sábado, 27 de marzo de 2010

De la Vega hace (por fin) política

Es que no puedo parar de reír.
Tiempo ya que no escribía de doña Rita Rita, política valenciana de ancho mundo y modelo de tan grandes cosas.
El sábado sí que fue un día grande para quienes ansiábamos que el PSOE entrase de nuevo (o por fin) en la política española, tan acostumbrados como nos tiene ya a una elegancia próxima a la manía aséptica. Desde los escándalos de corrupción que liquidaron la era González, el PSOE se impuso la psicosis del contagio, y no ha habido manera de que interviniera en nada, ni siquiera en aquello para lo cual ha sido votado. Pero algo -parece- ha cambiado.
La Vicepresidenta del Gobierno no atraviesa su mejor momento, aunque difícil precisar quién podría, dentro de la permanente situación psicopolítica española, sólo apta para desquiciados. Yo defiendo que la política, como la filosofía, debe ser violenta, debe responder con acción, ¡muera la compasión con el necio! ¡Viva el látigo instructor! Con enemigos que golpean sin piedad, los gestos de cordial diplomacia sólo excitan su perversa temeridad, su apetito de destrucción, y es mucho lo que está en juego.
De la Vega ha tenido un valor que muchos aguardábamos hace tiempo, una lanzada que ha atravesado a la alcaldesa de Valencia cual jabalí gritón. Ya iba siendo hora de que el PSOE empezase a gestionar de manera favorable el descaro de la fauna popular. Ya han superado lo intolerable el abuso continuo de la coz, a la que son adictos los populares, y la disciplina del rebuzno, escuela-taller del burro popular.
De la Vega, frugal expresión orgánica, ha tenido por fin el valor de hacer el vacío a la inmensa doña Rita, y qué gracioso su gesto, ¡qué dolor!, ¡qué daño!, en aquel silencio, ausencia de calor humano.
Confieso que me voy alejando impasible del socialismo cristiano "de la otra mejilla", del socialismo jovial, de su buen rollo, pero mi estómago es intolerante con la sintonía macabra en que se ha convertido el Partido Popular. Cuando se ofrece una cara tan dura, el golpe debe redoblar su fuerza.
Me alegro de que doña Rita metiese la pata delante del mundo entero, una nueva manifestación de la falta del sentido para lo oportuno de su formación política. No obstante, la protagonista de la hazaña ha sido María Teresa. Endeluego, ¡qué tablas tie' la jodía!


Yvs Jacob

miércoles, 24 de marzo de 2010

"El desencanto", de Jaime Chávarri

Debo confesar que uno nunca es lo bastante ignorante. No fue hasta hace muy poco que un gran amigo me habló de la existencia de una obra que ha operado en mí una transformación profunda. Estoy como enganchado a El desencanto, y creo que podría ver ese documento insuperable veinte veces seguidas o más. A lo largo de la reproducción, tuve que deternerlo casi continuamente, porque no daba crédito a tanta realidad como sucedía ante mis ojos. Confieso también no haber leído absolutamente nada de ninguno de los genios de la familia Panero. Conocía, eso sí, la residencia en el cielo de Leopoldo María, lo que se llama "institución médica", y en la cual situaba Chesterton una muestra de los que, en realidad, están fuera. Tal hecho no lo había valorado yo más allá del mito, pero ahora se me ha antojado un hallazgo imprescindible. De los tres hermanos, encontré a Michi el más perjudicado por el aura de la decadencia -¡joder, Michi daba miedo!-, pero aprecié que era Leopoldo María el más leído, y su tesis del loco de la familia como chivo expiatorio de los demás pertenece a David Cooper -The Death of the Family, 1970-, el fundador de la antipsiquiatría y con el que he reído a carcajadas. El discurso de Leopoldo María discurría siempre por un filo, a punto de caer en el vacío del significado, donde no se dicen más que palabras, pero estaba sin duda cuerdo, lo que ponía de manifiesto su insistencia en justificar que no era sino resultado de su pasado, algo incompatible con su pretendida aniquilación del "yo".
Pero nada era más entretenido que el diálogo enloquecido entre Juan Luis y Michi. No pude dejar de preguntarme si no estaría ante un dúo más interesante para la medicina que el sujeto Leopoldo María, cuyos males parecían evidentes. Juan Luis y Michi podrían haber encontrado trabajo, algo tan negado, según sus palabras, a su familia, como artistas especializados en el número del fratricidio en escena, sea por pistola, sea por puñales.
Me inquietó sobremanera el aparato fonador de los tres hermanos, y no menos la cantidad de mierda que Leopoldo María acumulaba entre las uñas -sin duda, otra subversión en relación con su padre, amado por el Régimen. ¿Cómo pudo producir la conjunción Panero-Blanc esas voces? Pero ¿en qué mundo vivían aquellos Panero? ¿Es Astorga una parte de la realidad?
En fin, la película no tiene desperdicio, y entre el basurero del cine español, he encontrado este hongo alucinógeno que espero el mundo sepa disfrutar.


