miércoles, 3 de octubre de 2012

Y ahora, por el derecho de manifestación

Muchos recordarán aquel lema de campaña que dejó boquiabierto a Javier Arenas Bocanegra cuando, tras la victoria del PP en las elecciones generales de noviembre de 2011, se prolongaba la batalla para someter, ganado el gobierno central, a todas o casi todas las Comunidades Autónomas, lo que se dio a conocer como "el cambio". El cambio, como se ha visto después, es el paso de una muy mala situación a otra muchísimo peor, pero qué iban a esperar los españoles, que si de cuando en cuando ha salido alguno listo, son en general, en su grupo, bastante tontos y brutos. Le aconsejaron a Javier Arenas Bocanegra, porque en política nada se hace sin consejo, este lema "Y ahora, Andalucía", más propio de una rebelión militar, o alzamiento, que fija sus objetivos sobre el mapa, que para unas elecciones democráticas; aunque no extraña a nadie, porque en el PP sólo entienden la democracia como el instrumento que, reconocida la existencia de un único partido, esto es, una sola manera de ser del individuo -habría de usarse el término ciudadano, pero temo no se comprenda-, se valida y revalida sin solución de continuidad a sus líderes en la dirección de la sociedad -¿no suena esto un poco a totalitarismo? Como sólo existe una manera de expresarse la bondad en el hombre -por ejemplo, manifestarse cuando yo estoy en la oposición es bueno, si gobierno, malo, y da muy mala imagen-, andan en el PP a vueltas con la vieja educación por la fuerza, o lo que es igual, la letra con sangre entra, o lo que es igual, cuando veas la sangre de tu vecino correr por los palos de un antidisturbios, seguro que te quedas en casa la próxima vez, o lo que es igual, te harás de los buenos, la inmensa mayoría de la sociedad que no se manifiesta. Y es que no hay nada como no manifestarse cuando a uno le ponen la rodilla en el cuello, nada hay mejor que permanecer quieto, no se vaya a creer que el que te aplasta la tráquea y el esófago lo hace con gusto. En absoluto.
Muchos también recordarán cómo pasó España de ser gobernada por adolescentes guays -Fernández de la Vega siempre intentó estar a la altura de las circunstancias...- a caer bajo el control de un Ejecutivo de sólida formación, cuyos miembros se habían batido en todas las lides académicas y políticas posibles, y hasta en el mundo de la empresa -la industria armamentística, la no menos letal industria macroeconómica que ha elevado a Luis de Guindos a ministro, dicho en los más estrictos términos ascendísticos, y es verdad que hay otros -Ana Mato, José García-Margallo...- que no se sabe muy bien por qué los han llamado ni cuál se espera que sea su contribución. Pero lo importante aquí es que toda esta pandilla sabía mucho, y mucho de todo, y uno se queda perplejo cuando observa su sorpresa porque la gente se manifiesta. Tal vez incurra yo en interpretaciones abusivas de sus palabras -esa vileza que nos caracteriza a los que somos pobres y de izquierdas...-, pero al escuchar de nuevo el tintineo de la alcaldesa por accidente de Madrid, su queja por el alto índice de manifestabilidad de la capital, llama la atención que no se repare en los motivos, sino sólo en el malestar que la manifestación provoca, nunca en lo que provoca la manifestación. Esto es el PP en su más puro estilo: si un coche puede alcanzar una velocidad superior a 200 km/h, ¿por qué ir más despacio? Si tienes treinta años, nunca has cotizado a la Seguridad Social y tus padres ya se han jubilado, ¿a qué viene tanto escándalo?, ¿desgraciado, por qué te manifiestas, no ves que hay un Gobierno que trabaja para ti, que te ha conseguido en septiembre un montón de nuevos amiguitos, otros 80.000 parados más? En el PP nadie cae en la cuenta de la gravedad de la situación, nadie parece sospechar el brote de canibalismo que le aguarda a la sociedad española en unos años; al contrario, hay quien interpreta que el malestar ciudadano se debe a que no gusta el color con que se delimitan las zonas de aparcamiento. Y hay que joderse con los pobres de mierda, lo incómodos que son, coño, y lo que viven, los muy hijos de puta. Pues no aceptan los que tienen cuatro y seis casas que la vida es muy dura, ¡cómo le cuesta tanto al pobre de mierda aprender esa lección!
Y ahora van por el derecho de manifestación; están desmontando el mundo que había permitido a los pobres creer que eran ricos y ahora van por el derecho de manifestación, para que los pobres asuman de una vez que no hay pastel para todos. A mí el cartero ya me preguntó el otro día si vivía en el 2º izquierda, y al contestar yo "no", ni una palabra más, dijo él "es verdad, me había equivocado". Está pasando, amigos, esto que os cuento es verdad. ¡Mucho cuidado ahí fuera!


Yvs Jacob


[Y muy pronto en Basuragurú: "Eduardo Torres-Dulce protagonizará el western de José Luis Garci 'Allá en la parra' (el fiscal general del Estado habría insistido en realizar él mismo las acciones de mayor riesgo). ¡En la redacción ya estamos deseando que alguien suba una copia a la Red!].