miércoles, 31 de octubre de 2012

Artur Mas resulta ser un timador de tomo y lomo

Pues qué fastidio, yo que pensaba en desespañolizarme y hacerme catalán, tenía el proyecto de solicitar esa nacionalidad cuando sea algo más que una mera descripción cultural, y ahora me entero de que circula por ahí una carta de Viviane Reding, comisaria europea de Justicia, a propósito del falso mesianismo que estaba encarnando, casi a la perfección, Artur Mas, que había prometido a los catalanes salir de España para entrar de lleno en Europa, y parece que sin España no hay Europa para Catalunya, sorprendente, porque, con Catalunya o sin ella, tampoco parece que haya mucha Europa para la propia España. Qué cosas más extrañas están sucediendo... Barack Obama pone a España como ejemplo de lo que nunca se debe hacer en tiempo de crisis, aunque aquí muchos sabemos que España es ejemplo de lo que nunca se debe hacer en ninguna circunstancia y en ningún tiempo, y es por eso que estaba yo tan ilusionado con la palabra de Mas, "In-de-pen-dèn-cia" -creo que en catalán se dice siempre "cia-cia-in-de-pen-dèn-cia", o al menos es así cuando se canta en el Camp Nou. A mí los mesías me encantan, podrían convencerme casi de cualquier cosa, y es ver un mesías que ya me transformo, me convierto, y me da igual que se pronuncie por la bomba atómica o que sea guerracivilista, me basta con que sea esencialmente mesías y que prometa realizar -hacer realidad- grandes proyectos, que se me agarra en toda el alma, es como esa tos que sale de los bronquios, que todo te mueve y te destartala. "¡Que viene el mesías, que viene, que viene, se decía en las calles de Barcelona, que viene el mesías y esta vez es de verdad!", y aunque no pude estar allí para celebrarlo, me sumé, por así decir, en la intimidad con unas gruesas descargas de ketchup y mostaza, a modo de barras, sobre una hamburguesa, ¡que no todos los días se presenta un mesías, coño! Qué ilusionado estaba, por fin me libraría de esos españoles tan mediocres y bobos -la verdad es que hubiera preferido solicitar la nacionalidad en algún país escandinavo o en Alemania, pero no doy el tinte ni la talla, y temo que actúen algunos prejuicios de los que no se libran ni las democracias más divinas. Me ha pasado como a Artur Mas, me he quedado sin palabra al conocer el contenido de la carta; no quiero a España porque no es europea y Europa no me quiere porque quiero una Catalunya sin España, pero es que España no es Europa, y yo necesitaba entrar en Europa para salir de España, pero para salir de España necesito a Catalunya, pero Catalunya no existe sin España, que no es, ni puede ser, Europa, como le pasa a Catalunya. En esta hora te maldigo, Artur Mas, todo lo que me prometiste se ha desvanecido y vuelvo a ser nihilista, que significa que todo el mundo pasa de uno, pero a ese uno ni le importa. Te maldigo, ya nunca más querré ser catalán. ¡Ay, cómo no caí antes en la cuenta de que también tú eras un falso mesías, con ese pelazo y esas monturas de gafas...! ¿Y qué hay de cierto en la nueva ideíta que ahora se te atribuye, celebrar una Diada el último jueves de cada mes? Aquí en Madrid lo llamamos bicicrítica, tampoco se pasa muy mal y tiene mucho de pequeña república -a lo mejor te parecemos un poco ingenuos; juzga tú: "yo pedaleo y no me cabreo". Hay que reconocer, no obstante, que vivimos en tiempos de muy pocos mesías, a diferencia de lo que sucedía en la antigüedad, y, oye, tú por lo menos lo has intentando.