Yvs Jacob

jueves, 18 de marzo de 2010

Pobrecito el niño Güemes

La dimisión de Juan José Güemes me ha descolocado. Con mi agudo sentido de la empatía hacia el universo "popular", de inmediato me he puesto en su lugar, me he imaginado lo que debe de ser, a su edad, y con tanta prole, ponerse a trabajar de verdad, una vez mamá Aguirre le cierra su ala y le muestra los zapatitos de tacón. Pobre Güemes, y lo digo con sentimiento y dolor, porque también yo me he tocado las pelotas durante años, aunque nadie haya venido nunca a ofrecerme la sinecura que oficializara la hazaña de vivir rascándome la bolada.
Así es la vida, dura para todos.
Yo me imagino que el niño Güemes oculta algo bajo la caspa, y seguramente ya le habrán ofrecido un puesto mejor remunerado por hacer lo mismo, esto es, nada, en fin, lo que todos, conservadores y progresistas, buscamos desde la cuna.
No obstante, la dimisión es un gesto que le honra: "si no hago nada aquí, lo mismo puedo hacer en otro lado". Ojalá otros muchos pensaran igual y abandonasen su silla frente al pastel: ¡yo mataría por unos bocados!


Yvs Jacob

miércoles, 17 de marzo de 2010

Osadía de un gitano filólogo

Hay que ir siempre con los ojos abiertos. El mundo ya no sabe reír, aunque quizá nunca supo hacerlo, y fuera de lo macabro, en ocasiones, descojonante, la risa brota de los singulares esfuerzos poéticos de algún que otro artista accidental. Yo encontré el mío esta mañana, un ángel de la filología oculto en el interior de un furgón para recoger chatarra.
El anuncio no tenía desperdicio: "Serrecoge chatarra". Es comprensible que no pudiera parar de reírme durante horas, porque este soberbio descendiente de Faraón había superado la prosaica falta ortográfica por omisión, a favor de la más barroca, sensacional y compleja: la adición, aristocrática, y ya en desuso.
Pensando como un gitano (primera): no sé de dónde habré sacado que "chatarra" se escribe con doble -r -y aquí llega la mayoría de edad del pensamiento, el proceso hipotético-deductivo cuya base es la comparación-, pero si tal es el caso -expresión de académica elegancia-, y así debe de ser, pues en "chatarra" suena mucho la -r, entonces el modo correcto de escribir "recoger" es "rrecoger", puesto que comparten sonoridad.
Pensando en gitano (observación nº 2): obsérvese que, en "chatarra", la -r (doble) está encerrada (expresión improbable, también tosca) por la vocal a. Quizá sea su condición de intervocálica (razonamiento filológico hiperbólico para un gitano no escolarizado) la que refuerza a la -r simple, de donde se deduce la necesidad de añadir una segunda -r, de modo que "chatarra" se diferencie de, digamos, "pera".
Pensando en gitano (conclusión): luego no cabe sino reunir el impersonal (sic) "se" con el verbo "recoger", a cuyo comienzo se añade otra -r -*rrecoger-, obligada por la intervocalidad de toda -r fuerte, sonora.
Quédate, Federico, con tu Romancero...


