martes, 29 de septiembre de 2009

Joan Ridao, ¿qué dirás tú de la libertad?

Joan Ridao, te escuché decir que 'Cataluña debe ganar espacios de libertad', en referencia a la gestión autonómica de los aeropuertos, y se me ha presentado repentina la mezquindad de tu nacionalismo. Mi abuela contaba unas historias terribles donde 'los grises' repartían el pan duro y le dejaban al afortunado los huesos para el cocido, y parece que sufres un trastorno que llamaré 'presencia de lo no vivido', por no emplear el término paranoia, que después de leer al padre de la anti-psiquiatría, David Cooper, es más adecuado para referir la cordura de quienes saben vivir en su propio mundo.
Pero me pregunto si esta percepción mía del nacionalismo de ERC como de un embrollo infantil no asalta con claridad a sus mismos defensores, y me pregunto si alguna vez en la soledad de su meditación el militante de ERC no habrá visto la luz atrapada en la fantasía igual que si un elefante fuera a caerle encima.
Detesto la democracia tanto como la no-democracia porque en ellas siempre gobiernan los enanos. ERC expone su proyecto como una lenta pero definitiva conquista, y condiciona su apoyo al Gobierno de la nación -o del Estado-, del cual espera que le ayude a despejar el camino de Cataluña para despegarla del mapa de España. ERC se cree entonces importante; ERC piensa entonces que la voluntad de sus votantes es suficiente para conducir la historia de millones de personas que no tienen nada que decir, al margen de las gestiones realizadas por sus representantes políticos.
Joan Ridao: Thomas de Quincey se divertía comentando un ejemplo que pretendía explicar la moral kantiana. Si llega alguien con una pistola en busca de tu madre y te pregunta dónde está, un kantiano no podría negar que conoce su escondite, aunque el dictado de su razón supusiese la pérdida de su santa matrona. Por mi parte, me encuentro más cómodo con una moral auténticamente humana: si -y sólo si- alguien te agrede, devuélvele la hostia.
Anda y que te parta un rayo, Joan Ridao.


Yvs Jacob

lunes, 28 de septiembre de 2009

Jim Jarmusch en la Filmoteca Española

Yo estuve allí; yo lo vi todo. Jim Jarmusch es un tipo alto con pelo blanco y la cara contraída de otro mamífero superior. Parece 'buena gente', la verdad, y sus películas son divagaciones poco ambiciosas, semejantes al puro entretenimiento de su autor, más que rodadas para la exhibición ante un público numeroso. Lo acompañaba al estreno alguien que no sé quién es, que se parecía mucho a él, que no se separaba de él, y que debía de ser el mismo Jarmusch en su juventud. No soporto a las personas cuyo empeño es ser otra persona que tienen siempre delante; no lo comprendo, en fin...
El público se había convocado por sus propios medios, y ya a las 2 de la tarde se dispuso la cabeza de la cola humana ante la taquilla -que abría a las 4.15 pm- con sillas y utensilios para el almuerzo. Quizá lo más atractivo de esa hora fue la enorme paella que se cocinaba en el Pasaje Doré. Nunca lo hubiera creído, y por más que la examiné, no me convencí de ello: ¡les estaba saliendo buena!
Regresé después, a la hora del café, y ¡menuda sorpresa! Jim Jarmusch estaba allí, nada menos que Jim Jarmusch. Parecía, sobre todo, americano, y si algo hacen bien los americanos, es serlo. Le faltaba una guitarra Gretsch colgando, pero deben de ser la hostia de incómodas para ir por la calle o mear en los bares. 
Donde hay famoso extranjero, no falta pelota español. Y algunos aparecieron. Yo daba sorbitos a mi té cuando apareció Pedro, esto es, PEDRO. Pedro me cae bien; lo encuentro poco formado, sobre todo cuando habla de política en la televisión o en la radio, pero entiendo que no sea su ámbito -hay pocos transexuales en los partidos españoles, no son todavía una minoría considerable que necesite protección democrática-. Por lo demás, la escasa formación de la intelligentsia española es una nota siempre distintiva de nuestro universo cultural aceporrado. 
No tardó en hacer su presencia Ray Loriga. No puedo deciros qué hacía Loriga allí; es siempre algo que me he preguntado: ¿qué hace exactamente Loriga? Pero lo más bochornoso estaba por llegar. 
Las entradas se agotaron pronto, y toda la fauna jarmuschesca se concentró frente a la pequeña oficina donde se refugia el vigilante de seguridad de la Filmoteca a comer pipas. ¡Vaya por Dios! ¡Tanta cultura y no hay entradas para todos! Las protestas se radicalizaron, y la gente empezó a agolparse como si una entrada fuera el mismísimo pase a los Cielos, ¡una entrada gratis para ver una película de Jarmusch! 
Jarmusch, por su parte, vivía ajeno en el callejón, como los buenos toreros, donde lo refugiaban Pedro y Loriga, quizá compartiendo con él algunas consultas poéticas que sólo quienes han vivido en el East Village neoyorquino pueden formular. No estoy preparado para ese 'subidón'.
Alguien de la Filmoteca empezó a improvisar entradas; las manos levantadas, los cuerpos como burbujas ascendentes y el espectáculo. Como quien reparte golosinas, el san Pedro improvisado iba soltando aquí y allá una muestra de su graciosa voluntad de Cielo, y los jarmuschianos retrasados lo seguían suplicantes: '¡a mí, a mí, a mí... !". Hubo afortunados.
Yo no participé, pero me cayó un resfriado.


