domingo, 16 de enero de 2011

Murcia no es Arizona. El Partido Popular prueba su propia medicina... y no le gusta

En una sociedad democrática, esto es, en la forma de dominio del hombre sobre el hombre en la cual se establece y respeta el acuerdo de lograr el gobierno mediante la libre elección de los gobernantes, no caben los ajusticiamientos mafiosos a los cargos públicos, por muy lamentables, incompetentes e indeseables que sean los individuos al frente de cualesquiera funciones y actividades. Sucede, no obstante, que el Partido Popular no entiende por democracia lo mismo que la mayor parte de fuerzas políticas en España, porque para el Partido Popular es el modo por el cual el pueblo elige sólo a ese partido -lo democrático es que lo elijan a él-, y si el resultado de una elección da mayoría suficiente a otra fuerza, tal elección es ilegítima, y el triunfo de sus adversarios se debe al trabajo sucio del poder de la prensa, a la manipulación, que es un vicio de los medios de comunicación serviles a la izquierda y a los nacionalismos periféricos, y de ninguno más.
Como un día tras otro María Dolores de Cospedal, Cristóbal Montoro y Esteban González Pons salen a contar mentiras, a inventar monstruosidades en el ejercicio de la responsabilidad social que les corresponde como miembros destacados de una formación política que recibe el voto de millones de ciudadanos, y como los medios de comunicación que actúan como satélite y retransmisor del odio que rezuma el entorno de esa formación han perdido por completo, ya no sólo el juicio, sino cualquier ápice de humana dignidad, hay momentos en que el clima sociopolítico se hace en España por completo irrespirable. Cabría imaginar, pues, agresiones por parte de ardorosos ultraderechistas intolerantes y antidemócratas a personas de la izquierda, principalmente cargos públicos de perfil bajo, que ofrecen mayor facilidad para que se cebe un cobarde. Lo que ha pillado por sorpresa -¡y tanto!- ha sido que le aplicaran unos analgésicos nada menos que a un consejero del gobierno murciano -que yo sospecho lo macho que hay que ser para pegar a uno de Murcia, ese pueblo con alma de azadón... Al romperse la lógica de la realidad, me atrevo a afirmar, en contra de lo que ha dicho la insuperablemente odiosa señora De Cospedal, que no existe algo así como un "móvil político" en la agresión, sino que se trata de un ajuste de cuentas por alguna picardía del consejero, y que el bloque popular intenta rentabilizar de manera similar a como hizo "la Espe" en el "caso Hermann Tertsch" -presunto periodista se pone pedo y asegura ver hordas bolcheviques patrullando por el distrito Centro de Madrid.
Señora María Dolores de Cospedal: no tiene que esforzarse más por causarnos repugnancia a las almas sensibles y nobles, que asco no nos cabe ya; le decimos que Murcia no es Arizona, si bien nos gustaría que a más de uno y una les metiesen un cacto por ya sabe usted qué parte. El otro día quise sugerir a san José María Aznar que se comprase a una isla y se hiciese reconocer Dios por la zona; dígaselo por mí, y si acaso necesitase un buen montón de indios ingenuos, váyanse con él, usted misma y toda la tropa. No tema: nadie los necesita ni los echará de menos.


Yvs Jacob