lunes, 14 de diciembre de 2009

¡Yo quiero trabajar en Telemadrid!

Cuánto me arrepiento ahora de haber hecho aquellos estudios de botánica... Con lo bueno que hubiera sido para mí desarrollar algún talento creativo... Qué es la botánica sino una triste y continua taxonomía; tan abusiva en su enciclopedismo, tan insoportable para mi pequeña memoria, tan inadecuada, en definitiva, para mí, que soy soñador.
Viendo Telemadrid, no obstante, aprendo con esa televisión amiga, y aprendo, sobre todo, del hombre y de su mundo; del bien, del mal y de los sueños humanos, y se ha convertido en fuente inagotable de excitación, sorprendido como me tiene a cada segundo esa maravilla de la comunicación y de la instrucción que es el juguete del Partido Popular de Madrid.
¡Qué fascinado me ha dejado su información de la gran convocatoria sindical del sábado! ¡Qué universo paralelo ha sido abierto para mí!
¡Cuánto tiempo he perdido al consagrar mi juventud a la ciencia! Telemadrid me ha despertado de mi particular sueño dogmático, cegado como he vivido persiguiendo la verdad. ¡A la mierda la verdad! ¡A tomar por el culo la ciencia! No hay más placer que la ficción, y en nada hay más magia que en la palabra que se torsiona hasta la quiebra o en la imagen versátil que a todo se adapta, cualquiera que sea la fantasía perversa del creador.
¡Ah, Telemadrid, yo te adoro! No veo más futuro ante mí que "esa casa"; no me reconocería lejos de ella, porque tengo alma de mistificador, porque nací para inventar historias. Viendo Telemadrid puedo decir que sé dónde está mi hogar, y también sé que me espera...


Yvs Jacob

Sangra Berlusconi, o Cuando la Justicia se sirve de sus medios más romanescos

¡Menuda hostia que le han dao al tito Silvio! Yo no voy a juzgar ahora si la merecía políticamente o no, que para eso ya existe el periodismo, ni si está bien dada -periodismo deportivo-, pero desde la moral, dígase bien alto que, teniendo el Vaticano ahí al lado, ya podía Dios haber sido más diplomático y menos explícito, menos bronco y más sutil a la hora de hacer Justicia. Debe de ser la falta de costumbre lo ha que llevado al Pluscuamperfecto a perder los papeles y a querer resolver un asunto bien feo de un solo porrazo. Pero el tito Silvio se ha quedado muy mal, la verdad, tenía cara como de miedo, no de sorpresa -¿qué ha pasado?-, sino de pánico -¡que no me pase na!-.
Algo de penita me ha entrao, eso te digo, pero no he cedido y ya me he recompuesto en mi crueldad, no vaya a pasar lo que con el dúo Alavedra y Penafreta: ¡lo malas que son las excepciones para el bendito Estado de derecho! Al final la ciudadanía termina sufriendo por lo mal que lo pasan quienes se pasan por los cojones la distinción entre el bien y el mal.
¡Ay, tito Silvio, terrible suceso el de esa cirugía bárbara!
Ya creía Silvio que era el único con auténtica sangre italiana, pero ha aparecido la furia disfrazada de perturbado, porque el clarividente es siempre un enfermo, ¡y ardo en deseos de solazarme con ese Quijote en tratamiento! ¡Vaya a saberse por qué suerte de arma habrá tomado la estatuilla de la inquietante catedral de Milano!
Si es que el hombre ya está mayor para la cosa pública, que diría Ansar, y lo mejor, cuando se es multimillonario, es vivir como lo hacen los ricos: sin hacer nada.
¡Qué ganas de empeñarse en resolver el mundo, tito Silvio!
¡Ay, mundo de ingratos, desagradecidos!


Yvs Jacob