Yvs Jacob

viernes, 25 de septiembre de 2009

Las hijas del Presidente

He quedado espeluznado después de tener unos viajes psicodélicos en la Red. La portada de dos medios ejemplares dentro del periodismo puro -El Mundo y ABC- con la familia del Presidente del Gobierno junto al matrimonio Obama ha desatado pasiones que ya no pueden llamarse 'bajas', pues apenas se distancian del fango de la moral, y tras documentarme en varios foros y blogs sobre cómo ser un despreciable canalla, he sentido, ya no frío, sino miedo, un miedo que sólo imagino parecido al de un viajero que llegara a una tribu caníbal. El hijoputismo se ha intensificado desde que a la opinión se le ha abierto la vía de la generosidad virtual, y el problema de la humanidad ha desarrollado una nueva especialización: de la superpoblación del planeta a la superproducción de la mala conciencia. Voy a poner un poco de orden en este asunto.
Parece que al Presidente le han quedado las hijas como una talla hecha por un Peter Paul Rubens ciego, pero hay una diferencia entre criticar al Presidente del Gobierno por el modo como le afecta su gestión a quien critica y lapidarlo por el hecho de que sus hijas estén como dos peponas, según algunos conceptos de la belleza femenina. No me puedo sumar a esta falta de respeto para con dos seres inocentes, ni mucho menos acepto la coartada que ha servido a El Mundo y al diario ABC para arrojar a los leones a su adversario político.
Por otra parte, debo añadir que una cosa es que Barack Obama nos parezca un tío de puta madre y otra, bien diferente, que porque sea negro tengamos que humillarlo asistiendo a un encuentro vestidos como una Buffy Cazavampiros cebada con embutidos de León. No tengo que defender al Presidente, pero admiro la libertad con que permite que sus hijas cometan sus propios errores, ¡y tan jóvenes!
No obstante, quizá alguien dentro del equipo de protocolo, bien por parte de La Moncloa o ya en The White House, debería haber cuidado de que algunos detalles -propios del vestuario- no se interpretaran como una ofensa, a un lado y a otro del Atlántico.
El suceso que tantos culos ha partido durante el día de hoy merece todavía otro análisis. El País publicaba esta mañana un documento que vincula de facto al Partido Popular con 'la trama Gürtel' mediante una posible financiación ilegal. Esto significa, como sospechaba gran parte de la ciudadanía, que los trajes del President Camps no estaban limpios, aun cuando costaran mucho. Pero la noticia nació condenada al competir con el instinto de los españoles, y los medios de la derecha en España saben perfectamente cómo alimentar a ese animal.
La conclusión de todo esto es la siguiente: somos un pueblo grotesco, nos merecemos la manipulación de todos los poderes que nos devoran el alma y ningún gobierno nos va a rescatar del corral donde nos revolcamos.
Anda y que os parta un rayo, cernícalos.


Yvs Jacob

jueves, 24 de septiembre de 2009

Soraya Sáenz de Santamaría: a gritos se entiende mejor

Cuando concluyó aquel monumento a la oscuridad que fue el felipismo, los españoles iniciamos la era de la 'política chorra'. No sólo nuestro Presidente hacía el gilipollas hablando en chicano, lo cual nunca conseguiré comprender, sino que se demostró entonces que todo incompetente bien arrimado podía gozar de su tiempo de gloria, y desfilaron por el Consejo de Ministros seres variopintos que despertaron en el ciudadano la sospecha de que un buen peinado te abre más puertas que un tercer grado expedido por la Harvard University.
Como la razón no abunda en seres ni en manifestaciones, una sola vez le fue dado a José María Aznar el imperativo de cambiar de ambiciones, y fue así que decidió no presentarse como candidato para un tercer mandato, aunque sea lo que fuera aquello que apeteció al sentirse demasiado bueno para el gobierno de España, sólo se sabe que aún no lo ha conseguido.
Y llegó José Luis Rodríguez Zapatero. Hay que admitir que le sale todo mal, la verdad, y que es un orador de esos que convierte el arte de hablar con elocuencia en un dictado para esquizofrénicos, porque hay que ver lo mucho que se equivoca, lo mal que lee y lo fatal que pronuncia el condenao. Pero, en fin, tampoco fue elegido para que declamara en el Congreso el Cantar de Mío Cid en cada sesión de control. Para eso, cierto, parece más adecuado Mariano Rajoy, que cualquier día se presenta, además de con su refranero ya habitual y aprendido de Francisco Álvarez-Cascos, con lanza y adarga, y con un tomo plomizo de Marcelino Menéndez Pelayo. ¡Qué hombres aquellos tan hombres de cuando había hombres españoles! ¡Cago en diez!
Todo el mundo sabe que el Congreso es un edificio que no puede faltar en una democracia que aparenta serlo. Por sus primeros asientos han caído nuevos culos con Rodríguez Zapatero, y la ciudadanía ha podido ver, por ejemplo, que la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega debió de pasar demasiado tiempo encerrada en algún cuarto empollando para jueza sin mirarse en el espejo, y que después, cuando se ha arrepentido de su descuido, se ha empeñado, descontrolada, en rejuvenecer; y días ha tenido de locura que ni Ágatha Ruiz de la Prada la hubiera deseado tan mal en su catálogo.
En la bancada de enfrente no chilla la ropa; lo hace Soraya Sáenz de Santamaría. Sorayita -la voy a llamar así- tiene, como se dice en España, 'mucho genio', aunque quizá ella lo tome por 'ironía'. ¡Ay, esta derecha sutil! Tiene, además, ese estilo de las monjas mandonas de colegio estirado, por lo que no habla: ella regaña. Me descojono siempre que la veo y me pregunto: ¿por qué coño grita en el Congreso? Y ella dirá que por la seriedad de los asuntos que afectan a los españoles. Pero no deben de ser tan serios, porque un español, un español de esos como Dios mandaba antes, sus asuntos serios los resuelve a hostias. Yo creo que eso será en el tercer momento de la 'política chorra'. Y ya va tardando...


Yvs Jacob

martes, 22 de septiembre de 2009

¿Moción de censura... o democracia basura?

Depende de cómo se mire. Para unos, la moción de censura es el modo como un pueblo se defiende de sus propios errores; esto es, lo único a lo que se atreve cuando la historia le ha hecho perder las agallas. Para otros, la moción de censura es un asalto al propio sistema democrático, o lo que es igual: cuando eliges mal, te jodes hasta el final. En el primer caso, hay unos que dan por el culo; en el segundo, te dan por el culo y te dan bien. Parece lo mismo, pero no lo es. Creo que fue Camilo José Cela...
Para el PSOE, en este caso, un tránsfuga es un bendito que ha visto la luz, aunque tarde, 'y un demócrata santón que nos cede Benidorm'. Y para el Partido Popular, un tránsfuga es lo que siempre es un tránsfuga: un hijo de puta, y si además te hace perder la alcaldía de Benidorm, entonces es un hijo de puta muy cabrón. Así están las cosas.
Para el ciudadano, la palabra 'transfuga' es bastante jodida porque no queda nada claro a qué se refiere. ¿Qué añade el prefijo 'trans' al nombre 'fuga'? Pero, claro, eso requiere saber qué es un prefijo, y entonces se iniciaría una investigación para la cual la ciudadanía no está entrenada, todo culpa de la perra política, que no hace más que complicar las cosas.
Queda, además, prestar cierta atención a la expresión 'moción de censura'. La censura, todo el mundo sabe lo que es: donde había una teta, ya no la hay, y si apuntaba un chochillo, ponemos un barco. Su propio arte lo tiene, la verdad. Lo que no se comprende para nada es lo de 'moción', pero tampoco importa, porque de lo que se trata es de que 'han cambiao el gobierno -o de arcarde, que también se puede decir-', y donde gobernaban unos, lo hacen ahora otros. En fin, lo de siempre.
Ahora que han sido desalojados los verbeneros, buena falta le hace a ese municipio un equipo de demoliciones y hasta una sala de torturas después de todo el daño que nos ha hecho su paraíso discotequero. Me da a mí que no va a haber cojones...


