miércoles, 27 de febrero de 2013

¡Y por qué no se conformará Toni Cantó con ser sin más un pésimo actor...!

Si la unión, el progreso y la democracia en España dependen de Toni Cantó... vamos apañados.
De aventureros está llena la política española -Esperanza Aguirre, María Dolores de Cospedal, Ignacio González, Francisco Camps...-, los aventureros en la política son muy malos, son ridículos egomaniacos y hacen mucho mal a la sociedad dentro de la cual buscan medrar, pero es UPyD la formación que sin duda ha hecho de la aventura una bandera: apúntese quien quiera, ¡aquí llega la revolución rosa! Por definición, la revolución rosa es descacharrante: su ideario, un bulo; su líder, un maniquí escapista y gritón, y la cara en el escaparate, un actor desinformado. Como es sabido, UPyD resulta de la aspiración a superar la flaqueza del PP: con aquello con lo que el PP no se atreve, se atreverá UPyD, por si se creía que tras mucho girar la rueda de la frecuencia ideológica no aparecía nada más allá -ahora sabemos que el flamenco puede ser más peligroso que la gaviota. Como aquello que aparece cuando el PP se agota, de progreso, nada, de unión, imposible, y de democracia, impensable, ¡no la conoce ni siquiera su formación mater! No conozco a un solo votante moderado de UPyD, todos los que yo conozco proceden del PP, todos, votantes ya antes bastante politizados, radicales insatisfechos, insaciables descontentos a los que ha ganado el bulo de una España sin derechos históricos para determinados territorios y donde las competencias de educación sean devueltas a un Estado central. Un bulo, un puro bulo, y peligroso. En las pasadas elecciones legislativas, UPyD montó chiringuitos en algunas calles para hacer una lectura pública de la Constitución -daba un poco de miedo ver a los reclutas de este ejército chicle glosar los artículos más polémicos, supongo que será en la siguiente convocatoria cuando ya se pongan los brazaletes de Mimosín con algún símbolo mágico... En un aparte quiero también decir que me venció una tristeza insondable una vez que vi a unos cachorros del PP representar un mitin en la calle de la Montera: en ese entorno putero nadie se detenía a escuchar a estos pobres desgraciados del cabello en fingida rebeldía, el espectáculo era del todo ajeno a putas y a transeúntes, pero no por indiferencia, que sería una cuestión de madurez política, era más bien un problema en la emisión de señales, y quizá uno pudiese chocar incluso con alguno de los altavoces, porque parecía, o era así en efecto, que allí no había nada. La Constitución española quizá que no sea tan bella como el Código Civil francés, quiero decir que a nosotros no nos ha salido un fino Valèry, ni siquiera un curioso matemático en sus versos libres, por mucho que se lea el texto sagrado, pero tampoco nos merecemos a un "tuitero" que se lía con unos gráficos simplones. En parte, eso sí, puesto que en UPyD leen la Constitución y no se enteran de nada, no sorprenden las cantadas de Cantó, capaz de liquidar en 140 caracteres nada menos que el problema metafísico por excelencia -qué es el hombre-, lo que se llama un "decisionario", vamos, que por español podemos decir "con dos cojones".
Es también sabido que el feminazismo se cuenta entre las obsesiones de la ultraderecha española -desde el PP hasta más allá del PP, desde la fascigaviota hasta el fasciflamenco-, al orgullo masculino español le duele que exista un delito tipificado como "violencia de género", pero al macho español le falta valor para reconocerlo, y entonces carga contra la ley porque, según tertulianos muy principales, leguleyos, economistas e historiadores accidentados, no cuenta con medios suficientes para proteger a todas las mujeres que deberían beneficiarse de una orden de alejamiento que afectase a uno de esos amantes tan apasionados del Mediodía -no obstante, parece que tampoco se cuenta con los medios necesarios para mantener alejado de cualquier vehículo a quien le ha sido retirado el permiso de conducir, pero, claro, no mezclemos las cosas, no vayamos a perder la razón de los argumentos. No merece la pena discutir aquí los disparates de Toni Cantó a propósito de la ley de género, sería de verdad un milagro convencer a un bruto con tres líneas -además, ya hay un papa dimisionario, qué podría hacer yo, apenas un hombre... Pero me he preguntado estos días por qué Toni Cantó no se limita a leer a Lope de Vega en el parque, o incluso en el escaño; yo le animo a que contemple la cara y el peinado de Jesús Posada en esos momentos en que su cabeza opere en el modo simple o simplicísimo, o también a que curiosee las aplicaciones de su teléfono móvil de última generación, esos teléfonos son un recurso inagotable, una maravilla tecnológica, un formidable entretenimiento, su menú no dejaría de sorprender si apenas se tomase uno la molestia de indagar entre tantas funciones... un auténtico prodigio que no exige del usuario alcanzar ningún tipo de conclusiones sobre ninguna cuestión delicada. Para todo lo demás, ya hay mucha otra gente pensando, Toni, gente formada o en proceso de formación, pero prudente, incluso hay quien escribe obras donde se expone la evolución histórica de tales asuntos, lo que ayuda a comprender mejor por qué se adoptan unas soluciones u otras en unas y otras sociedades y tiempos, luego, Toni, ¿qué necesidad hay, me preguntaba yo estos días, qué necesidad hay de que te ocupes tú de todo esto? Yo no lo entiendo. Creo que la política española no está tan muerta como muchos defienden, al contrario, es un hervir de analistas espontáneos cada cual con la solución del momento, ¡hay que ver lo rápido que se nos ocurre una nueva barbaridad y con qué velocidad la compartimos! ¡Bendita sea la Internet!
Toni, te voy a decir una cosa: a menudo desaconsejaban mis profesores la lectura de Fernando Savater, pero yo sí te voy a recomendar que leas a Fernando, da a veces un poquito de cosica o vergüenza, pero a lo mejor te ayuda a templar esos pulgares o te mantiene, cuando menos, ocupado.


