martes, 15 de diciembre de 2009

¿Para cuándo un nuevo grupo terrorista catalán?

¡Ah, cuánto admiro a Josep Ramoneda! Es que leerlo y escucharlo me provoca más orgasmos que Rodríguez Zapatero, presidente, a Pedro Zerolo, humilde servidor de lo público en la inerme oposición madrileña.
Me gusta mucho cuando Ramoneda introduce las palabras que apura de algún otro razonador para contextualizar su consiguiente reflexión: "me dice fulanito que...". Esta figura, la "fuente literalizada" a punto de caer en el chismorreo, aunque deprimiría el valor de cualquier otra composición sociológica debida a esos triunfadores de la temporalidad que son los opinadores españoles, se muestra esbelta cuando la emplea don Josep, y no importa tanto lo que a Ramoneda le dice fulanito, sino que sea Ramoneda quien filtra, selecciona y ennoblece la obviedad que con él se comparte.
Pero dice Jean-Jacques que más vale siempre la simpatía entre los hombres que su admiración algunas veces, y me veo obligado a lamentar las palabras de don Josep a propósito de su fetiche masturbatorio más recurrente estos días: el independentismo catalán. ¡Pues no dice don Josep que los independentistas vascos deberían aprender de los catalanes! Se trata de una muy arriesgada comparación de métodos: el violento de Vascongadas frente al silencioso y eficaz logro de la paciencia catalana. ¡Qué bella idea ha tenido don Josep!
No obstante, algo no funciona en su espontaneidad. ¿No será que los vascos se cansaron de ser pacientes y optaron, tras agotarse su bondad, por métodos más expeditivos, según sólo ellos lo entendieron? ¿Cómo si no iban a querer su libertad (?) con tanto tesón? Siempre se ha dicho que son un poco brutos, ¿pero por qué iban a preferir la barbarie si pudieran conseguir lo que persiguen por medios más adecuados, pueblo religioso como es el vasco?
Yo creo que los catalanes están abriendo la puerta ahora atascada del independentismo vasco, y eso es lo preocupante. ¡Qué estupidez creer que son los catalanes unos seres humanos más excepcionales que los demás! Los catalanes son gente, como todo la gente, y la gente hace cosas que hace la gente, y si la gente se queda sin ideas y es poseída por los demonios, entonces hace las mismas tonterías en todas partes -no me convencen en absoluto estas "Convenciones de Ginebra del independentismo" que ha descubierto el agudo don Josep-. En cuanto los catalanes sean conscientes de que su sereno independentismo no va a más, entonces tendrán que optar entre quedarse como están o abrir un calendario con sus santos mártires. Joan Laporta ya ha dejado claro que para mártir no se presta, porque lo suyo es el independentismo cómodo, el de convocar a la prensa y decir barbaridades, el que quiere como ciudadanos del Estado catalán a los fanáticos del fútbol: ¡menuda ciudadanía exquisita!
No, don Josep, y me duele tener que decírselo, las cosas no van por el buen camino...


Yvs Jacob