viernes, 31 de diciembre de 2010

Candidatos a La Moncloa, no más de dos legislaturas

La semana pasada se participó a la sociedad española que José Luis Rodríguez Zapatero ya había tomado la decisión en cuanto a ser candidato o no a las próximas elecciones generales, aunque el resultado de su deliberación no se haría público, lo que se comprende fácilmente.
También yo he tomado una decisión respecto del candidato del PSOE; sin duda, la más acertada. Creo que entre las modificaciones que caben en el sacrosanto texto comunitario de los españoles, la Constitución, dos serían de la mayor urgencia. En primer lugar, algo hay que hacer con el Senado, que sólo se justifica como coartada para lucrarse a costa del erario público -debo decir que modificar esta cámara, dotarla de utilidad política, lo único que justifica la existencia de una institución del Estado, podría causar un choque emocional severo en la sociedad española debido a su analfabetismo republicano. En segundo lugar, cuántas legislaturas puede agotar un mismo individuo en el gobierno, así como cuántas veces podría ser alguien candidato, debería limitarse a dos, nomás.
En la sociedad de masas -por cierto que en los admirados países escandinavos no existe propiamente "la masa"-, candidatos sobran, y es más democrática la sociedad cuantos más individuos pueden ser candidatos. Rodríguez Zapatero, a diferencia de los habituales líderes de la derecha, que interpretan su elección como una sanción divina a su excelencia, sanción para la cual emplea Dios la argucia de la democracia -¡jájaja, es que estos tíos de la derecha son la polla!-, ha dicho en alguna ocasión que, si no cualquiera, muchas personas son aptas para el gobierno. Así lo creo yo, ya sea porque un gobierno en España gobierna bien poco, o porque gobernar, si se observa a "la Espe", es una tarea que deja mucho tiempo para pasarlo la mar de bien.
Luego sólo resta confirmar que, en efecto, Rodríguez Zapatero no será de nuevo candidato.
Insisto sobre la originalidad de mi propuesta, que no sólo afecta a quienes gobiernan, sino, además, a quienes lo intentan. Tras escuchar los discursos cargados de odio del nuevo President de la Generalitat de Catalunya, nada más acertado que alejar de cualquier parcela del poder a los hombres frustrados -suelen ser una generosa fuente de estupidez.


Yvs Jacob

jueves, 30 de diciembre de 2010

Miguel Sebastián, tonto por Navidad

Tiene Miguel Sebastián una de esas caras en las que no gusta entretenerse, una cara inquietante en la que cuesta depositar alguna confianza. Como quiera que sea, alguien le ha confiado un ministerio, y parece que cumple el requisito mínimo para acceder a un cargo de responsabilidad pública en España: ser un analfabeto moral.
Después de la última sebastianada -afirmar que la subida de la luz no será más de lo que vale un café-, he querido recordar el patrimonio personal de los ministros que se hizo público meses atrás. Puede que me equivoque, pero creo que Cristina Garmendia y Miguel Sebastián eran los ricos del Gabinete. Ser rico y de izquierdas no es nada fácil -en el caso de Garmendia, por ejemplo, imposible, tenía demasiada elegancia; quiero decir con ello que de izquierdas de verdad son los muertos de hambre, y yo, claro, y no hablo de la izquierda de la izquierda ni de otras ficciones sigloveintiuno.
Cuando uno es rico, o algo riquín, como mucho, uno llega a ser pequeñoburgués, la especie indeseable del materialismo histórico, en la cual no falta, por cierto, la simpatía por las clases inferiores, si bien, respecto de las acciones a su favor, el pequeñoburgués sólo hace lo poco a su alcance. Más o menos, así pensará Sebastián, para quien ya es bastante soportar la dirección del Ministerio de Industria, de la cual es seguro que los españoles estamos obteniendo incuestionables beneficios.
Pero sucede en la política española algo que no cabe comparar con ningún otro Estado occidental. Por ejemplo, ahí tenemos a "la Espe" amonestando a los periodistas, pidiéndoles que les "entren las cosas en la cabecita", cuando le hacen preguntas incómodas, o a Miguel Sebastián frivolizando por un euro arriba o abajo. Y esta es la suerte de representantes estúpidos de la estúpida ciudadanía española.
Hay que decir al amigo Sebastián que un euro de menos, cuando son muchos euros menos los que gran parte de la ciudadanía puede gastar que los que él tiene, es continuar horadando el pozo del desánimo. Y debe conocer este inventivo ministro los desafíos para el ingenio que afronta gran parte del pueblo ruinoso al que representa en cuanto al ahorro "en familia".
Probado como está que nos gobiernan los fondos de inversión, los mercados, podría ser buena la ocasión para que Sebastián regresase a casa por Navidad; dialécticos es lo menos que necesitamos en este tiempo.
Aprovecho para denunciar la usura que sufre mi cuenta en Caja Madrid cada mes que Rodrigo de Rato me sustrae graciosamente un euro por no tener nunca en ella más de mil, lo que sucede en mi caso todos los meses desde hace muchos años.
¡Vaya, otro café que tampoco podré tomarme!


Yvs Jacob

martes, 28 de diciembre de 2010

El Partido Popular liquida la democracia española

No era complicado.
Lo que en España se entiende por democracia no es más que el derecho, reconocido a los tontos, al voto en todo tipo de elecciones. Esta acepción de la democracia es la que mejor conviene a los intereses del Partido Popular, para el cual, sus votantes son unos burros, y los demás, imbéciles directamente.
Como es muy del gusto de los españoles que todas las cosas sean cualquier cosa, el Partido Popular, donde abundan los hombres y mujeres geniales, explota las dotes de la prestidigitación, y a los ojos de los burros convierte aquello que es, un delito, en una victoria sobre la justicia: si ha prescrito, un delito no cometido.
Pero, además de los burros que votan al Partido Popular, existen los imbéciles, ante los ojos de los cuales, ¡ay!, un delito hace a uno delincuente, y Carlos Fabra, que ha debido de cometer más delitos que no-delitos en su vida, aparece como un delincuente de mucho cuidado.
Aunque la prescripción no elimina el delito, sino la ocasión de una sociedad para castigar al delincuente, el Partido Popular celebra que el juez haya rebajado el peso de la causa como si nunca se hubiesen cometido los delitos, y se adentra en un mal camino, sobre todo si se considera, como yo lo creo, que la raza española desconoce cualquier asomo de honor, utilísima virtud para la vida en sociedad. Que un partido político celebre que uno de sus miembros más destacados ha conseguido burlar durante años a la justicia hasta la prescripción de sus delitos es sin duda el punto y final de la democracia.
Una democracia de verdad, a diferencia de la española, que es una democracia de mentira, sólo puede darse cuando existe una sociedad vigilante, una sociedad que cuenta con medios adecuados para detectar, detener y corregir los defectos de aquellos cuyo ingenio supera las reglas del juego que todos los hombres se dan para formar parte de una sociedad en igualdad de condiciones. Así que cabe concluir lo muy imbéciles que son todos los españoles, que han dejado libre a un delincuente por falta de coraje democrático.
Y qué decir de esos formidables jueces españoles, incapaces y temerosos de afrontar determinados casos. Si no se está dispuesto a aceptar el riesgo que conlleva el ejercicio de determinadas funciones al servicio de la sociedad, lo mejor que pueden hacer los españoles es dedicarse a la jardinería y a perforarse los agujeros de la nariz y del culo.


Yvs Jacob

viernes, 24 de diciembre de 2010

Mariano Rajoy, 364 días al año de insolidaridad

La Navidad es todavía más terrible cuando quienes juegan a ser políticos en España se contagian del patético sentimiento de la felicidad patética. Que el disparate no conoce límites ni pudores ha podido confirmarse con el villancico rociero que interpretaron los siempre desenvueltos políticos andaluces en el Parlamento regional, y en momentos así, el observador desapasionado y neutral desearía vivir en un pueblo que acumulase menos originalidades, menos "pueblo", cuando no una legislación severa contra los espectáculos que dañan directamente en el alma todavía no boba.
Los creativos del Partido Popular se empeñan en hacer un gran líder donde no hay nada que hacer, y envían a Mariano Rajoy a un comedor social por Navidad, la tercera ¡y consecutiva!, sin que nadie consiga apreciar nada favorable en ese gesto para la causa de la derecha española. Ver a Mariano con la hachilla de cocina castigando un muslo de pollo es sin duda una ocurrencia muy poco solidaria fuera de los profesoniales del humor, porque otros sentimientos sepultan por completo cualquier mínima conmoción que esa virilidad en los fogones pudiese producir en el público de noticias por televisión.
Pero deténgase la conciencia en unas palabras del gran líder de la derecha española, palabras que animaban a sus votantes, militantes y simpatizantes a hacer un gesto de caridad en estas fechas en que el mundo descubre -y tan pronto olvida- que todo es una mierda. Aunque el término "mentalidad" me produce escozor en la razón más poética, creo oportuno vincular esas palabras de Rajoy con lo que puede llamarse "el carácter conservador", una peculiar manera de entender el mundo, y responsable de la maravillosa humanidad que se complace de sí misma en estos días de celebración de su gran ficción: Dios, que, para todos aquellos que ya no lo recuerden, significa "amor entre los hombres".
Las obras de caridad, ya se refieran como "acciones solidarias" o no, buscan una suerte de perdón social. Como es Navidad, ¿quién dejaría escapar la ocasión para exhibirse de la mentira? Así, Mariano ejerce de papa -¡a lo que nos obliga la nueva ortografía!- que llama a sus huestes de pecadores a limpiar el historial de males que es cada cual, e ingenuamente desea que una sola acción equilibre la pésima imagen que los demás -quienes no votan a la derecha- puedan tener de los que adoran a "la Espe" y a Rouco. Pero no basta.
No hace demasiado supo toda España lo bien pagado que era el líder del Partido Popular, míster hachuela para el pollo, el terror de los muslitos. Creo que el mejor ejemplo lo daría, no acudiendo a un comedor con una cámara de televisión para que asista la audiencia a la expiación de sus males en la política, sino colaborando en aquello en que se juega la suerte de todo el pueblo español, o lo que es igual, librándonos de la estupidez que todo lo enturbia los restantes 364 días al año.


Yvs Jacob

lunes, 20 de diciembre de 2010

La extrema gilipollez de Artur Mas

El espectro de las ideologías discurre de la extrema derecha a la extrema izquierda. Que comience en la extrema derecha se debe a que los hombres siempre han querido resolver, desde el origen de los tiempos, el problema igualdad/diferencia, el problema de lo propio y lo ajeno, y la ideología más eficaz en el combate con lo extraño ha sido, cronológicamente, la extrema derecha, la que con más claridad ha construido el concepto de lo autóctono y ha acometido su defensa. Pero interesa observar que, además de los extremos mencionados, existe otra posición también extrema, si bien de carácter transideológico, la extrema gilipollez. Para su comprensión, voy a tomar como ejemplo a su último y más pujante predicador, Artur Mas.
Sucede con los tontos aquello que decía Ortega -y por el Dios de Rouco que mucho me molesta citar a Ortega (y Gasset)-, esto es: que no sabe uno por dónde van a salir. Pero he aquí un tonto con poca capacidad para la sorpresa. Recientes declaraciones de Artur Mas nos previenen de la gran tontería que se pone en marcha con la nueva andadura de CiU en el gobierno de la Generalitat de Catalunya.
¡Tonto va!
Quiero llamar la atención en particular sobre el concepto de democracia defendido por Artur Mas, y que sólo es posible en un pueblo analfabeto, y debe entenderse que el catalán, como parte del español, también lo es. Según palabras de Artur Mas, los demócratas no deben temer las consecuencias de una decisión adoptada en democracia, y ello en referencia a la tan gastada autodeterminación, que muchos politiquillos atribuyen sólo a una parte de la población, como si la otra, la mayoría, no fuese también "auto" y no tuviese algo que decir sobre sí misma.
La democracia es la forma de gobierno más justa, al menos así se acepta comúnmente, y lo es por el carácter no arbitrario de sus leyes, por la igualdad expresada en la misma ley. Pero la democracia es algo más que igualdad ante la ley: es, especialmente, decisión sobre todos los asuntos, y en particular, sobre aquellos donde se juega la propia supervivencia de un pueblo. Un pueblo puede decidir su propia ruina -no es necesario citar ejemplos-, aunque eso nada tiene que ver con la justicia ni es, por tanto, democrático.
Cree Artur Mas que democracia es sólo libertad para decir "Sí", ¿y se puede ser más tonto? Una sociedad con abundancia de gilipollas puede dar su gobierno a un gilipollas -de hecho, sería difícil que así no sucediese-, pero las decisiones que tome una sociedad tal, deficitaria en su inteligencia, no son en absoluto democráticas, porque la democracia es la forma de gobierno al servicio de lo mejor, y la destrucción, si bien libra a una parte de la sociedad de muchos imbéciles, está lejos de contarse entre los métodos democráticos, aunque en una consulta electoral venza el "Sí" de los tontos.
Para poner en peligro la paz no se dota una sociedad de medios democráticos sancionados por la ley, para eso vale cualquier cosa, y no en vano la democracia ha llegado en la historia como la última de las formas de dominio de unos hombres sobre otros, agotada ya la creatividad de las demás. Los demócratas se ponen de acuerdo sobre el modo como se van a gobernar todos, pero sólo un pueblo de retrasados mentales acordaría los medios para aniquilarse en nombre de supersticiones y mitologías de conquista. ¿A qué clase de colegio llevaron sus papás a Artur Mas? ¿Era ya tonto de pequeñito? Quiero decir, ¿se veía venir?
Aquí no hay nada así como "transiciones nacionales pacíficas", y continuar con ese empeño es ofensivo para las personas de bien, sobre las que empieza a ejercerse una presión apenas contenible.
Artur Mas haría mejor conformándose con ser de derechas, que con eso ya tiene suficiente, el pobre hombre, y dejando la paz -¡el gobierno democrático!- a quienes mucho la desean.
Por cierto que sí sería muy democrático que una sociedad en democracia tuviese los medios legítimos para librarse de un idiota. Mucho saldrían ganando ella y el mundo entero.