Yvs Jacob

lunes, 21 de septiembre de 2009

Dragolandia. ¡Jájaja!

El ego de Fernando Sánchez Dragó estrena formato de exhibición. ¡Qué gracia tiene el jodío y qué ingenio! Ya sólo el nombre que le ha puesto al programa me ha dado una sacudida que ni la lectura de las Metamorfosis de Ovidio en latín. 'Dragolandia' la palabra, que seguro fue parida durante un orgasmo, instante que, según decía el divertido Contra el método de Paul Feyerabend, hay que reivindicar como benefactor de la creación científica y poética. Seguro que fue así. Seguro que Sánchez Dragó ha pensado en Dragolandia como 'mundo Dragó', y me deja 'de boca aperta' este animal de conocimiento, este atlante onanista, insaciable lector, maestro de opinadores, epifanía del fanfarrón.
No me importa que exista un 'mundo Dragó'; es sólo otro de los muchos mundos con los que hay que convivir, pero sí me preocupa que haya una ventana a ese mundo en la televisión pública. Los telepredicadores son bien admitidos -y deseados- en otras frecuencias, precisamente en aquellas que diseñan su programación considerando la dirección de su mensaje. Pero debe de ser que Telemadrid yace profundamente bajo su propio fango y ya ni siquiera hace esfuerzos para salir. Su definición como 'televisión propaganda' requiere dedicación intensiva por parte de sus telepredicadores, y la verdad es que despuntan allí muy bien todos los capullos.
'Mundo Dragó' arrancó -como se dice en los media- con una alabanza al buen telespectador. Mal asunto. Esta suerte de 'prólogo para alemanes' es un engaño de la razón perversa, una astucia. El telepredicador que sepa emplearla, buen telepredicador será. Y así pasa. Pero hay dulces que provocan náuseas. La escenificación de la muerte -por asesinato con herramientas- de la telebasura y el número de circo pobre con las ovejas y el asno debieron parecer seductores en la fantasía del 'mundo Dragó' -orgía de intelectualidad bruta- y todavía permanecer 'realizables' en el guión de su programa. Sin embargo, el telespectador bendito es algo más que una hucha donde depositar la mierda, pero a Telemadrid no le preocupa más que hincharle la panza con lo primero que se le ocurra. Pretendía Sánchez Dragó convencernos esta vez de que no es lo mismo ingerir mierda clase A en un programa de pedorros y pedorras que hacer lo propio -clase B- en Dragolandia, que al igual que sucede con los demás programas de Telemadrid sólo ansía demoler el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Pretendía Sánchez Dragó hacernos creer que no es lo mismo lanzar a la audiencia un pedazo de carne cruda para que la muerda que abrirle la boca con un embudo para introducirle unos bolos ya bien mascaditos.
'Mundo Dragó', ¿no te das cuenta? Si espantas a los borregos, ¿qué van a comer los lobos?
¡Ay, dios de los judíos, mátanos a todos!


Yvs Jacob

jueves, 17 de septiembre de 2009

La noche en blanco, y todos los tontos danzando

Antes, cuando Madrid era una ciudad provinciana, no cabían en ella acontecimientos tan modernos como La noche en blanco. Cocaína siempre ha habido, y tampoco han faltado porreros inmersos en su propia nube. Siempre los habrá. Desde hace unos años se celebra esta noche que algunos llaman 'cultural', y otros, 'del gilipollas'. Confieso que he participado, sobre todo porque disfruto paseando y porque, donde hay gente, hay espectáculo. He visto gilipollas a las puertas de los museos y de cualquier edificio que abría las suyas con la gratuidad cultural que defendía Immanuel Kant; colaboración desinteresada, oportunidad para la ilustración de los paupérrimos espíritus madrileños y para su libre curiosidad, que parecen reservar hasta la fecha. Esta actitud, la de acudir a la noche de la cultura como a la llamada de una oferta de supermercado, me desconcierta. Uno puede emborracharse una noche cualquiera, y la desesperante contemplación de obras de arte con angustioso acompañamiento de humanos, vulgar hacinamiento ovejero en los receptáculos del onanismo, lo es todavía más cuando el diletantismo se arroja a las calles en masa y exige lo que obvia 364 días -o noches- al año: cultura.
Por lo demás, las actividades culturales reguladas me deprimen, y soy sinceramente favorable a la espontaneidad creativa del hombre 'neutro', que diría Jean-Jacques. Propongo, pues, queridos amigos, que no cedáis a la tentación de la baronesa Thyssen, que no cogáis un resfriado en el MNCARS, que no esperéis bajo la columnata de la Bolsa ni hagáis nada de eso que no haríais en un día normal con placer. En lugar de este civismo embotellado, prefiero que os consideréis por una noche artífices de vuestra propia vida, y que empleéis vuestra imaginación en la producción de arte. Sólo me decidiré a presentar algunas sugerencias que en ningún caso deben ser tomadas como propuestas definitivas.
Los episodios de la Pasión de Cristo superan a cualquier otro motivo representado en la historia del arte. Atrévete a componer tu propio espectáculo sangriento. Sería muy bonito presenciar en vivo una crucifixión. Ya tienes un público masivo, sólo tienes que buscar a tu víctima. Adelántate a la Navidad; la proliferación de reproducciones con las peripecias cristianas entonces afectará a tu originalidad y podrías quedar como un vulgar advenedizo sin gusto. Asegúrate de mortificar a tu rehén ejemplarizante con severidad bajo la tetilla: pocas cosas perjudican tanto al arte como la indecisión de su artífice.
Sé que podrías animarte a la danza entre fluidos sódicos. La meada callejera es siempre inferior a la repoblación forestal sobre una base de granito, cemento u hormigón. Atrévete a plantar tus propios pinos, y si la fiebre de la creatividad aumenta, imita a nuestros primitivos hombres modernos; un mural de manos, escenas de caza y hasta orgías... Arte es coprofagia: cómete tu parte.
Multiculturalismo canalla. Si tienes claro cuál es tu etnia, busca individuos de otra y apaléalos con tus amigos. Variaciones sobre el tema: naciones, equipos de fúlbol, religiones, partidos políticos, vecinos...
En fin. Existen muchas y variadas maneras de disfrutar de una noche en blanco sin necesidad de hacer cola. Siente la libertad del artista e imita a tu propia naturaleza. Porque tú lo vales...


