miércoles, 15 de julio de 2009

Contra el anticatalanismo, ¡'visca' Manel!

Hace unas semanas descubrí, gracias al ego nacionalista de un político catalán de izquierdas, a un grupo que me hace disfrutar de la música no anglosajona. No sé mucho de ellos, apenas el nombre: Manel. Quizá guste a mi generación su tranquilidad, una generación que ya no tolera, aparte de la música electrónica, las tonadillas para el arrepentimiento. Creo que el disco de Manel 'Els millors professors europeus' sienta bien y merece ser reconocido como una pequeña obra de arte en una tierra donde tiraniza el horterismo más severo.
Bravo por ellos.
Lo cierto es que el resto del Estado español, allí donde se puede decir sin miedo 'España', debería suministrarse unas dosis de la 'nova cançó' catalana para curarse así de algunas mitologías altamente nocivas. Cualquiera que sea curioso podrá reconocer que los catalanes empuñan el ariete en España: son la puta vanguardia en todo, y sólo falta atender a sus leyes para convencernos los demás de que estamos haciendo el indio o el mono, no sé.
Tanto anticatalanismo, ¡hostias! ¡Aprended!


Yvs Jacob

Ahmadineyad, 'vente pa Madrid'

Y yo te digo, Ahmadineyad, 'vente pa Madrid'...
La descomposición del sistema de la sanidad pública en Madrid y el derroche de inteligencia que vive el Partido Popular hacen urgente la petición de auxilio a un hombre con principios, a un político de verdad, a un estadista universal, a un antidemócrata que tiene al menos el coraje de no llamarse a sí mismo 'liberal': ¡SuperAhmadineyad!
Nos vendría bien a los madrileños una heroicidad como la de este 'acojonajudíos'. Yo opto por adquirir la versión con Consejo de Guardianes incluido -esos tíos te arreglan cualquier cosa, y lo más importante, sin derramamiento de sangre-. Es cierto que el Partido Popular no ha iniciado todavía la fiesta de la sangre, pero tampoco soluciona ningún problema, para sus miembros, la política tiene otros objetivos.
Ahmadineyad no engaña: uno es lo que es, y no otra cosa. Ahmadineyad aristotélico. Pero en Madrid...


Antidemócratas del mundo, uníos.


Yvs Jacob

ARCOmadrid. El arte en peligro de extinción

Leo en la prensa que la próxima edición de ARCOmadrid durará un día menos. Joder, lo lamento no sólo por la gran cantidad de genios y de sesudos ingenios que presenta allí sus obras; también por el beneficio que el espíritu humano obtenía de la contemplación de las maravillas de esa colección anual. La Conferencia Episcopal debería tomar cartas en el asunto; debería alinearse con los diletantes: es una gran afrenta la que sufrimos con la mutilación de nuestro gozo vanguardista.
Según parece, el motivo de la reducción es la situación económica, o habría que decir que la feria sufre las consecuencias de la crisis. Hay que fastidiarse con la nefasta clase trabajadora mundial. No les basta a los trabajadores con reclamar derechos y prestaciones, no les basta con recibir un generoso salario a cambio de su fuerza de trabajo, un salario mínimo interprofesional que en España es de 624€. ¿Alguien se ha parado a pensar lo mucho que puede hacerse con esa cantidad? Con esa cantidad, hasta es posible comer dos veces al día. Pero los trabajadores son insaciables: quieren tener vicios y lujos también. Desayuno, ropa limpia, vivienda digna... Animales de la insaciabilidad, voraces...
Pues los trabajadores, los malditos trabajadores, como deben ser mantenidos incluso cuando no trabajan, como deben percibir alguna ayuda para continuar hinchando sus barrigas, han terminado por arruinar el arte mundial, la exquisita vanguardia que se reunía en Madrid para alumbrar el alma pura y cristalina de los paladares más delicados.
La derecha, y la derecha española en particular, tiene razón: habría que matar a todos los pobres; los pobres sólo perpetúan la fealdad en el mundo; todo lo ensucian, lo contaminan, y el arte, el bello arte que es el descanso del ejecutivo, del hombre de negocios de inmaculada sensibilidad, el arte está muriendo, y todo por salvar a los malditos pobres.
Creo que hay que superar el 'contrato del siglo XXI' que propone la patronal española con el 'contrato del siglo XXII a. C.'. Ni despido barato ni hostias: esclavitud, látigo y botijo.


¡Ay! ¡Qué será de la cultura occidental si el arte conceptual pierde sus 'espacios'!
(Algunas voces me sugieren que tampoco sería disparatado emplear el poder de la masa sumida en la pobreza para el exterminio del teatro del absurdo -autores, público y practicantes-. ¡A mí no se me había ocurrido!).


Yvs Jacob