Yvs Jacob

viernes, 17 de diciembre de 2010

Angela Merkel es un poquito tonta

Así se desprende de su actitud para con los pobres países del sur de Europa.
Pero el prejuicio germano no es más que la expresión de una gran bobada procapitalista, que ha convertido a una raza siempre frustrada en accidental capitán(a) de la industria, en terminología materialista, y su necesidad de esclavos del consumo ha llevado a Frau Merkel a estimular a esos muertos de hambre que habitan en el sur a golpes de verbo, porque trabajan demasiado poco y gastan el dinero que no es suyo con festiva facilidad mediterránea.
Muy mal vamos así hacia la construcción de Europa. Personalmente, no creo que Europa exista. Cualquiera que lea una obra seria acerca de la formación de las naciones europeas comprendidas en un triángulo hipotético con vértices en Noruega, Portugal y Turquía se da perfecta cuenta de lo cerca que está un desiderátum de un disparate mayúsculo -*¡disparátum! Porque la comunidad cultural ha sido tergiversada, pues lo importante son las estructuras socioeconómicas de carácter histórico que han hecho de cada nación la que es, más allá de que en Gran Bretaña y en Bulgaria los hombres de letras sean capaces de interpretar un mito griego y se encuaderne la Biblia en cuero fino.
Y qué decir del modo como franceses y alemanes engañaron a los países de sur para entrar en la Unión Europea... -por entonces, Comunidad Económica Europea. Las grandes potencias europeas ya existentes quisieron ganarse la fidelidad de una clientela, para luchar contra la competencia no europea que pudiese tomar como presa al mercado griego, portugués, español... Las grandes potencias prestaron su dinero, los fondos estructurales, para que los países del sur iniciasen un desarrollo que los condujese por la senda del consumo enfermizo; y en ello estamos -¡somos igual de imbéciles que los demás europeos, ergo Europa existe!
Pero el bienestar tiene consecuencias. La primera y más importante es que no todo el mundo puede disfrutar de él por mucho tiempo, al menos tal y como está planteado el sistema productivo mundial. Esto significa que, según el principio de la producción de superfluidades o necesidades inventadas que se conoce como "libre mercado", sin consumidores no hay beneficios. Pero no puede haber consumo sin trabajo, ni trabajo si se pretende economizar tanto la producción que resulte una masa de ansiosos consumidores sin medios para adquirir absolutamente nada -cero, vacío, caca, mierda... ¿Lo entiendes, Angela?
Y obsérvese un día normal en cualquier ciudad española. Es cierto que existe en España una tasa de paro importante, pero ¿acaso no hay millones de trabajadores tan sufridos o incluso más que el trabajador medio alemán que mima a sus sindicatos? Quiero decir: ¿acaso no hay gilipollas también aquí? ¿Y qué puede hacer un país al cual el bienestar ha condenado a prescindir de la industria, a especilizarse en un dudoso sector de los servicios, en la naranja levantina, en la corrupción urbanística, y a esperar las épocas de sol, a la caza del disputado turista centroeuropeo analfabeto en su semana de descanso?
¡Ah, querida Angela, qué simplona eres para haber nacido en la tierra del egregio G. W. F. Hegel!
En lugar de exigir a los pueblos del sur que trabajen más, observa que ya lo hacen en lo que pueden; probablemente llegarás a la conclusión de que es el chiringuito económico el que funciona mal -seguro que lo conseguirá tu atocinado cerebro teutón-, y tal vez descubras la terrible realidad ya conocida por muchos de nosotros: en el mundo, o sobra la mitad de la población, o para que unos puedan vivir como imbéciles es necesario que otros vivan de la caridad. Tal vez haya que ir echando leña a las calderas...


Yvs Jacob

martes, 14 de diciembre de 2010

Estado de alarma y temor al Ejército

En Occidente, el temor al ejército ha sido siempre una característica de la izquierda. A la derecha le gusta el ejército, como institución con un buen par de cojones, además de expresar un espíritu nacional unas veces en alza y muchas más en decadencia. El siglo XIX conoció el desarrollo del espíritu nacionalista en general, fue cuando se crearon las manifestaciones culturales que ahora se llaman "típicas" -piénsese en la zarzuela o en los valsecitos de los huevos-, y otras transnacionales, como el servicio militar obligatorio.
Durante el gobierno de san José María Aznar, el servicio militar obligatorio desapareció en España, porque la disgregación del macho ibérico por todo el territorio del Estado preocupaba mucho a los nacionalistas catalanes, que observaban lo muy cambiados que llegaban los muchachos a casa, como si hubiesen perdido ese no sé qué català tan puro que requiere de una buena conserva en juguito de odio. Cambió entonces la percepción del Ejército en España, y pasó a ser decididamente democrático. En alguna ocasión, José Bono ha dicho que "no tenemos un Ejército para invadir países", y admitía así que la realidad nada se parece al mundo explotado por Hollywood -esperemos, eso sí, que pueda al menos defender Ceuta y Melilla cuando llegue la hora.
El problema creado por la insaciabilidad de los controladores aéreos fue resuelto al recurrir a esa figura de urgencia que es la movilización, y que sorprendió a propios y a extraños, todos ignorantes de que un Estado independiente y amenazado por el Big Brother yankee pueda en efecto gestionar sus cosillas. Desde la izquierda pura, se ha lamentado el auxilio prestado por el Ejército, y se teme que Rodríguez Zapatero haya abierto un melón de los que en sus manos se convierten en explosivos manipulados por un ciego. Es comprensible esta actitud de la izquierda de verdad, la izquierda ineficaz, por cierto, cuyos militantes históricos han sufrido en sus carnes tanto dolor en la defensa de las libertades, las mismas que ahora arrojamos con desidia lejos de nosotros.
Yo me he partido el pecho a reír estos días cuando he escuchado a algunos miembros del Partido Popular expresar cierto temor en la misma línea que, por ejemplo, el portavoz de IU en el Congreso. Y ya he me descojonado hasta necesitar puntos de sutura cuando algunos tertulianos de pico aguileño han continuado con esa duda, cuando es por todo el mundo sabido lo mucho que gustan entre los votantes de la derecha la cabra de la Legión y el malva que viste Rouco Varela los días de mostrar.
Me atrevo a decir que no hay ya mucho que temer de nuestro Ejército nacional. No se trata de faltar el respeto a la institución, sino de situarla en su lugar correspondiente, que nada tiene que ver hoy con su predominio franquista y prefranquista. Para que el Ejército se impusiese a la voluntad ciudadana democrática, habría de alumbrarse alguna posibilidad de un futuro diferente -yo no sé decir si mejor o peor- dentro de alguna cabeza, y convencer después a un montón de individuos quizá no tan dispuestos a la obediencia ante el suicidio social. Pero nada parecido es posible. Una guerra civil, o un Estado autoritario al que siguiese algún conflicto brutal "a la española", asolaría el país entero, igual que si se produjese una guerra nuclear, tras la cual no habría supervivientes. Por otra parte, la cosa está tan mal que no cabe siquiera la posibilidad de algo mejor, y ruego se me perdone este enrevesado oxímoron.
Lo que sí puede temerse es que el estado de alarma se convierta en un juguete en las manos de "la Espe" o de Mariano Incompetente cuando gobierne alguno de los dos, y que lo empleen con el capricho que caracteriza a la infantil derecha española, bien porque "la Espe" quiera derribar los muros de algún belén a escala natural o porque a Mariano Incompetente se le antoje que la Vuelta ciclista pase por el jardín de su casa. ¡Menudos son!


Yvs Jacob

viernes, 10 de diciembre de 2010

¡España estrena delincuente!

Los demócratas estamos totalmente desbordados, vivimos un no-parar de delincuencia en democracia. Si Julian Assange es ahora el megadelincuente, el delincuente universal, el que domina el panorama internacional, no menos interesantes son las reflexiones que el "caso Marta Domínguez" ha provocado entre "los doctores en ciencias ético-sociales que pululan por el periodismo" (cito a Georges Sorel, de mi galería de hombres violentos).
Un delicuente no puede escapar al componente moral de gran parte de las trangresiones de la ley -¡ojo, que no todas! La moral es social, aunque carezca de la eficacia de la ley, y lo social, cuando de verdad existe, es democrático, participativo. Pero participar no es sólo tomar parte, sino sentirse afectado por, y eso es lo que sucede con el "caso Marta Domínguez", que estamos todos bastante jodidos, y de nuevo nos preocupa sobremanera qué pensarán de nosotros -habrá que admitir por una vez que existe algo así como "los españoles". Al pueblo español siempre le ha interesado mucho conocer la opinión y la estima que se le tiene desde fuera, quizá porque desde dentro es un pueblo que no se quiere mucho, dado al esperpento, que cuando descubre el amor convierte a Belén Esteban en "princesa", y así es muy difícil que nos quiera nadie ni que haya amor propio.
¡Ay, Marta, Marta, Marta! ¡Mira que doparse con sustancias producidas en laboratorio!
Yo soy más partidario del dopaje tradicional, yo confío más en la furia española y en el poder de las grasas ibéricas, y para correr veloz, unos archivos mp3 de El Fary, que se te van los pies como si nada.
Pero me interesa hoy más la actitud publicista que se ha desatado entre el periodismo: ya hemos visto a los padres, al novio, a los amigos de Marta Domínguez, los reporteros gráficos han acordonado la zona donde vive la delincuente, y pronto saldrá alguien agitando una bolsa de basura como un tesoro.
Me encanta la democracia cuando se lía sus principios fundamentales a la cabeza y arremete contra ella misma. ¡Cada día en democracia es un jolgorio para la moral!