Yvs Jacob

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Belén Esteban y la madre que los parió a todos

La convulsión emocional que vive la siempre hiperestésica sociedad española me ha arrojado frente al televisor con el deseo de comprender qué cojones estaba sucediendo exactamente y qué se podía hacer al respecto, siempre presente la meta de una solución generosa. La investigación me ha desinteresado de inmediato, no merecía la pena, y he preferido difundir estos memorabilia; tan elegantes, apasionados, bellos recuerdos en mi voz, Basuragurú.
Te recuerdo, Jorge Javier Vázquez, te recuerdo, sí, fue una tarde en la FNAC de Callao, yo subía en la escalera mecánica que nos devolvía a la superficie desde la antesala del infierno electrónico. Tu cargabas con algún juguete recién adquirido y portaba yo una mala hostia propia de los abuelos. Recuerdo que quise estamparte dos buenos porrazos con el libro que llevaba bajo el brazo, porque la literatura es un arma eficaz en las manos adecuadas; dos buenos porrazos y decirte, además, cuatro verdades: sinvergüenza, sinvergüenza, sinvergüenza y sinvergüenza. Recuerdo que quise arrojarte, patearte el trasero, pero al verte sin gafas, tan pequeño y monstruo como eres, sentí la compasión, maldita compasión de un dios, y permití que huyeras dentro de esos pantalones donde es milagro que quepa un micropene. Por otra parte, el incidente se hubiera interpretado como agresión homófoba contrariamente a lo que debía de ser: acción anti-pedorros.
Pero como soy el madrileño más inquieto tras Alberto Ruiz-Gallardón por las noches, en las que acosa a su esposa entre arrumacos y envites, presa de un incontrolable síndrome de paternidad compulsiva, he recorrido la ciudad siempre en busca de aventuras. Así fue que una mañaza negra me topé con María Patiño, periodista, cerca de la calle de Juan Bravo. A la Patiño no hay manera de arreglarle la cara ni en televisión. Calzaba unas chanclas tercermundistas y esparcía ese glamour tan suyo, entre charca y supermercado. Con la mirada recorrí el trayecto de la Patiño hacia una tiendecita de barrio. Debo decir que fue bien celebrada. ¡Qué fantasía se apoderó de mí, que la reducía con un cepo gigante -o no tan grande- que la oprimiera por la mitad, hasta que reventaran sus venas!
Soñador, siempre he sido un soñador de mundos buenos...
Pero ninguna de mis delirantes construcciones supera la exquisita fluidez del verbo en boca de Belén Esteban. He reído, he reído hasta llorar, hasta sufrir en los músculos abdominales. Una gota de tu elixir:
-Lydia, he estado aquí oyéndote escuchar...
La madre que os parió a todos.


Yvs Jacob

martes, 15 de septiembre de 2009

¿De verdad eres tan bruto, Joan Laporta?

Joan Laporta: no, nadie puede vivir dentro de un Estado porque Estado no significa 'país' o 'nación'. El Estado, incluso en sus interpretaciones más objetivas, activas y antropomórficas, no es nada, esto o lo otro, aquí o allí, sino que es pura formalidad. Si hubieses leído a L. Wittgenstein (si hubieras pensando alguna vez sobre el asunto que tanto combates), habrías comprendido que el Estado se muestra cuando se hace la vida de los hombres, pero él mismo no aparece por ningún sitio. Luego, no, Joan Laporta, vivir en un Estado es sólo propio de quienes viven fuera del mundo, como la mentira, quizá, y no en la tierra. Joan Laporta: la tierra es nación. Joan Laporta: tu tierra es tu nación. Bravo. Y algo más. Nación refiere tanto a 'territorio' como a 'habitantes'. El Estado no tiene habitantes: el Estado tiene reglas, leyes, formas...
Joan Laporta: el equivalente a 'nación catalana' no es 'Madrid como división administrativa dentro del Estado español'. Joan Laporta: lo que tú llamas nación es, desde la perspectiva del Estado, una 'división administrativa' más; el Estado regula el modo de gobierno en cada 'división administrativa', es su marco legal. Cada división administrativa puede considerarse a sí misma como le plazca, pero no cambiará por ello su condición administrativa, no pasará de ser una división a un Estado independiente con sólo reconocerse como nación. El truco es muy malo, Joan Laporta, muy simplón.
Joan Laporta: lo que tú llamas nación se resume en cultura, lengua e historia.
Joan Laporta: lo que tú entiendes por 'historia de Cataluña' no tiene sentido si consideras de modo paralelo otra 'historia de España'. Joan Laporta: España, lo que tú llamas 'Estado español', no tiene otra historia que la historia de los pueblos que integran la unidad hoy llamada España. Sé que no lo has entendido. Ni el Estado español tiene historia ni España tiene una historia al margen de la historia catalana. Piensa en ello y contempla todas las posibilidades en la dependencia de la historia de España respecto de la historia de Cataluña. El término España, tras las diferentes modificaciones fonéticas que le han precedido, refiere a una extensión territorial, y no a un ente soñado que se desarrollara limitando con Cataluña. Joan Laporta: Cataluña es una región dentro de lo que en la antigüedad se llamó Hispania, es decir, extensión de la Península Ibérica. Sé que cuesta creerlo.
Joan Laporta: dentro de la extensión España, a la cual no se puede atribuir ningún carácter nacional en la antigüedad en la cual ya existíais, según parece, los catalanes, varias regiones se configuraron y desarrollaron, ninguna de ellas denominada España, porque España no era entonces ni un Estado ni una nación ni un reino. España era, en todo caso, una superficie referida por un nombre, así de sencillo, pero nada más.
Joan Laporta: lo tú entiendes por 'cultura catalana' sólo es comparable con la 'cultura gallega', la 'cultura vasca'... ¿Existe una cultura española? Sólo en la medida en que exista una cultura francesa, alemana, italiana... Reducciones pedagógicas para amantes del prejuicio, perspectivas angustiosas, oprimidas por sí mismas.
Cierto, Joan Laporta: Cataluña tiene una lengua propia. ¡Como para fallar ésa!
Joan Laporta: las regiones de la Península Ibérica se relacionaron de modos diversos en el pasado, a veces guerreaban y otras acordaban evitar la guerra. La región conocida como Cataluña, tu nación, ha contribuido a la historia de España tanto como el Reino de Valencia o el Reino de Aragón, regiones del actual Reino de España -para ti, Estado español-. La historia de Cataluña no se independizó de la suerte de España en ningún momento de la Historia (con mayúscula). Lo que se ha ido construyendo como 'gran nación' a partir de los Reyes Católicos es equivalente al nacimiento de otras naciones-Estado en Occidente. Lo que reclamáis con odio los catalanes nunca ha tenido lugar dentro del mundo moderno, cuando cada nación-Estado se enfrentaba a todas las demás. La historia no puede corregirse, Joan Laporta, la historia sólo sucede.
El deseo de una parte de la población de Cataluña de instaurar una república independiente no toma en consideración a la historia, aunque se apoye en ella. Cataluña mira desde sus fueros hacia atrás, pero no los trescientos años desde ese momento hacia adelante.
Éste es el mundo que tenemos, Joan Laporta, y Cataluña, o lo que es igual, la historia de tu tierra, de tu nación, está entrelazada con la de cada región española de un modo tan definitivo que solicitar su independencia despierta la compasión propia de un desvalido.
Los catalanes amantes de la violencia os refugiáis en la democracia para abrir la herida de vuestra ficción; todo lo hacéis mal: a vuestra locura sólo responden otros locos, Joan Laporta.
Anda y que te parta un rayo, Joan Laporta.