Yvs Jacob


[María Dolores de Cospedal, Carlos Floriano, Hernando Alonso, Esteban González Pons, Cristóbal Montoro y niño de Santa Pola... ¿pero qué cojones estáis haciendo...?].

viernes, 22 de febrero de 2013

El Delic, ¿un café de artistas o de intelectuales?


Siempre que paso por delante del Delic me pregunto si de verdad son tan grandes sus vasos...


Yvs Jacob

miércoles, 13 de febrero de 2013

El sueño mediocre de Sheldon Adelson

Hace unos días pudimos ver a Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, hacer el ridículo en Alcorcón. Se emitió por televisión el paseo fingido que el presidente por accidente daba junto al primer edil de ese municipio sobre los terrenos donde se quiere instalar el megaputiclub-casino con que Sheldon Adelson había soñado. Eran unas imágenes realmente patéticas. Ignacio González parecía un nuevo rico hortera una mañana de domingo en el campo castellano, vestía una chaqueta inspirada en las prendas que usan quienes salen por el monte y van de caza, pero una inspiración urbana, casual, circunstancial, como el propio presidente, y examinaba lo que parecía el plano, el proyecto que hará realidad el sueño mediocre del viejo Sheldon. Con qué inquietud, qué minuciosidad la de Ignacio González en la interpretación del proyecto... ¡y qué maestría al enrollarlo, ni que se hubiese pasado media vida haciendo fotocopias! Al ver al presidente por accidente de la Comunidad de Madrid vestido de montaraz dominguero sin pedigrí me acordé de algo leído en un blog de El País sobre los advenedizos dentro del PP y su lucha por la apariencia: anchos de hombros y largos de mangas, y no se sabe qué es peor, si soportar a los ricos de siempre o a quienes quieren ser como ellos. Pero eran de verdad unas imágenes patéticas, La escopeta nacional episodio XV o XVI, "los políticos toman el cortijo", ya no se coleccionan pelos del chocho y apenas aparece uno de los personajes nos ponemos todos a llorar.
Antes o después, no lo recuerdo, Ignacio González se había entrevistado con un enviado del magnate de los casinos que reveló al mundo el contenido del sueño de su jefe: un megaputiclub-casino aquí, en Madrid. ¿Y no tendrá Bill Gates una de estas pesadillas?
La verdad es que el sueño de Adelson, con toda la fortuna que tiene, es un sueño de persona mediocre -hay taxistas que saben soñar muchísimo mejor. A mí no me importa que un americano sueñe con realizar sus sueños mediocres en su país, no en vano tienen muchos jardín y garaje; me gustaría, eso sí, que quienes tienen grandes sueños para el resto de la humanidad, allí y en cualquier parte del mundo, los exporten, porque el progreso auténtico es siempre bienvenido, no incomoda a nadie ni hay nada que temer de él. Pero los malos sueños es mejor que cada cual los sufra en su cuarto y no dé mucha guerra con ellos -hay remedios para estas cosas, Sheldon; la próxima vez, prueba a hacerte una pajilla.
Igual que para ver algunos patios de antiguos palacios renacentistas españoles hay que viajar a los museos estadounidenses -¡hasta en Texas!-, donde han terminado tras ser vendidos a saldo por muy inteligentes aristócratas de la tierra, parece que de un lado y de otro, EEUU y España, la relación se mantiene, como ya fue, igual de viciosa: ellos haciendo negocio, y nosotros, el ridículo. Anda que no hay cosas con las que soñar, Sheldon, sin tener que darle por el culo a otro, y sobre todo cuando se es tan rico como lo eres tú. ¿De verdad me vas a decir que no se te ha ocurrido otra cosa? ¡Qué se le habrá perdido a tu sueño en Alcorcón, si hasta el nombre del municipio es feo! Yo, Sheldon, sueño con un violín alemán de fina factura artesana, quizá porque no tengo dinero y mis sueños manifiestan la coherencia de una educación personal esforzada, soy así de vulgar. No se me pasa por la cabeza, Sheldon, ir a Uganda para decirle a sus gentes que he tenido un sueño, e inmediatamente firmar unos papeles y poner las excavadoras a trabajar. Yo no soy así, Sheldon, y créeme, yo también sé soñar. Y te digo todavía más, Sheldon: estoy seguro de que si le fueses con el rollo este del sueño al presidente de Uganda no habrías conseguido de él tantas facilidades como de nuestros jefezuelos de la demos. Te hablo de Uganda pero podría poner cualquier otro país como ejemplo. La gracia de Uganda, que a lo mejor se te escapa, viene de una anécdota muy reciente protagonizada por nuestro primer ministro y el titular de la cartera de Economía -te cuento sólo una pero podríamos estar aquí hasta que llegases al piso 23. Al parecer, una vez que el primero envió al segundo a pedir dinero a los europeos, para insuflarle ánimos le dijo que nosotros, España, no somos Uganda; y es verdad, Sheldon, que no somos tan altos. Por otra parte, dentro del espectáculo que estamos dando todos al mundo con lo del megaputiclub-casino de tu sueñecito, es de lo más triste que en una guerra contra lo público como la que tiene lugar en España se despida a docentes y profesionales de la sanidad y terminen por convocarse unas oposiciones para puta. Y ya verás, ya verás las que se ganan la plaza...
Yo, Sheldon, Sheldon Adelson, estoy muy triste. Me cuentan, y quizá consiga animarme, que quieres que todo esté funcionando para el día en que cumplas 100 años. Es un buen maquillaje para un sueño mediocre, Sheldon Adelson, casi nos la cuelas, nos tocas los sentimientos y a punto estamos de abrirte la verja, pero te voy a decir una cosa, y sé que no te va a gustar: no vas a llegar a los 100 años, Sheldon, no vas a durar tanto; yo tampoco, lo sé, pero he leído a Aristóteles y estas cosas ya no me preocupan. Nunca verás tu megaputiclub-casino en funcionamiento, te lo digo en serio; yo he vivido mucho tiempo entre los españoles y sé cómo marchan estas cosas: olvídate de cualquier presupuesto inicial y del tiempo estimado para la realización del proyecto, ni siquiera en el caso favorable de que te den trabajadores al precio de esclavos -por cierto, Adam Smith decía que estos últimos salen más caros. Antes de despedirme, Sheldon, quería aprovechar tu influencia con las autoridades nacionales, regionales y locales. Ya que parece que puedes cambiar nuestras leyes según tu necesidad, ¿no podrías hacer que se cumplan otras que en absoluto te afectan? A ver si sueñas con algo y me quitan las mierdas de perro que hay cada día en mi acera.
Un saludo, Sheldon, y mucha salud, que te va a hacer falta -bueno, y no hard feelings!