Yvs Jacob

jueves, 9 de diciembre de 2010

Teoría del tonto endémico

¿Quién no ha ido alguna vez a un restaurante y ha experimentado que no recibía del camarero toda la atención que puede exigirse de un menú diario de diez euros? ¿Quién no ha sufrido en horas caprichosas la furia creadora de un vecino pertrechado con potentes herramientas y paupérrimos objetivos estéticos de depresivo recalcitrante? ¿Quién no ha viajado en un vagón de metro, en el autobús, o hasta en el reducido espacio de un taxi que no haya lamentado que la legislación actual no contemple la posesión lícita de armas de fuego sin otro criterio que la sola voluntad y las ganas de usarlas inmediatamente? ¿Y quién no se ha dirigido a comprar el pan, a la carnicería, a la frutería, quién no ha sido víctima en el ámbito común de las transacciones humanas del acoso del tonto endémico?
No en pocas ocasiones nos vemos asaltados por ese compañero de trabajo capaz de crear a su alrededor un auténtico caos emocional, por ese conocido lejano que tiene la propiedad de echar a perder sesiones y sesiones de costosa ayuda especializada con tan sólo una palabra, un gesto; por ese miembro siempre evitado de cualquier agrupación en que pueda pensarse que no tiene otro don que el de agotar nuestra paciencia en un tiempo milagroso dentro del lenguaje científico, ese pariente que no explicaría más que la perversidad del azar, la diversión de los dioses o la ausencia total de los mismos.
El humanitarismo democrático nos conduce a disculpar, a justificar su conducta: "pobre, parece que tiene algo de retraso"; es la buena fe, la confianza en el hombre la que nos empuja a ver sólo lo bueno: "parece que está empezando", o quizá se deba al optimismo esencial de las sociedades modernas que nos sobreponemos a su mal: "no lo hace con intención".
La insatisfacción ante estas y otras respuestas me ha entregado a una profunda meditación, de la que resulta la "teoría del tonto endémico". Más o menos, diría algo así: "allí donde se forma un grupo humano, esto es, de tres o más individuos, se abre la posibilidad de que brote al instante un tonto endémico". Yo creo que es una cuestión genética. Es bien sabido que el ambiente no selecciona la predominancia de los genes, pero sí puede contribuir a que algunos rasgos se manifiesten o no. El grupo, pues, es una ocasión para que esa latencia consustancial a lo humano: el tonto endémico, se resuelva en presencia objetiva. Sólo así se explicaría la abundancia de tontos, y sólo así, también, la participación de al menos un tonto endémico en la proximidad de cada una de las experiencias de la vida privada y pública.
Espero haber arrojado alguna luz sobre esta enfermedad insaciable.
En próximas investigaciones, "Esteban González Pons. Más allá de los límites de la realidad".


Yvs Jacob

martes, 7 de diciembre de 2010

Basuragurú, solidario con WikiLeaks

No entiendo el revuelo que se ha armado con las filtraciones de WikiLeaks. Sus documentos no han sacado a la luz nada que el mundo no supiese de una forma u otra. Hay países poderosos y otros que son una pequeña o mediana mierda; hay países ricos, y otros donde la corrupción es religión oficial, pero la diferencia más importante se aprecia en que unos, muy pocos, pueden hacer lo que les sale de los cojones, mientras los demás deben humillarse si no quieren sufrir la ira de los que actúan con libertad -¡y Vargas Llosa defiende la globalización! Estamos apañaos...
España, algo que no creen los seguidores de san José María Aznar, es decir, en contra de la versión oficial de Intereconomía en cuanto a su lugar en el mundo, es uno de esos paisecillos perfectamente humillables y devotos de la humillación, siempre quiere más, como "la niña de Rajoy" en la tienda de "los chuches". Y sorprende mucho que en España sea la derecha patriota la que se emponzoña la boca a lametones en el trasero de la "metrópolis" que ha levantado el mayor y más eficaz imperio en la historia de la humanidad. En cuanto a la izquierda española, no puede afirmarse que no sea patriota, pero sucede que es pro-palestina, pro-saharaui y hasta pro-inca, y así no hay manera de contener ningún sentimiento nacional, pues la izquierda es por naturaleza felizmente desbordante, y la española ha derivado hacia una suerte de accidental apatridismo -singular belleza la de esta palabra forzada.
Por otra parte, lo que pueda opinar un funcionario piesplanos al servicio de la embajada de EEUU en Madrid no debería tomarse por ofensa, joder, a ver si empezamos a orientar bien el orgullo nacional más allá del disparate de añadir el flamenco al currículo de la enseñanza secundaria, que todo nos lo tienen que decir.
Pero lo relevante en el "caso WikiLeaks" no es que unos papeles hayan puesto palabras concretas al pensamiento general, sino la cacería abierta por unos cuantos países para cobrarse una buena pieza y ofrecérsela a Big Brother, que seguro sabrá recompensar con una guerra a un pueblo tan inferior que el miedo a la justicia de los hombres alcanza lo macabro, un pueblo, como diría el siempre delicioso Rousseau, cuyos ciudadanos "no nos han hecho nada", y que pagarán con sus vidas las necesidades empresariales de alguna industria energética en desarrollo. En fin...
Lejos de admitir que el asunto no es más que un episodio un tanto cómico en la historia de las relaciones internacionales, se ha iniciado la puja: a ver quién da con más cargos para el criminal Julian Assange, a ver quién consigue tenerlo más años entre rejas.
¡Es de verdad maravilloso saber que hoy Assange ha declarado, y que pronto caerá sobre sus hombros el peso de la justicia!
Y yo que pensaba que era el nuestro el más tonto de los mundos posibles...


Yvs Jacob

domingo, 5 de diciembre de 2010

¡Atención, democracia! (Un exceso podría ser fatal para la sociedad).

En el monopolio de la información deportiva se han colado estos días dos noticias de primera magnitud. Por un lado, las filtraciones de WikiLeaks, que han devuelto a los hombres una cierta fe que creían perdida desde que Dios se dio a la fuga tras el fratricidio de Caín. Por otro, la huelga encubierta de los controladores aéreos, que el Gobierno ha rentabilizado para mostrar al Partido Popular que la izquierda también sabe adoptar medidas de fuerza, aceptándose por sentado que las expresiones formales de la violencia legítima -dígase "estado de alarma", "estado de excepción", "decreto ley"...- producen más fascinación a la derecha y a su electorado pasional de espíritu sexagenario, siempre como ocasión de exhibir un buen par de cojones, que es lo que entienden a ese lado por política.
Pocos meses atrás, los trabajadores de Metro de Madrid tuvieron el valor que falta a todos los demás para resistirse a la esquilmación de su alma. Como se hablaba de "trabajadores", incluso con las molestias derivadas de su huelga, la solidaridad brotó y se extendió. "La gente" comprendía "a los trabajadores" -¡y no es poco que la gente comprenda algo! Un trabajador es alguien que percibe por su fuerza de trabajo más o menos 1000€ -menos, cuando recibe desde los 633€ de rigor fijados por la ley de una democracia avanzada (?), y más si se trata de 1100€, 1200€... Hay quien recibe a cambio de su fuerza de trabajo 1300€ y se considera miembro de la clase media, pero esto requiere el tratamiento de un especialista, porque yo sólo soy un muchacho que ha leído extensos pasajes de la Ilíada y unos versos de Rainer Maria Rilke sin el menor éxito.
Luego, como la huelga de Metro fue una huelga de trabajadores, los demás trabajadores la aceptaron -no así "la Espe", que ese día se había hecho las piernas, y tenía la inquietud de inaugurar unas papeleras y unos accesos para discapacitados, plan que se truncó por el odio guerracivilista de unos "piqueteros" anacrónicos.
Diferente ha sido la actitud general con la huelga encubierta de los controladores aéreos. Hay que decir que una huelga encubierta tiene muy "mala follá", porque, en democracia, donde la huelga es un derecho, debe anunciarse la convocatoria con antelación, y deben fijarse los servicios mínimos, de obligado cumplimiento. Es lo que se conoce como: "huelga, sí, pero sólo un poco", pues las huelgas completas, entiéndase "las que se fijan por meta su eficacia", ésas no las contempla la democracia. La anticipación de la huelga da lugar al muy orteguiano "saber a que atenerse".
Cierto es que hay "colectivos", como se dice tanto ahora, que pueden hacer la huelga sin agotar con ello la paciencia de toda una sociedad. Se trata de la huelga "tal y como la entienden los demócratas", a saber: la que ni perjudica ni consigue nada, una huelga de tontos.
Pero ¿qué es un colectivo? Yo animo a los sociólogos, incluso a los no aficionados, a que acepten esta definición: es un colectivo aquel conjunto de miembros de una clase que comparten la propiedad en nombre de la cual realizan sus reivindicaciones con eficacia. Fuera de eso, no hay colectivos, sólo gente que se frustra o se divierte.
Como el salario percibido por los controladores impide que puedan ser considerados "trabajadores", porque 200.000€ mínimos al año es una cantidad demasiado magnífica como para que exista cualquier posibilidad de reclamación, el colectivo queda eximido de toda protesta por una cuestión moral, sin prestar atención aquí a la ley, que se supone la expresión de la igualdad de los ciudadanos en democracia, los mismos que se matarían mutua y moralmente si ni la ley ni la igualdad forzosa existieran. Lo moral se destapa divertido, porque intervienen en su concepto tanto el número de individuos afectados por la huelga como la remuneración obtenida por los huelguistas. Los demócratas, cuando se ven afectados por la presión que ejerce un colectivo que sabe presionar, se vuelven menos demócratas, y las imágenes de los que pasan a ser considerados inmediatamente delincuentes aparecen en las páginas de Internet y en los diarios, como "violadores del ensanche", para que todo el mundo sepa quiénes son esos que dan por el culo a tanta gente. La democracia, pues, la única forma de gobierno para la cual es esencial mantener las formas, se olvida de las más elementales cuando puede señalar de manera ostensible al delincuente de masas, ecce homo!
¡Y qué grande es el periodismo español!
¡Ah, pero qué buen Gobierno y qué ciudadanía tendría España si supiesen reaccionar de un modo tan poco democrático ante todas las humillaciones de la dignidad humana!


Yvs Jacob

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La "i griega" también tiene dignidad

No hay día que pase que no me convenza de lo muy adentrados que estamos los españoles en la senda del más severo de los agilipollamientos.
La RAE, con esa voluntad legislativa que encuentran los españoles cuando abrazan cualquier posición de control, se ha propuesto que todos hablemos mal y escribamos peor. A esto se lo conoce como "proletarización de la lengua", y bien es sabido que nunca una proletarización es "de máximos", sino que el triunfo de la pobreza hace claudicar a los más insignes espíritus de su excelencia, todo por miedo a no ser comprendidos. Es lo que sucede hoy cuando alguien escribe bien: nadie le entiende ya.
He vivido con terror los últimos días al lanzarse a la opinión pública la posibilidad de que la "i griega", la querida "i griega" -"¡y!"- de toda la vida podría perder su nombre tradicional por una estúpida extravagancia, quién sabe salida de dónde.
He consultado los asientos de la RAE y creo apreciar que ya no hay allí culos de filósofos, salvo el de Emilio Lledó, al que no habrá sido difícil ignorar. Si hubiese filósofos, y también deberían saberlo nuestros agudísimos filólogos, que las palabras tienen una hitoria sería una lección para compartir con los hispanohablantes, más allá de qué coño significa "bochinche" para un hablante del español de Guatemala, y otros gestos de buen rollo que tanto seducen ahora a los académicos de la Posmodernidad guay. Porque la "i griega" no es sólo una letra, de hecho es también una palabra, joder, es una con-jun-ción, y el nombre que recibe tal signo lingüístico nos-re-cuer-da-que-só-lo-so-mos-u-na-mier-da-en-el tiem-po. Yo sé que esto no lo puede asumir cualquiera, es imposible para la derecha política, y también para el espíritu legislador, cuyo anhelo es dejar huella. Pero la plasticidad de la lengua, su carácter maleable no puede vencer a la historia, en todo caso distrae a sus hablantes.
Me viene a la memoria una reclamación histórica de Ian Gibson, por cierto, al que hace un par de semanas que no veo por el barrio -¿se encontrará inmserso en su espeleología funeraria?-, acerca de la poca atención que presta España a la lengua árabe, teniendo en cuenta que la península Ibérica estuvo ocupada durante casi siete siglos por un pueblo que estudiaba matemáticas y jugaba al ajedrez, antes de decidir convertirse al analfabetismo. Pero, Gibson, Ian Gibson, menos tiempo pasaron los griegos aquí y les debemos por vía latina casi el 30% de las palabras del español, y a punto estamos de aniquilar el último de sus vestigios.
Por fortuna, los académicos han dado marcha atrás, y la "i griega" seguirá siendo la de toda la vida. Me pregunto quién habrá convencido a esas personas tan mayores para detener el despropósito "quasi" senil, y por qué han perdido los asistentes sociales la buena costumbre de ordenar a los ancianos sus pastillas.


Yvs Jacob

sábado, 27 de noviembre de 2010

¡Va por ti, "tripartit"!