Yvs Jacob

domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Hasta cuándo podremos soportar 'la tensión catalanista'?

Me cuesta creer que la inteligencia de la que carece el ciudadano medio español, su ignorancia plena sobre los asuntos públicos y su viciosa superstición en defensa de un modo de vida que sólo ha sido rico en atraso se superen con la mera declaración de 'nacionalismo'. Me cuesta creer que los denominados 'nacionalistas' sean individuos tan bien formados en la historia nacional como para desear el independentismo que se justifica, según juzgan, en las nada satisfactorias relaciones con España, como si fuera ésta un agente externo y circunstancial y su pueblo, cada pueblo en particular, una posibilidad humillada, amenazada con su desaparición. Me cuesta creer, además, que sea ese agente el culpable de la miseria cultural, económica y espiritual de un lugar, cualquiera, que se reclama como propio hoy, cuando tiene, precisamente, un carácter nacional y una gestión autosuficiente contemplada en leyes razonables. Me cuesta creer que la situación actual de los pueblos de España sea tan nefasta, tan opresiva, tan letal para la supervivencia de su cultura, y me cuesta aún más que la ciudadanía, siempre torpe, sea tan sensible sólo tres décadas después del franquismo, cuando el sentido común se ha impuesto y rige a favor del respeto de la singularidad en armonía con el entendimiento necesario para que continúe la convivencia pacífica, la única meta humana. Todo esto me cuesta creerlo, porque con un pueblo así, con una sociedad como ésa, tan inquieta, tan despabilada, tan consciente de su mayoría de edad, de su sabiduría, España no sería hoy la tierra baldía que se lamenta desde el nacionalismo, y también fuera de esa ideología. Si España hubiera contado antes con tan impecables razonadores, ni hubiera perdido el dominio del mar ni sus colonias, jamás habría consentido la colección de monarcas bobos que hizo de los españoles lo que son, ni hubiera celebrado una guerra que la devolvió al medioevo del cual se pretendía rescatarla con la Segunda República. No, toda esa ilustración me hace sospechar.
Me cuesta creer que el pedigrí humano se concentre, me cuesta creer que esa aristocracia brote con tanta espontaneidad, y me cuesta admitir que, si de verdad existe esa sabiduría, sea el independentismo la dirección adecuada; más parece lo contrario.
Me cuesta creer que el disciplinado nacionalista lo sea en la idea de nación, más bien que en la ingestión de un veneno que no beneficiará a nadie. El nacionalismo es una conducta ejemplar en tiempos de opresión, pero un lujo en democracia. En democracia se cuida a las minorías en tanto que forman parte del todo, pero no se mina al todo, no se lo sacrifica, porque si la vida de pocos importa, más importante es la vida de muchos, de todos. Esto no lo quiere entender el nacionalista.
La democracia ha resultado el modo peligroso como los nacionalistas han traicionado el bello ideal de la paz con una insaciabilidad que enferma aquello a lo que se aproxima. Pero el error de los nacionalistas hoy es insistir en aquello sobre lo cual no planea ninguna amenaza: la diferencia. Es imposible convocar a la masa, en la era del atrofiado bienestar avanzado, sin apelar a algo que la conmueva víctima de una convulsión. El argumento nacionalista 'nosotros no somos parte de ellos' expresa con éxito el único deseo vivo hoy en cada uno de los hombres: el apetito de aniquiliación de los demás. Los líderes nacionalistas, con cada proclama sobre su dolor irreal, encienden el corazón de la bestia humana al tiempo que debilitan al hombre. Por eso el milagro de la ciudadanía nacionalista no pertenece a la realidad, nunca ha habido tantos 'chicos listos' en la clase. Es imposible. El nacionalismo es una ideología de negatividad, por mucho que se presente como positiva; es una ideología violenta, aunque anhele una paz idílica para su tierra, en la que se aguarda un amanecer que llegará tan pronto como se levante el pie del opresor. Pero el opresor no existe. La democracia, tan defectuosa siempre, respeta el deseo de los pueblos de hacerse mal a sí mismos. Un pueblo puede legislar desafortunadamente, incumplir sus propias leyes libres e imponerse las creencias que pondrían en peligro la vida de sus ciudadanos.
Los catalanistas están jugando con algo cuya suerte no sabemos si podrá controlarse. La radicalización de la derecha, paralela siempre a la velocidad del nacionalismo, es igual de peligrosa. A las manifestaciones independentistas se responderá con otras españolistas, y es cuestión de esperar que la violencia se intensifique y progrese donde la política se ha mostrado, más que ineficaz, un enemigo de la paz. En ambos casos -independentismo y españolismo- hay mucho más que perder y no que ganar. Josep-Lluís Carod-Rovira ha dicho en alguna ocasión que Cataluña no merece la vida de ninguna persona. Es un lema sobre el que sí merece, sin embargo, reflexionar.