Tocomocho para Basuragurú

lunes, 29 de octubre de 2012

Comentario sobre la xenofobia

Gracias por su comentario, Blasphemy. Menudo asunto el que me propone. Estoy de acuerdo con usted, el racismo es intelectualmente absurdo, que otras razas repugnaran a quien pertenece a una distinta no es en nada distinto a la repugnancia imposible que se pueda sentir porque los cuerpos se mantengan en el espacio gracias a la acción de la gravitación universal -las razas existen y los cuerpos celestes no se caen, y no parece que la razón tenga nada más que hacer que admitir tales hechos. Le pido disculpas por este alarde bibliográfico, pero le recomiendo vivamente la lectura de "We Europeans", de Julian Huxley, una obra de verdad honesta y enriquecedora, nada soberbia para tratarse de un autor británico -también Charles Darwin es un ejemplo de honestidad intelectual-, en la que se expone además lo inadecuado del concepto de raza aplicado al hombre, y se propone en su lugar, al no existir ya ninguna raza original, el de subraza o subgrupo dentro de una hipotética raza pura. Y esto nos lleva directamente al núcleo del problema, no la raza, sino la cultura, el problema de la xenofobia, la repugnancia hacia el extranjero, que llamamos a veces "inmigrante" y también "ciudadano comunitario". Yo manifiesto en gran número de ocasiones mi reacción contra los chinos, los búlgaros y los rumanos, y lo seguiré haciendo, no tengo por qué autocensurarme en esto, pero no puedo decir que me repugnen en tanto que individuos de ninguna raza, lo que yo no soporto es el modo de vida que nos imponen, su cultura, luego mi rechazo, o mi repugnancia, no se debe a un impulso irracional, sino al desorden del cual se sirven dentro de nuestra cultura, ya bastante desordenada, y a la pasividad con que nuestros políticos tratan el asunto. Dice usted algo muy interesante a propósito del modo como el extranjero debería comportarse en otra cultura que no es la suya, y que lo acoge, y emplea el concepto de renuncia -le sorprenderá saber que esto, que la derecha francesa quería plasmar en un examen, y que la derecha española abordará tarde o temprano, se debe a los sansimonianos, que eran republicanos muy progresistas. Estaría de acuerdo con usted si esa sociedad o cultura que acoge al extranjero tuviese de verdad un cuerpo moral reconocible en el cual insertar o integrar a quien viene de fuera. Por ejemplo, Francia exhibe sus valores republicanos, cuando alguien piensa en instalarse allí debe ser consciente de lo que se exigirá de él -el laicismo es un valor importantísimo, la guerra del pañuelo no es en vano. O Alemania, asociada a la severidad y al orden, si bien uno encuentra allí una vida mucho más placentera de la que creemos tienen los habitantes del Sur de Europa. Pero España, por ejemplo, se vanagloria de su carácter festivo, el español es un pueblo con una moral muy relajada, no se trata de que usted y yo como individuos particulares intentemos y sepamos exigirnos lo más alto en nuestras acciones, sino de apreciar que ese principio moral no existe en el conjunto de nuestra sociedad, no es algo que nos caracterice -yo tengo mi propia teoría al respecto: el turismo es envilecedor, la clase empresarial es analfabeta y el pueblo en general confunde la libertad y el bienestar con todo lo que se puede comprar, para satisfacción de sus productores. La xenofobia resulta del descaro con que una cultura extranjera ignora el orden que debería exigir aquella cultura que la acoge: vemos a los chinos criar a sus hijos dentro de unos comercios mugrientos, vemos a los rumanos robar y pasearse buscando chatarra, vemos a los marroquíes hurgando entre la basura y traficar... Lo que yo me pregunto es si me cabe, como ciudadano de mi país, alguna acción al respecto, porque es obvio que yo no puedo decirle al primer ministro de Pakistán lo que pueden hacer o no los pakistaníes allí, ¡pero cómo no voy a poder manifestar lo que pueden o no hacer los pakistaníes aquí! ¡Éste es mi derecho! Y una vez más nos encontramos con que es nuestra cultura la que falla, y no la del extranjero, porque él hace lo que le da la gana al no existir ningún reparo por parte de nuestra sociedad, de nuestras autoridades e instituciones a su manera de entender la libertad, o lo que es igual: los españoles no ejercen ninguna presión moral sobre su conjunto ni sobre los extranjeros. A todo esto lo llamo yo "desorden", y creo que se va imponiendo la necesidad de una izquierda reconciliada con el orden público, porque esto es de verdad muy importante; las libertades son siempre leyes, y las leyes ni son arbitrarias ni son opcionales, aunque en España cada vez estamos más convencidos de que en la lucha por la vida que nos impone el neoliberalismo encontramos la justificación para pervertir la libertad. Obviamente, no puedo decirle a mi vecino del 1º que baje el volumen de su música a la hora de la siesta porque él es colombiano y en España no se hace eso si mi vecino español del 2º hace obras en su casa a las 11 de la noche, por mucho que me fastidie el descaro de quien viene de fuera. Y en España todo es así: lo mismo que nos repugna en los extranjeros lo practican con impunidad los españoles, y eso convence a los primeros de lo que ya intuían, a saber, que en España todo el mundo hace y puede hacer lo que le da la gana. Es una pena, es un fallo de nuestra cultura el que hay que abordar, y le diré más, un país moralmente pobre, como el nuestro, no puede ser nunca un país de acogida, esto se cae por su propio peso, los pobres se amontonan con otros pobres y perpetúan así la pobreza de todos. No obstante, a propósito de la reincidencia en la delincuencia, sí soy partidario de suspender el espacio Schengen con aquellos Estados que no hacen los esfuerzos necesarios para civilizar a su población con el dinero de los europeos -Holanda no admite ciudadanos de Bulgaria y Rumanía y nadie se ha inquietado por ello, y si tratamos el asunto desde una perspectiva puramente económica, le diré que no necesitamos trabajadores extranjeros cuando hemos perdido ya dos generaciones de jóvenes españoles y lo peor, el futuro, está por llegar. Gracias de nuevo. Un saludo.