Todavía no se ha consumado la desgracia -o tal vez sí-, y ya siento añoranza del tripartit. Pena me da "de ver" a la izquierda catalana desaparecer por el agujero del retrete, y me pregunto a esta hora de incertidumbre qué habrá sucedido para que la ciudadanía abandone a unos partidos que representan intereses mayoritarios, pues la esencia burguesa de CiU apenas contaría con asientos en la Cámara catalana si no recibiese el voto de eso que algunos llaman "clase media" y que no es más que proletariado con capacidad para pagar sus hipotecas.
Las dos legislaturas que ha disfrutado el socialismo catalán para brindar a la democracia la posibilidad de realizarse, pues el gobierno continuado de una misma formación -PNV, CiU, pero también PSOE y PP (véase Andalucía, Comunitat Valenciana...)- es una enfermedad política, enfermedad social, las quiere convertir la burguesía decimonónica, anacrónica, en un pasaje accidental que nunca debió haberse transitado. Porque, para CiU, los catalanes deben gestionar las cosas de Catalunya, y eso excluye al socialismo, tan unido a un Leviatán imaginario, España.
La noche pasada, Artur Mas cerró la campaña apelando a un mundo catalán donde triunfasen la justicia y la libertad. Una vez más, sentí el dolor que produce en el alma la estupidez ajena. Porque son proclamas del pasado. Entendería que en la España franquista se dedicasen todos los esfuerzos de resistencia al triunfo de la justicia y de la libertad, pero en la España democrática -y todavía espiritualmente deficitaria-, cuando Catalunya disfruta de más autogobierno que cualquier otra nación de las que pujan dentro de cualquier Estado europeo, esas palabras equivalen a un insulto a la inteligencia, que no beneficia en nada al votante "de allí" a los ojos de lo que el derecho político llama "cuerpo político", que incluye a los ciudadanos-votantes de todo el Estado, y sobre los que habrá de recaer la sentencia de lo que debe o no suceder en Catalunya, por mucho que los líderes del infantil secesionismo hablen de autodeterminación.
CiU debe saber que la vía iniciada sin violencia hacia la separación del resto de España no podrá avanzar mucho más hasta que por fin la violencia venga. Y la violencia, cuando no se manifiesta como violación de la prohibición expresada por un semáforo, no merece la pena -antes habría que ejecutar a todos cuantos, en un bando y en otro, condujesen al pueblo estúpido e idólatra de lo imaginario al desastre. Luego es palabrería vana seguir cultivando la imagen franquista de España cuando España hace tiempo que enterró a su Franco.
Y ha sido error del tripartit jugar con el fuego de la tribu, porque, por definición, nacionalismo es oposición, y no se es un poco nacionalista en la dialéctica de lo relativo, ya que los conceptos viven en tanto que se distinguen unos de otros -ser un poco español y un poco francés significa no entender ni sentir una cosa ni la otra.
El PSC pretendió ser sólo un poco nacionalista, llegar sólo allí donde el nacionalismo permanece solidario con lo extranjero inventado. Y no puede haber mayor ingenuidad que un sentimiento al que se le ata en un extremo una cuerda como a una morcilla.
La tensión catalanista va a entrar en una nueva onda de máxima intensidad. Quién sabe si viviremos la época definitiva...


Yvs Jacob

jueves, 25 de noviembre de 2010

Se busca editorial con agallas para manuscrito de los cojones

Yvs Jacob tiene un manuscrito de los cojones y no consigue que se lo publiquen. El asunto comienza a desesperar, porque cualquiera que se asome a una librería no ve otra cosa que mierda, mierda y mierda, y quizá Yvs Jacob también ha escrito una obra de mierda, luego no debería ser tan difícil que se la publicasen.
Antiguamente, había al frente de las editoriales individuos con aptitudes intelectuales, por las cuales era llamados también ellos así, "intelectuales". Se trataba de personas sensibles e inquietas, cultas en muchos casos, o al menos sabían fingir con tanto talento que conseguían engañar a todo el mundo. La montura de unas gafas, una perilla bien sobada, el pelo endemoniado, un velero anclado en el puerto de Barcelona o un pañuelo azaroso al cuello eran motivos para su presentación en la sociedad del libre pensamiento.
El tiempo pasó, y pasó tan rápido en apenas dos décadas, que los intelectuales quedaron en el olvido, hasta el punto de juzgarse imposible que pudieran estar alguna vez al frente de las editoriales. Fueron sustituidos por otros individuos con estudios extrañísimos: dirección de empresa, economía, derecho, publicidad..., no precisamente dirigidos a afinar el olfato artístico. El mercado, que según el dogma liberal produce con eficacia cuando "se le deja hacer", produjo a partir de entonces mucha mierda con mucha eficacia. El mercado editorial, pues, liberado por fin de la tenaza intelectual, que -tampoco enloquezcamos- se atrevía a publicar obras donde apareciesen palabras tales que "coño", "París" y "manifestación" -¡uuuh!, ¡peligro!-, dio comienzo a la era gloriosa de una generación de escritores que todavía nos castiga, y a la que los premios literarios no jubilará antes de que muchos de sus miembros sean centenarios y la ciudadanía se vea obligada a votar "Sí" a formas muy agresivas de la eutanasia.
Mientras tanto, han ido apareciendo otros autores, cierto, autores "jóvenes", como se dice ahora a los menores de cuarenta años. Se trata de la "generación del chiringuito", como a mí me gusta llamarla, porque todos publican en pequeñas o medianas editoriales propias o de amigos, o de amigos de amigos -que es siempre lo peor, porque el talento literario ni se transmite por consanguineidad ni viaja a lomos de los microbios.
La "generación del chiringuito" es expansiva, y capaz de abrir un taller literario por cada tres tiendas de orientales en una misma calle. Obviamente, el chiringuito no lo dirige ningún intelectual, tampoco un despierto licenciado con estudios técnicos en la reproducción del capital, sino un delirante crítico, tal vez leído -¡con lecturas!-, prisionero de la idea de la cultura, una función de responsabilidad que habría que eliminar mediante manipulación genética antes de que la razón de museos por persona sea de 1:1.
En fin, no me puedo extender más porque terminaría cagándome en la puta madre que parió a algunos, citando al insigne académico Pérez-Reverte cuando toma apuntes al natural.
Yvs Jacob busca editorial, ¡y su mierda huele divinamente!


Yvs Jacob

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Con ocho años es suficiente

Estoy de acuerdo con José Montilla: dos legislaturas es una buena medida para la (in)competencia humana en el juego de la política. Después, la democracia se convierte en reinado por la voluntad popular, y si bien el pueblo es mayoritariamente tonto, a la parte menos tonta, la minoría -y la democracia no existe sino para proteger a las minorías-, le parece adecuado limitar el gasto protocolario que se concentra durante demasiado tiempo en uno solo de los miembros de la sociedad, y extenderlo a otros, porque incompetentes nunca faltan, por muy elevada que sea la misión a realizar.
Así las cosas, el pueblo no viviría con el corazón en un puño pensando cuándo se largarán este y aquel, esta y aquella, y la caducidad bien definida de "las Espes", los Marianos, los Rodríguez y los alcaldes de Madrid aliviaría a todas las partes, y estimularía quizá la irrupción de muchos y nuevos incompetentes, reacción que podría traer a la política un aire de renovación, si la ciudadanía se interesase de una vez en las cuestiones en que le va la vida. Claro que entonces un ser humano en Occidente habría de ser algo más que un zombie con tarjeta de débito.
Pero que nadise se confunda: no se trata de que todo el mundo se reúna puntualmente en la comunidad de vecinos para freír chorizos y morcillas. La responsabilidad política ciudadana es algo bien diferente, y encontraría su expresión en una revisión de los excesos del parlamentarismo, la técnica democrática que ha liquidado a la democracia.
Mi preocupación se extiende también hacia el rencor de los aspirantes. ¿Debería un aspirante repetir durante un número indeterminado de intentos? Yo diría que no, porque cuando el político vincula su posición en el partido -que es sólo un instrumento de las ideas- a un empeño personal propio del pundonor se abre así la puerta a muy grandes desvaríos.
Los casos de Mariano Rajoy y de Artur Mas no pueden ser sino inquietantes. Rajoy ya ha perdido en dos ocasiones, y en su partido parece un pedazo de carne que pasa de unas fauces a otras. Pero con Artur Mas todavía preocupa mucho el tiempo que pasó en la reserva, a la espalda de Jordi Pujol, y sería un desastre que accediese al gobierno de la Generalitat de Catalunya como quien tiene cosas por demostrar.
¡Benedicto nos acoja en sus oraciones!


Yvs Jacob

martes, 23 de noviembre de 2010

"La Espe" pronuncia varias palabras en catalán

¡Ojo con "la Espe", que ya va lanzada a meterse donde nadie la llama ni necesita!
"La Espe" se ha propuesto gobernar la nación española, y se está familiarizando con las lenguas del Estado, aunque es de suponer que el euskera lo dejará tal cual, pues, a diferencia del gallego y del catalán -¡y del andalú!-, a "la Espe", el euskera le debe de sonar a nada.
Por el momento, la condesa consorte, que pasa el tiempo con las cositas de Madrid -como el que gobierna un cortijo- y mostrando zapatitos, ha tenido a bien hacerse campaña a sí misma en las elecciones catalanas, y allí que se ha ido para dejarse ver, o para apoyar las grandes ideas de Alicia Sánchez-Camacho -que dirán algunos politólogos-, política destacada, "la" Alicia Sánchez-Camacho, que busca padre para su hijo, por muy extraño que sea que una simple mortal tenga un hijo sin padre fuera de muy intensas mitologías -y es que es tan bonita la familia tradicional. Y yo te digo: "¡Bonita!".
He seguido con mucho interés el movimiento de la insaciabilidad de "la Espe" en tierras catalanas, he consultado de modo crítico diversos medios y me ha sorprendido la gracia con que uno de ellos presenta la noticia. Hay quien podría haber dicho que '"la Espe" habla en catalán', así, como titutar, o que '"la Espe" se atreve con el catalán', ventanas estas desde las que se anuncia el valor del agente al tratarse de un medio no habitual para sus movimientos. Sin embargo, lejos de cualquier halago, leo en Internet que "la Espe" 'pronuncia varias palabras en catalán', información que me conforta, por cuanto que es mucho más descriptiva que la común manera de jugar al periodismo que se practica en España.
En el equipo que siempre acompaña a "la Espe", y que tanto nos cuesta a los madrileños, alguien se habrá procurado un discursito apto para la altura intelectual de la matrona, y le habrá explicado también que es suficiente con abrir la e hasta la a, la mayoría de las veces, y con una cita de Josep Pla, tan apreciado por catalanes como por españoles -¡apréciese la simplicidad de las reglas!-, y que se regrese luego pa' Madrí, que todavía le daría tiempo para inaugurar unos columpios.
Y así discurre de entretenida y graciosa la campaña catalana. Nos iremos preparando.


Yvs Jacob

lunes, 22 de noviembre de 2010

En defensa de Juan Manuel de Prada

Dice De Prada que le insultan cuando camina por la calle, que le agreden verbalmente al gritarle "católico" e "intransigente", y que algún día puede suceder una desgracia. Claro, ¡qué bonita es la libertad de expresión!, ¡qué bien pensada está!, ¡qué tarde la hemos descubierto!, y ¡qué bien se ven los toros desde el estudio de Libertad Digital, donde hay más sabios y personas de buen juicio por metro cuadrado que bombillas! Pero, después, está la calle, que es donde siempre ha defendido el pueblo español sus diferencias; un pueblo atecnológico, el español, pero, tan realista, tan certero en su carácter rudimentario, un pueblo virtuoso, al fin y al cabo.
En la calle, algo en lo que no habían pensado los intelectuales [sic] de Libertad Digital, también es posible el ejercicio de la libertad de expresión. Frente al televisor, uno parecería gilipollas si, ante el busto pantagruélico de Juan Manuel de Prada, gritase "católico", "intransigente", porque esos gritos sólo llenan la pantalla de esputos, pero no es ese el objetivo, sino que alcancen a quien tienen que alcanzar. Y sólo hay dos maneras: o bien se envía un mensaje de texto a través del teléfono móvil para que aparezca en el programa que se emite -mensaje que, con seguridad, superará cualquier censura, incluso si es vejatorio para sus receptores, puesto que no parece que haya nadie arbitrando la espontaneidad, o, si lo hay, es obvio que no sabe leer-; o, si este método de respuesta se juzgase costoso -costoso es todo gasto que no merece la pena-, se opta por sacar provecho de un encuentro casual -¿o divino?- con Juan Manuel de Prada, que por las dimensiones que está adquiriendo es bastante fácil de distinguir entre la multitud del Barrio de Salamanca, si bien él piensa que destaca por "otras cosas".
Pero yo quiero defender a Juan Manuel de Prada porque creo que hay algo que no se puede negar: su catolicismo no le interesa a nadie; y es más, él mismo, tampoco. Si todavía fuese G. K. Chesterton, pero el católico español no sabe reír, aunque provoque la risa, desconoce la ironía, que es una manifestación predilecta de la inteligencia, y sólo sabe portar arietes que le pesan demasiado.
Por último, escuchando los berridos de Juan Manuel de Prada y la angustia que la vida amenazada despierta en él, recuerdo aquel juicio del sabio Voltaire cuando reflexionaba sobre la intolerancia del cristianismo-catolicismo. Porque emplear un medio de comunicación para informar del modo como piensan unos cuantos, y pretender que todo lo que piensan los demás es contrario a la razón, sólo pueden hacerlo unos católicos intolerantes, y los gritos que la gente les dirige en la calle no son sino los del reconocimiento. Un insulto es, por ejemplo, que a uno lo llamen "facha de mierda", que refiere a un modo particular de intolerancia, pero a la intolerancia absoluta se la conoce como "catolicismo", un término entre otros para la superstición.