Yvs Jacob

lunes, 15 de marzo de 2010

A Gerardo Díaz Ferrán le vuelve a tocar la lotería

Desde luego, hay quien además de rico es afortunado.
A Gerado Díaz Ferrán le vuelve a sonreír la suerte; si la primera vez mostró al sector del transporte aéreo lo maravilloso que era viajar con Air Comet, ahora se debe a Seguros Mercurio el placer de comunicar el riesgo máximo de confiar en su asistencia.
Ignoro el modo como Díaz Ferrán ganó su fortuna, si la heredó o si fueron sucesivas remuneraciones de la fortuna las que le hicieron acreedor de la fama que ya le precede e identifica como inexpugnable empresario. En su The Theory of the Leisure Class, Thorstein Veblen advirtió que la fortuna heredada significa a los individuos con más honores que la proporcionada con el propio esfuerzo, y quizá sea más apropiado pensar que Díaz Ferrán heredó, porque su esfuerzo sólo está consiguiendo arruinar lo que toca, y hasta lo que no es suyo queda en peligro de muerte -véase si no su gestión al frente de la CEOE, lo provechosa que es, ya no sólo para perjudicar a los trabajadores, sino para beneficiar, ay, a sus colegas de la patronal.
Yo, que llevo varios años con la soga del desempleo -desgracia comprendida en parte por mi condición de intelectual en España-, nunca he tenido más iniciativa que la de abordar a las mujeres por la calle, pero si alguna vez me animara a montar un negocio con el singular espíritu de entretenerme y procurar la riqueza espiritual, cultural y económica de mi entorno, me afiliaría antes al sindicato de trabajadores que al de empresarios, sin duda, infinitamente más peligroso.


Yvs Jacob

domingo, 14 de marzo de 2010

¿Qué hacía Sorayita en el funeral de Miguel Delibes?

Una vez más, la derecha no respeta nada. Nuestros políticos españoles superan con cada una de sus acciones el listón siempre ascendente de su propia estupidez, y si en los asuntos que importan al pueblo manifiestan la mayor incompetencia, esto es, en tanto que representantes en quienes se ha delegado la capacidad de decisión y de actuación, en aquellos otros donde no se los ha elegido, tal es el caso de los triunfos particulares del deporte o de la cultura, asoman con la red de pescar subnormales sin ningún pudor, y nadie se atreve a desalojarlos del espacio que llenan de indignidad con su presencia. Así ha sucedido con Sorayita, que ignoro en nombre de qué ha acudido al funeral de un literato el cual, por lo demás, no era nada favorable al mundo del cacique, del patrono, del señorito, del que obtiene el Partido Popular su voto predilecto, aunque no mayoritario, que ése lo proporciona el pueblo supersticioso y fanático.
Comprendo que acudiese la Vicepresidenta De la Vega; de alguna manera, aunque roce lo impúdico, era necesaria una despedida institucional, ¿pero Sorayita? ¿El Partido Popular? ¿Acaso no ha leído ninguno de sus buitres la obra de Delibes? ¿Acaso no han percibido en ella cierta crítica a los valores de eso que los populares llaman España, y que no es sino barbarie y depredación? Pero nada les importa, nada les detiene a estos quebrantahuesos arrojadizos sobre cadáveres frescos como vampiros sedientos.
Tal vez no fuera Delibes el colmo del espíritu progresista, pero ha debido de confundir al Partido Popular su predilección por la caza, sin duda, un punto de común reconocimiento.
Sea dicho que esta confusión del político español respecto de su papel como representante no es privilegio del Partido Popular, al cual le compete la excelencia de buscar provecho en los escenarios más indecentes, eso sí. Se extiende a toda la clase política el abuso de la suma: recuérdese el batallón que acompañó al F. C. Barcelona en la final de la última Champions League, había más políticos allí que Boixos Nois.
¡Qué asco!