Yvs Jacob

viernes, 26 de octubre de 2012

Un estudio revela que los rumanos empezarán a levantar los adoquines tan pronto como terminen con la chatarra

Los que tenemos todavía la suerte de contar con una tahona en el barrio, una tahona, por cierto, que no es el lugar donde se descongela el pan industrial, sino donde el pan se hace, no debemos ir nunca a comprarlo a otro sitio, y así fue que entré yo el otro día en la mía, y me encontré al panadero tan furibundo, que aunque no acostumbro a fingir la simpatía que no tengo, accedí a preguntarle si iba todo bien. El panadero, que no es el que descongela el pan, insisto, sino el que lo fabrica, me contestó: "¿Usted se cree lo que me ha pasado? Estaba guardando el toldo, pero no sé cómo se me ha atascado la mierda esa. Me he metido para dentro a buscar la escalera, luego me he puesto a hurgar entre las herramientas y cuando he salido de nuevo, ¡zasca!, que se habían llevado la escalera". De repente, encuentro un sincero interés en el suceso. "A ver si es que alguien la necesitaba...". Y arremete el panadero: "¡Qué coño la van a necesitar! ¡Un rumano de esos que se pasean con un carro, el muy hijo de puta...!". ¡Coño, ahora sí que me pongo alerta! Pero añade el panadero antes de que yo pueda exponer ninguna reflexión: "¡Seis millones de parados y todo el mundo robando! ¡Pero qué país es éste!". Entonces hemos dado rienda suelta a las pasiones y a todo lo que se ha querido soltar, y puede que nos hayamos puesto deliciosamente xenófobos, porque no había ninguna intención de hacer el mal, la verdad, lo que pasa es que ya no toleramos tanto desorden. Y tan cómodo me he sentido, que he relatado mis experiencias alemanas, cómo he vivido situaciones en que a un español honrado como yo lo soy a punto está la tentación de aparecer, vencer y convencer, en el caso -tan frecuente- de una señora que en la pausa obligatoria de su segundo desayuno -ya se sabe que los alemanes no comen, con propiedad, sino que pasan el día entre desayunos y meriendas- se levanta para ir al baño y te ofrece, por así decir, su cartera, su bolso, su teléfono móvil y hasta su compra, todo lo cual permanece sobre la mesa a su regreso, para sorpresa de este que les narra, que no apartó ni un segundo el ojo de tantas propiedades. Y les digo también, cuando la panadería parece un templo, tan abarrotada por mi relato, que sólo he visto un rumano pidiendo en toda Alemania, una niña que tocaba el acordeón en Heidelberg -alguien complementa mi información con un grito: "¡claro, los tenemos a todos aquí!". Entonces les cuento que un día que tenía yo una cita cerca de la estación de Atocha vi al que parecía ser el coordinador de las rumanas que roban en Madrid. Aguardaba tranquilamente en la acera todavía en obras y vi pasar al pelotón de rumanas, que no sé cómo confían tanto en lo que ellas juzgan un disfraz, porque con los sombreros y el pelo teñido, cuando uno ve en Madrid a una rumana no piensa jamás que se trate de una turista belga, lo que ve, con disfraz o sin disfraz, es una rumana. El pelotón, porque eran en total ocho, cruzó el paso de cebra hacia el museo Reina Sofía, zona que patrullan más que la guardia urbana -museo donde no sólo le toman a uno el pelo, sino que hasta le roban-, y me dije "ahí van...". Pero al rato escucho una escandalera tal a mi espalda que nunca hubiese imaginado que podría producirla un ser humano. Y en efecto, que se trataba de un rumano, una pelotilla negra y tripona que hablaba con un teléfono móvil, pero apenas era necesario, porque una de las rumanas, en la otra acera, con quien, al parecer, se comunicaba, podía perfectamente prescindir de su aparato, y eso que pasaban coches sin cesar. Para mi sorpresa, medio pelotón cruzó de nuevo el paso de cebra y marchó camino abajo por el paseo de las Delicias, siempre detrás de la albondiguilla peleona -¡qué habrían visto por allí, madre, qué habrían visto!
Y no se entiende nada de lo que sucede en España. Seis millones de desempleados, generaciones perdidas, comercios chinos por todas partes, extranjeros apenas cualificados ocupados en trabajos que perfectamente podrían hacer nuestros jóvenes... y esa levedad tan nuestra que nos convence de que nada es lo bastante grave como para combatirlo con decisión y coraje -Amancio Ortega regala 20 millones de euros para la beneficencia, pero de lo que se trata no es de dar de comer, sino de implicar a todos en la preservación y desarrollo de lo nuestro, que la desidia lo está rifando (¡ay, por qué será que en los países protestantes está tan mal vista la limosna...!). En España, triste es decirlo con estas palabras, hace falta una nación.


Yvs Jacob


[Nota para Javier Marías: Estimado Javier, sé que eres lector fiel y puntual de Basuragurú y quiero felicitarte por el rechazo del Premio Nacional de Literatura 2012 -estoy de acuerdo, un Estado, mejor, ninguna institución pública debería otorgar premios, mucho menos de la manera desesperada como se hace en España-, pero tengo que decirte que a mí el dinero me hubiese venido la mar de bien, he caído desde hace meses en una dieta muy monótona, ya me entiendes -no sé cómo lo haces tú, pero a mí nunca me han sobrado 20.000 euros. En Basuragurú tampoco aceptamos premios, pero nos encantan las donaciones. Por favor, ponte en contacto con la redacción. Un saludo].

miércoles, 24 de octubre de 2012

El "Feijóo mata" de Xosé Manuel Beiras, lo mejor de la política española en los últimos años