Yvs Jacob

miércoles, 9 de septiembre de 2009

El Mundo y la bella tradición estalinista

Hace años que sospecho que Pedro J. Ramírez será algún día académico de la RAE. La cosa no puede ser más sencilla. La acomodación de Juan L. Cebrián se compensó con la presencia de Luis M. Ansón, y esto significa que la Academia funciona como un organismo, pero aunque su ideal para la supervivencia es el equilibrio, un organismo aloja y desarrolla formas que cooperan en su autodestrucción, porque difícil explicación se encuentra para el desequilibrio introducido por los microbióticos titanes Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte.
La Academia mima dos reglas: ningún mérito positivo basta para ser admitido en el claustro del saber; nunca entrarás sin amigos. No le faltan a Pedro J., aunque quizá gane una poltrona de la sabiduría por la pluma.
Una noche, hace ya algún tiempo, me debatía entre el placer y la tortura. Siempre será ésta más fuerte, la perversión, que, como decía Sigmund Freud, promete un exceso de placer que no se encuentra en la convención dominante. Abandoné el libro que por entonces me ocupaba para concentrarme en el odio que me despierta F. Sánchez Dragó, una noche que había invitado a Pedro J. Ramírez a ayudarle en la elegante tarea de construir el pensamiento de las malas personas, aquellas de las que huye la confianza. La maestría con que Sánchez Dragó resbala su lengua por los traseros pocas veces se ha visto en televisión. Al contar además con el megáfono que es toda emisión televisiva, Sánchez Dragó es el mensaje mismo, como lo es también el medio. Sánchez Dragó actúa, cierto, con finísima profesionalidad: ofrece a su audiencia aquello para lo cual ha sido contratado. A veces, claro, la ideología necesita buena vaselina y otras, como se dice en el deporte, el punto no quiere entrar.
Recuerdo el programa al cual fue invitada la académica Carmen Iglesias. Se trataba en aquella ocasión de convencer a la audiencia madrileña de que la Guerra de la Independencia contra Francia había sido un alzamiento nacional, patriótico, consciente. El tema es siempre delicado, porque Sánchez Dragó pretendía vincular ese episodio con la idea de nación propia de la derecha española -todos iguales por cojones-, pero Carmen Iglesias, que a diferencia de su contertulio sabe conservar la dignidad, incluso si su manera de entender el mundo puede pasar por antigua, sacó el capote y le dio a la vaquilla de Sánchez Dragó unos pases que me tenían descojonado vivo de lo mal que le estaba saliendo a Telemadrid la lección de aleccionar.
Pero la cosa con Pedro J. Ramírez salió mejor. Pedro J. entendió que bastaba con hablar de él mismo, porque de su boca-pensamiento se ilustra una parte importante de la población española, y nada más eficaz que hacer de esa boca-pensamiento presencia, testimonio en carne y hueso, llagas abiertas y hasta la cruz -véase el programa con su esposa, la naïve visceral Ághata-. De las muchas eyaculaciones que aquella noche le dio a Pedro J., yo he conservado su nada vanidosa aceptación del arte de la escritura. Decía el amigo Pedro que era sin duda el mejor escritor-periodista español. Con detalle, dijo que no sólo escribía muy bien, sino que lo hacía mucho mejor que los demás. Bien.
La agencia de noticias Reuters está estudiando la manipulación de imágenes suministradas a El Mundo. Desde que es posible fotografiar ha deseado el artista enriquecer la obra. El Mundo, el libro del mormón liberal-conservador, se ha destacado sin embargo como adelantado discípulo de las estrategias de opresión de la izquierda radical. Por un lado, construye las noticias, y lo hace además con sensibilidad por las cosas pequeñas, por si llegaran alguna vez a ser reales los hechos nunca sucedidos de los cuales informa -serial todavía inconcluso de los atentados del 11-M-; pero, además, emplea los medios de la tecnología actual para fabricar la realidad, o corregirla, adaptarla a lo que sobre ella se piensa decir. ¡Artista!
Al final va a resultar que es El Mundo el diario de los diletantes, y quienes nos negábamos a jugar a la complicidad en el esfuerzo de construir la auténtica historia -esfuerzo propio, en realidad, de todos los totalitarismos, en la derecha y en la izquierda- merecemos el decrépito socialismo, la condena de las bestias.


Yvs Jacob

Maneras de morir

El mundo es un infierno. Este infierno de mierda es sin embargo lo único-hasta-ahora-conocido. Entre lo hasta-ahora-conocido y lo no-conocido-(de-momento) hay extraños lazos, algunos débiles, como la creencia, y otros físicos, sólidos, como el Papa. La gira de la gran estrella de la canción sacra por los países africanos fue rica en anécdotas. Un par de ellas. Por un lado, el Santo Padre creó la confusión ya habitual cuando se tiene la tentación, no de interpretar a Dios, sino de serlo. Entonces salió mal parado el preservativo. Del preservativo sólo puede sentenciarse ácidamente su fealdad: el preservativo es feo, joder, está hecho de algo muy raro, la hostia, y no parece apto para nada que pueda hacer un ser humano que haya leído a Marcel Proust. Lo peor, no obstante, no fue que el Papa desaprobara el 'estrujapichas-resbalachochos', sino las fatigas que padeció el pueblo africano que acudió a ver los impecables dorados y granas que luce el Santo Padre como 'ropa de obra'. La presencia de un ser humano tan excepcional en Angola causó la muerte de dos fieles tras mediar una avalancha de enfebrecidos entusiastas católicos. ¡Qué caprichosos son todos los dioses! ¡Qué deliciosos! ¡Qué macabros!
Anduve pensando días después en el hecho con esa proclama tan elegante de don Feredico Trillo en defensa de la bonhomía castellana: ¡manda cojones morir aplastado por culpa del Papa!
Y pasó el tiempo sin que me atreviera a dejar palabra del destino fatal de los premiados, aunque pesimista, lóbrego, desconfiado. Manda cojones que no muera nadie en un concierto de Madonna, de Bruce Springsteen, de U2... Y tal vez me equivoque, pero el auténtico destino sólo pueda estar en manos de los dioses de verdad, y no en las de duendecillos pop.
Nada más deseable para casi todos los humanos que desvanecerse en la cama, de viejos y durante el sueño. La paz así concebida ha sido amenazada recientemente por una posibilidad dentro de lo inopinado: la suicida catalana. Manda cojones. Los seres humanos son siempre tan creativos... A veces se piensa que la muerte es una gran obra. Esta observación la encuentro empalagosa cuando la aprueba el snob, el amante de lo falso. Se me ha presentado impecable, sin embargo, al ejecutarse un acto tan libre como la caída y otro siempre fascinante como es el impacto. Lo corriente en la calle es la pelea rastrera, la mortificación animal con absoluto desconocimiento de las reglas pugilísticas, de su elegancia, y sin ningún sentido del duelo entre caballeros. El resultado no puede ser más que fealdad. La catalana que se precipita, ahora bien, el peatón inadvertido, ausente de su peligro, corrigen la mala baba de la divinidad, tan tosca, y adornan la escena con un no sé qué poético que tardará en volverse a mostrar. Pero, ¡ojo!, le puede pasar a cualquiera.