Yvs Jacob

jueves, 11 de marzo de 2010

"La Espe" nos quiere "amedentrar"

¡Ay, qué sabio Cristobalito!
"La Espe", sin ser filósofa, es un alarde de desobediencia civil. Es la suya una actitud casi revolucionaria, si no sonara demasiado a "rojo", y podría hasta parecer que se preocupa por el pueblo tonto al cual gobierna por tonta elección. Condesa consorte, quiere ser reina, y arroja al populacho pan y circo con el deseo de que la corone con el laurel de la democracia asesina. Así, como defiende los toros, se niega a admitir la subida del IVA aprobada por el Gobierno de la nación, medida recomendada desde Europa. Pero a "la Espe" nada le importa. Quienes le aconsejan para que siga adelante siempre con una nueva asnada, probablemente aspirantes a algún ministerio de los que regala la derecha según el criterio del disparate, le aconsejan en realidad que insulte a la inteligencia de los mismos que tendrán que votarla, pero esto no hace sino confirmar lo brutos que somos los madrileños, o muchos entre ellos, porque yo nací poeta.
A "la Espe" le han dicho que siga adelante, sin perder de vista la zanahoria que lleva a La Moncloa, y ahí la tenemos, imparable, a esta virtuosa, "la bien hablá".
Pero hasta que los burros la invistan como jefa suprema en el asno universo, conviene no perder de vista el daño que el boicot continuo a la política del Gobierno de la nación está haciendo a la Comunidad de Madrid. Habrá quien piense que las decisiones de "la Espe" son buenas para algo, habrá quien aplauda cada iniciativa suicida de las que emprende la Presidenta, pero revísense las condiciones en que se encuentra la Comunidad, obsérvese en qué medida colabora su administración para combatir el desempleo, que es el problema más agudo de la actualidad española, qué progreso ha aportado, qué beneficio, a la tan abandonada tierra de Madrid. Dígase claramente que ninguno.
¡Despierta, Madrid pollino! ¡La derecha (contra-)revolucionaria da todavía más miedo! ¡Pronto llegará el Terror!


