lunes, 3 de enero de 2011

Síndrome izquierdista en el Partido Popular

Si no lo veo no lo creo.
Desde hace unos meses, el Partido Popular, sin ninguna razón aparente, ha empezado a desarrollar un extraño síndrome, que por falta de definición precisa podría llamarse "izquierdista", aunque lo más preciso sería calificarlo de "comunista".
Primero fue el descubrimiento del proletariado -que los trabajadores existían no lo sabían en el Partido Popular, porque en el Partido Popular siempre han pensado que seres humanos son solamente los grandes empresarios, los aristócratas y los políticos de la derecha, ¡y eso que las calles están llenas de gente!, de gente, claro.
Tras descubrir a los trabajadores, en el Partido Popular advirtieron que también existían los pensionistas -¡genética!, cuando la gente se hace mayor, se hace también de derechas-, y hasta fueron conscientes de lo mal que deben de vivir las abuelitas viudas con la escasa pensión que les entrega la redistribución social de la riqueza -¡hostia puta, la piedra angular del sistema socioeconómico español!
¡Guau, demasiado!
Lo último ha sido el descubrimiento de que Francisco Álvarez-Cascos no mola nada... ¡Jo, tíos, nada de nada! Pero no ha sido todo, sino que han descubierto el fenómeno izquierdista por excelencia, el secesionismo ideológico, y Álvarez-Cascos, el que fuera para desgracia de los españoles Vicepresidente del Gobierno, abandona el partido al que ha pertenecido siempre, y ojalá nos deje ya en paz, coño; con lo feo que es y se empeña en que lo veamos todo el tiempo. ¡La madre que...!
Como en todo lo demás, la izquierda va por delante de la derecha: trabajadores, pensionistas y discrepancias ideológicas los ha conocido desde su origen. Pero la izquierda útil española, la única que puede acceder al gobierno del Estado, inició décadas atrás su particular travestismo -ya se decía de Felipe González que gobernaba con un programa de derechas; y qué decir de su faceta como diseñador de joyas...-, y llegará el momento, si el Partido Popular sigue haciendo descubrimientos, en que se encontrará con esa ficción que a veces se llama "el centro".
Por fortuna, existen las supersticiones, como la que concentró a tanta gente sana el domingo en la plaza de Colón de Madrid, la superchería de la infalible familia cristiana, ¡ah!, y por ahí sí que no pasaremos.


Yvs Jacob