Yvs Jacob

martes, 8 de septiembre de 2009

La 'pijoborroka'

Que los gitanos españoles llegaran a las manos, las navajas y los palos con los senegales en alguno de esos agujeros en el sistema de la cultura que abundan en Occidente fue una noticia que apareció en los medios como tantas otras que se emplean para el relleno: sin análisis. Sin embargo, el intento de asalto de una comisaría en Pozuelo de Alarcón por parte de una escuadra de pijos desbocados ha incitado a la inteligencia nacional a revisar los valores del ocio en las sociedades post-industriales, y rápidamente se ha alimentado el mundo virtual del pensamiento con sesudas cagaleras apocalípticas. Basta componer el genial término 'pijoborroka' en el recuadro de la suerte de Google para cerciorarse de que el pensamiento no puede romper la dirección impuesta por la estrategia elemental de la mente que es la homogeneización.
Yo no estuve allí, pero me lo han contado. Volaron los frascos de Chanel, volaron también los Rolex. Algunos miembros de las fuerzas de seguridad abandonaron sus bastones de mando reglamentarios para abrazar con ansia las mercancías vertidas en un acto social, reivindicativo, altamente idieológico, hartos como estaban de llevarse a casa los artículos falsificados que arrebatan a los inmigrantes ilegales en audaces redadas callejeras. La 'pijoborroka', movimiento improvisado en sus primeros instantes, pero constituido solidamente apenas comenzado y aceptado dentro de la amplísima familia marxista, se radicalizó tan pronto como los aparatos electrónicos de última generación adquiridos para pasar el verano se presentaron ya agotados; entonces, como el buen cristiano que aparta de sí el lujo, la 'pijoborroca' se desnudó, 'fuera de mí, tecnología intempestiva', y otra vez la policía recibió una lluvia navideña de generosidad no fingida.
Todo grupo estimulado por un motivo auténtico cuenta en su interior con elementos puros. Así, alguien propuso que había que prender fuego a los valores, los iconos y las instituciones opresivas, y la 'pijoborroca' amontonó los preciados vínculos materiales de antaño. Uno a uno, los actores de la 'pijoborroka' se desprendieron de un tesoro que hasta 'la noche de los pijos rotos' había sido empleado como amuleto tribal, distintivo social y seña de identidad exclusiva. Las pulseras con la bandera de España, cientos y cientos de ellas, ardían, y la 'pijoborroka' danzó alrededor de la soberbia hoguera; y moría España otra noche más, muerta esta vez por los hijos de los hijos de quienes la habían matado antes.
El preambulo del fuego animó a las hordas, recién descubierta la izquierda, al asalto. Pero ya no quedaban testimonios materiales de civilización con los que hacer frente a los agentes. Algunos pijos, ardientes de compromiso, se ofrecieron como arietes:
-¡Tíosh, tíosh, tiradme!
-Tío, estás tonto.
Y cuando ya los agentes habían dispuesto en cuartos de alta seguridad su botín, rearmados, se repartieron las hostias, lo cual obligó a la 'pijoborroka' a dispersarse y buscar, cada hermano como pudiera, a su proveedor habitual de cocaína.
Todavía habrá hoy quien salga en defensa de los cachorros de la derecha para hacernos ver a los pobres que es gracias a los esfuerzos de los de siempre que el país va a salir adelante, considerando que las compras que habrán de afrontar las familias de Pozuelo tras la batucada inyectarán en el mercado un buen dinerito. ¡Como para subirles ahora los impuestos!


Yvs Jacob

lunes, 7 de septiembre de 2009

Iris Murdoch y la novela fallida

No sólo los españoles escriben mala literatura. El hecho de que el idioma inglés desplazara al francés como lengua de cultura extendió a cualquier viviente afectado por la razón la posibilidad de publicar un librito en la lengua rica en vocales que se habla con la mandíbula rígida. Pero antes de que el inglés pasara al dominio público de las esperanzas 'globalización de la cultura', antes de que cualquiera pudiera escribir un mal libro en inglés, los nativos de los países de lengua anglosajona ya se asomaban a la cima de la literatura con obras de pésima calidad. Under the Net fue publicada en 1954; la primera novela de Murdoch, y para la crítica, la mejor.
Henry Miller publicó en 1934 Trópico de cáncer. Siempre tomo esta fecha como referencia cuando leo una obra publicada (y escrita) en años posteriores. Me hago la siguiente pregunta si la obra en cuestión comienza a apestar: ¿cómo pudo publicarse algo así después de Trópico de cáncer? Este procedimiento crítico es injusto, aunque no me corresponde la culpa por emplearlo. La literatura no se debe exclusivamente a los autores: también los editores son responsables de tanta mierda.
Under the Net es una novela primeriza. Todas las novelas 'tempranas' presentan los mismos errores: personajes demasiado implicados en las reflexiones de su narrador-autor, discusiones intelectuales que ruborizan al lector por su pedagogía ligera y sus conclusiones inequívocas, situaciones cómicas nada divertidas y esfuerzos de poesía que terminan por accionar la batidora orgánica. En el caso de una escritora británica -aunque nacida irlandesa- educada en Londres, la obra puede incluir además algunas frases divertidas, ingeniosas, al gusto local, de las que se repiten a la hora del té y en otras formas de la hipocresía como uso social. Un caso ejemplar es el conocido pensamiento de su protagonista: 'the substance of my life is a private conversation with myself', una joyita solipsista de la que ha echado mano Woody Allen, si mal no recuerdo.
Iris Murdoch escribe un obra lamentable que es sin embargo bien recibida en los cánones del arte de la palabra escrita que juzgan el bien y el mal. Su personaje principal es un autor que vive de su trabajo como traductor; está enamorado de una actriz de teatro y le han robado un guión que un productor norteamericano podría convertir en gran éxito cinematográfico. Historias como ésta deberían evitarse. Es imposible que una obra así merezca el recuerdo de la literatura. Estoy agotado de las novelas cuyo protagonista es un autor, periodista o intelectual; agotado de las historias de detectives, agentes especiales y narcotraficantes; agotado de los doctores, de los profesores de instituto y universidad... ¡Tanta cultura y tanta hostia! ¡Quema de libros!
Tantas novelas mal escritas en español me han debilitado y apenas me entretengo ante los estantes de basura narrativa nacional. Pero nunca he dudado de que el éxito de la literatura anglosajona es un ingrediente más o menos activo del imperialismo publicitario. La literatura, el cine y la música aprovechan el aura creada por la fascinación extranjera sobre una lengua que pertenece a los dos últimos imperios, el británico -económico- y el americano -cultural-. Hace falta algo más que un público torpe para que la obra sea buena.
Kurt Vonnegut que estás en los cielos...