Creía que ya nada podría reconciliarme con la política española, que mi interés por asuntos tan zafios, terrenales y menores se había apagado para siempre, cuando llegó a mis oídos este maravilloso "Feijóo mata", como ahora se lo conoce, de Xosé Manuel Beiras, cantautor con gracia, que ha actuado como un potentísimo reconstituyente -me pregunto si Antonio Escohotado habrá probado algo parecido en la Amazonia, si lo hay, si puede haber algo más dionisiaco que este uso del gallego encolerizado. Llevo días riéndome sin parar, escuchando sin encontrar todavía el hartazgo esta jaculatoria de Beiras y no dejo de admirar el convencimiento con que cede a la desmesura. Cabe preguntarse, en el dominio de la retórica, si en el uso metafórico del lenguaje podría tocarse con algún límite, un punto a partir del cual se acabe la metáfora y el dominio, sin embargo, no sufra la menor fractura. Es quizá lo que Beiras ha encontrado, un logro tanto más extraordinario cuanto que se produce en una lengua de la que se desconocía cualquier virtud, fuera de la irritación que producen sus diminutivos. Si por retórica se entiende el modo de expresarse que resulte convincente, Beiras muestra y demuestra que se puede decir cualquier cosa en un gallego de mil demonios.
Elias Canetti, en su análisis de la política inglesa (Masa y poder, ¡divertidísimo, un libro loco!), reconocía que, en efecto, los candidatos se dicen de todo durante la campaña, pero nunca violan con su discurso la solemnidad de la Cámara, que les recuerda que ya no se matan. Si al menos esto fuese cierto en España...
Tras conocerse los resultados del PSOE en las elecciones autonómicas en Galicia y en Euskadi, resultados que no juzgo tan malos como algunos analistas sostienen, sí queda claro que su situación no mejorará demasiado en un momento en que la política experimenta la radicalización de las posiciones: el de derechas lo es más -algún día trataré este asunto: ¿por qué quienes han sido siempre de derechas en España matizan ahora que ellos son liberales?-, el de izquierdas avanza en el fenómeno antisistema y el nacionalista lo es a muerte, y si no eres de derechas ni de izquierdas, ni eres nacionalista, hoy no queda nada donde echar raíces. Ser un poco de todo y ser un poco de nada, como es hoy el PSOE, proponerlo todo y proponer la nada concede a la indeterminación el fruto de la indiferencia. Da mucha pena, la verdad, ver a Ramón Jáuregui y a Alfredo Pérez Rubalcaba, con diferencia, los políticos mejor preparados de España, anulados por su incapacidad para coger el paso a la actualidad. El PSOE se ha radicalizado en la nada, y el "sálvese quien pueda" que el PP ha traído de ultramar encuentra en la inmoralidad esencial del pueblo español un acomodo perfecto -yo tampoco veo una solución...
Pero propongo administrarse unas buenas dosis del "Feijóo mata" mientras todo avanza hacia peor; España se pierde por las alcantarillas, pero sabemos ser tan ridículos como sabemos reír. ¡Mata, mata... Feijóo!




Yvs Jacob

lunes, 22 de octubre de 2012

Naufragio español


Y el caminante se preguntaba si los chinos eran también criaturas de este mundo...
Fulmíname de una vez con tu rayo, ¡oh, Zeus!, que no aguanto más este dolor.


Yvs Jacob

miércoles, 17 de octubre de 2012

España, entre China y Rumanía (Crónicas de Jauja... o de Babia)