Yvs Jacob

jueves, 18 de noviembre de 2010

El diario "El Mundo" descubre la moral, pero sólo un poquito

¡Qué sorpresa nos hemos llevado hoy quienes veneramos a Platón!
Debo decir primero que estoy intrigado por el desorden mental que impera en Telemadrid, porque no logro resolver si es intencionado, como cabría pensar en un pueblo tan analfabeto, tal cual es el madrileño -o, "digamos que digamos", que decía un profesor, el español en general-, o si se trata nada más que de una azarosa reunión de patologías, para desgracia del ciudadano que se sienta ante el televisor y sintoniza una emisión que paga con sus impuestos. No obstante, me inclino, por mucho que la suerte se empeñase en ser perversa, por un error humano de tipo consciente, esto es, que la reunión de loros, cacatúas y trabucos en nómina por Telemadrid obedece a un cálculo de algún ser que habita en las alturas de la fantasía -quizá "la Espe"-, confundido en la tierra por la divina y mesiánica misión de guiar a los hombres. (Así es la derecha española, la favorita del único Dios -entérate bien, Georg Wilhelm Friedrich Hegel).
Pues me entero yo de que los trabajadores de "El Mundo" han denunciado en un comunicado la actitud de Salvador Sostres, uno de los trabucos de Telemadrid -trabucos del Partido Popular-, respecto de las relaciones heterosexuales con jovencitas en edad imputativa, algo contra lo que yo, por ejemplo, que soy de izquierdas -¿un bastardo rojo inmoral, tal vez?-, nada tengo que objetar, si bien desearía que este y otros carabineros no recibiesen ni un euro del erario público hasta que Telemadrid contrate no a opinadores mercenarios, sino a periodistas.
Este descubrimiento de la moral por parte de "El Mundo" da que pensar, especialmente tras los editoriales que ha dedicado el diario a defender a Fernando Sánchez Dragó y a recordar a los lectores, por ejemplo, que con trece años se pueden mantener relaciones sexuales consentidas dentro de la legalidad, aunque el problema a tratar fuese de otro tipo, ligado a la decencia en sociedad, lo que no siempre contempla la fabulosa ley de los hombres.
Esta contradicción sólo es posible a partir del peso del carnero a sacrificar. En la estima carabinera, el trabuco Sostres pesa, debe entenderse, mucho menos que el trabuco Sánchez Dragó. Cabe referir que al Partido Popular regalan su voto muchas buenas personas, cuyos prejuicios sobre el modo como debe organizarse y funcionar una sociedad son comprensibles y no necesariamente censurables, aunque afecten al concepto de libertad. Pero el Partido Popular y los medios "de su entorno" tratan a esos votantes como basura, o como completos idiotas. No obstante, alguien ha debido de percibir que tanto insistir con el "folleteo" en ese prolongado umbral de la inmadurez podría hastiar a las buenas personas de la derecha tradicional, las mismas a las que hay que recordar en otros editoriales, cuando se acercan las elecciones, que los rojos asesinaron a miles y miles y miles de religiosos durante la Guerra Civil, y "El Mundo", uno de los espacios desde los que trabuca el trabuco Sostres, ha representado una comedia para la cual no había público prevenido: la expiación con uno de los suyos, un teatrillo muy de derechas -pero más tarde alguien dirá que, en realidad, a Salvador Sostres le huele mal el aliento, y, mucho peor, los pies.


Yvs Jacob

martes, 16 de noviembre de 2010

La lógica nacionalista de Josep Ramoneda

¡Oh, qué bueno es tener siempre un sabio a mano! Si no fuese catalán, diríase que Ramoneda es una cima en el pensamiento sociopolítico español, tan famélico como los restantes pensamientos españoles.
Ramoneda llama la atención sobre el aumento del sentimiento independentista catalán, y, ¡atención!, si catalán, el nacionalismo deja de ser el discurso burgués infantil y anacrónico que podría motivar hilaridad en otros pueblos, para mostrarse en su forma adulta y serena, propia de una ciudadanía culta, crítica y sensible, convencida de que España coarta la expresión de su naturalidad, su identidad; es un nacionalismo, pues, de muy altas esferas.
Y Ramoneda analiza los datos: si ahora el sentimiento corresponde al 42% de la población catalana, hace seis años, el porcentaje era del 30%, y, años atrás, del 20%... Luego el aumento es imparable y significativo, y habrá que afrontar el hecho tarde o temprano, así como sus consecuencias.
Pero ¡ojo con los datos! A mí los datos también me fascinan, porque refieren a la población de España, o de una parte, y permiten concluir, por ejemplo, que Rosa Díez, que apenas sale en los medios ni hace nada visible fuera de los desfiles de moda, llega más al ciudadano que Mariano Rajoy o el presidente Rodríguez Zapatero -¡es más capaz!-; o, en otro orden, como reflejaba una encuesta muy reciente, que hay en España más católicos que gente que cree en Dios, y me pregunto si algo tan descacharrante no expresa que hayamos perdido aquí todos el juicio, o al menos una parte muy importante.
Dice don Josep que, para lograr un porcentaje tan alto -42%-, ha tenido que sumarse al catalán viejo el hijo del nuevo catalán. ¡Qué interesante! Cuando gobernaba CiU, había menos independentistas que después del gobierno del PSC, ¿qué ha podido pasar? Se me ocurre que algo muy parecido a lo que sucedía al PNV con ETA: que la segunda meneaba el árbol y el primero recogía las manzanas. Está claro que el PSC ha desgastado a la izquierda en Catalunya, la ha saturado con tantos platos como le ponía a la mesa, y por eso perderá las elecciones, porque el ciudadano que votaba a la izquierda se ha dado cuenta de que, en lo esencial, que no es la economía en Catalunya, sino el circo nacionalista de todos los días, es mejor confiar en quienes venían con la idea desde el principio, los que mejor han gestionado el odio en las instituciones y universidades.
Si ahora hay mucha gente de izquierdas tan preocupada por el destino divino de Catalunya, el odio ha triunfado, porque ha aumentado la confusión entre los catalanes, y quieren saber de una vez lo que son.
Yo sospecho que, en efecto, todo es una gran confusión. La gente responde a las preguntas como si se tratase de defender al Barça frente al Real Madrid, o como si pudisese decidirse que el río Llobregat llevase agua salada. Quiero decir que no entiende absolutamente nada, y que los partidos políticos alimentan una nostalgia psicótica, por cuanto que pretenden insuflar la añoranza de algo que nunca ha existido en la forma que algunos desean.
Por otra parte, la encuesta, que es lo importante, no ha dejado pasar tanto tiempo como los manipuladores informativos creen, porque en verano se hicieron consultas soberanistas que produjeron tristeza de tanto patetismo, sobre todo por la escasísima participación. La encuesta que arroja los datos se debe al Instituto Opina, que cocina el Pulsómetro de la Cadena Ser, un singular indicador que tiene esa propiedad acordeónica de estirarse y encogerse varias veces al día, como si las opiniones sobre las que versa el estudio pudieran ser tan cambiantes, siquiera de una semana a otra. Insisto en que la gente responde a las preguntas igual que sentencia que mañana hará frío o calor.
Una vez más, los medios de comunicación y sus cabezas a sueldo se empeñan en inventar la realidad, lo que resulta descorazonador si se espera de la izquierda, frente al fanatismo patológico de la derecha, que mantenga los pies en el suelo por un prurito constructivo de convivencia pacífica.
¡Viva el analfabetismo español!


Yvs Jacob

lunes, 15 de noviembre de 2010

Esperancita de los sepelios

No hay hombre de bien que se lleve Dios que no acuda allí "la Espe" a hacerse una fotografía. Para completar la escena, "la Espe" suelta ante los medios alguna que otra obviedad -para las cuales es ella muy obvia. Como "la Espe" es persona institucionalísima, piensa que debe presentarse allí donde haya un burro volando. Pero le sucede a "la Espe" lo mismo que a los Parlamentos, a saber: que a veces representan demasiado, y habría que limitar tanto representar. Porque la ley sí consigue aquello en que yerra siempre la moral, y ya que "la Espe" no encuentra límites a su insana ambición, esto es, ya que la moral se le ha agarrado menos al alma que la cultura, habría que denominarla, por ley, "persona no grata en los sepelios", al menos en aquellos donde se despide a personas que han dedicado su vida a combatir los no-valores que "la Espe" representa, y cuya mejor exhibición es precisamente la desvergüenza de presentarse donde no pinta nada.
Concedo que Luis García Berlanga haya confundido a "la Espe", porque Berlanga se volvió un hombre mayor de los que escriben en ABC, y tal vez "la Espe" sintió la llamada para colaborar con los de su clase, superado el humorismo franquista, que tanto divirtió con las supersticiones españolas. No obstante, nada, pero absolutamente nada tenía que hacer "la Espe" en la sede de CCOO cuando falleció el histórico Marcelino Camacho, y menos aun cuando "la Espe" está ahogando a los sindicatos en Madrid, de los cuales tiene ya la ciudadanía una imagen criminal gracias al liberalismo vandálico del Partido Popular madrileño.
Yvs Jacob, que ya piensa en sus homenajes cuando Dios lo llame a poner orden en "las otras cosas", impedirá que acudan a ellos los cazavotos de la derecha española, y se reirá en la eternidad si a alguno que apareciese le acertaran en la cabeza como a una piñata.


Yvs Jacob

domingo, 14 de noviembre de 2010

Jóvenes españoles se divierten en la manif(i)estación pro-saharaui

¡Ah, los españoles! ¡Qué raza formidable, locuaz y participativa sin límite! ¡Qué ejemplo de humanismo para otros países del Tercer Mundo!
Y así fue que yo salía por una barra de pan que me encontré en la calle de Atocha a la multitud enardecida por el amor a los hombres. Había mucha gente disfrazada allí, y también algunos saharauis, y es posible que los mismos marroquíes, contra quienes se gritaba, se hubiesen infiltrado, quizá atentos a las carteras y los bolsos de los jóvenes españoles, que danzaban con la batucada, porque no hay manif(i)estación en España que no la anime una tamborada brasileira, debe ser que la brasileña es otra raza ejemplar, y comprometida con los derechos humanos de absolutamente todos los hombres.
A dos pasos de mi posición los medios entrevistaban por enésima vez en media hora a Javier Bardem, que no conseguía producir nueva información para ellos, al menos nada diferente de lo dicho tres minutos antes de la última entrevista. Y la gente le gritaba: "¿por qué no ha venido Julia, la Julia Roberts?". Y la gente se respondía: "no podría saltar con tacones" -"com taboadas non poyi dansá", decía un manif(i)estante ya entrenado en "marchas pro" de todo tipo, de Chueca a la Puerta del Sol. Y la gente lo comprendía: "pobrecilla, esto no es para ella, con la minifalda y los niños..." -"es que es americana", ¡aaah!.
Y le preguntaban entonces por Pe: "¿y que dónde está Pe, que no se la ve?". Y uno decía que estaba rodando un anuncio de champú, y otro, que no, que era de tinte para el pelo, y uno más, que una película, y muchos se extrañaban: "¿es que es actriz?".
Como la corriente de manif(i)estantes no cesaba, y no podía cruzar al otro lado, lo que hubiera sido muy mal visto, porque donde hay mucha gente uno no puede situarse libremente al otro lado, me decidí por comprar en el mercado un cartón de huevos de los que ahora llaman "de corral", para diferenciarlos de los otros que produce la cultura económica liberal, que son del corral de la puta mierda. Y salí de nuevo.
Una viejecita preguntaba a un antidisturbio si aquello era una manifestación, y el antidisturbio contestó "positivo", y la viejecita preguntó otra vez: "¿es una manifestación".
Caminé paralelo y descendiendo por donde otros subían, a contracorriente, curioso, leyendo proclamas, atento a los gritos, al colorido que sólo la izquierda sabe llevar a la siempre gris calle de Atocha.
¡Ah, España! ¡Qué tierra de buen juicio y libertad!
¡Sahara español!