Tocomocho para Basuragurú

lunes, 11 de febrero de 2013

Arturo Fernández, el tabernero como legislador

En Basuragurú no nos gustan los taberneros, creemos que están muy bien atendiendo sus tabernas, detrás de la barra con sus delantales mugrientos y sirviendo las mesas, pero detestamos la moral del tabernero, detestamos que el tabernero se arrogue la tarea, la obra del legislador, detestamos que el tabernero se tome por un Pericles. La moral del tabernero condena a los pueblos que la practican a la mediocridad, la moral del tabernero, cuya máxima es "antes que el ingeniero, el camarero" supone una condena a perpetuidad en la miseria, una condena al tercermundismo, es una moral hortera, es una moral del clasismo más hortera, una moral profundamente española inspirada en el desprecio de todo lo elevado, el desprecio de la belleza y de la inteligencia. En España se ha llegado a admitir que un licenciado desempleado, que un ingeniero o un médico en paro son fallos de la propia proyección de la persona ante su futuro, así nos lo dice el brillante ministro de Educación José Ignacio Wert, sociólogo, ¡pero cómo nos gusta el camarero, cuánto valoramos la "llamada de la taberna"! Un desempleado formado es un fallo, en efecto, pero de todo el sistema, y es una vergüenza, coño, es una puta vergüenza para todos, es una expresión del fracaso de una sociedad mezquina. Sólo un pueblo mediocre tiene desempleados formados, sólo un pueblo mediocre se ensaña con la educación de sus miembros.
Hace tiempo que en Basuragurú sospechamos que Arturo Fernández no es trigo limpio -en Basuragurú siempre hemos sospechado del rico que habla como un carretero. No nos ha hecho falta ninguna investigación, han sido sus propias acciones, como en la buena literatura, las que nos pusieron en la pista de una moral hipócrita: por una parte, el amiguismo -la amistad con Esperanza Aguirre es siempre un motivo para la desconfianza-, pero han sido sobre todo sus lecciones, su voluntad de legislar con la bocaza, las que no dejaron lugar a la duda; esto es, las ambiciones del tabernero no van más allá de la taberna, o lo que es igual, no nos pongamos exquisitos por un trabajo de mierda. ¿Qué coño es eso de proteger al trabajador y al Estado? Un trabajo digno con un salario legal y justo y una jubilación tras haber prestado un servicio a la sociedad contravienen la moral, la ley de la taberna. Según la ley de la taberna, ¡anda y que te den por el culo, un camarero no puede ser señorito! En Basuragurú siempre hemos despreciado la industria del turismo, que sólo alimenta a un ejército de esclavos analfabetos; siempre hemos temido a la dictadura de los hosteleros, que convierte a un pueblo en ridículo sirviente, lo degrada, lo deshumaniza en su función con la perversidad con que se convierten, para todo aquel que tiene un pequeño poder, los demás en sus lacayos; siempre hemos querido ver a sus héroes arder en la hoguera. La hostelería es el ámbito de la infamia, el tabernero es un déspota que no sabe soñar, y quien trabaja para él no sabe vivir -en Basuragurú odiamos a muerte la muerte. En Basuragurú creemos que un pueblo que vive para servir es un pueblo que obedece la moral y la ley de los taberneros, creemos que el turismo es un arma de destrucción masiva, causa más dolor que el puro terror, creemos que el pueblo que lo elige es el pueblo idiota que se da su propia muerte.
No nos gusta Arturo Fernández, no nos gusta que el dinero iletrado haga la ley, no nos gusta que el tabernero se pasee con una vara en busca del lomo de los sirvientes, y no nos gustan los sirvientes en absoluto. En Basuragurú no nos gustan los campeones de la mediocridad. Ha llegado la hora de liberar al camarero español, al fregaplatos y al rascaperolas de estos tiranuelos del puro y del mondadientes taurino, ha llegado la hora de rebelarse contra el poder de los enanos.


