jueves, 30 de julio de 2009

Qué cojones entienden por socialismo los que entienden siempre lo que les sale de los cojones

En una entrevista para la televisión escuché a Jordi Pujol llamar la atención sobre la mentalidad de los norteamericanos antes de emitir o formular cualquier juicio acerca de ellos. Prudencia política. La entrevista se realizó pocos días antes de las elecciones presidenciales en EEUU y la observación daba mucho que pensar. Yo evitaría siempre el término 'mentalidad', el cual encuentro repugnante, aunque, por una vez, bastante útil en el pensamiento de Pujol. Seguramente, Pujol diría que un catalán no ve el mundo igual que un español, y es que hay cosas que no se pueden ver...
Yo pensaba hoy en lo difícil que le está resultando a Barack Obama hacer que los norteamericanos sean buenas personas. Los norteamericanos, más que un Presidente humano, necesitan un instructor moral, y el resto del mundo haría bien en abandonar la adoración de los diosecillos del liberalismo que llegan de ultramar.
En una tierra cuyo principio elemental afirma que cada cual debe afrontar por sí mismo sus propias necesidades, o pagar sus gastos, Barack Obama ha tenido la mala idea de sugerir que habría que ayudar a quienes carecen de recursos. No sólo en EEUU, sino en cualquier parte del mundo, es fácil pensar que los pobres, y especialmente los muy pobres, sobran. Así, sobran, de hecho, naciones y pueblos enteros -con lo que acuerdo, aunque no por razones económicas-, porque los pobres, además, follan demasiado. Es más, habría que considerar esa actividad como una retributiva, si se les quiere ayudar, en la medida en que los pobres no hacen otra cosa. Los pobres, pues, dan mucho asco y son sucios en todas sus manifestaciones y formas. Según reza el principio que ha llevado a EEUU a ser la más grande potencia jamás habida sobre la tierra, la pobreza es un problema de los pobres que puede atenuarse con la caridad, pero no con el Estado. Un Estado que ayuda a los pobres merece llamarse 'socialista', y es socialista en tanto que injusto, porque reparte también entre quienes no aportan.
Esta divertida teoría hace furor en el Partido Popular, y sus dirigentes nos recuerdan continuamente que hay que trabajar, que la vida es muy difícil y todo eso... Lo contrario del trabajo es el socialismo. Según los liberales, que en EEUU son todos, demócratas y conservadores, el socialismo consiste en 'rascarse los huevos' con el dinero de los esforzados contribuyentes. Como decía Pujol, hay que entender la mentalidad de los norteamericanos.
La versión española de la teoría es sin duda entrañable. José María Aznar insiste en cada actuación en que los españoles nos rascamos mucho los huevos, mimados por los incompetentes socialistas que prefieren saquear el Estado en lugar de aplicarse con dureza sobre esos desalmados muertos de hambre que han nacido para trabajar.
Puesto que las dos actividades que continúan el curso de la historia son el trabajo y el consumo, si cesa una de ellas, se produce un desastre. Pero no siempre deja un trabajador de trabajar porque advierte que está haciendo el gilipollas -eso sí que sería auténtico progreso-, sino que hay quien quiere trabajar pero no lo consigue porque el mercado no va más. Se convierte entonces en socialista: este desgraciado necesita que lo mantengan. Si España imitara por completo el envidiado modelo norteamericano, el socialista lo seguiría siendo, tal vez, pero ya sería uno al que se habría mandado a tomar por el culo. Pero en España, sin embargo, aunque siempre se desea que a más de uno lo manden a tomar por el culo, socialista o no, se entiende que hay que hacer algo por él. Yo, que no soy precisamente una guinda de solidaridad, encuentro fabulosa esa función del Estado, y me resisto a aceptar que cuando alguien se queda sin recursos para vivir se convierta en un hijo de la gran puta que quiere aprovecharse de las personas de bien, de quienes ya recibe compasión y algunas aportaciones caritativas en la correspondiente Asociación para...
Lo más descojonante de la mentalidad norteamericana que pretenden cultivar los liberales españoles refiere al modo como se juzga a los individuos. Por ejemplo, a nadie se le ocurre objetar que es posible que eso que se llama el 'modelo productivo' presente demasiadas dificultades para que una parte de la población encuentre trabajo; o que el liberalismo exige una gran cantidad de pagos y, por ello, un gran salario... Hablar así sería como justificar el socialismo, y el socialismo, al menos el socialismo que permite la libertad total a los individuos, no produce riqueza, la dilapida. La culpa, pues, no recae sobre el sistema, sino sobre los individuos: el socialismo reduce su iniciativa, los convierte en 'rascahuevos' hijos de puta.
Los liberales españoles nos quieren a todos bien ocupados y apeteciendo aquello que se le ocurre al mercado, y quieren minimizar la intervención del Estado a favor de la gestión privada de todo cuanto produce beneficios. Los liberales norteamericanos ya usan la fórmula desde los orígenes de su sociedad, y han reaccionado con estrépito al conocer las buenas intenciones de su Presidente. No será de extrañar si en los meses sucesivos una misión de esas tan extravagantes que protagoniza la CIA cinematográfica arroja a Obama en paracaídas sobre Kenya con la excusa de que su socialismo pone en peligro la seguridad nacional. Porque lo terrible de las teoría políticas y de las posiciones que se relacionan con ellas es que no son científicas, sino morales. El socialismo es una opción moral, y si además consigue convertir a los ciudadanos en ociosos 'rascahuevos', el socialismo es una teoría a preservar. El liberalismo, sin embargo, es la teoría que solicita de todo el mundo que piense como un poco hijo de puta, si bien no invade el terreno privado de la solidaridad, que gestiona el individuo por sí mismo como todo lo demás. La cuestión, por lo tanto, se reduce a: ¿qué tipo de sociedad quieren los individuos? Lo cual significa: ¿corresponde al Estado ejercer la solidaridad?
La solidaridad, tal y como la entienden los liberales, es el estímulo para encontrar trabajo y consumir: ¿qué otra cosa podemos hacer por ti mejor que convertirte en un ciudadano normal, y no en un puerco socialista? El socialismo prefiere gestionar la solidaridad del conjunto, pero es doblemente fastidioso para los liberales: un socialista no quiere trabajar, y cuando quiere, pone demasiadas condiciones. Hay que observar que el liberalismo, incluso cuando ansía a los trabajadores, no entiende qué es un trabajador. Un trabajador es algo más que un pedazo de mierda que se dedica a transformar algo. Los empresarios españoles son bastante coherentes: si un trabajador es un pedazo de mierda, habrá que pagarle como a tal y despedirle de la misma manera. El socialismo, sin embargo, cree que un trabajador es al mismo tiempo un ser tan humano como un empresario, y hay que cuidar de él de alguna manera. Para los empresarios, esta prevención del socialismo es un disparate derrochador. Puede que estén todos locos en ella, pero la patronal no es una Iglesia. En fin...


Tontos del mundo, ¡desuníos!


Yvs Jacob