La conocida "operación Emperador" contra el blanqueo de dinero puede sacar a la luz un poco más del desastre general que es España, una Jauja y una Babia de quienes parece vivimos, en palabras de Ramón J. Sender (Mr. Witt en el cantón) "encenagados en la miseria". No me canso de sentenciar que la pobreza no es en absoluto una falta de dinero, ni me canso de afirmar que la cultura de un pueblo es el tesoro de su moral, y que nada tiene que ver con los premios que regalan sus instituciones, por muy cuantiosos, desproporcionados y desesperados que sean. España es un país pobre; España es un país sin moral, un país sin cultura. He paseado tanto por Madrid que puedo decir que la ciudad me cabe en la palma de una mano, y con el tiempo he observado todos los cambios que ha experimentado la villa en su desquiciado intento por convertirse en algo imposible de realizar con pobreza, sin moral y sin cultura; Madrid es una monstruosidad. Algunos meses atrás escribía Juan Goytisolo en El País un artículo (Hemos vivido un sueño, ¡un sueño!) a propósito del modo como la actual crisis económica está atravesando España, el modo como el dinero de la burbuja inmobiliaria pasó de largo, el modo como el dinero, que entonces llamamos bienestar, no nos hizo mejores, no nos elevó en absoluto, aunque parece alimentó nuestras ínfulas miserables: el país de los pobres necesitó de repente quienes le sirvieran -éramos tan felices... Recibimos en pocos años, en palabras de Goytisolo, un gigantesco "ejército de pobres", en referencia a los ciudadanos de los países de Sudamérica y otros de la Europa del Este, pero se sumó además la inmigración legal, en su mayor parte, de los así llamados emprendedores chinos, que ahora pretenden darnos una lección sobre el esfuerzo. Un paseo por Madrid le deja al observador sumido en la frustración; no sólo hay en todas sus calles al menos un comercio regentado por orientales, sin que se llegue a comprender su necesidad, porque en Madrid hay mercados que ofrecen productos a mejor precio y calidad, sino que han existido, hasta perecer asfixiados, infinidad de pequeños comercios de barrio, el tejido de un pueblo. Pero es que hay zonas en Madrid que se han olvidado a su suerte, calles y calles en las que sólo se encuentran almacenes siniestros donde los chinos guardan toda esa porquería que producen y exportan, almacenes en tal cantidad que o bien el barrio de Cascorro distribuye a todo el resto del mundo o es que ya se comercia con Marte. Es de todo punto imposible justificar la acumulación de locales, al menos lo ha sido hasta ayer, cuando nos hemos enterado de que los chinos nos tomaban el pelo de lo lindo -ahora se dice "tomarle a uno el pelo como a un español"... Como otros, los chinos advirtieron muy pronto que España era una Jauja, un mundo sin ley, y no les faltaba razón -por si fuese poco, llegó hace unos años una ola de neoliberalismo que convenció a quienes todavía no lo estaban de la necesidad de sustituir la solidaridad por la lucha neodarwinista, y en ello estamos, a un paso del canibalismo. Pero nosotros seguíamos en Babia -instituciones negadas por su ineficacia, políticos de anacronismo decimonónico y discusiones sobre el estatus cultural del mundo de los toros. Eramos una presa perfecta.
Está en proceso de modificación -coño, de actualización- el Código Civil y ya se ha escuchado a algunos progres con megáfono lamentar su endurecimiento, especialmente al convertir en delito lo que hasta hace poco era sólo una falta, el pequeño robo continuado. Se nos ha dicho además que España tiene mayor población reclusa que Alemania, que tiene el doble de número de habitantes. A nadie le da por pensar, una vez más, en qué se diferencian España y Alemania, por qué allí, si son más, hay menos delincuentes, por qué allí les va en tantos aspectos mejor, pero se lamenta la suerte del pobre delincuente que se gana la vida en España, que si se aprueba la reforma del Código Civil tendrá que ponerse a trabajar de verdad. El pequeño robo continuado, en tanto que falta, ha permitido que España se llene de delincuentes búlgaros y rumanos, les ha permitido hacer del robo una industria tan poderosa que casi habría que legalizarla para obtener de ella un beneficio público, ay, si es que el robo no fuese algo inmoral. Yo he visto robos en Madrid cometidos por rumanos, ya no bajo las narices de la policía, sino dentro de sus mismas fosas nasales, y cuando he preguntado a los agentes si acaso no pensaban hacer nada, siempre he obtenido la misma respuesta: "es que no podemos hacerlo". Y eso es España, entre Jauja y Babia.
El mercado trajo a los chinos y el mercado tendrá que llevárselos: cada vez que compras en un comercio oriental estás hundiendo un poco más a tu país. Piénsalo de una vez. Compra siempre en tu barrio y hazlo en un comercio nacional, o dentro de poco no va a quedar para nosotros ni donde caernos muertos.


Yvs Jacob


N. B.: Decía Montesquieu (Lettres persanes), ya en los orígenes de la progresía, que la pena no disuade al delincuente, a propósito de la pena capital en Inglaterra. No puedo estar más de acuerdo, al delincuente lo disuade la persecución del delito. Uy, ¿será eso lo que nos diferencia de Alemania?

lunes, 15 de octubre de 2012

Las mayorías absolutas no son buenas (nota para votantes catalanes, gallegos y vascos)

La democracia en España, real o no, lo cierto es que no da ninguna tregua, y apenas se constata un error ya le llega el turno a otro. La democracia es así de juguetona, y tan pronto te atraganta con un Josemari que Josemari decide que se va, y lo mismo sucedió con la Espe, tanto tiempo jodiéndonos bien y no conseguimos quitarla de en medio por medios democráticos, echándola a urnazos, sino que fue ella la que se marchó. Se perdió entonces la oportunidad de dar una lección a los wannabe Espe, los aventureros de la política -muchas veces se habla de aleccionar al populacho, pero no menos debe ilustrarse a quienes pretenden gobernarlo, y la Espe nos salió tan burlona como simple.
He admitido en alguna ocasión que ya no quiero volver a votar, madrecita, no al menos hasta que se aclaren los límites o términos del poder, y sobre todo no hasta que el gobierno regional de turno de cualquier Comunidad Autónoma deje de actuar como contrapoder, o poder real, que vuelve absurdo cualquier otro que se pretenda por encima -un gobierno central-, anulado por el reparto de aquello que le corresponde con iniciativa y propiedad. Madrid, que ha sido siempre mi ciudad, se consume a la deriva, ya no puedo reconocerme en ella, convertida en monstruosidad, y la declaración de español la encuentro no menos ridícula. Así, yo ya no puedo votar, he sido excluido del mundo, y los españoles despiertan en mí la tristeza y la risa, un pueblo al que me incomoda pertenecer y que me expulsa. Han sido, no obstante, tantos años de convivencia que siento punzar una tímida obligación para con los españoles, aunque considere mi suerte por completo ajena a su destino lerdo. Me gustaría poner sobre aviso a los votantes que ejercerán el derecho de elección de sus gobernantes en las elecciones regionales respecto de lo nefastas que resultan las mayorías absolutas, en especial cuando ese concepto, el de mayoría absoluta, supera el mero utilitarismo democrático -la necesidad de un gobernante resuelta de manera pacífica en un escrutinio- para convertirse en ideología que vanagloria la posición única -"necesitamos ganar porque somos los únicos catalanes", "los únicos españoles", "los únicos vascos"... o los mejores de todos. Algo así hay que evitarlo a toda costa. Por otra parte, el PP, el partido de la mediocridad por excelencia, está dando una lección magistral en cuanto a lo que nunca debe hacerse, el modo como funciona (mal, y perfectamente bien) una mayoría absoluta -es muy peligroso dar la razón o el voto a quienes tienen una idea fabulosa y fabulada de la nación, es también muy peligroso darlo a quienes juzgan la pobreza un accidente, y no una consecuencia del reparto, y es sobre todo peligrosísimo darlo a un partido donde ambos juicios se confunden -así en CiU como en el PP. Cuando los ingleses se dieron el instrumento del parlamentarismo tuvieron en cuenta la necesidad de acordar los intereses de cada parte en su relación con los de las demás. Como algo así es muy difícil de realizar, la democracia ha reducido el Parlamento a un adorno de la solemnidad, mientras que por política se entiende la imposición de los intereses, o modo de entender la realidad, de una parte sobre las demás, y en alternancia, como dicen algunos. En España, tierra de simplificaciones, esto se cumple de manera implacable, y no extrañará que la ciudadanía, la antigua sociedad, haya cedido al desinterés y al desánimo.
Ya no volveré a hacer más comentarios a propósito de las elecciones en esta hoja, ya digo que lo que pueda suceder en la mal llamada política española no me interesa, pero si estuviese llamado a las urnas, esta vez sólo me movería el intento de anular cualquier mayoría absoluta. Que así sea.