Basuragurú

jueves, 7 de febrero de 2013

Esperanza Aguirre se postula... ¿o se coloca?

Mucho cuidado, amigos, que empiezan a producirse movimientos en el sentido expresado por una conocida ley de Murphy: las cosas que van mal irán peor. Esperanza Aguirre, que ganó el gobierno de la Comunidad de Madrid gracias al "tamayazo", y que no lo abandonó sin dejar a la región con un ritmo galopante en la destrucción de empleo y con la crisis de Bankia, intenta sacar la cabeza del cenagal de los "populares" para postularse como el hombre-medicina que necesita el pueblo español. Mucho cuidado, amigos, que el país corre el serio peligro de llenarse de megacasinos y campos de golf ilegales desde un rincón a otro, de llenarse también de profesionales de la sanidad privatizada cuyo salario lo paga la Administración pública, de docentes en paro y de espectáculos taurinos en nombre del progreso liberal. Atentos, que cuando algunos políticos en España toman posiciones y se colocan, son los ciudadanos quienes terminan más perjudicados. O hablemos de aquella brillante idea, la liberalización de los horarios comerciales en Madrid, que no sólo no ha creado un solo puesto de trabajo, sino que los ha precarizado todos; es que ni siquiera ha estimulado el consumo, que cae en picado, y ha condenado a la ruina a miles de pequeños comercios, tanto en la capital como en toda la región, al no existir ni una sola calle en la que no se haya abierto un siniestro almacén regentado por un insaciable oriental de esos que tanto desprecian la vida. Mucho cuidado con la inteligencia de la regeneradora de la democracia en España, amigos, y sobre todo atentos a la oportunidad, pues tras casi diez años en la presidencia de la Comunidad de Madrid y otros tantos en la presidencia del PP en la región, ha caído ahora en la cuenta la señora Aguirre, consumados todos los males de su nefasta gestión -dedicada con exclusividad y obsesión a hacer oposición al gobierno de la nación del PSOE desde 2004 hasta 2011-, ha caído en la cuenta de que las cosas tienen que cambiar, y lo que es peor, que ella tiene la capacidad, la disposición, el buen sentido, la clarividencia y la intuición del modo en que los cambios deben ser acometidos -ella habla de un problema con las listas, cuando lo que hay que conseguir es que salgan definitivamente de la política muchos tontos. ¡Ojo, ojo, ojo!, que creíamos haber encontrado algo de alivio en el batacazo de nuestro señor Mariano, y de nuevo sale a patrullar la musa de los iletrados -mucho cuidado, españoles, que musa iletrada busca cortijo.


