domingo, 2 de diciembre de 2012

Soy un idiota, soy votante del PP

Si le va bien a la banca, me irá bien a mí también; si le va bien a los empresarios, encontraré trabajo. Todo lo que gestiona el Estado fracasa; lo que se gestiona en el ámbito privado funciona mejor y obtiene beneficios. Los sindicatos son el freno mortal del desarrollo económico; los funcionarios son el sumidero de los fondos del Estado. Los pensionistas sólo quieren el dinero de quienes trabajan. Un desempleado es un sinvergüenza incapaz de devolver al Estado todo lo que éste le da. La mejor educación es necesariamente clasista; allí donde muchos acuden al reparto de cualquier cosa se toca siempre a menos -si mayor el número de docentes, más empleo público y peor calidad de la educación. La mejor educación es la de antes. La seguridad social es propia de la ideología liberticida, invade una competencia exclusiva del individuo y le obliga a participar en algo que debería ser opcional. Cualquier enfermedad de otra persona no es asunto mío. Quien quiera algo -un capricho, una necesidad, un servicio...-, que trabaje y se lo pague. Los ancianos deberían ser atendidos por sus familiares, el Estado no puede ni debe hacerse cargo de ellos -la discapacidad de una persona puede ser una desgracia o una bendición, pero nunca una responsabilidad de los contribuyentes. La familia es anterior al Estado en todos los aspectos; ninguna ley puede imponerse a la voluntad de la familia. La voluntad de la familia se expresa en la tradición. La familia es el único agente educador. El Estado no debe gestionar pensiones de ningún tipo; una pensión es un dinero que se regala y se pierde. Cualquier competencia del Estado que se encargue de realizar la solidaridad forzada entre los ciudadanos conduce a una pérdida y debe ser eliminada. El gobierno de la nación es tarea de los mejores. Los mejores son aquellos que más cerca han estado y están del dinero; sabe más de economía quien mejor ha sabido enriquecerse. El gobierno debe mirar siempre a la economía. Los pobres no saben gobernar. O hay despilfarro o hay ahorro; el gobierno de los pobres es despilfarrador. El gobierno de los pobres es improductivo, su único producto es la dependencia de los ciudadanos; los pobres no son sino inútiles. Dependiente es todo aquel incapaz de emanciparse del Estado; dependiente es quien vive bajo el paraguas del Estado para todo. Lo contrario al dependiente es el emprendedor. El gobierno de los pobres es una condena para el emprendedor. Emprendedor es quien de la nada hace mucho y vive de su esfuerzo. Los trabajadores ya no existen; obrero es un anacronismo. El Estado sólo existe para cumplir dos funciones: la defensa del territorio y la defensa del emprendedor. El Estado debe legislar para que el emprendedor sea libre. El emprendedor no puede soportar con su actividad ninguna responsabilidad que quiera derivarse de ella; un esfuerzo que quede sin recompensa sólo cabe concebirlo en un mundo gobernado por los pobres, el mundo de los dependientes, el mundo de los inútiles. El emprendedor es el único libre entre los hombres, los demás no conocen la libertad. La subida continua de los salarios acomoda a los empleados por cuenta ajena. La subida de los salarios debe desvincularse del precio de la vida; no se puede legislar contra la libre empresa y las fluctuaciones del mercado, no se puede obligar al empresario a realizar lo que no disponga el libre mercado -la mano invisible no es una metáfora. Un empleado por cuenta ajena es tanto más competitivo cuanto más consciente de que peligra su puesto de trabajo. Legislar para obligar a un empresario a mantener a un empleado por cuenta ajena es perjudicial para la libre empresa. Son los mejores quienes conducen la dirección de la realidad; manifestarse contra la realidad es absurdo. Quienes disienten del liderazgo de los mejores son los mediocres. El pobre que no acepta su condición es un mediocre; el gobierno del buenismo es el gobierno de los mediocres; la justicia social es la utopía de la mediocridad. El libre mercado no es una utopía; el premio de los mejores no puede ser expulsado de la realidad, es la realidad misma. Querer lo que no corresponde es una ilusión vana: un mediocre nunca podrá contarse entre los mejores. No existe ningún interés común a toda la sociedad, cuando algo semejante se pretende, los mediocres se alzan sobre los mejores, lo que no es sino un disparate.


[Extraído de la Guía del miserable. Una propuesta para la involución de las sociedades].

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