Yvs Jacob

miércoles, 10 de marzo de 2010

Madrid opina, y yo me descojono

No puede haber ninguna duda: Telemadrid es un basurero. Hay dos periodistas en España cuya trayectoria, como suele decirse, muestra perfectamente el estado delirante en que vive la derecha española. Ernesto Sáenz de Buruaga y Alfredo Urdaci, quienes tal vez nunca fueron inspirados por el periodismo, sino víctimas de la propaganda, o ni siquiera, tal vez no más que bustos parlantes, han pasado de la intimidad con la factoría de la manipulación de masas, donde llegaron a sentirse personas importantes, ¡qué coño!, ¡genios de la información!, a meros fregones de peroles, pobres diablos empeñados, como José María Aznar, en redimirse con el único medio inadecuado: el odio (¡como si fuera de otros la culpa de su desgracia!).
He coincidido unos instantes con la emisión del programa "Madrid opina" y creo más oportuno rebautizarlo "Lo que Madrid debe opinar" o "Lo que se quiere que Madrid opine", cuando no "Lo que opinan unos cuantos en Madrid"... El programa, como el informativo que conduce la inquietante Samboal, al lado de la cual no debe de haber nadie que desee despertar, es una competición de dardos, de mojones, de zurullos, sin piedad, y da miedo pensar que, tras la derrota de Rodríguez Zapatero, vayamos a caer de nuevo en manos de los jefes de esos deportistas coleccionados por Telemadrid. Se encuentra entre ellos el gallardo Miguel Ángel Rodríguez -MAR conocido- y, como siempre, desinformado -¡qué trabajo le costará leer aunque sea El Mundo, porque no es lo mismo mentir que decir disparates de locuacidad! En una ocasión, no hace demasiado, lo vi en otra tertulia política soberbia, creo que dirigida por la credibilidad de alguien que anuncia el Actimel -¡altísimo periodismo!-, y allí dejó MAR un regalo de alfalfa triturada. Con mucha gravedad, habló: "pero es que ya estamos en doce millones de parados"... Alguien que sí había escuchado, y puede que hasta leído, las noticias le corrigió: "no doce millones, sino en una tasa del 12% de desempleo". (¡Como para equivocar ambos datos!) Así es MAR, tan jovial, tan ruidoso como el mar...
Pude entender que se trataba de clavar puñales en el corazón del Gobierno, aunque, en verdad, era a España a quien se azotaba. Llama poderosamente mi atención lo que entienden las mentes preclaras que sueltan el látigo por "periodismo". Me sorprende más incluso la agudísima percepción del periodismo de derechas: es absolutamente prodigioso el acierto con que tales individuos ven y juzgan la realidad, ya no son periodistas, son directamente ¡la hostia!
No, Sáenz de Buruaga, Madrid no opina, lo que sería saludable, Madrid delira en manos de unos enfermos.


Yvs Jacob

domingo, 7 de marzo de 2010

La salud indecente de los"provida"

Privilegio de vivir en Madrid es el contacto directo con la cocina de las virtudes de la singular España democrática. Dos semanas atrás acudí a la marcha de los sindicatos; en realidad, a la Puerta del Sol, cuando hablaban sus representantes. Hacía un día sindical, de lucha, con nubes que amenazaban y chubasqueros de tallas gigantes. Había un partido de fúbol a las 9 de la noche, y la sensibilidad sindical, tan aguda, no quiso negar a los trabajadores su merecido recogimiento, así que las proclamas se agotaron pronto para que comenzara la subasta de piropos al Gobierno, a Esperanza Aguirre y al gobernador del Banco de España. El público disciplinado escuchaba con atención, y sólo algún que otro izquierdista radical gritó "huelga general", pero fue rápidamente abucheado por quienes intentaban no dirigir la ira hacia el Presidente Rodríguez Zapatero -además, era un gordo descamisado con síntomas alcohólicos de anti-sistema, o mejor, de anti-anti-sistema. Por lo demás, sólo había en el lugar de encuentro obreros, gente normal y corriente que había salido de su trabajo y se había unido, y otros que, ya mayores, rememoraban los días valientes del sindicalismo, tan lejanos, tan improbables.
Ayer por la mañana me topé con una tímida multitud que venía de defender la vida con más agresividad que si defendiera la muerte. Eran los "provida", envueltos en un color rojo que recordaba mucho al empleado por los sindicatos para el material identificativo. No obstante, se trataba de individuos totalmente diferentes. Era domingo, lo que podría engañar sobre su elegancia, pero yo he paseado mucho por el Barrio de Salamanca, por Chamberí, y puedo afirmar que, a diario, la gente sana no viste de manera muy diferente. Algunos parecían salidos de misa y otros, a punto de ir a montar a caballo, tan magnífico era su aspecto... En la protesta sindical no había niños, pero muchos entre los "provida": familias completas, perfectas, con prole inmensa, españoles del futuro... Y sus pancartas, aunque de plástico, como las sindicales, más coquetas, pequeñas, para que las agitasen los vástagos rebosantes de moral y salud -cuando hay dinero, se piensa en todo.
Me impresionó el modo como las pancartas de mayor tamaño eran portadas cual banderas recogidas, y no arrojadas, como las del fiero sindicalista que olvida su suerte una vez el micrófono sentencia que el acto ha terminado. Los "provida" cuidan de sus lemas porque saben que volverán, mientras que el sindicalista, siempre accidental, espontáneo, se libra del peso de la protesta cuando lo vence el cansancio, y ni sabe por qué lucha ni si en otra ocasión se unirá.
Sí, qué sanos los "provida", qué tesón, qué envidia... ¡Ya los quisiéramos a nuestro lado en la lucha contra otras formas de muerte!