Yvs Jacob

jueves, 11 de octubre de 2012

Mensajes nada subliminales de mi frutero

Tras haber seleccionado yo cuidadosamente cuatro manzanas del montón, el frutero, mientras las arroja dentro de una bolsa, me espeta, y sin venir a cuento, lo siguiente: "hoy hace muchísimo calor". Yo sonrío y me pregunto si debería hacerle saber que se anuncia un descenso de las temperaturas, pero él añade, sin dejar de sonreír: "no sé cuánto tiempo podré aguantar este calor". Malo, me digo para los adentros, muy malo. E insiste el frutero, que no sé por qué me ofrece tan desagrable información: "pues hoy he venido en pantalón corto". Tenía pensado llevarme también algunos plátanos, pero doy por zanjada la compra en la frutería. Me dirijo a la pollería, una nueva a la que ya guardo fidelidad, impresionado por la técnica de la pollera, que nunca me entrega una cajita sin mirarme uno a uno y muy bien los huevos, pero no hay nadie en el mostrador. Dudo, pero alguien me interpela; es el carnicero de enfrente: "ahora viene, ha ido al baño". Vaya, la pollera que me mira bien los huevos ha ido al baño, y yo ahí, esperando... No tiene mucho sentido que me quede, la verdad, y decido completar la compra con otros productos. Me pongo en marcha cuando caigo en la cuenta de que no llevo zanahorias, tan apresurado como ha sido el encuentro con el frutero. Como si no hubiese otro puesto en todo el mercado, me dirijo hacia el suyo. "He olvidado un par de zanahorias". El frutero sonríe, mete la mano en una caja y saca dos; luego me dice: "toma, éstas te las regalo yo". Al tender la mano y dar las gracias, reparo en que se depila, mejor, se afeita, las cejas. ¿Debería preocuparme?
Muchos años atrás, en otro mercado, llego al puesto de frutras y verduras con la exposición más atractiva de cuantas pudiese haber en todo el edificio; la tendera, mujer madura, o ya gallega o completando el proceso de rotunda galleguización, me suelta, sin un triste "hola", esta declaración: "hoy tengo un nabo muy rico". A ver si es que soy yo...


Tocomocho atribulado para Basuragurú

miércoles, 10 de octubre de 2012

Independentismo para principiantes

1. No todos los que dicen ser o pertenecer a un lugar lo son o lo hacen con pureza.
2. Pureza es identidad: sólo quienes reconocen la identidad son puros.
3. Identidad es diferencia: si reconoces la diferencia, eres puro, en caso contrario, ni eres ni perteneces a aquí; puedes estar aquí, sí, pero ni eres ni perteneces.
4. Los de aquí, los diferentes, los que somos, y los que somos puros, exigimos que se nos reconozca como tales por quienes pretenden que somos como ellos.
5. Ellos es una identidad necesaria para que nosotros seamos lo y los que somos, los puros. Ellos resulta de todo lo que no somos nosotros. Ellos es lo que nos impide ser nosotros mismos, y gracias a lo cual nosotros somos lo que somos.
6. Ellos no nos deja ser nosotros en tanto que nos niega el derecho a decidir.
7. Decidir es el acto que habría de resolver este problema, si vivir entre ellos o vivir sólo nosotros. Si el acto de decisión resuelve a favor de la unión con ellos, entonces debe repetirse tantas veces como sea necesario hasta que venza la otra opción.
8. La decisión no puede ser contraria a la identidad, no en vano la identidad es pureza, y los puros no podemos equivocarnos al respecto cuando queremos lo que queremos porque somos lo que somos. Si la decisión es contraria a nuestra voluntad, entonces cabe llamarla imposición de quienes no son de los nuestros.
9. Un proceso independentista será pacífico siempre que los puros digan . El No de los impuros no importa, puesto que aunque viven con nosotros carecen de derecho a decidir sobre lo que nosotros somos o no somos. Nosotros, sin embargo, sabemos perfectamente lo que son ellos: impuros, ciudadanos accidentales y en el error.
10. La historia sólo existe cuando es pura, protagonizada por los puros, sacralizada por su pureza. La historia de Catalunya se cerró en 1714 y espera al hombre-medicina que de nuevo la abra.


