viernes, 20 de julio de 2012

¡Carrefour ya contrata trabajadores españoles!

¡Qué cosas están pasando en Madrid!
Hoy he ido a comprar yogures al supermercado de Carrefour más cercano y me he llevado una gratísima sorpresa al observar que cuatro de los seis cajeros que se encontraban trabajando en ese momento ¡eran españoles!, y los he contado de nuevo, primero las cajas, después a las cajeras y a los cajeros, que sumaban cuatro de seis, una sorpresa tanto mayor cuanto que se decía hace unos días que se habían marchado 44.000 jóvenes españoles en busca de trabajo al extranjero, aunque habían regresado ya 12.000, y que la llegada de extranjeros a España había caído hasta 170.000 "por culpa de la crisis" -cito a El País-, ¡jájaja!, ¡por culpa de la crisis! Se marchan 44.000 españoles y ¡sólo vienen 170.000 extranjeros... por culpa de la crisis! Aquí hay algo mal, a mí no me salen las cuentas del "por culpa de la crisis"... Y hay que ver cómo está El País últimamente, que nos vamos a quedar sin na' -ni se puede ver ni escuchar RTVE y ni se puede leer El País, que abordaba el asunto de la liberalización de los horarios del comercio con un estusiasmado "buenas noticias para los consumidores". ¿Pero cuándo han recibido los consumidores malas noticias en relación con sus derechos para consumir? Si el problema no es que ellos quieran o no consumir cuando les venga en gana y se les limite su vacuidad viciosa, sino si va a a quedar alguien para consumir cuando todo se haga en y desde China y nadie aquí tenga ningún trabajo por el cual reciba un salario para gastar. ¡Oh, pero qué alegría me ha dado Carrefour! No sólo hace la competencia a esos locales desalmados de los orientales para empujar fuera del país al excedente de chinos que tiene España, ¡es que ahora hasta los españoles trabajan en las superficies del grupo francés! ¡Qué bella alianza! Vive la Révolution!
Pero estaba tan alegre, ha sido tal la energía que he recibido al ver a esos formidables españoles hacer todo tipo de operaciones -algunas incluso complejas, porque requerían un trámite con tarjeta de débito o crédito-, que he necesitado repasar algunos rincones de mi calle al subir hasta no quedar la menor duda sobre si había sido barrida o no. Hasta hace poco, yo solía coincidir con una barrendera que quizá no tuviese mi calle entre las de asignación, pero que si me veía, entonces detenía el carro y recogía alguna cosilla, pero si yo no estaba presente -y muchas veces me he escondido para comprobarlo-, pasaba de largo -hay que agradecerle que sea una de las pocas personas que la recorra sin detenerse a orinar. Aprovecho para introducir una anécdota muy jugosa. Tuve una compañera italiana en la universidad a la cual habían advertido en su país antes de venir a estudiar a España de que aquí se acostumbraba a mear en la calle -¡yo no podía creerlo! ¡Ojo, eh, ojo, que todavía no estábamos en crisis! Pero he descubierto que esa barrendera ha sido sustituida por un compañero que parece comprender las necesidades de esta calle, tan obvias, por otra parte, y tratándose de un profesional... -una calle de ese tercer mundo que se amontona apenas 300 metros desde la Puerta del Sol... Pero es que todavía he conocido una alegría más intensa al ver a un trabajador del área de medio ambiente del Ayuntamiento de Madrid que intentaba reparar una papelera. Esto había sido para mí inconcebible en el pasado. En Madrid, una papelera, un contenedor de basuras son escondites perfectos para que un chino o un pakistaní hagan desaparecer su mercancía de bebidas mientras dura la ronda de la policía. Este trabajador del Ayuntamiento tenía hasta una remachadora, ¡joder, un trabajador español con una remachadora! ¡Eso ha tenido que quedar bien, coño! ¡Viva el ingenio español!
¡Oh, hacía tanto tiempo que no me sentía tan bien, estoy lleno de optimismo! ¡Españoles que trabajan por su país "por culpa de la crisis"! ¡Pero en qué demonios hemos estado pensando!


Yvs Jacob


[Y muy pronto en Basuragurú: "Millones de españoles querrían aterrizar una hostia en la cabeza de Andrea Fabra"]. ¡Que se joda!