Yvs Jacob

viernes, 5 de marzo de 2010

Por qué estoy a favor de "los toros"

El debate sobre las corridas en Catalunya comenzó por una buena intención, pero se ve por los cuernos que nos va a dar una mejor clavada en el ano. En otra ocasión me declaré taurino a mi pesar, y ahora insisto. Ha intervenido "la Espe", el colmo del sentido de Estado español, por si acaso la cosa no se ponía fea por sí misma. La derecha española funciona así, cuando ve un fuego, corre por un bidón de gasolina: quiere asegurarse de que lo que sea que arde no vuelva a preocupar nunca más. La derecha española es manierista, conceptual, de difícil seducción, como todo aquello que requiere un pesado esfuerzo intelectual para su comprensión. El modo como "la Espe" quiere solucionar "el problema del toro" no es más que otro ejemplo del "por cojones": toros por cojones, esto es, cuando el Partido Popular interviene, entonces ya no se defiende a los toros por historia, se los defiende por cojones, y así de gordos.
Así las cosas, como dicen los académicos, si en Catalunya el asunto es más bien político, al intervenir Madrid se convierte en menos político que nada. No puede ser más claro: en Catalunya, ERC se ha concentrado en sólo un tipo de festejos taurinos -¡sospecha!-, y en Madrid, si el asunto fuera político, "la Espe" no tendría nada que hacer.
Como coincido con el Partido Popular en que los toros, tristemente, deben continuar, aquí en Madrid y en Catalunya, me he asustado. Para tranquilizarme, expongo la razón, no obstante, que me separa de esa buena gente popular. En comparación con los demás tipos de muerte que reciben los animales que sirven de alimento a la mayor parte de la población, hay en el toreo una suerte de lucha que abre al matador la posibilidad de morir, y ahí, con dificultad, brota la justicia. En Le fabuleux destin d'Amélie Poulin se dice de uno de los personajes que no encuentra nada más divertido que ver la cogida de un torero. La cosa puede tener su gracia, aunque macabra, pero se aprecia que el torero "se la está buscando". Ignoro las reglas de la fiesta -que algunos llaman "arte"-, pero propongo que al toro que coja torero se lo deje morir de viejo, que lo merece.
Por último, quiero de nuevo insistir acerca de un problema de forma en el modo como se conduce el Parlament. Al admitir a discusión una iniciativa popular, aunque se deje a los diputados la libre decisión, sin obedecer al bloque concreto, más democrático sería someter la cuestión a referéndum, auténtica fiesta de la soberanía, entonces hablaría de verdad el pueblo, y decidiría según la regla al uso: si ganas, ganas, y, si no, te dan por el culo.