Yvs Jacob

martes, 9 de octubre de 2012

José Ignacio Wert impulsará el estudio del rajoyés en la escuela pública (también en Catalunya)

José Ignacio Wert, el ministro con la mirada más sensual de la joven democracia española, presentará un ambicioso programa de reformas educativas que tendrá por objetivo extender y consolidar el rajoyés, el idioma del futuro para el mundo de la (libre) empresa, de los negocios y de las relaciones humanas -"en el año 2016, todos dominaremos el idioma del presidente, o quizá no todos, pero muchos, o algunos, o casi la mayor parte de la población, o en un buen número, tal vez", habría declarado el ministro.
El rajoyés, un ejemplo práctico:
-Déme una barra de pan, ésta o aquélla, más blanca o más cocida, la grande o la pequeña, con puntos o sin ellos, recién hecha o descongelada, que pese mucho o poco, déme una barra de pan, o mejor, no me la dé, o sí, que seguro que acertará (Mariano Rajoy, presidente. Gobierno de España).
-A que se la doy... A que no se la doy... Que sí... Que no...


Tocomocho, para Basuragurú


[Y muy pronto en Basuragurú: Luis de Guindos sacará a Motilla del Palancar del euro ('la presión de los mercados se les está haciendo insostenible')].

lunes, 8 de octubre de 2012

Camp Nou, minuto 17:14

Como muchos nos temíamos, se puede convencer a la gente de cualquier cosa, o casi. Yo me apartaría de inmediato de un proceso sececionista que me exigiese, para mostrar mi grado de pureza y compromiso, la asistencia a un campo de fútbol y el grito, como respuesta a una orden precisa, de "independencia" - "conductismo", o algo así (¿fanatismo?), que lo llaman, y a mí, la verdad, me produce miedo, y mucho. Nos habían querido convencer algunos nacionalistas catalanes, como Josep Ramoneda, de que la independencia de cualquier territorio es posible siempre que se produzca de manera democrática. Pues vaya, que yo eso de una manera democrática no lo entiendo mucho, no entiendo en absoluto qué poder tiene una parte -la mitad más uno, se dice en democracia, sobre lo que otra parte es o no es, ¿española?, ¿catalana?-, y parece que estos bienintencionados nacionalistas confunden el mobiliario urbano, que sí puede imponerlo la mitad más uno, con la identidad, que no se resuelve jamás en democracia -se parece más a las hemorroides, a la religión, se padece en silencio. Y estos nacionalistas tan satisfechos, de los que cabe decir que naturalizan el terror con su ingenuidad, se presentan como un tipo más elevado de secesionista, el que rechaza el terrorismo, pero de una forma u otra, de un lado u otro, apenas se perciba que las posiciones no pueden progresar -yo digo que te quedas, dices que te vas-, el terror llegará. Estos buenos nacionalistas han querido convencernos de que yo y son absolutos, inequívocos, que hablan por todos, ¡maravillosa que es la democracia! Estos buenos nacionalistas, convencidos de que su mal es la unidad, convencidos de que padecen de un exceso de solidaridad -¡un exceso de solidaridad, Bach!-, no han reparado todavía en que quizá ha sido un absurdo modo de vida lo que ha conducido al desastre -CiU ya gobernó durante veinte años-, no les queda la menor duda sobre su destino fatal: un acontecimiento sucedido en 1714. ¡Joder, por qué no se habría inventado antes el fútbol!
Y no menos me ha llamado la atención que Iñaki (Gabilondo), maestro de periodistas, y a cuya ventana suelo asomarme para enterarme de lo mal que va el mundo, al menos esa insignificante parte, España, lo mal que está todo, como nos cuenta Iñaki (Gabilondo) cada mañana, no menos me ha llamado la atención la facilidad con que el maestro asume los procesos secesionistas abiertos o gangrenados de la piel de toro patatera, ese poético "si se quiere ir, se irá", como si los Reyes Católicos no hubiesen reunido Cortes en Barcelona, como si los casi trescientos años transcurridos desde 1714 fuesen nada más que una frontera, dos historias, la de España y la de Catalunya. Yo, la verdad, cuando Artur Mas hace de Joan Laporta, a la independencia le voy cogiendo mucho miedo.
Decía un sabio profesor en la universidad que si puede leerse en un libro de texto escolar que "Catalunya limita al Norte..." luego pasa lo que pasa, y tenía toda la razón. Yo creía que los catalanes eran otra cosa, pero tras el minuto 17:14, creo que son tan tontos ahí arriba como lo somos aquí abajo.


