miércoles, 10 de febrero de 2010

La popularidad de Rosa Díez, o El sentido político de los españoles

Cuántas veces es más feliz el ignorante que el sabio... Mucho se ha pensado acerca de ese asunto. Cuando uno solo es ignorante, ¡pues allá él!, pero cuando lo son muchos, y demasiado, entonces no puede tratarse sino de España.
Yo, que con tanto celo observo la actualidad, y que me tengo por bien informado, esto es, conocedor de la intención dolosa que subyace a gran parte de la información, he encajado uno de esos golpes tan brutales de hiperrealidad al conocer la buena opinión que tiene la ciudadanía de Rosa Díez, maniquí singular. A diario, los medios de comunicación -una parte de ellos- acusan a Mariano Rajoy de no hacer nada, de no proponer y de esperar a que se derrita el helado. Y cierto, pero aunque "la marianada" no hace mucho, salvo burradas bien identificadas, Mariano está presente, y no hay boletín que no hable de él. Diferente es lo que sucede con Rosa Díez, que ni hace nada, puesto que un escaño sólo representa al culo que lo calienta y que guarda como hucha el bocado correspondiente del presupuesto parlamentario, ni está presente en ninguna parte. Es más, a mí me ha llevado tiempo situarla tras leer el resultado de las encuestas de popularidad, tan olvidada que la tenía. Pero son los españoles quienes la mantienen viva en su recuerdo, y me he preguntado qué habrá hecho Rosa Díez para gozar de esa estima, inmortalidad que a los hombres se les concede en esta aberrante temporalidad. Y de momento no he encontrado respuesta...
Así es como entienden la política los españoles, demócratas aventajados: el mejor político es aquel del que no se sabe nada, bueno o malo.
Esta actitud tan española de adorar al becerro de la ignorancia es incompatible con el concepto deseable de ciudadanía y se muestra perfecta para los delirios satánicos que aprovechan el suicidio colectivo de los fieles a la estupidez. Por lo pronto, la ciudadanía española sólo señala a sus gobernantes por la pésima situación socioeconómica, pero es incapaz de vincularla con nada más allá de la gestión del Gobierno, y si los medios de comunicación de la derecha están funcionando a pleno rendimiento, habrá incluso quienes no condenen la gestión, sino directamente a Rodríguez Zapatero como autor intelectual, de cuyas intención y voluntad resulta la pérdida de tantos empleos. Un paseante por el Barrio de Salamanca puede leer en los negocios que han quebrado una nota obra de la ultraderecha que se manifiesta en ese sentido.
Ciertamente, es la nuestra una nación de superdotados.


Yvs Jacob