miércoles, 13 de julio de 2011

María Dolores de Cospedal gana el premio "No soy más burro porque no puedo, pero me entreno"

Pero cuánto burro hay en el Partido Popular... -yo ya empiezo a pensar que se hace un examen a quienes quieren afiliarse, lo que supone también una explicación probable para comprender por qué cuenta esta formación con más militantes que cualquier otra similar en Europa, puesto que no es difícil reunir a casi 700.000 burros españoles; lo verdaderamente extraordinario en España sería encontrar a un ser humano en la vía pública... a plena luz del día y con una linterna.
Otra vez se demuestra que el Partido Popular no entiende por democracia más que la papeleta en la urna, y seguro que sólo si el votante ha metido en el sobre la suya -en caso contrario, ese votante es un sectario antidemócrata. Debemos empezar a distinguir los españoles entre aprobar unas oposicioncitas -y lo mucho que nos quiere mamá- y que alguien esté realmente capacitado para decidir acerca de los aspectos que hacen la vida en la ciudad; distinguir entre haber sido delegado de curso universitario en una carrerita de Derecho y asumir la dirección de la política. No podemos seguir creyendo que un supuesto representante político o gobernante es siempre algo más que un simple aventurero, y en el Partido Popular se observa a diario que en la derecha más vil descuellan los seres que más daño pueden hacer al país por el que tanto, según ellos, se esfuerzan. Que nos libren de ese gasto de energía, desde luego que no lo necesitamos.
Pero no creo que poner a la patria a merced de los especuladores extranjeros sea un servicio... político. Más bien es un acto que debería estar penado, una traición moral por irresponsabilidad. Mucho aleccionan en el Partido Popular acerca de lo bueno y lo malo, como viene sucediendo con el muy dudoso "caso Faisán", sobre el cual habría que preguntarse si el poder judicial está obrando con inteligencia, pero la irresponsabilidad insistente de cada uno de sus portavoces, la exhibición permanente de una forma específica de la estupidez, que tiene por objetivo ganar por anticipado todas las elecciones futuras mediante el vertido indiscriminado de mierda sobre los adversarios políticos, sin importar en absoluto que el país quede herido casi de muerte, no son sino ejemplos de todo lo que jamás debe hacerse, y más dolorosos para la sociedad que cualquier debilidad en la lucha contra el terrorismo. Acertadamente introdujo Ángel Acebes la categoría del miserable en política cuando quiso el Partido Popular darnos perca por bacalao. Pensaba Ángel Acebes lo que suele pensar cada cual, que los miserables son los demás, pero no se me ocurren mayores cotas de miseria que la gestión que hiciera el propio Acebes de la información tras los fatídicos atentados que castigaron a España por la soberbia de su mediocre Gobierno de entonces, o el día a día en boca de González Pons y De Cospedal. Entiendo que De Cospedal, autora del último atentado contra la moral, no tenga una preocupación real por el endeudamiento del país, puesto que la política la hizo millonaria, pero a nosotros, los muertos de hambre, sí nos tiene bastante inquietos. Que Castilla-La Mancha y Extremadura se hayan convertido en dos regiones de derechas supera mi sentido de lo grotesco. Quizá haya llegado la prematura hora del arrepentimiento. ¿Podrán soportar durante cuatro años los castellano-manchegos la estupidez de su presidenta regional? Nosotros, desde las demás Autonomías, que también sufrimos las fanfarronadas de esta aventurera, estamos ya exhaustos.
Desde Basuragurú, quiero desear a De Cospedal que el tinte le produzca una reacción alérgica que la aparte de la vida de las personas honradas y decentes. Está claro que la política le ha superado. Lo mejor que puede hacer por la sociedad española es comprarse una finca manchega con una tropa de esclavos, que el burro español se humilla fácilmente y muy barato, y librarnos así de su incompetencia. ¡Qué empeño en dedicarse a aquello para lo cual no se tiene ni puta idea!


Yvs Jacob