jueves, 20 de mayo de 2010

Este verano se lleva la teta subida

El verano ya está aquí, y la teta, prisionera del frío, quiere salir. El pezoncito se ha encaramado a lo alto del sujetador, a punto de arrojarse, precipitarse, ¡qué digo!, a punto de ser proyectado, y a poco que el viandante no esté atento, el pezoncito le atravesará vaya usted a saber qué parte.
Cada verano tengo la impresión de que llega más travieso que el anterior. El verano anterior, el elemento determinante fue el tirante fino, tan fino, que apenas era tirante. Este verano, según parece, como la crisis ha reducido los precios del amplio universo de las teconologías del cuerpo, el sujetador barato no ha dejado, por ello, de ser un buen sujetador. Se introduce así una novedad en relación con la ley económica que establece que los pobres producen los objetos con que podrán fantasear acerca de su riqueza, o lo que es igual, que a los pobres les corresponden objetos pobres, o que nada barato es bueno. Pero se ha roto esa fatalidad obrera, y aquí se presenta la teta veraniega y gallarda, perfeccionada en su redondez, rotunda en su masa abrupta, impositora, aventajada y mandona. Así es la teta.
¡Ay, si es que las mujeres son unas golfas! El hombre, sin embargo, no tiene nada que mostrar, por mucho que el feminismo denuncie el abuso de un mundo falocéntrico.
He observado además que la teta no conoce límites en el horario infantil, que se muestra a cualquier hora del día por las calles, y lo que es más inquietante, a cualquier edad, tan pronto como la teta se hace teta. Me pregunto si nuestros políticos no tendrían que intervernir ante el avance de la imperiosa teta veraniega, si no habrían de llamar a la prudencia, antes de que la teta se salga definitivamente fuera.


Yvs Jacob