sábado, 18 de julio de 2009

La amenaza Calamaro

Anuncia Andrés Calamaro que un formato voluminoso acogerá sus Greatest Hits. Ya sólo falta que Maná confirme una gira concentrada por las capitales españolas para que me lance a la calle a la recogida de firmas con el propósito de una modificación de la Ley de Extranjería.
Hace ya más de diez años coincidí con este genio poeta, víctima de la grandilocuencia, en un fast food de la Gran Vía. Era el mismo fast food en el que había visto antes a Javier Bardem. En ese tiempo, Bardem no imaginaba que alguna vez podría lograr una buena interpretación. Hoy sabe que le va a resultar muy difícil lograrla, pero que, sin embargo, ese aspecto no es relevante para ganar premios en el arte del cine. Lo importante: un buen maquillaje y unos diálogos que no den que pensar.
Calamaro esperaba su turno en la cola -no era todavía lo bastante famoso-, y la gente se apartaba un poco de él, no porque lo hubiera reconocido, o sí, pues parecía uno de esos personajes de las películas de Mad Max, sin 'glamour', en su versión musical, cuando el cine empezó a perder, si no la cabeza, el respeto al público. Me dio un poco de aprensión, a la manera de las abuelas. Como un mendigo, señaló un cartel y pidió a la joven estudiante de la era pre-sudamericana del staff que atendía la caja que le diera 'una hamburguesa de ésas con mucha carne'. Después se llevó la mano al bolsillo y empezó a contar monedas. No lucía Calamaro ninguno de los sombreros que ahora visten los imitadores de sus imitadores. Eran otros tiempos...
Creo que el año pasado, o puede que su anterior, Calamaro compuso tantas canciones que tuvo que comercializarlas con un porteador. Yo soy de letras pero obtuve alguna noción de los conceptos de estadística y probabilidad: la estadística concluye que el arte 'a porrillo' ni es arte ni es nada; la probabilidad, que cualquiera que intente sobrepasar cierto límite en su expresión dirá, necesariamente, muchas tonterías.
Andrés: no se es poeta por tener mucho que cantar... Y si crees que tienes mucho que cantar, vete al desierto y déjanos en paz.
N. B.: allí también te sudarán mucho los pies.


Yvs Jacob