jueves, 25 de noviembre de 2010

Se busca editorial con agallas para manuscrito de los cojones

Yvs Jacob tiene un manuscrito de los cojones y no consigue que se lo publiquen. El asunto comienza a desesperar, porque cualquiera que se asome a una librería no ve otra cosa que mierda, mierda y mierda, y quizá Yvs Jacob también ha escrito una obra de mierda, luego no debería ser tan difícil que se la publicasen.
Antiguamente, había al frente de las editoriales individuos con aptitudes intelectuales, por las cuales era llamados también ellos así, "intelectuales". Se trataba de personas sensibles e inquietas, cultas en muchos casos, o al menos sabían fingir con tanto talento que conseguían engañar a todo el mundo. La montura de unas gafas, una perilla bien sobada, el pelo endemoniado, un velero anclado en el puerto de Barcelona o un pañuelo azaroso al cuello eran motivos para su presentación en la sociedad del libre pensamiento.
El tiempo pasó, y pasó tan rápido en apenas dos décadas, que los intelectuales quedaron en el olvido, hasta el punto de juzgarse imposible que pudieran estar alguna vez al frente de las editoriales. Fueron sustituidos por otros individuos con estudios extrañísimos: dirección de empresa, economía, derecho, publicidad..., no precisamente dirigidos a afinar el olfato artístico. El mercado, que según el dogma liberal produce con eficacia cuando "se le deja hacer", produjo a partir de entonces mucha mierda con mucha eficacia. El mercado editorial, pues, liberado por fin de la tenaza intelectual, que -tampoco enloquezcamos- se atrevía a publicar obras donde apareciesen palabras tales que "coño", "París" y "manifestación" -¡uuuh!, ¡peligro!-, dio comienzo a la era gloriosa de una generación de escritores que todavía nos castiga, y a la que los premios literarios no jubilará antes de que muchos de sus miembros sean centenarios y la ciudadanía se vea obligada a votar "Sí" a formas muy agresivas de la eutanasia.
Mientras tanto, han ido apareciendo otros autores, cierto, autores "jóvenes", como se dice ahora a los menores de cuarenta años. Se trata de la "generación del chiringuito", como a mí me gusta llamarla, porque todos publican en pequeñas o medianas editoriales propias o de amigos, o de amigos de amigos -que es siempre lo peor, porque el talento literario ni se transmite por consanguineidad ni viaja a lomos de los microbios.
La "generación del chiringuito" es expansiva, y capaz de abrir un taller literario por cada tres tiendas de orientales en una misma calle. Obviamente, el chiringuito no lo dirige ningún intelectual, tampoco un despierto licenciado con estudios técnicos en la reproducción del capital, sino un delirante crítico, tal vez leído -¡con lecturas!-, prisionero de la idea de la cultura, una función de responsabilidad que habría que eliminar mediante manipulación genética antes de que la razón de museos por persona sea de 1:1.
En fin, no me puedo extender más porque terminaría cagándome en la puta madre que parió a algunos, citando al insigne académico Pérez-Reverte cuando toma apuntes al natural.
Yvs Jacob busca editorial, ¡y su mierda huele divinamente!


Yvs Jacob