Yvs Jacob


[Y muy pronto en Basuragurú: "La pollera le mira los huevos a Tocomocho"].

miércoles, 3 de octubre de 2012

Y ahora, por el derecho de manifestación

Muchos recordarán aquel lema de campaña que dejó boquiabierto a Javier Arenas Bocanegra cuando, tras la victoria del PP en las elecciones generales de noviembre de 2011, se prolongaba la batalla para someter, ganado el gobierno central, a todas o casi todas las Comunidades Autónomas, lo que se dio a conocer como "el cambio". El cambio, como se ha visto después, es el paso de una muy mala situación a otra muchísimo peor, pero qué iban a esperar los españoles, que si de cuando en cuando ha salido alguno listo, son en general, en su grupo, bastante tontos y brutos. Le aconsejaron a Javier Arenas Bocanegra, porque en política nada se hace sin consejo, este lema "Y ahora, Andalucía", más propio de una rebelión militar, o alzamiento, que fija sus objetivos sobre el mapa, que para unas elecciones democráticas; aunque no extraña a nadie, porque en el PP sólo entienden la democracia como el instrumento que, reconocida la existencia de un único partido, esto es, una sola manera de ser del individuo -habría de usarse el término ciudadano, pero temo no se comprenda-, se valida y revalida sin solución de continuidad a sus líderes en la dirección de la sociedad -¿no suena esto un poco a totalitarismo? Como sólo existe una manera de expresarse la bondad en el hombre -por ejemplo, manifestarse cuando yo estoy en la oposición es bueno, si gobierno, malo, y da muy mala imagen-, andan en el PP a vueltas con la vieja educación por la fuerza, o lo que es igual, la letra con sangre entra, o lo que es igual, cuando veas la sangre de tu vecino correr por los palos de un antidisturbios, seguro que te quedas en casa la próxima vez, o lo que es igual, te harás de los buenos, la inmensa mayoría de la sociedad que no se manifiesta. Y es que no hay nada como no manifestarse cuando a uno le ponen la rodilla en el cuello, nada hay mejor que permanecer quieto, no se vaya a creer que el que te aplasta la tráquea y el esófago lo hace con gusto. En absoluto.
Muchos también recordarán cómo pasó España de ser gobernada por adolescentes guays -Fernández de la Vega siempre intentó estar a la altura de las circunstancias...- a caer bajo el control de un Ejecutivo de sólida formación, cuyos miembros se habían batido en todas las lides académicas y políticas posibles, y hasta en el mundo de la empresa -la industria armamentística, la no menos letal industria macroeconómica que ha elevado a Luis de Guindos a ministro, dicho en los más estrictos términos ascendísticos, y es verdad que hay otros -Ana Mato, José García-Margallo...- que no se sabe muy bien por qué los han llamado ni cuál se espera que sea su contribución. Pero lo importante aquí es que toda esta pandilla sabía mucho, y mucho de todo, y uno se queda perplejo cuando observa su sorpresa porque la gente se manifiesta. Tal vez incurra yo en interpretaciones abusivas de sus palabras -esa vileza que nos caracteriza a los que somos pobres y de izquierdas...-, pero al escuchar de nuevo el tintineo de la alcaldesa por accidente de Madrid, su queja por el alto índice de manifestabilidad de la capital, llama la atención que no se repare en los motivos, sino sólo en el malestar que la manifestación provoca, nunca en lo que provoca la manifestación. Esto es el PP en su más puro estilo: si un coche puede alcanzar una velocidad superior a 200 km/h, ¿por qué ir más despacio? Si tienes treinta años, nunca has cotizado a la Seguridad Social y tus padres ya se han jubilado, ¿a qué viene tanto escándalo?, ¿desgraciado, por qué te manifiestas, no ves que hay un Gobierno que trabaja para ti, que te ha conseguido en septiembre un montón de nuevos amiguitos, otros 80.000 parados más? En el PP nadie cae en la cuenta de la gravedad de la situación, nadie parece sospechar el brote de canibalismo que le aguarda a la sociedad española en unos años; al contrario, hay quien interpreta que el malestar ciudadano se debe a que no gusta el color con que se delimitan las zonas de aparcamiento. Y hay que joderse con los pobres de mierda, lo incómodos que son, coño, y lo que viven, los muy hijos de puta. Pues no aceptan los que tienen cuatro y seis casas que la vida es muy dura, ¡cómo le cuesta tanto al pobre de mierda aprender esa lección!
Y ahora van por el derecho de manifestación; están desmontando el mundo que había permitido a los pobres creer que eran ricos y ahora van por el derecho de manifestación, para que los pobres asuman de una vez que no hay pastel para todos. A mí el cartero ya me preguntó el otro día si vivía en el 2º izquierda, y al contestar yo "no", ni una palabra más, dijo él "es verdad, me había equivocado". Está pasando, amigos, esto que os cuento es verdad. ¡Mucho cuidado ahí fuera!


Yvs Jacob


[Y muy pronto en Basuragurú: "Eduardo Torres-Dulce protagonizará el western de José Luis Garci 'Allá en la parra' (el fiscal general del Estado habría insistido en realizar él mismo las acciones de mayor riesgo). ¡En la redacción ya estamos deseando que alguien suba una copia a la Red!].