Yvs Jacob

viernes, 12 de noviembre de 2010

Carlos Dávila escribe un guión digno de Hollywood

¡Menudo jueves nos ha dado el periodismo español!
Mientras Àngels Barceló elegía un pañuelo de H&M -y gafas de sol modelo Viet Reporter- para viajar a El Aaiún, quién sabe si con la intención de informar por un compromiso cuasi-hipocrático, o con la más corporativa de pegar a los oyentes a la Cadena Ser, que camina un tanto cabizbaja por la rescisión de algunas fidelidades, el director de La Gaceta, Carlos Dávila, compartía en un chiringuito para la renovación de la comunicación su nuevo proyecto, un guión cinematográfico que ha llamado la atención de varias productoras chinas.
Según su propio relato, la historia es más o menos como sigue: el irreverente director del diario no deportivo y de más tirada de una poderorísima república occidental revela las negociaciones que su Gobierno mantiene con unos terroristas y narcotraficantes recalcitrantes. Estas conversaciones son negadas por fuentes oficiales, pero, extraoficialmente, el ministro del Interior envía a varios agentes del Centro Nacional de Inteligencia a la redacción del diario para coaccionar a su director, al cual sugieren con métodos nada socráticos que abandone la senda del rigor periodístico. No obstante, el director es un tipo inflexible cuando abraza una convicción de fino humanismo, y no cede ante las presiones, por muy alta que sea su procedencia. Reforzado su pundonor por las amenazas, su diario emprende una campaña insobornable con el objetivo de sacar a la luz la verdad, y nada más que la verdad, de las actividades no declaradas de su Gobierno, y arremete de paso contra el Presidente de Parlamento, del mismo partido, que al parecer colecciona áticos, y es incapaz de referir de memoria el número exacto de piezas de que consta su colección.
¡Impresionante! (El final no se hizo público, pero las distribuidoras ya hablan de modificaciones estructurales en las salas comerciales para afrontar la afluencia de espectadores).
Es de suponer que los premios no se harán esperar, y que tanto Carlos Dávila como Àngels Barceló estarán muy pronto de gira para recoger ofrendas dedicadas a sus divinidades por legiones de admiradores de la ciencia de la información.
¡Ay! A veces creo que los españoles estamos siempre por debajo de la medida de nuestras posibilidades...


Yvs Jacob

miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿Quién está detrás de Basuragurú?

Hola, amigos:
Muchos me escribís para llamarme "hijo de puta", y algunos incluso me insultáis, actitudes que entiendo, si bien son propias de seres humanos. Pero, principalmente, muchos os preguntáis quién es en realidad Yvs Jacob, y sois muchos también quienes creéis haber descubierto su personalidad, que identificáis con nombres bien conocidos por todos, algunos, no obstante, tan hirientes que he decidido aliviaros dentro de lo posible, siempre con la intención de preservar la dignidad del blog.
Para quienes pensáis que Yvs Jacob es Lucía Etxebarría, debo decir que os equivocáis, porque Yvs Jacob no ve en los pivotes de la cama sino eso, pivotes, y tampoco tiene dudas acerca de sus patas. Tampoco puede confundirse con Almudena Grandes: cualquiera de los dos que se operase sería mujer. Sé que algunos sospecháis que Basuragurú pueda ser un blog escrito por el académico Arturo Pérez-Reverte. Os pido un poco de respeto: ¿acaso no es evidente que Yvs Jacob sí sabe escribir?
Y continúo.
Quienes me asociáis con Juan Manuel de Prada tenéis que leer las entradas sin esnifar cocaína -dejad que aquéllas produzcan sus propios efectos. Yvs Jacob tampoco es Ray Loriga, que no ha escrito nada interesante fuera de sus tatuajes. Ni es Fernando Sánchez Dragó -a Yvs Jacob no le gusta fanfarronear, y nunca dice haber hecho una cosa, y no haberla hecho, después; y, después, haberla hecho un poco, para desmentirlo más tarde por miedo al fiscal.
Yvs Jacob no es Antonio Muñoz Molina -si lo fuese, habría dejado a Elvira Lindo en una juguetería de Nueva York. Y lo mismo hubiese sucedido al contrario -a Yvs Jacob le hubiese gustado que se quedasen los dos.
Ha sido muy fuerte la apuesta por Juan José Millás. Temo desilusionaros: por mucha imaginación que pueda tener Yvs Jacob, jamás podría competir con Millás -creo que ahora escribe microrrelatos empleando para ello teléfonos móviles diferentes y diferentes operadores de telefonía, de manera y modo que el mensaje lo componga el receptor; Millás lo llama "teleliteratura activa", e Yvs Jacob "gilipollez mayúscula".
En fin. Muchos otros nombres hay que he acusado como provocación y malintencionados, y no comprendo qué disfunción os ha llevado a tratarme así de mal, a mí, que sólo busco vuestra ilustración y un entretenimiento.
Seguid apostando y no temáis al error: si no es ciencia, es poesía.


Yvs Jacob

martes, 9 de noviembre de 2010

¿Por qué no se hizo mirar Manolo Escobar el colesterol?

Nos estamos quedando sin iconos. Jesús Gil, Carmina Ordóñez, Ramón García -asesinado por la publicidad-... Poco a poco, todos nos abandonan.
Me entero por la televisión de que Manolo Escobar tiene más alto el colesterol que su autoestima José María Aznar. Claro: mucho "porompompón" y "que viva España", pero ¡cuidado con tanta alegría! Parece que Manolo Escobar, que creíamos Manolo de España, no fue muy fiel a la dieta mediterránea, que es la mejor para perseguir suecas en el Sur -diré algo más abajo de los botines. Y eso que Manolo de España era hasta cierto punto un hombre avisado, como se desprende de aquella sabia reconvención, tan combatida ahora por el feminismo intransigente de Chueca: "no me gusta que a los toros te pongas la minifalda". Qué comía, pues, Manolo de España para desarrollar una enfermedad tan poco de su tiempo como el colesterol, no lo puedo entender. Se supone que Manolo, un clásico español, es hombre de chuletitas, de pescaíto, y también de pucherito caliente, platos estos que siempre han limitado a la raza española frente al desenfreno yankee, por ejemplo, donde el colesterol es tan habitual como enterrar restos humanos en el jardín. El español medio, y no digamos Manolo Escobar, vivía, por lo tanto, alejado de esa amenaza del corazón. Al español medio sólo le endurecían los vasos sanguíneos las vikingas, que enseñaban cacha y jamón en las playas, y las alemanas, que ya por los años sesenta empezaban a vestir peor que las demás mujeres occidentales, incluidos los pueblos ibéricos.
No me queda más que pensar en el metabolismo. Hoy en día, todo se debe al metabolismo, y es de suponer que Manolo de España metaboliza mal. Pero debemos concluir por la promoción de algunos productos que ahora Manolo metaboliza mejor, y por ello nos alegramos.
Mi abuelo gastaba unos botines muy del estilo de Manolo Escobar cuando actuaba en televisión, y lo mismo hacía El Fary -y hasta un compañero que tuve en el instituto, cuando la educación ya era libre en democracia. Quizá le hubiese gustado a mi abuelo peinarse "a lo Manolo", pero algo de la genética se lo impidió. No obstante, mi abuelo era también un hombre antiguo, un hombre de su tiempo que jamás hubiese permitido a la abuela ir a los toros con minifalda -nadie en la familia lo hubiese permitido, y quizá en la plaza, tampoco.
¡Ah, qué formidables hombres los de nuestro pasado! Y pensar que el destino sólo les ha reservado el privilegio de enviar mensajes llenos de faltas de ortografía a los programas de Intereconomía...
¡Españoles! ¡Ar!


Yvs Jacob

domingo, 7 de noviembre de 2010

Y el Papa dice que el hombre vive de espaldas a Dios

Pues fíjate que el hombre cree que es al contrario, que no hay noticias de Dios desde que el Cristo resucitó -¿se dio acaso a la fuga?-, y que alguna responsabilidad tendrá el magnífico Creador, si de verdad esta mierda de mundo se le debe.
Unos milagritos no hubiesen venido mal a tiempo; quizá unas ejecuciones sumarias durante el sueño de unos cuantos presidentes de gobierno y de otros hábiles emprendedores, realizaciones de la venganza que mantuviesen despierta la llama de la fe en el corazón de los hombres, y hasta unas guerras relámpago de religión que liquidasen a la amenaza infiel que alborota los aeropuertos, pero no con las armas de los hombres, sino con otras infalibles y justas que sólo puede manejar un formidable y auténtico dios que se pone manos a la obra.
No puede extrañar, pues, que el hombre occidental haya perdido la fe -en España, por ejemplo, ahora hay un partido de fútbol todos los días de la semana, que algo es algo-; no puede sorprender, viendo la parafernalia que acompaña al Santo Padre y lo bien que viste, que el hombre occidental experimente algo más parecido al hastío que al gozo místico, porque no hay indicios para creer en la eficacia de ningún mensaje evangélico como promesa de felicidad futura bajo la estricta observancia de la Ley de Dios en este mundo, y menos aun si el mensaje lo trae alguien que pretende haber sido elegido por la voluntad suprema mediante el sistema de voto -¡ahí es nada!
Dios es algo demasiado grande para convivir con los hombres. Lo que debería hacer el Vaticano es repartir billetes de alta denominación; sin duda, el mejor modo de manifestación en este mundo de la trascendencia -en principio, el billete se puede cambiar por infinidad de cosas.
Y en cuanto a la salvación de las almas, hay que decirle al Santo Padre que no se preocupe, que Intereconomía y Libertad Digital ya han probado que, en efecto, la raza española, al menos, alma no tiene, una raza que a Dios le salió vacía, y como mucho puede meterse dentro de sus miembros un buen montón de mierda, y tanta, que no hay divinidad a la que se le ocurra asomarse allí.


Yvs Jacob

viernes, 5 de noviembre de 2010

¿Y por qué no lo dejará Raphael?

Qué pena da hacerse mayor -o tan mayor-; se pierde el respeto por las cosas, se olvidan los valores supremos que deberían guiar siempre al ser humano, como el amor propio, la honradez, la dignidad, y, casi con inquina jimenezlosantosniana, se dedica uno a hacer daño a los demás como si otros tuvieran la culpa de la miseria de cada cual.
Raphael se empeña en seguir siendo aquél, pero ya no lo es. Las últimas imágenes que he visto de él confirman que, en efecto, hace décadas que no es aquél, por mucho que aquél sea quien a él le persigue. Querer vestirse con prendas que ya quedaban incluso mal en los años ochenta, la década mortal para la cultura popular, no le ayuda en absoluto, y las poses marcando culete son más letales que un cuadro de Antonio Saura bajo los efectos de un tripi.
Raphael pensará que, si The Rolling Stones siguen dando por el culo, también puede hacerlo él. Mira que yo he pensado a veces lo muy hijoputas que son "los Stones", y que debería existir pena de geriátrico para roqueros de una cierta edad y valentía. No obstante, y sin que sirva como defensa de esos cadáveres, Raphael era un muchacho que cantaba villancicos, y ya de inicio se aprecia una diferencia. Porque no es lo mismo el R&R que el "rómpompompom".
Es cierto que los artistas que nacen a diario tampoco tienen ya nada que aportar a la música popular, que se ha agotado en un mundo que todo lo agota, pero las glorias del pasado, que tuvieron además la ocasión de llenar la ilusión de tanta gente, harían mejor en anunciar a sus fans -o fanes- que no van a sacar más discos ni volverán a actuar. Entonces, sus fans -o fanes- pensarán: "es un buen hombre, una persona ejemplar", y eso les hará sentirse bien en el recuerdo de la juventud. Pero ver a Raphael vestido como su nieto con un disfraz..., eso duele mucho, eso no se puede tolerar, y alguien tiene que ponerle remedio.
Tristemente, sólo puedo traer ahora a mi mente algunos métodos violentos, luego me abstendré en honor al carácter constructivo de mi blog; pero pido a Raphael que lo deje, que lo deje todo, hasta el bolero, que se gaste ya el dinero, que viaje y vea el mundo como quizá nunca lo vio, y que no olvide comprar en Roma, por ejemplo, una americana para adultos de su edad, que tienen paños muy finos y sientan muy bien. Y a "los Stones"... En fin, si es que da grimita de verlos...