Yvs Jacob 

martes, 5 de febrero de 2013

Ana Mato vende cara su piel

Por alguna razón, Ana Mato me conduce a pensar en la talentosa Esperanza Aguirre. Se supone que es siempre en la izquierda donde los iletrados oportunistas buscan que la política sea una forma de vida, un medio para obtener los recursos que en la lucha diaria con los demás ciudadanos muchos no podrían conseguir, porque la competencia frente a los mejor preparados o superiores pondría de manifiesto sus carencias, su miseria, y estarían condenados a ser unos muertos de hambre. Luego sólo en la política se han podido asegurar muchos una pensión, es esto lo que nos dijo no hace demasiado la talentosa señora Aguirre, la misma que al pedir el voto para ella y su partido esgrimía las hazañas de DSK -la psiquiatría lo llama asociación libre y parece que funciona efectivamente así, por libre. Por supuesto, ella ha encadenado cargos con cargos desde la juventud, uno de sus hijos es asesor de algún ministro o secretario de Estado, pero, claro, no porque ambos conciban la política como modo de vida -para que no haya equívocos, aclaro que sigo aquí a Hannah Arendt, un modo de vida es un modo de ganarse el pan, nada menos comprometido que eso-, sino que están en política porque son los mejores -es una cuestión de factor Rh. Pero empezamos a rascar por aquí y por allí y aparecen más casos de personas que podrían disfrutar de recursos más cuantiosos en actividades de la vida privada, si acaso no perteneciesen también a esa familia de los mejores, que al parecer es una gran familia de derechas, cosas de la bondad. Por ejemplo, Ana Mato, el ahora exmarido de Ana Mato y el hermano de Ana Mato, eurodiputado. ¿No resulta sorprendente tanto compromiso reunido por lazos familiares? ¿No se ha desperdiciado aquí mucho factor Rh para la empresa privada? ¿No es extraño que haya tanta buena gente en la derecha que quiera ayudar a los demás, que dedique su vida, o mejor, que la sacrifique por favorecer a su pueblo, cuando fuera, en la empresa privada, serían panteras y leones con salarios a la medida de sus competencias predadoras? Y pensemos en nuestro señor Mariano, primer ministro del Gobierno del Reino de España. ¿Acaso no es la profesión de registrador de la propiedad una pensada exclusivamente por un régimen antiguo para dar bocados al patrimonio ajeno? ¿No resulta extraño el desapego de nuestro señor Mariano al dinero, que, según nos dice, no le ha proporcionado la actividad pública? Yo estoy hasta los cojones, realmente hasta los cojones de que algunos pretendan dar lecciones a los demás de moral, que pretendan justificar el éxito que han logrado por haber sido unos niños ricos con una ideología meritocrática que abre un abismo en la igualdad de oportunidades entre unos pijos déspotas y mimados y la gran mayoría de la población. Esto tiene que acabar de una vez, estos charlatanes de la derecha española no son en nada mejores que el último de los ciudadanos, estos impostores están tan preocupados por el dinero como cualquier ciudadano privado, tienen tan poco compromiso con su pueblo como todos los demás ciudadanos, y se han dedicado a la política porque ni en la empresa privada ganarían tanto como imaginan ni serían capaces de vivir de un trabajo normal. (Hasta nuestro señor Mariano se encuentra entre los diputados que practican el "timo de la dieta" -¡menudo desapego!-, al percibir un complemento por desplazamiento, cuando tiene residencia fija en Madrid). Ya está bien, coño, si es que ya está bien, ya vale de tomar el pelo a la ciudadanía, si es de todos conocido que hay tortas para entrar en la lista de un partido. ¿Acaso no es la lamentable situación del país, del Estado, de sus instituciones y Comunidades Autónomas una prueba irrefutable de que estos bondadosos gestores de la derecha no son sino otros tantos mediocres? Ya vale, por favor.
¿Y qué sabemos de Ana Mato? Más allá de que es la única ministra de todos los Estados democráticos europeos que toma sesiones de bronceado en invierno, no mucho más. Sabemos que una vez salió de la sala de bronceado y armó un escándalo mayúsculo, negó el copago o repago farmacéutico de inmediata aplicación y regresó de nuevo a la cápsula. Eso es todo lo que sabemos. Bueno, sabemos que la hicieron ministra por pagar alguna suerte de favor, quizá el de la fidelidad al líder, pero no se le conocen méritos, y una vez en el cargo, tampoco es que esté haciendo mucho para alcanzarlos. En un país normal, un ministro salpicado por casos de corrupción, incluso cuando en mucho, en parte o en nada verdaderos o falsos, tendría que abandonar su cargo como muestra precisamente de fidelidad, tendría que razonar de un modo muy parecido a éste: "mi persona y su suerte no son importantes, nada malo puede suceder a un hombre honrado, luego para que no se perjudique a mi partido ni a las ideas que representa, debo abandonar el cargo". Pero cuando sucede lo contrario, cuando se estima la propia persona por encima de las sospechas, cuando la presunción de inocencia de una persona singular es más importante que toda una ideología, cuando se recurre a argumentos como "no podrán probar nada" o "todo es mentira", entonces es lo peor de esa ideología lo que gana más fuerza, pierde por completo toda su credibilidad y sólo se aprecia el esfuerzo de un individuo porque no le quiten el sillón ni le arrebaten el maletín de las manos. No merece la pena. Además, el PP tiene medios suficientes para enviar a Ana Mato a Movistar o alguna otra empresa otrora pública o de algún amigo influyente que la acoja en un puesto fantasma donde no habrá de esforzarse por mostrar su valía. Podría entender la resistencia de Ana Mato y de nuestro señor Mariano a echarla del Gobierno si estuviésemos ante una ideóloga brillante -nadie se acordará de Ana Mato mañana, tanto si abandona como si persiste en su numantinada. En el PP parecen convencidos de su invulnerabilidad, no terminan de entender que sólo queda una bala en la recámara, que todo ha cambiado, y que tras la actual crisis económica, política, institucional, cultural, social..., quienes no hayan aprendido nada de nada van a desaparecer -por lo pronto, en las próximas elecciones regionales el PP va a perder Extremadura, Castilla-La Mancha y la Comunitat Valenciana, y cabe la posibilidad de un resultado muy ajustado en Madrid-, sólo queda una oportunidad antes de la gran descomposición y del gran estallido, no merece la pena, la honorabilidad de una sola persona en el Gobierno no merece la pena -Mariano, mal gobernante es sobre todo aquel que desprecia las consecuencias.