Yvs Jacob

El misterio de las clases medias en España

Temblaban en Cataluña y temblaban también en Madrid quienes siembran y recogen almas en las confusamente llamadas 'clases medias'. Por parte de CiU, se recordó al Gobierno de España la existencia de un acuerdo político (?) que comprometía a la Administración central a no atropellar a las clases medias con impuestos más altos; y en Madrid, el Partido Popular salió en defensa de sí mismo, es decir, pataleó contra la iniciativa de buscar una solución a la crisis económica, en su versión española, se entiende. Es siempre una sorpresa que el Partido Popular obtenga tantos votos en las elecciones generales, y lo es que se presente ahora como defensor de las clases medias, concepto ambiguo, versátil, político. Si sólo pertenecieran sus votantes a estas últimas, entonces no tendría el Partido Popular ninguna opción de gobierno fuera de las fortalezas residenciales para pijos en las zonas más selectas del territorio español. Pero lo cierto es que sus votos se aproximan y superan a la otra formación política que sí se nutre de un estrato económico más homogéneo. Luego el Partido Popular llega al corazón de muchos españoles cuyo salario no permite incluirlos en la denominación 'clase media'. El concepto 'clase media' como categoría socioeconómica en España no se libra de los caprichos de la ilusión, igual que sucede a cualquier otro con el que se pretenda percibir una realidad sin verla. La preocupación de los partidos despiadadamente burgueses y clasistas por las clases medias se aprecia de otra manera si se toma en consideración la ayuda que el Estado gestiona para las personas desempleadas y sin expectativas envidiables. Es posible que muchos de los que ahora alborotan las oficinas del INEM para formalizar la prestación de apenas 400€ hayan votado al Partido Popular en las últimas y múltiples elecciones de las que disfrutan los españoles una vez parió la democracia en esta tierra singular, siempre seca y tan huraña; y es posible que no hayan votado siquiera. No obstante, nadie ha salido en defensa de ellos, salvo el Gobierno. El Partido Popular anda más preocupado por el gasto público, donde se incluyen las inversiones en infraestructuras, y por lo que pueda arrebatarles el Estado (socialista) a sus votantes más exquisitos. Si el Gobierno acepta subir los impuestos a las rentas anuales superiores a 50.000€, podría hablarse de un misterio acerca de la naturaleza de las clases medias: ¿cuándo pasa uno de ser trabajador a ser 'rico'? ¿Con 60.000 ó con 30.000€?
España ha cultivado con esmero la confusión, sea cual sea el ámbito de estudio. Su población se cuenta entre las más confundidas de Occidente. España no tiene una sociedad del bienestar, sino una sociedad que es víctima de esa ilusión; el hecho de que los trabajadores puedan adquirir hoy más cosas que antes no los aupado a una clase más alta, aunque cambien de vehículo y de residencia y apetezcan con idéntica agudeza todo lo absurdo y lo disfruten sin placer. Las clases medias comienzan muy por encima del salario que ganaban quienes hoy están sin empleo y ofrecieron su voto a unos pescuezos alargados que los miran con desprecio.
Al Partido Popular le preocupa saber cuánto dinero les va a costar a sus votantes 'ricos' ayudar a la gran parte de la población que ha perjudicado su futuro por envidiar a esa facción que nunca sale perdiendo, la misma que para sobrevivir necesita que los pobres empleen su tiempo en el trabajo y en el consumo. El disparate español ha conducido a muchos individuos a auparse por sí mismos en el pasado, a identificar de modo incoherente su situación económica con la representación política equivocada. De nuevo, sólo el dato que debe observarse con detenimiento, la irrisoria cantidad con que el Estado puede auxiliar a las familias improductivas: 400€, es una medida real de la pobreza -o riqueza- de una sociedad.


Yvs Jacob

viernes, 4 de septiembre de 2009

Espido Freire, ¡huuuhuuu!

¡Pues vaya! ¡Qué cosas tiene la literatura!
Espido Freire está molesta. Parece ser que tiene ideas para acabar con el terrorismo patriota vasco; y el Estado español, como en Euzkadi se llama a España, ¿sabrá aprovechar esa nueva arma con la eficacia que ha mostrado la alianza con Francia -Estado francés, se entiende-?
Las ideas de la Freire se las ha parido Roberto Saviano, que como todo el mundo sabe es un italiano famoso por no jugar al fútbol. Dice Saviano que ETA hace cosas malas. ¡Pues vaya! Dice que trafica con la cocaííínaaa, que se asemeja a una organización mafiosa y que nada tiene que ver con la ideología política de la que se sirve en la justificación de su existencia. ¡Pues vaya cuántas cosas ha aprendido la Freire de eso que ha dicho el Saviano! Y resulta entonces que ETA tiene engañados a los vascos y a los españoles, por cuanto unos y otros piensan que los terroristas luchan en nombre de Aránzazu, y nos enteramos unos y otros ahora de que la banda la forman, ya no unos espíritus inspirados por algún misterio que sólo puede compartirse toscamente -matando-, sino unos colegas que no saben muy bien lo que hacen cuando se 'pillan un pedo' y se les va la mano. ¡Qué cosas!
Pues todo esto nos lo informa la Freire tras unas lecciones magistrales que ha impartido Saviano en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, y ahora se comprende por qué la llaman 'universidad de verano'.
A mí hace pensar esta baladronada literaria en el machote Basagoiti, que con su estilo de macarra estibador dijo hace unos días que 'a alguien le tenía que caer un buen paquete' por haber dejado a una terrorista en libertad gracias a un traspapelado burocrático que ni siquiera ha sido culpa del Estado español, sino producido en Francia, la nación del 'bon sens'.
Nunca terminaremos de apreciar el valor que muestran nuestros escritores; si ya creíamos que hacían falta dos buenas pelotas para escribir las peripecias de Alatriste, ¡mira por dónde contamos ahora con una hada lista! Y por cierto, ¡qué mona está con su nuevo peinado! ¡Hasta parece vasca!


Yvs Jacob