Yvs Jacob

jueves, 4 de noviembre de 2010

El machote Basagoiti se siente en la gloria con su (pequeño) poder

El machote Basagoiti encabeza la posición de fuerza de la democracia intolerante, que también existe. Esta mañana se ha podido escuchar en una entrevista en "Hoy por hoy" al genio vasco del Partido Popular dar rienda suelta a sus pasiones vengativas, y aunque negaba ser juez, hablaba como si estuviesen en su mano la potestad del castigo y el grado del mismo. Sobre el grado no cabe la menor duda de que el Partido Popular prefiere el ensañamiento, siempre que sea legal, porque la ley tranquiliza mucho a "los populares" -no así la moral. No obstante, y por fortuna, la potestad de castigar no corresponde a los políticos. El castigo se llama en democracia "justicia", y la justicia no exige nada más allá de lo que estipula la ley. Luego, si la ley se cumple, se cumple, y punto. Las ilusiones sanguinarias de algunos demócratas, tristemente, no las contempla la ley.
Como al machote Basagoiti no le apetece que su terroncito de poder se disuelva en un futuro muy cercano, busca el Partido Popular que la ley se aplique más allá de sí misma, esto es, contemporizando: que la ley haga esperar a la izquierda "abertzale" por haber llegado tarde a la cita con la democracia. Ahora bien, una cosa es que los partidos, en tanto que democráticos, se aseguren legalmente de que el debate político no se descompensa con la violencia física, porque cualquier otro tipo de violencia sí lo tolera la democracia española, y otra diferente es cuándo se levanta el veto al voto. Se aprecia con claridad el concepto de poder que gusta más al Partido Popular.
Todavía más significativo era el lenguaje para tontos empleado por el machote Basagoiti, que demuestra la genialidad de este singular político. Piensa el machote que cuatro años más de espera beneficiarán a la sociedad vasca, como si lo discutido en Euzkadi fuese el mobiliario urbano, y como si los violentos fuesen a desistir alguna vez de sus ambiciones secesionistas tras una cura de tiempo.
Mucho me temo que en Euzkadi -igual que en Catalunya- se ha mamado violencia antiespañola durante demasiadas generaciones, y todo tiempo parece ya poco para contrarrestar la fuerza destructiva de ese virus.
Más que nunca, el pueblo español necesita que el poder judicial supere la dependencia pragmática impuesta por la situación política, y que una mente clara, y con voluntad de hacer justicia, comprenda qué es de verdad lo conveniente en relación con la "ley de partidos" y con la parte importante de la sociedad que queda marginada de su representación democrática.
¡Dios nos asista!


Yvs Jacob

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Los "yankees" ya no creen en Barack Obama

¡Y que viva el nihilismo!
Los demócratas son igual de gilipollas en todas partes. La gente, cuando vota, y cuando lo hace además a algo así como "la izquierda", piensa que ha adquirido unos vales que se canjean por "objetivos a la alta", y que las decisiones de la política equivalen a una cuadrilla de pintores que te dejan la casa de cuento en una tarde. Y si los resultados de las decisiones políticas no se aprecian de un día para otro, el pueblo tonto se desanima y se pone de morritos. ¡Joder, es que somos todos unos cretinos!
Yo no creo en Barack Obama ni creo en Rodríguez Zapatero. Sólo se cree en los dictadores, en los tiranos, en los terroristas y en los primeros ministros chinos, en todos aquellos individuos que en una tarde decretan la destrucción de un barrio, de una ciudad, de una etnia..., y la acometen. Pero en los políticos elegidos en democracia no se cree, simplemente se abandona una cierta esperanza. A diferencia del tirano asesino, el político democrático accede a la dirección de la nación con las manos atadas. Se espera de él que no meta a su pueblo en un buen lío, pero jamás que se comporte como Papá Noel -¡la hostia, que no se puede ser tan corto!
En España también abunda el concepto de la política "de los Reyes Magos", y muchos ciudadanos se desaniman porque no encuentran sobre el felpudo de su casa unos fajos de billetes para comprar baratijas con puerto USB e ir a hacer el hortera a Benidorm. ¡Pobrecitos! ¡Qué mal les tratan los socialistas!
Pero, a la vez, al ciudadano le gusta pasear por calles alumbradas, que exista un servicio de recogida de basuras y un ambulatorio por cada cinco tiendas regentadas por orientales. Ahora bien, si no se paga impuestos, mejor. Porque si el ciudadano tiene que contribuir a los servicios de todos, y de los que todos se benefician, entonces, se enfada, se queja, patalea y maldice al socialismo -al socialismo usurero. Los ciudadanos creen que el socialismo funciona con sólo mencionarlo, en unas siglas, casi como los sindicatos, que tienen un no sé qué mágico que es suficiente, y no necesitan afiliados ni apoyo social.
Cuando pasa el tiempo y la izquierda -o lo más parecido a ella- no consigue nada, porque tampoco queda muy claro qué tendría que conseguir cuando el socialismo convive con el libre mercado, el votante se siente traicionado, ¡ay!, y abandonado, y se vuelve apolítico, cuando no regala su voto a la derecha sociosuicida. Y es que duele tanto que a uno lo traicionen...
Es el tipo de tonto A.
El tipo de tonto B es el votante de la derecha de siempre. Éste piensa que las ideologías de derechas son de verdad resolutivas, que "hacen algo", aunque no aprecia en absoluto que a su capacidad de resolución suceda siempre una gran destrucción en muchos y variados aspectos, desde la economía hasta la moral. A diferencia del tipo de tonto A, el tipo B no se guía por el compromiso intelectual, sino por el instinto. Así, la violencia, ya directa o indirecta, los abusos y los desórdenes que puedan introducir sus gobernantes no le afectan un ápice, y nunca se siente traicionado, porque el instinto, como mucho, acusa insatisfacción, necesidad, pero nunca ambiciones de tipo intelectual. No le corresponden.
Y este es el panorama actual, con tanto tonto en cada lado, y no debe extrañar que el mundo sea una mierda siempre mayor, porque está hecho a la medida de los hombres TONTOS.


Yvs Jacob

lunes, 1 de noviembre de 2010

Manuel Chaves Nogales, escritor español

Hubiese sido un gran novelista.
Entre toda esa mierda de la literatura española es difícil encontrar un autor que merezca de verdad el esfuerzo de la atención, porque la continuidad del entretenimiento que el lector puede hallar en otras literaturas extranjeras se convierte en el ejercicio de la prosa nacional en insoportable bochorno del que chamusca las mejillas.
Me duele haber conocido tan tarde la obra de Manuel Chaves Nogales. Es un autor singular cuya producción no envidia en absoluto a los grandes escritores a los que a menudo pule el trasero a lametazos la prensa cultural -fallecidos, claro, a los vivos les come el... Pienso en Ernest Hemingway, por ejemplo, o en André Gide, por citar nombres al azar para lecturas amenas. Chaves Nogales habría ocupado también un lugar de honor con un poco más de vida.
He quedado fascinado por sus novelas contenidas en A sangre y fuego. El término "novela" es discutible aplicado a esos relatos; no obstante, el término "relato" va ganando en estupidez entre los estúpidos, y los gilipollas que escriben relatos son ya tantos como los que creen escribir novelas.
Especialmente, aprecio el talento de este autor para componer diálogos, algo inédito entre los escritores españoles, que cuando intentan crear una conversación sólo consiguen producir lástima y risa que es casi llanto. Por mucho que un escritor español intente evitarlo, sus diálogos siempre sonarán "a Siglo de Oro", y no porque hayan leído mucho, sino por un concepto pueril de "lo literario". Pero no sucede con Chaves Nogales, uno de cuyos méritos es la simplicidad, cierta desnudez que no deja paso a los atavismos culturales de la conciencia nacional, y no cede ante lo que tanto practican los escritores españoles de ahora: la página tortuosa, la masturbación desafortunada que harían mejor en reservar para su intimidad.
Aunque huyo del periodismo como Esteban González Pons de la honestidad, creo que mucho le debió Chaves Nogales para lograr un estilo libre de contaminaciones de sonrojante poética.
¡Miseria de España! ¡Un periodista que sepa escribir y un novelista con talento reunidos en la misma persona no lo ha vuelto a producir esta tierra después de 1944!


Yvs Jacob

domingo, 31 de octubre de 2010

La teoría del odio de Agapito Maestre

Agapito Maestre es un pobre hombre al que la vida ha atrincherado en posiciones quizá accidentales, pero de complaciente radicalismo: sabe servir a quien le da de comer. No obstante sus estudios de filosofía -y dicen que hasta lee en alemán, por lo que me enternezco y podría llorar-, no le han enseñado absolutamente nada, porque la historia de la filosofía no alecciona sobre el rencor -tampoco sobre la virtud, cierto, aunque uno se hace bueno cuando aprende algo de lo que la filosofía enseña.
Dice Agapito Maestre que el odio es el gran tesoro del PSOE, y da que pensar lo que dice este siervo de la derecha. El odio y el rencor, contrariamente al amor, son pasiones de ida y vuelta. Cuando uno es amado, puede no corresponder sin sentir por ello ningún pesar, pero uno que es odiado y despreciado, siempre odia, tal vez porque no soporta ser inferior en el odio, mientras que a casi todos los hombres les importa bien poco ser inferiores en el amor. Es por esto que la acusación de odio al PSOE es, en boca de Agapito Maestre, su propia declaración: él lo lanza -el odio-, y a él regresa. Claro que para apreciar lo mucho que odia Agapito sólo hay que ver su cara un segundo, y apagar después el televisor.
Defiendo, por mi parte, otra teoría, y es que odian más y mejor en la derecha que en la izquierda, y los intelectuales serviciales odian incluso más que los altivos y vanidosos que tantos premios reciben en España. El odio de la derecha española es, además, del tipo más agudo, propio del sádico, y la continencia que afrontan los simpatizantes, militantes, dirigentes y gobernantes del Partido Popular, así como los medios de comunicación que pregonan la intolerancia, me tiene maravillado: el Cielo que esas malas personas no se habrán ganado con buenas acciones en vida, se lo tendrá que conceder Dios cuando mueran, de tanto como han deseado exterminar a quienes no piensan igual que ellos y de los esfuerzos que han conocido para no mancharse las manos de sangre. ¡Dios tiene que existir! ¡El odio es la prueba de ello!
Pena siento por estos espadachines que alimenta la derecha con el vicio de Tertuliano. Si el PSOE tiene como virtud el odio, debemos imaginar los ciudadanos que el Partido Popular, Libertad Digital, Intereconomía, El Mundo o La Razón son sociedades humanas dedicadas piadosamente al cultivo de margaritas, y que el amigo Agapito Maestre, con esa cara de frailuco, se dedica a recitar Las florecillas de San Francisco para cuidar el alma de los españoles.
En fin... Temo ya por el reparto de premios que hará el Partido Popular una vez gane el gobierno de la nación. ¡Líbrenos la democracia de aquellos a quienes devora el odio!


Yvs Jacob

sábado, 30 de octubre de 2010

Un lugar para Batasuna

Guste o no, si España quiere seguir considerándose un país democrático, pronto habrá de buscar un lugar en las instituciones a la subcultura "abertzale". Antes de que la "ley de partidos" consiguiese expulsar a todas las expresiones de Batasuna del Parlamento vasco, la situación en Euzkadi, siempre descompensada, permitía que una parte de su sociedad, la parte violenta, o mejor, la intolerante, abusara de la otra, "democrática", que se negaba a defenderse si no era con la ley. Cabe decir, mejor que "ley", "racional legitimidad", porque legal puede ser cualquier cosa. Pero la "ley de partidos" limitó el imperio de que gozaba el PNV, que recogía manzanas con sorprendente impunidad, y el pacto entre PP y PSE-EE superó la descompensación con un Lehendakari socialista, un pacto que no ha llevado exactamente al equilibrio, sino a algo igual de peligroso si no es concebido como temporal. Esto significa que, si antes los violentos asesinaban en nombre de algo que a veces cuesta siquiera imaginar, los demócratas que ahora gobiernan deben pensar en algo más que en meter a ciudadanos rebeldes en la cárcel. No puede encarcelarse a 200.000 personas. Por mucho que el PP, con ese portavoz siempre servicial, José María Aznar, insista en doblegar con la ley a quienes seguirán defendiendo su concepto de Euzkadi, en contra de otras concepciones, el problema, con ley o sin ella, está lejos de haberse solucionado.
Como al PP sólo le importa gobernar algo, lo que sea, le gusta ser visto donde más se hace un partido político ver, chupando cámara, el pacto con el PSE-EE, que se ha convertido en instrumento de una continua amenaza, le ha servido para disfrutar del poder vacío que tanto ansían sus dirigentes. El PSOE, sin embargo, siempre más abierto de miras, está convencido de la transitoriedad del pacto, al menos hasta que el eterno conflicto vasco se desenvuelva por los cauces de la democracia. El PP lo ignora continuamente, no sabría decir si por ignorancia, como tantas cosas, o por maldad, como muchas más, pero "democracia" significa "participación", así de sencillo. Una sociedad democrática es una sociedad participativa, una sociedad donde los privilegios no secuestran el derecho a voto. La sociedad, además, nunca es homogénea, para cualquier grupo dentro de ella existen muchos "otros". En Euzkadi, los "otros" no son precisamente, para el PP, los votantes del PSE-EE. Esto lo ve cualquiera. Sin "otros", no hay sociedad ni política, sino estupidez y una forma de autoritarismo que incuba su propia destrucción.
Habría, pues, que ir poniéndole un bozal a José María Aznar, y habría que darle unos tranquilizantes al machote Basagoiti, para que no amenace más. Guste o no, y la historia abunda en ejemplos, cuanto más tiempo esté Batasuna alejada del gobierno de sus propios rebaños, más agudo será el rencor. Además, no puede soportarse tanta ingenuidad: quienes han llegado a matar en nombre de una fantasía, legítima o no, nunca desistirán de sus objetivos morales. No obstante, será siempre mejor que desprecien al Estado español sin violencia a que lo hagan con ella.
¡Incómodo compañero de viaje el que se ha pegado a Patxi López!