Yvs Jacob

jueves, 4 de marzo de 2010

Wyndham Lewis en la Fundación Juan March

No obstante el hastío que me provocan los genios prolíficos, fui a ver la última concentración de obras exhibida en la Juan March. Soy un fanático del arte gratuito, y las fundaciones, sobre las que caben todo tipo de sospechas en cuanto a la intención de sus patronos, cumplen, a cambio de la generosa condescendencia del fisco, una función que ya la quisiera el Estado recaudador. En el ámbito del arte hay dos actitudes ridículas: tomar por obra de arte lo que no es y pagar por ver una exposición. El cuidado que un Estado pone en la gestión de la cultura para sus ciudadanos no se mide con la cantidad de actividades ni con la partida correspondiente dentro del presupuesto, sino en gestos tales como la gratuidad del acceso, sin que ello signifique convertir al diletante en una oveja dentro de un salón en el horario para pobres. Esto quiere decir que gozamos de muy poca cultura.
Lewis me agotó pronto -soy incapaz de contemplar más de diez obras con la atención estética que todas merecen-, pero el tiempo que duró el encantamiento, hasta que apareció el malestar de la saturación, lo disfruté. Aparte de su genio, favoreció a la exposición la intimidad en que me encontraba -apenas dos o tres espíritus inquietos más-. No había grupos de señoras ansiosas por merendar en el bingo; tampoco estudiantes confundidos por la verborrea de un profesor senil ni eruditos impertinentes vociferando el privilegio de su inteligencia; sólo paz.
Como en todas las exposiciones, siempre hay alguien que pregunta quién es el pintor en cuestión, aunque el texto escrito en la pared ocupe dos metros cuadrados, y ese aspecto reafirma en mí la convicción de que es un abuso hacer que el público pague por algo que olvidará unos minutos después de sacudirse los pies en la alfombra.
Nunca desearía para el pueblo español la ambición insana que caracteriza al inglés, pero es obligado adoptar de cada sitio lo mejor, y el acceso gratuito a los museos en Londres se ajusta al principio democrático que es la libertad de perjudicar a todo y a todos. Jorge Semprún -Federico Sánchez- registró en el segundo volumen de sus memorias el lamento de la reina Isabel II al visitar el Museo del Prado, cuyas telas parecen en mejor estado que las que cuelgan en la National Gallery, pero al menos cualquiera puede entrar allí para ver lo mal que están sus cuadros. En los museos de Londres, hasta la urna blindada que recoge las donaciones recuerda a una obra de arte, quizá porque el arte no es hoy más que un montón de dinero que convierte a las obras en trozos de mierda, y un museo serio y democrático como el Prado, en lugar de imitar la cafetería de aeropuerto que ha traído de diosabedónde, haría mejor en abrir sus puertas al aliento de quienes no podemos permitirnos una visita en el horario menos contaminado.
Somos tan pobres...


Yvs Jacob

lunes, 1 de marzo de 2010

Yvs Jacob, "negro" de José Bono

Desde que he conocido que el Presidente del Congreso redacta sus memorias, me he sentido llamado a intervernir a su favor para limar aquellos sonidos ásperos que pudieran traicionar su prosa escrita, esos roces velares que lo han convertido en un cómico desternillante y que podrían asomar en el intenso curso de la conciencia de un hombre ocupado. La empresa promete diversión, porque gracia no le falta a don José, y no sólo por el verbo atropellado, pues es Bono muy creativo, como todos los hombres barrocos.
La memoria es desde hace mucho tiempo uno de mis géneros favoritos; he leído tantas... Y si yo fuera alguien interesante... Mientras tanto, sueño con escribir las de alguna folclórica envenenada, tan fascinante como encuentro el mundo de los amoríos lorquianos; una que estuviese enamorada de algún torero, aunque tampoco me importaría si la maltratasen un narcotraficante o un príncipe de Arabia, por darle al drama un aire de actualidad.
Pero trabajar para el Presidente del Congreso supera mis expectativas. Ya he pensado en todo. En el caso de que José Bono no estuviera conforme con el modo como recuerda su vida, me atrevo a sugerirle interesantes episodios ficticios de mi cosecha que maquillen la insipidez del mundo de provincias: una relación extramarital con alguna actriz guapetona de Hollywood o la militancia en algún equipo de fútbol con solera... Todo es posible -trabajo fotográfico manipulado incluido.
Puedo anunciar imágenes impactantes que acompañarán al texto del próximo best-seller de la editorial Planeta: José Bono con el pelo rasta, José Bono arrojando al fuego un crucifijo, José Bono pellizcando en el culete a Angela Merkel...
La vamos a liar parda.


Yvs Jacob