Yvs Jacob


[ Y fue entonces cuando a Mariano, al que llamaban "el Breve", empezaron a decirle "Brevísimo"].

domingo, 3 de febrero de 2013

El PP pretende dar lecciones de oposición y Mariano Rajoy le arrea unos palos a Pérez Rubalcaba

Vamos con un poquito de historia reciente de España porque parece que ya se nos ha olvidado lo que sucedió antes de ayer.
En Marzo de 2004 fue España objetivo de unos atentados terroristas cuya autoría atribuyó el mundo entero, a excepción de los dirigentes del PP, a células del fundamentalismo islamista. Tales atentados, así lo entendió el mundo entero, salvo los dirigentes del PP, fueron respuesta a la caprichosa alineación -¿o alienación?- del por entonces primer ministro del Gobierno de España, José María Aznar, con los mandatarios de EEUU y el Reino Unido para iniciar las acciones bélicas que habrían de terminar con un dictador iraquí, al parecer, aunque en la actualidad, muerto el dictador, arrasado el país y en guerra civil su población, ni se entiende qué se le había perdido a España allí ni qué soluciones a ningún problema mundial podría aportar su participación en dicho conflicto. Por supuesto, beneficios tampoco ha obtenido nuestro país de semejante osadía humanitaria.
Yo marché junto con unos amigos por las calles de Madrid el día anterior a las elecciones a Cortes Generales de 2004, y en algunos puntos de la macromanifestación se gritaba contra ETA, porque había quien se empeñaba en la mentira de que los autores de los atentados eran vascos, y en otros puntos se gritaba contra el terrorismo, porque todo el mundo sabía, menos quienes no querían saber -los dirigentes del PP-, que los autores habían sido otros. Tras el escrutinio, Mariano Rajoy, esto es, el PP, obtuvo un merecidísimo lugar como jefe de la oposición, y un ingenuo José Luis Rodríguez Zapatero recibió el encargo de gobernar a los españoles. Comenzó entonces una legislatura odiosa en la historia de la tierna democracia española, porque el PP, cuyos dirigentes no aceptaban la legitimidad de la victoria del PSOE en las elecciones, y los medios de comunicación adeptos a esa expresión legal del odio pusieron en marcha la conocida como "teoría de la conspiración", según la cual ningún atentado semejante hubiese sido posible en España sin la unión de dos fuerzas a cuál más perversa, ETA y el fundamentalismo islamista. Nadie, salvo los más fanáticos, creyeron jamás en tal disparate. La primera legislatura de Rodríguez Zapatero fue la más tortuosa que jamás haya sufrido el pueblo español, el modo de hacer oposición del PP fue el más ruin, vil, irresponsable incluso ilegítimo que imaginarse pueda -no sólo se dudaba a diario del resultado de las elecciones, sino de la moral de los votantes del partido que las había ganado. Este matiz no es superficial, entiéndase: un partido que emplea todos los medios a su alcance para que las elecciones no se celebren -se llegó a hablar de convencer al Rey para que instaurase un estado de excepción-, un partido que se sirve de la mentira como único instrumento para mantenerse en el poder pasa a la oposición por deseo de la mayoría de los ciudadanos del Estado, y todavía en la oposición insisten sus dirigentes en que tal desplazamiento desde el poder carecía de legitimidad, que había sido el triunfo del infantilismo sobre la razón de Estado. Este partido, por si su desfachatez no fuese ya superlativa, se sirve de medios legales, cierto, pero absolutamente desleales para perjudicar cualquier acción del Gobierno, se sirve de las Comunidades Autónomas donde tiene el poder de gestión para boicotear y anular las decisiones y leyes del Parlamento nacional, utiliza tales Comunidades Autónomas para enfrentar una parte del Estado a todo el Estado, y perjudicar así a cuantos más ciudadanos mejor; este partido enfrenta a unos ciudadanos con otros apenas se presenta la menor cuestión polémica, manipula a las masas en todos los asuntos donde el rencor actúa como una plaga y devora la moral del