuentes cercanas a Moncloa. Y es que son muchas las ventajas de contar con un ejército de pensionistas de derechas, y no sólo porque la población española envejece y sea bajo el índice de renovación por nacimientos, ni porque la esperanza de vida esté alcanzando valores intolerablemente democráticos, cuando antes premiaba la naturaleza a unos pocos elegidos, que curiosamente seleccionaba de las clases acomodadas y rentistas; sino porque el pensionista de derechas, y sobre todo cuando su pensión es contributiva, comprende los esfuerzos que lleva a cabo el Gobierno de la nación para que pague por servicios que ojalá no tenga que disfrutar, a eso se lo llama responsabilidad con la cosa pública, eso sí que es un ciudadano, ¡coño! El pensionista de izquierdas, al contrario, es un saqueador insaciable, disfruta de los servicios de salud mucho más de lo que ha contribuido a su mantenimiento, nunca está satisfecho y por todo se queja el condenado. Pero el pensionista de derechas es todavía capaz, cuando su vida laboral se ha agotado, de suscribir una o más hipotecas, porque comprende que la economía no mejorará sin la construcción como su principal motor, ¿y qué hace el pensionista de izquierdas? Éste no sólo quiere que el Estado le regale dinero, dinero sustraído a los que sí son contribuyentes, y se echa a las calles, comunistoide, guerracivilista, para que le regalen si es posible también una vivienda, y hasta viajaría gratis en los medios de transporte públicos si los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado no estuviesen siempre ahí para proteger los intereses de los buenos ciudadanos. El pensionista de derechas es además firme defensor de los valores tradicionales, las viejas y buenas costumbres de España, jamás ha pertenecido a un sindicato, y si sale a la calle, lo hace para defender a la familia cristiana, sale también a ver el desfile en el día de la fiesta nacional, consume responsablemente televisión de pago, porque el campeonato de fútbol en España necesita su ayuda, y si por alguna razón se viese implicado en un contencioso, por supuesto que afrontará el pago de tasas, porque la Justicia es como el fútbol, que siempre gana el que más tiene. Ya se ve que son muchas las ventajas. Si María Dolores de Cospedal ha podido asegurar para el Parlamento regional de Castilla-La Mancha la exclusividad de su signo político al legislar que sólo quienes cuenten con poderosos patrimonios podrán ser diputados, le llega ahora el turno al Congreso de la nación para legislar a favor de esa figura clave en el futuro, el pensionista de derechas, o responsable, como dicen algunos dirigentes del PP, un ciudadano ejemplar que bebe de las mismísimas fuentes de la nación española: su austeridad, su contención, su profunda renuncia cristiana... ¡Muera el rebelde yayoflauta! ¡Estos abuelos silenciosos sí que molan!


Yvs Jacob

sábado, 3 de noviembre de 2012

Tercera (y última) carta abierta a Amancio Ortega

Muy estimado Amancio, ¡pues no abro hoy el periódico y me encuentro con una noticia que dice que eres el tercer hombre más rico del mundo! ¿Y cómo lo has conseguido, macho? Y casi dan ganas de empezar la carta así: "Querido Amancio Ortega, como este año he sido un muchacho muy bueno, quiero que me traigas muchos regalos", pero por si acaso resuelves por la vía cómoda y prefieres darme el dinero, como hacen los padres cuando muere esa magnífica construcción mitológica según la cual la justicia es real y queda fuera del mundo de los hombres, ya te digo que lo gastaré en dos cosas, una bicicleta de carreras como las de antes, cuando tenían las palometas de los cambios en el cuadro, y un Scalextric, fíjate si soy sencillo, y si me sobra algo quizá me procure también Do Androids dream of electric Sheep?, de Philip K. Dick, porque creo haber prometido a Rosa Montero que lo iba a leer hace ya algún tiempo, y todavía no me he puesto con ello -como soy nihilista, soy también un poco nietzscheano, y para Nietzsche era muy importante cumplir las promesas. Pero te quería decir tantas cosas, Amancio. Yo ya sé que los Reyes Magos no existen y que tú has hecho tu fortuna no sólo en Oriente, sino en cualquier parte del mundo donde la mano de obra es barata -o como dicen los economistas literarios, no la mano de obra, sino "la vida, las condiciones de la vida"-, y un poquito también en España, claro, y si no creas aquí toda la riqueza que tu emporio podría darnos, por lo menos eres generoso y donas a la beneficencia cantidades nada despreciables -lo que no me queda claro es si puedo acudir a Cáritas y pedir que me repartan algo más que comida "de lo que ha dado Amancio", o si todo lo que donas se emplea en adquirir productos caducados o a punto de caducar.
Nunca te conté que mi traje... bueno, el tuyo, vamos, el traje de Zara, el que parece de lino, bueno, pues que el traje tuvo mucho éxito, aunque la camisa la compré en Benetton... Ya, ya sabía que dirías eso, pero, qué quieres, hombre, también allí trabajan dependientas y hay que repartir la riqueza, ya sé que soy un ser vil y mezquino. Por cierto, tampoco te conté que en una ocasión acudí a una entrevista con un departamento de recursos humanos de tu grupo, de Inditex. Fue una entrevista muy extraña, porque me inscribí como candidato en una oferta de esas cuyo perfil no existe en la realidad -ya sabes cómo son en los departamentos de recursos humanos-, y cuando la señorita me preguntó algo así como "¿y qué sabe hacer usted?", pues yo le contesté con la mayor honestidad algo así como "en realidad yo no sé hacer nada, lo que a mí me pasa es que soy intelectual?", ¿y quieres saber lo que me dijo tu empleada?, pues me dijo "¡ah, pero es que en Inditex no trabajamos con intelectuales!". ¡Jájaja, Amancio, "no trabajamos con intelectuales", es que todavía me parto! Y ahora, fíjate, el tercer hombre más rico del mundo y yo todavía sin poder comprarme una bicicleta ni un Scalextric. Pero he pensado que tal vez podíamos acordar algún reparto, si uno tiene mucho hasta el punto de tenerlo todo y otro tiene apenas nada, a lo mejor uno puede renunciar a algo sin que eso le perjudique y el otro puede salir de pobre, que está la cosa muy mal, Amancio. Pues aquí te dejo la solicitud, Amancio: si Inditex ha cambiado su política de contratación y necesitáis un intelectual en alguna oficina de Centroeuropa, se me avise, Amancio, se me avise, que me voy para allá. ¡Enhorabuena y... venga un abrazo!


Tocomocho para Basuragurú