lunes, 4 de abril de 2011

Mariano Rajoy quiere el voto de la izquierda moderada

Es descojonante, ¡en el Partido Popular no se enteran de nada!
Hágase un brevísimo recorrido: Francisco Camps, en proceso de agudo enloquecimiento, tal y como manifiestan sus declaraciones; Esteban González Pons, sin términos adecuados para una referencia prudente que no me obliguen a contratar los servicios de un abogado, si bien no hay duda de lo que en esencia es, un fanático antidemócrata; Alberto Ruiz-Gallardón, que se tiene por político cuando no es más que un decorador-escaparatista que no sabe de matemáticas; María Dolores de Cospedal, figurante improvisadora sin dotes para un discurso inteligente y con un regustillo por la falsedad, siempre bajo el paraguas de la inmunidad parlamentaria; "la Espe"... "la Espe".
La alineación podría continuar, pero debería apreciarse sin más recorrido aquello de lo que la izquierda moderada huye, como huye de la izquierda comunista.
Hay una corriente de pensamiento que pretende posible el voto práctico anglosajón, esto es, (inter)cambiante, como si la realidad fuese de verdad un signo vacío y no resultado de lo que los hombres hacen. La realidad es sobre todo lo que los hombres hacen.
Los dirigentes del Partido Popular, cuya masa de votantes se compone en especial de ignorantes, retrógrados, temerosos y entrometidos hipócritas, entienden que el voto es algo mucho más abierto, no tan unidireccional, y se atrevió Mariano Rajoy a tomar en su entrevista de ayer en la Cadena SER el consabido símil del equipo de fútbol.
Pero, claro, que la derecha moderada y la ultraderecha tengan algo y mucho de bobas no significa que en la izquerda, hasta en la moderada, se esté dispuesto a hacer pasar un burro volando por una mariposa. Hay que decir a los dirigentes del Partido Popular que la cuestión del voto va más allá de la posición respecto del modelo económico. La izquierda moderada y liberal sólo entiende el libre mercado si de ello se beneficia con claridad el Estado social, no si sirve para desmontarlo, y, desde luego, tampoco para burlar a la Justicia ni para justificar la imposición de una moral supersticiosa.
Mucho me temo que se confunde en el Partido Popular al votante irreflexivo y vacío de coordenadas ideológicas con el votante de izquierdas desencantado, pero de izquierdas al fin y al cabo, esto es, una persona que acepta la responsabilidad de la (participación y de la vida) política. Para esa persona, el Partido Popular no tiene nada que ofrecer; la mentira, la destrucción de lo público y de las instituciones como vehículo para lograr el poder -¡el gobierno democrático!-, la moral ciega y sorda, la utilización del terrorismo, el insulto permanente para encubrir la propia incapacidad, la violencia y la manipulación de los medios de comunicación como juguetes al servicio de un partido... nada de ello conseguirá un solo voto entre la izquierda moderada.


Yvs Jacob