viernes, 6 de mayo de 2011

¡No votéis al Partido Popular, hostias! Contra el triunfo del canallismo (I)

Los españoles me dan pena, vergüenza y risa. Pueblo más zafio, más burro y con más ínfulas, cuando nada tiene de lo que enorgullecerse, no se encuentra en la historia. Se han inventado los españoles una expresión que funciona a las mil maravillas si de dar fe de su estupidez se trata. La expresión es la siguiente: "países de nuestro entorno". Se emplea para hacer referencia a una supuesta élite europea, y acogería aspectos desde el deporte a la educación, y desde la inmigración a la climatología. Así, a menudo se estima que España está a la altura de los países de su entorno, sean cuales sean, así como los méritos obligados para acceder a dicha élite. Quienes no comprendemos en qué consiste esa categoría, la de los "países de nuestro entorno", observamos, o bien que la altura de tales entidades nacionales no supera la mierda de España, algo bastante cruel e injusto, pues parece obvio que otros pueblos hay que, en efecto, marchan mejor que el español, o bien que la expresión empleada por los españoles no obedece más que a un desiderátum, aunque atendiendo a la definición de este término, mejor sería sustituirlo por ilusión, pero ilusión vana.
No dudo de que en todos los países o naciones europeos existan problemas similares a los que en España se dan, pero cuenta ésta con uno particularísimo que, por lo demás, apesta hasta la hediondez que lleva a la pérdida de conocimiento: la utilización que el Partido Popular hace del terrorismo.
El Partido Popular es ya un problema. En todos los países y naciones existen formaciones políticas que repugnan a quienes se oponen lógica y emocionalmente a ellas; son especialmente odiosos aquellos partidos que pierden la dimensión holística, responsable y republicana de la sociedad global, y se concentran sólo en la conquista del poder, a veces para favorecer a unas ideas enfermas que abocan al desastre, y a menudo para favorecer el delirio de quienes las defienden. El Partido Popular, tras renegar abiertamente de la democracia, se ha especializado en ese tipo de canallismo, la vacuidad del poder, que pretende alcanzar por todos los medios que un pueblo idiota, como el español, le brinde. Escuché hace unos días en la radio a un dirigente del PNV decir algo que muy bien se aplica a su propio grupo político: "el Partido Popular es insaciable". Es precisamente la insaciabilidad de muchos partidos lo que conduce a la sociedad española a la ruina moral, al descuido de la república, la cosa de todos, aquello en lo que todos tenemos mucho que hacer y que decir. Esta situación de profunda desidia, el abandono a unos falsos especialistas de la gestión de la vida, ha llegado a la cima del despropósito si, tal y como avanzan algunas encuestas, el Partido Popular vencerá en aquellos lugares donde más y más graves son sus casos de corrupción. A esos votantes de los corruptos sólo puede llamárseles gilipollas. Pero si además triunfa entre la sociedad la manipulación de los muertos, como triunfa entre las víctimas del terrorismo y en buena parte de sus desestructuradas organizaciones, manipulación que el Partido Popular dirige sin respetar ningún principio moral, entonces resulta el encanallamiento de todo un pueblo: los idiotas eligen como gobernantes a sus compatriotas más despreciables.
Este partido antidemócrata no puede optar a gobernar o gestionar nada en una democracia responsable; merece el acorralamiento y el escarmiento, sus dirigentes merecen que el pueblo les dé una lección definitiva.
El 22 de mayo, no te quedes en casa, no votes al Partido Popular.


Yvs Jacob