jueves, 11 de octubre de 2012

Mensajes nada subliminales de mi frutero

Tras haber seleccionado yo cuidadosamente cuatro manzanas del montón, el frutero, mientras las arroja dentro de una bolsa, me espeta, y sin venir a cuento, lo siguiente: "hoy hace muchísimo calor". Yo sonrío y me pregunto si debería hacerle saber que se anuncia un descenso de las temperaturas, pero él añade, sin dejar de sonreír: "no sé cuánto tiempo podré aguantar este calor". Malo, me digo para los adentros, muy malo. E insiste el frutero, que no sé por qué me ofrece tan desagrable información: "pues hoy he venido en pantalón corto". Tenía pensado llevarme también algunos plátanos, pero doy por zanjada la compra en la frutería. Me dirijo a la pollería, una nueva a la que ya guardo fidelidad, impresionado por la técnica de la pollera, que nunca me entrega una cajita sin mirarme uno a uno y muy bien los huevos, pero no hay nadie en el mostrador. Dudo, pero alguien me interpela; es el carnicero de enfrente: "ahora viene, ha ido al baño". Vaya, la pollera que me mira bien los huevos ha ido al baño, y yo ahí, esperando... No tiene mucho sentido que me quede, la verdad, y decido completar la compra con otros productos. Me pongo en marcha cuando caigo en la cuenta de que no llevo zanahorias, tan apresurado como ha sido el encuentro con el frutero. Como si no hubiese otro puesto en todo el mercado, me dirijo hacia el suyo. "He olvidado un par de zanahorias". El frutero sonríe, mete la mano en una caja y saca dos; luego me dice: "toma, éstas te las regalo yo". Al tender la mano y dar las gracias, reparo en que se depila, mejor, se afeita, las cejas. ¿Debería preocuparme?
Muchos años atrás, en otro mercado, llego al puesto de frutras y verduras con la exposición más atractiva de cuantas pudiese haber en todo el edificio; la tendera, mujer madura, o ya gallega o completando el proceso de rotunda galleguización, me suelta, sin un triste "hola", esta declaración: "hoy tengo un nabo muy rico". A ver si es que soy yo...


Tocomocho atribulado para Basuragurú