lunes, 12 de octubre de 2009

El Día de la Hispanidad y los desfiles militares. ¿Qué cojones estamos celebrando?

No soy un pacifista, al menos no un pacifista cuya acción es la paz, y pienso que el problema de la violencia está en que siempre se dirige de manera equivocada, por lo que la humanidad se vería de verdad favorecida si buscara las cuencas de la sangre con mayor profundidad.
Pero soy sensible, tan sensible, y quiero comprender; quizá ha sido ese apetito el origen de mi desconfianza hacia todo lo que hacen los hombres. Y como quiero comprender, cada Día de la Hispanidad me pregunto: ¿qué cojones estamos celebrando? Ignoro cómo debería celebrarse la santa festividad del español botijero y del torero ceporro, pero sé muy bien cómo no debería hacerse. Los desfiles militares me producen pena y risa, y luego, pena y risa también; y pena de nuevo, y otra vez risa... No me declaro en contra de un Día de las Fuerzas Armadas, un día en que los soldaditos se pudieran ir a casa a tocarse las pelotas como hace cualquiera que encuentra un buen momento para ello. Por cierto que tampoco me opongo a un Día de los Pintores de Brocha Gorda, a un Día de los Estibadores de Puerto o a otro de los que reparten el bacalao. Las fiestas selectivas, gremiales, comunales... son, en efecto, relativas a un grupo -hoy se emplea mucho el término 'colectivo', tan insoportablemente cienciahumanizado-. Me sobresaltaría, por ejemplo, que el Día de los Recogedores de Arroz se celebrara de modo tan extendido y oficial que ocupara el Paseo de la Castellana, y no vería con simpatía que el Día de los Hinchadores de Globos fuera fiesta nacional -aunque ¡atención a las patatas fritas!-. No entiendo, pues, por qué hay un Día Nacional, una y única o verdadera Fiesta Nacional, que deba sacar a los soldaditos de paseo en nombre de... ¿España?
Siempre hay algo más. El Rey también sale de paseo, y como el Rey es el Jefe de las Fuerzas Armadas, sale entonces con un uniforme que -seguramente- no debe ser el mismo de año en año. El Rey, claro, no es el Jefe de los Fabricadores de Peonzas ni los Cebadores de Cerdos desfilan ningún día del calendario de las bendiciones festivas; luego, sin Rey, no hay fiesta.
Por otra parte, nos dicen los que mucho saben de todo que el Rey es el símbolo de la unidad de los españoles, aunque los españoles nunca hemos disfrutado de ninguna unidad, a menos que se diga que somos todos igual o bastante tontos. Pero si el Rey es el Jefe de las Fuerzas Armadas, y si es, además, el símbolo de la unidad de los españoles, la festividad en realidad lo homenajea a él, que es igual que celebrarnos nosotros mismos. De nuevo, no se comprende el papel secundario -pero dominante- del Ejército. Su presencia sólo quiere recordarnos la unidad mediante la simbolización del monarca, pero ¿no hay otros medios? ¿No podría confiarse la armonía ciudadana por ejemplo, ay, a la educación?
Somos todavía el tufillo maloliente de las flatulencias del pasado.
Republicanos españoles, ¡mostraos!


Yvs Jacob