Yvs Jacob

jueves, 28 de octubre de 2010

Fernando Sánchez Dragó sufre el "mal de Aznar"

Este peligrosísimo, letal "mal de Aznar" consiste básicamente en que el sujeto afectado tiene una percepción de sí mismo tan distorsionada que se considera muy por encima de su valía, ya sea intelectual o en relación con sus acciones, magnifica su vida y su figura, a la cual rinde un culto megalómano -y, como megalómano, ansía todo el mundo le rinda culto-, y con insistencia proyecta el discurso de su existencia y sus opiniones hacia los demás, como si hubiese alguien a quien pudiesen interesarle.
Este conocido "mal de Aznar" puede manifestarse con agresividad, como sucede al sujeto del cual toma nombre, donde el resentimiento es indisociable de la enfermedad, o como supina estupidez -tal es el caso de Sánchez Dragó. La estupidez es falta de mesura, bien por exceso, bien por defecto. La estupidez puede tolerarse en el genio, quizá porque sin ella no habría genialidad, pero es insoportable en el impostor. La impostura es la suplantación de la personalidad por una ficción. Cree Sánchez Dragó que es un autor importantísimo en la literatura en castellano, un autor capital, paradigmático, capaz de abrir caminos en la narrativa y en el ensayo. Sin embargo, no es más que un comentarista de los que abundan, de los que nadie se acuerda una vez muertos. Cree Sánchez Dragó que es uno de esos autores de los que ha leído diez o quince páginas, y este quijotismo agrava su "mal de Aznar".
La autopromoción de su libro con el otrora aceptable Albert Boadella en "Las noches blancas" la encontré tan nauseabunda, tan tristemente patética, que apenas pude soportar un minuto de la emisión. Sentí tanta vergüenza ante el espectáculo de la locura que me pregunté si de verdad no debería existir una censura férrea que privase al pueblo español de la degradación moral en vivo y en directo.
Me alegra infinito el escándalo en que se halla envuelto este pregonero neófito del liberalismo. Algo que no entienden los pseudointelectuales españoles es el carácter intrínsecamente moral de la inteligencia, y la moral no es sólo un criterio de relación con los otros, sino el orden impuesto por la razón en la dirección del espíritu. En definitiva, hay que leer más, y hay que leer libros enteros.


Yvs Jacob

martes, 26 de octubre de 2010

¡Está pasando! ¡La libertad de expresión hace estragos entre los españoles!

Así es. España, puede que tarde siempre siglos en descubrir lo que es conveniente para el desarrollo cultural de los seres humanos, pero, una vez lo conoce, lo eleva a lo más alto.
Se ha desatado entre los españoles el furor liberal, y la libertad de expresión está en boca de todos. Las autoridades políticas no esconden su satisfacción. Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid, ha dicho sentirse "de putísima madre" desde que disfruta de la libertad de expresión, y, haciendo gala de liberal, ha informado a los medios que no ve "sino hijoputas por todas partes".
A un nivel menor de la escala administrativa del Estado, el alcalde de Valladolid se ha regocijado en el esplendor liberal gritando desde el balcón del ayuntamiento que se las iba "a follar a todas", y apenas un segundo después ha mostrado sus genitales, perdón, cojones peludos, a los presentes. Y en el Ayuntamiento de Madrid ha sido la desbordante Ana Botella la que ha puesto voz a sus decisiones con esta declaración: "el camión de la basura pasa por Lavapiés a las 3 de la madrugada porque a mí me sale del coño, y que se joda el que se tenga que joder". ¡Contundencia impactante!
Pero no sólo la clase política celebra el logro del liberalismo español. Intelectuales hay que se han sumado a la defensa de la palabra, como Arturo Pérez-Reverte, quien ha compartido la siguiente lección con sus lectores a través de Twitter: "Es de personas inteligentes decir siempre lo que a uno le sale de la punta de la polla". ¡Guao!
Esta actitud del académico Pérez-Reverte choca, sin embargo, con la de Fernando Sánchez Dragó, que, siendo el más liberal de los intelectuales españoles, no consigue activar su libertad de expresión, y pudiendo hablar de tantas cosas sólo habla de sí mismo.
Los medios han salido a la calle para conocer opiniones de la gente. Un joven estudiante de periodismo se ha sorprendido de que sus padres y abuelos no tuviesen la oportunidad de manifestar sus pensamientos más íntimos con la libertad del siglo XXI español, y se ha cagado en la hostia puta de tanta satisfacción. ¡Guao, guao, guao!
La España liberal quiere extender este derecho a toda la Unión Europea. El genio del Partido Popular, Esteban González Pons, ya ha dicho que "si el PSOE no quiere, le pueden dar mucho por el culo". ¡Ufff!
¡Seguiremos informando!


Yvs Jacob

lunes, 25 de octubre de 2010

El académico Pérez-Reverte despotrica en Twitter

Es un todoterreno en el amplio ámbito de la literatura. Estos días hemos podido disfrutar del último subgénero cultivado por Pérez-Reverte, el "arreón a ex-ministro", una forma de crítica política, "opinión" que dicen algunos, que se caracteriza por la fina ironía, un logro de sutilidad sólo apto para plumas de excelencia -cierto que no se entiende cómo semejante don puja por manifestarse en el académico. La víctima de esta espada de verbo ha sido Miguel Ángel Moratinos, y hay mucho de absurdo en el asunto. Entiendo por "absurdo" algo parecido a lo que expresaba Albert Camus cuando enfrentaba veinte hombres armados con ametralladoras a otro que se defendiera con una navaja. El modo como el académico ha cargado contra el ex-ministro es de todo punto absurdo si se consideran la especificidad de su cargo y la afabilidad de su carácter. Es difícil pedir a un ministro de Asuntos Exteriores que haga algo más fuera del marco de sus competencias aeroportuarias. Pero, incluso si el académico pretendía advertir que la conciencia -que es coherencia, o adecuación del pensamiento con la acción- debería haber convencido a un miembro de un gobierno del PSOE de que la complicidad -o compromiso- con el Presidente había alcanzado ya un grado de lo inadmisible en el contexto de la crisis económica que atraviesa el país, existe otro vocabulario, mucho más sereno, que tal vez Pérez-Reverte conocería si leyese un poco en lugar de vomitar sobre el teclado de su ordenador.
Por otra parte, basta con ver la cara de Miguel Ángel Moratinos para trazar una delimitación en la interpretación de los rostros -a este respecto recomiendo al académico una obrita de Julio Caro Baroja, Historia de la fisionomía, por si de nuevo comienza a leer y nos priva así de futuros "best-seller" y de su careto en los kioscos. La conclusión es contundente: no se puede comparar a Moratinos con Francisco Álvarez-Cascos. No digo que lo haya hecho el académico, sólo me refiero a que esos rostros informan de diferencias absolutas. El vocabulario pérez-revertiano, no sé si de mercenario o de independiente pasado de vanidad y ya perdido en el laberinto de la locura, es más adecuado a un rostro como el de Álvarez-Cascos, mientras que la mesura sienta mejor para acusar a Moratinos de lo que sea que el académico pretende, y que no hemos entendido muy bien, tal vez porque los grandes genios de la literatura son a menudo crípticos, ¡qué coño, poetas!
Todo esto me produce una gran tristeza. Desde que José María Aznar introdujo en la política española lo hiperbólico, todo exceso es poco en los opinadores que asolan nuestra cultura, y algunos de ellos, los más cortos de inteligencia, creen que critica mejor quien insulta más, y que sólo quien insulta de manera explícita ejerce su libertad de expresión.


Yvs Jacob

El insoportable mundo del Partido Tontular

Cuando el Partido Tontular gobierna, no pasa nada, todo pasa cuando gobierna el PSOE.
Si un atentado asesina a 192 personas, sólo un miserable diría que es una consecuencia de una pésima decisión tomada por José María Aznar respecto de la guerra de Irak, porque todo el mundo sabe que el atentado se debía a la participación española en la destrucción de Afganistán, iniciada en el último gobierno de Felipe González.
Para el Partido Tontular, un inmigrante en situación ilegal no existe -¡no tiene papeles!-, por mucho que pueda ser comprado por un salario tercermundista o interno en un piso del barrio de Salamanca. No obstante, cuando los inmigrantes son regularizados se convierten en un problema, lo que es obvio.
Cuando un dirigente del Partido Tontular dice o hace alguna asnada, se trata en realidad de una táctica de la oposición para desgastarlo, pero cualquier juicio moral acerca del asno es inadmisible.
Inadmisibles son también las sospechas de incompetencia que puedan despertar los dirigentes o gobernantes del Partido Tontular: nunca yerran, sus errores son construcciones de la prensa dogmática de la izquierda.
Cuando el Partido Tontular parece implicado en un caso de financiación ilegal y de gestión más que dudosa de recursos públicos, sucede en realidad que ha sido víctima de un abuso de confianza por parte de delincuentes organizados que se han servido de argucias para sacar provecho de la bondad "de los hombres y mujeres" tontulares.
Cuando otro partido negocia con ETA, se mancilla el honor de las víctimas, pero cuando negocia el Partido Tontular se busca una solución para un problema complejo.
Los dirigentes y gobernantes del Partido Tontular son responsables de todas sus acciones, siempre que sean acertadas y buenas.
El fracaso escolar, el fracaso cultural en general, nada tiene que ver con el Partido Tontular, que sólo gestiona recursos, sino que es culpa del Gobierno de la nación -el Partido Tontular obra casi milagros con lo poco que recibe en cualesquiera instituciones que dirige.
Si hay casi 2 millones de viviendas que no encuentran comprador en España la culpa es de los ciudadanos que se resisten al concepto liberal de riesgo, y no las compran porque no les sale de los cojones, porque construidas ya están.
El desempleo es un mal endémico español debido a la pereza mediterránea.
Con Franco no había paro, pero el Partido Tontular sólo es franquista de vez en cuando.
Las protestas contra las leyes que liberan a los hombres de la superstición religiosa y que arrojan a la calle a miles de personas en estado febril-místico con arzobispos a la cabeza de manifestaciones nada tienen que ver con el Partido Tontular. Si alguno de sus dirigentes o gobernantes fuese advertido en ellas, debe saberse que sólo acude como cristiano, pero la política queda al margen.
La vida es así de dura: quien vive con un salario mínimo interprofesional de 633€ mensuales puede perfectamente sobrevivir con 400€, y quien se apaña con esa cantidad puede perfectamente recibir 100€ menos.
El Estado no existe para buscar trabajo a los ciudadanos, luego tampoco debería pagar prestaciones de desempleo ni pensiones.
Si el mercado de trabajo no puede acoger toda la demanda de empleo, hay que joderse si te toca. Si no tienes alternativas para una vida digna, que te den por el culo.
La gestión privada supera en todo a la pública: si además de soportar el pago de una hipoteca y de los gastos asociados a un automóvil no pagas una sanidad privada y una guardería con un salario de 1000€, no puedes ser más que un traidor hijo de puta.
Otro hijo de la gran puta es el sindicalista, cuyo deseo es arruinar el país.
En fin... ¡Así no podemos seguir, María Teresa!


Yvs Jacob