país. Este partido, el PP, arroja a unos ciudadanos contra otros a propósito de la memoria histórica, del matrimonio homosexual, del feminismo progresista, de la educación, de las formas que adopta la familia en una sociedad avanzada, del concepto cultural plurinacional de España, un partido, el PP, que se muestra insaciable en su objetivo de echar abajo cuanto una sociedad pacífica y sana pueda construir -¡hasta a favor de los efectos perjudiciales del tabaco batalló el PP! La segunda legislatura de Rodríguez Zapatero fue conocida como la "caza de ministros". Nada de cuanto hiciese un ministro de Rodríguez Zapatero cabía dentro de la aprobación del PP ni de sus medios de difusión del odio, y menos aún si se trataba de una mujer, que probablemente de no existir Internet ni teléfonos con acceso a la Red las hubiesen quemado vivas en la plaza de Colón. Como Rodríguez Zapatero fue desde el primer día hasta el último un gobernante ingenuo -nada hay peor en el gobierno que creer que tu pueblo es lo que en absoluto es-, se inmoló, y Mariano Rajoy, que había perdido en dos ocasiones, tuvo la oportunidad por fin de decir una solemne chorrada histórica -"yo a partir de mañana me voy a poner a trabajar"-, tras la cual, es sabido por todos, lo que iba bien ahora va mal, y lo que iba mal va muchísimo peor. Muchos somos los que pensamos que una derecha española honrada y legal es algo contra natura, repugna a la razón -yo siempre he dicho que en un partido político con casi 700.000 militantes cabe mucha gente muy mala. No quiero decir que todos los votantes del PP sean personas viles, en absoluto, porque hay que contar entre ellos a ciudadanos entre los más correctos y honestos, pero quizá también temerosos de la integridad de la nación, o supersticiosos, si se trata de la educación, o sencillamente engañados e ingenuos, como los ancianos que pensaron que el PSOE les quitaba su pensión o quienes están convencidos de que gobierna mejor quien más cerca está del dinero. Y esto me lleva a la más rabiosa actualidad, los "papeles de Bárcenas", o cómo una ideología hace estragos al no practicarla ni sus más acérrimos defensores. Porque está muy bien eso de decir a los demás lo que es bueno y mejor para todos cuando la fortuna de uno va por otro lado. Y es ahora cuando Mariano Rajoy, cazaministros en el pasado y hostigador del legítimo gobernante, le da unos buenos palos al jefe de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, unos buenos palos así, por deporte y por distracción, pues se le ha ocurrido sumarse con su crédito a lo que el presidente del Gobierno juzga una campaña de infamias contra su partido y su propia persona. Yo esto no lo consigo entender: quien peor oposición ha hecho, quien ha hecho la oposición más salvaje y sucia, se molesta por los medios que emplean quienes se la hacen a él -¡así, no! Y hay que ver cómo está tratando todo el asunto el servicio de informativos de la radiotelevisión pública, que hay películas donde salen marranadas que no llegan a ser más guarras que el modo como se cuentan algunas noticias.
186 diputados en el Parlamento supone un rodillo que sólo puede afrontarse con mucha paciencia. Quedan tres años terribles por delante, pero se ha recuperado algo que hace apenas uno parecía imposible: las fuerzas vuelven a estar equilibradas, tanto si a nuestros jueces les tiembla al final el pulso y nos dan pulpo por animal de compañía como si no. Yo no creo que podamos librarnos de nuestro señor Mariano hasta el final de la legislatura, quien pensase lo contrario habría de admitir la premisa de que España es un país normal. España no es un país normal, admitámoslo de una vez, la derecha española no es una derecha normal, pero alegrémosnos, ¡que quedan sólo tres años!


Yvs Jacob


[ Y fue entonces cuando a Mariano, al que llamaban "el Breve", empezaron a decirle "Brevísimo"].

viernes, 1 de febrero de 2013

Yvs Jacob pide a David Cameron que se lleve unos cuantos rumanos y búlgaros... de España

