miércoles, 8 de julio de 2009

Valencia está que arde

Hoy quiero hablar un poco de doña Rita Barberá. Hay que ver el porrazo que se ha dado la tal Rita; y Rita, Rita, lo que se da... Lo malo, en realidad, es lo que se le ha quitado, llámese inteligencia, sentido común... Se ha quedado más vacía que un 'ninot', y para unas fallas, y con tanta materia pobre, debe arder de gusto la Rita y tal.
Aquí la doña, una política excepcional, con ese estómago que tiene, piensa que la ciudadanía se compone de borregos petarderos, ¡cómo nos toman el pelo una vez más estos seres humanos tan maravillosos que dirigen el Partido Popular! Valencia, vamos a ver, vamos a ver, es una tierra extraña. Allí la gente celebra vete a saber el qué arrojando petardos. Pero la Rita... Yo creo que se fuma más de uno, cargadito de marihuana, y se infla después a chocolate. Además, la Rita habla raro, coño, habla cojonudamente raro. Es capaz de unir la expresión 'vive Dios' con 'son caras las anchoas'. Si yo perteneciera a la Iglesia católica española, ya habría enviado a Miss Coloretes, el padre Martínez Camino, a aplicarle a la Rita unos castigos de esos que superan hasta los temblores del dios de los judíos. ¡Qué dios aquel! ¡Qué cojones le echaba! Tanto se ha perdido...
La ciudadanía no-petardera valenciana debe entregarse a reflexionar hacia dónde nos lleva todo lo que está sucediendo. No se trata de resolver la trama, sino de romper definitivamente con el palurdismo en la política española. Por el momento, yo no aprecio la solución. De un lado, el político-torero español; de otro, el público que jalea con su ignorancia bendita.
No nos lo merecemos.


Yvs Jacob