David, David, David... Me entero de que en el Reino Unido no os gustan los rumanos ni los búlgaros, claro, la verdad es que quedan muy mal junto a una tacita de té. No sé si te he contado alguna vez mis impresiones sobre Londres. Encontré la ciudad bastante feíta, David, aunque envidio esos barrios vuestros de las casitas blancas donde se podría cometer un asesinato sin que se enterase nadie en décadas, unos barrios tan tranquilos, con su pequeño jardín central, cerrado en horario nocturno, y siempre me llamó la atención que el piso abajo de esas casas, el piso que está en realidad bajo el nivel del suelo de la calle, sea habitable, un piso al que se accede por unas escaleritas impecables, y te digo que aquí sería imposible algo así, entre otras cosas porque la porquería de nuestras calles terminaría por impedir a un inquilino el acceso a su propia vivienda -hay porquería aquí, David, mucho peor que un desahucio. Pero en general, David, el Londres de las avenidas y los grandes espacios no me gusta en absoluto, es una ciudad, por así decir, bastante hortera -no offense, David. Madrid, por supuesto, y aunque no lo creas, ha intentado ser también como Londres; podría pensarse que le correspondía más imitar a las ciudades italianas, para lo cual no bastaría con que fuese sin más una ciudad sucia, pero no, Madrid es lo que queda cuando Londres sale mal, y mira que Londres ha salido mal en muchos aspectos. Hay quien piensa que Madrid podría haber sido como París, para lo cual sería necesario tirar abajo tres cuartas partes de la ciudad, algo con lo que yo sueño, pero tampoco; Madrid se parece más a un mal Londres que a otra cosa. De un tiempo a esta parte, David, en Madrid tenemos un pedigüeño rumano en cada esquina, un pedigüeño rumano a la puerta de cada iglesia e iglesucha, a la puerta de cada capilla, tenemos rumanos patrullando todas las calles en busca de algunas monedas, de algunas carteras, David, y me pregunto si el progreso tenía que ser así, si todos estos pedigüeños rumanos y búlgaros han venido a España por una idea extravagante del trabajo, me pregunto quién los ha convencido para abandonar su tierra en la que no hacían nada y venir a la nuestra a pedir limosna; me pregunto, David, si es así como una sociedad avanza, porque, ¡que me aspen, David!, yo no veo en estas instituciones de la miseria ningún avance en ningún sentido, no lo veo por ninguna parte, David, lo único que aprecio es la anarquía que nace del abuso y de la desesperación.
Tras conocer los anuncios disuasorios que ha promovido tu Gobierno, David, no creas que no he sentido de nuevo una cierta envidia, una envidia que siempre siento cuando veo que un pueblo se protege, pero además con una idea muy clara de lo que significa protección. Una idea menos clara, David, es la que hemos tenido en España: sólo nos ha interesado que algún pobre diablo nos comprase una vivienda infame o nos pagase su alquiler, para eso sí que hemos sido una sociedad multicultural. ¡Qué años más locos, David, los años salvajes! El sector bancario metido de lleno en la vorágine inmobiliaria, todo el mundo especulando con el ladrillo y un descontrol absoluto tanto de la inmigración como de la sub-sub-sub-sub-sub-subcontratación de trabajadores comunitarios. Porque, cierto, David, no todos los rumanos o búlgaros han venido a pedir ni a robar, otros hay que caminan por los tejados con un cigarrillo en una mano y una lata de cerveza en la otra, y está sucediendo ahora mismo, David, lo estoy viendo desde mi ventana, un rumano de más de sesenta años ajeno por completo a cualquier norma europea de seguridad y protección en el trabajo.
Se me ocurre, David, que para frenar la posible llegada de rumanos y búlgaros al Reino Unido no es necesario que promocionéis vuestros prejuicios por todos conocidos, es suficiente con que mostréis que los británicos tenéis una cultura, algo de lo que nadie podría dudar; basta con que seáis capaces de advertir a los extranjeros de que existe una presión institucional, cultural y social, y con eso ya veréis como todo marcha bien. Luego, David, habéis exagerado muchísimo, no poco, tengo que decírtelo, porque no es a un país con instituciones y leyes firmes, un país con cultura y con una sociedad observante que acuden los pobres diablos -no hay rumanos ni búlgaros en Alemania-, no; acuden allí donde nada importa a nadie, donde impera la impunidad en todos los aspectos. Fíjate lo que me decía hace unos días un intelectual español: "no se puede educar con la ley". ¡Jájaja! ¿No te duele también a ti el pecho? La cantidad de obras que dedicó Aristóteles a explicar que la ley hace bueno al ciudadano, que buenas leyes hacen buenos a los hombres, y llega un intelectual español y dice que una ley sólo tiene sentido cuando hay medios para que se cumpla. David, a mí de tanto vivir entre los españoles, no me duele el pecho, me duele el alma. ¡Ah!, ¿pues acaso no hace falta ley cuando la cultura falta?
Yo te pido, David, a cambio de tantos pakistaníes como tenemos ahora en Madrid -Pakistán, que a lo mejor te suena...-, y los hay por encima de cualquier legalidad, te pido, David, que nos eches una mano y pruebes a educar tú a nuestros rumanos y búlgaros allí donde nosotros hemos fracasado, y hemos fracasado, David, porque unos pobres no tienen nada que enseñar a otros. Aquí te lanzo, pues, el desafío, David Cameron, ha llegado el momento de que también vosotros seáis un poquito solidarios, creo que de alguna manera nos lo debéis -¡mostrad al mundo de qué sois capaces con unas pastitas y un volumen de Jane Austen!


Yvs Jacob


[ Y fue entonces cuando a Mariano, al que llamaban "el Breve", empezaron a decirle "Brevísimo"].